Nos encontramos con un accidente, el resultado inconcluso y cambiante pero presente. Surgiente en pocos pretendientes, lanza perpetrante de cada planeta gosozo que tuviese dicha suerte.

Crea pequeños demonios, diminutos enjambres, tal vez pequeños inocentes, pero todos son grandes milagros infantes.

Manifiestan felicidad, ahogan el silencio, luchan por el aire y victorean en los mares, suelos y cielos.

Es universal, es un misterio para los más jóvenes, es un rasgo distintivo en cada galaxia uniforme, con grandes yardas de cada otra cercana a la suya.

La vida es una cámara encerrada de respuestas; algo inmersible en nuestras cabezas como algo excepcional de nuestra muestra terrestre.

¿Pero quién dicta tales sentencias pretenciosas?¿quién conoce los límites de la infinitud?

Dictan los yesos partidos de mis brazos moviéndose hacia arriba aprobando su presencia y no su ausencia, peleando en todo contra prejuiciosos y posiciones egoístas.

Solo soy una pizca de una galaxia pequeña, una partícula que se esfuma, que degrada, pero que tiene la suficiente fuerza para aún proclamar conciencia.