Dulce abuelita que iluminó mi vida,

compasiva que siempre compartía gracias de Dios,

quien era fuerte por su fe y bella por su carácter,

que siempre preguntaba por mí aunque yo me olvidaba a veces de ella,

quien resplandecía y sofocaba cualquier otra presencia,

y que a veces su amor terminaba por deshacer todo dolor que tuviera dicho día.

Que me amaba y yo la amaba igual; solo que ella un poco más.

Era de quien ansiaba escuchar y leer cualquier mensaje; quien era para mí 

una bella flor que nunca se marchitaría.

Y aun así el mundo cruel la marchitó.

Hoy el cielo se ha vuelto un poco oscuro; la flor no está  y sus pétalos consigo.

Que desafortunada es la vida para quien ve al sol bajando, al cielo ennegreciendo y la flor cayendo a la distancia.

Que frío y horrible es cuando no procesas lo escuchado; cuando lamentas lo ocurrido y no puedes quedarte tranquilo.

Hoy, mil pensamientos has provocado; Hoy, cientos de lágrimas han caído; Hoy, hemos hecho un esfuerzo por salvar tu bello tallo.

Pero ni un millón de oraciones con agua y sudor han logrado revivir tus entrañas.

Hoy no estás...Pero siempre estarás dentro de todos.

Recordaré cada línea, cada acento, cada chiste infantil pero tierno, y cada pestilencia aunque el mundo no lo entienda.

Seré tu memoria, tu sueño, tu continuador de amor...

Porque conocí tu belleza y me hiciste brillar; tu brillo es mío y el mío de alguien más.

Te llamabas "Sol"; Te amaron todos con el mismo intenso sabor; con los cálidos colores y los sensibles tactos de un trillón de años de luz.

Eres polvo pero polvo brillante; estás muerta pero viva; estás apagada pero en muerte más que en vida.

Sé todos los tiempos, sé todos los rincones de mi interior.

Llena y llenaré como tú.

Bendecida y Bendición de Dios.

Salvada y salvadora.

Madre y Abuela Por Vocación.

Simplemente, hasta que el más allá nos reúna.

Hasta que Dios nos reúna en algún "hoy".