Lunes.

Kim SeokJin había estado toda la mañana considerando la idea de salir a comer algo en compañía de su compañero de habitación, después de todo no había podido mantener una conversación decente con él en el último mes.

Sin embargo, y como de costumbre, Min YoonGi se fue casi corriendo en punto de las cuatro ignorando olímpicamente sus llamados insistentes. Tendría que ser en otra ocasión.

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Miraba el reloj, la puerta, seguía escribiendo en su computador y así seguía estos pasos una y otra vez siendo incapaz de concentrarse del todo en la tesis que debía terminar para su clase el siguiente jueves.
Pero cómo iba a concentrarse si ya pasaban de las once de la noche y su pálido compañero no había llegado aún.

Usualmente YoonGi llegaba siempre más tardar a las nueve, ni un minuto más. Sin embargo hoy tenía ya dos horas de retraso y la verdad comenzaba a preocuparse por su ausencia.

11:16 pm

Aún no llegaba.

11:23 pm

Comenzaba a considerar el hecho de llamarlo para confirmar que estaba bien.

11:32 pm

La puerta de la habitación se abrió dejando ver a un notablemente cansado chico de cabellos azabache. Kim se acercó sin mucha prisa tratando de no hacer notar la preocupación que había sentido por aquel que ahora consideraba su amigo.

- ¿A dónde vas YoonGi? -habló rápidamente el castaño.

Llevaba ya dos semanas con la curiosidad carcomiéndole los nervios y ya no podía más con la duda.

- Al baño, necesito orinar. -YoonGi fue incapaz de continuar con su camino a la liberación al verse sujetado firmemente del brazo impidiéndole dar un paso más.

- Min YoonGi, hablo en serio, te vas durante cinco horas casi todos los días y siempre regresas cansado. ¿A dónde vas? -

- No es tu asunto, Kim. -

- Pero YoonG... -

- Déjame en paz. -sentenció.

Se soltó de aquel agarre con un movimiento brusco y continuó su camino hacia el baño. ¿Qué mosco le picó a Kim SeokJin? En todo este tiempo nunca le preguntó sobre sus salidas ni presentó la más mínima muestra de que le importase siquiera, y justo hoy que fue uno de sus días más pesados y estresantes se le ocurría llegar de la nada y cuestionarlo como su fuera su esposa o algo así. ¿Quizás?...

No. Era completamente improbable que el castaño se hubiese preocupado por haber llegado tarde.

Por su parte, el castaño comenzaba a sentirse frustrado. ¿Es que acaso hacía algo malo durante todo ese tiempo? O acaso ¿YoonGi no confiaba en él?
Aquella idea le causó un sentimiento desagradable que no logró comprender al momento, se sentía mal a la sola idea.

Aunque decidió ignorar esa opresión en su pecho, dispuesto a seguir con su aburrido reporte de literatura y no molestar más a YoonGi. El pelinegro estaba cansado y creía estar casi seguro de que esa era la razón por la que no quiso contarle nada. Si, seguro era eso.

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Toda esa semana YoonGi se la pasó ignorando al castaño. Aunque interiormente sabía que no merecía ser ignorado, Kim no había hecho más que preguntar a donde iba, no lo había insultado o incriminado de nada.
Pero aún así se mantenía a la defensiva, después de todo un chico de familia adinerada, un chico que podría tener lo que quisiera sin tener que mover un solo dedo... Un chico como Kim SeokJin no entendería la necesidad de la clase media baja de trabajar para poder pagar la cuarta parte de su matrícula y su estancia en semejante institución, no entendería todo el esfuerzo y las noches en vela que aún tenía que pasar para conseguir un promedio aceptable y así lograr mantener la media beca que tanto esfuerzo le costó tener.

Simplemente no había manera existente en la que Min YoonGi le revelase el bajo estrato social de su familia a un solo individuo en dicha universidad. Se negaba a pasar vergüenzas, se negaba a causar lástima y ser solo un paria entre los alumnos, prefería ocultarlo y hacer de su vida universitaria lo más soportable posible.
No se lo diría a nadie.

Ni siquiera a Kim SeokJin.