TREINTA Y OCHO
Estuve a punto de salir de mi escondite a causa de la ira que recorría mi cuerpo.
Tú sonrisa, alegría y tú todo deben se solo míos. Me tranquilice un poco al sentirte remover y ver tus pies descalzos tocar el suelo.
No conté con que te acercarlas al cajón.
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