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❄ Capítulo 14 ❄

Poco después de la temporada de exámenes, vino un período relativamente relajado, pues con el fin del semestre ya había muchos hablando sobre lo que harían al salir de vacaciones la siguiente semana. No era mucho, con suerte dos semanas quizás, por lo que algunos se quedarían en el campus y otros irían a casa para aprovechar el tiempo libre para ver a sus familias, y otros tantos planeaban irse con sus respectivas parejas aprovechando la temporada.

¿YoonGi y SeokJin? Bueno, ellos consideraban los pros y contras de ir a casa, uno porque trabajaría turnos completos esas dos semanas, y el otro porque no estaba seguro de querer ir a casa y quedarse a vigilar que su amigo comiera y descansara bien era una excusa perfecta.

Ajá.

Una excusa.

Por supuesto.

No era que le preocupaba dejar solo a su roommate porque sabía que olvidaba comer y era capaz de pedir tiempo extra esas dos semanas.

No. En absoluto.

O de eso quería convencerse el castaño, pues debía admitir que últimamente había estado preocupándose demasiado por el menor, y según observaciones de sus amigos en muchas ocasiones les había cancelado para quedarse en la habitación.
Que si bien había dejado claro que si decidía o no quedarse en su habitación con su amigo no era algo para lo que les estuviera pidiendo permiso u opinión, bueno... Había empezado a ser más consciente de todas esas ocasiones. Sin embargo, él lo había tomado como algo bueno, porque su relación con su roomate iba mejorando y ya se llevaban mucho mejor.

Su relación amistosa, claro está. Porque entre ellos dos no había otro tipo de relación más que una de amistad, después de todo ambos eran hombres heterosexuales, porque que uno de ellos fuera gay lo tornaría... Extraño.

Y no es que fuera homofóbico, nunca había pensado que la homosexualidad fuera mala a pesar de lo que decían las normas sociales actuales, o del propio pensamiento de sus padres. También sabía que poco, o de hecho nada, le afectaba lo que su compañero de habitación decidiera hacer o no con su sexualidad, no era su problema y tampoco le debía explicaciones.

...

¿Entonces por qué sería extraño?

...

¿Por qué le estaba dando tantas vueltas al asunto siquiera?

El castaño miró a su alrededor y luego al frente donde estaba el menor mirando fijamente la hoja que pedía que notificaran a la dirección si iban a permanecer o no en el plantel durante las vacaciones. Parecía muy concentrado y pensativo a pesar de que su decisión estaba prácticamente tomada desde esa mañana.

Y su cabeza empezó a considerar... Que en verdad no habría diferencia entre que si fuera o no homosexual, él estaría haciendo exactamente eso mismo, mirando esa hoja intensamente como si le fuese a contar los secretos del universo mientras seguramente pensaba...

¿Tú vas a irte, hyung?

Si, exactamente eso es lo que esperaba.

Una sonrisa se formó en su rostro mientras miraba al pelinegro dirigir su mirada hacia él, fingiendo que no sabía que su decisión influiría en la de su amigo, aunque era consciente de que YoonGi sabía que él sabía que iba a influir aunque no lo admitiera, y él sabía que YoonGi sabía lo que él sabía que no quería que supiera.

¿El qué de qué?

Su propia cabeza se hizo un lío de solo tratar de seguir el hilo de sus pensamientos, por esas cosas no le gustaba pensar demasiado. ¡Cierto, que YoonGi le había preguntado algo!

Yah, YoonGi-chi, solo dí que quieres que me quede contigo.

El pelinegro rodó los ojos y bufó moviendo su cabeza de un lado a otro en un gesto de negación que le hizo reír, ya bastante acostumbrado a sus expresiones que cualquier otro podría interpretar como una grosería o hartazgo pero que él bien sabía que era "Si, pero no lo voy a aceptar en voz alta porque te conozco".

A fin de cuentas YoonGi si terminó quedándose, y por supuesto que SeokJin se quedó con él, feliz y dispuesto a hacerle compañía todos los días, asegurándose de que no se sobrecargara de trabajo y mejorando su humor cada vez que llegaba estresado o cansado de la cafetería.

Sin darse cuenta cada vez se ganaba más el corazoncito de Min YoonGi, completamente ignorante de que el pálido rezaba por poder sacar ese sentimiento de su corazón, o al menos ser lo suficientemente afortunado como para seguir evitando que su compañero alguna vez se diera cuenta de los sentimientos que su corazón guardaba por su persona.

Al término de sus cortas vacaciones la rutina volvió a la normalidad, una a la que ya estaban perfectamente acostumbrados, en ese tranquilo equilibrio entre discutir amistosamente y pasarla en silencio. Para ellos ya era normal.

Te mato. —

Pero no todo puede permanecer imperturbable para siempre, era inevitable que siempre hubiese aunque sea un poco de caos o todo se tornaría simplemente aburrido.

Lo que sea que haya hecho es completamente sin intención de perjudicarte. —

— ¡Le diste mi número a una chica! —

Oh, así que de eso se trataba.

JiEun es una chica simpática, además te he visto hablar con ella y no pareces molesto cuando estás con ella. —encogió los hombros como si nada.

Soy educado y solo le hablo sobre cosas de clases. —

—Bueno, ella me pidió tu número, yo se lo dí, no veo cuál es el gran problema, hay una chica linda, educada y con un récord académico impecable interesada en tí. —

— ¿Se te ocurrió pensar que yo no estaba de acuerdo? —

— Min YoonGi, desde que te conozco ni una sola vez te he visto tener una cita o demorarte en tu teléfono, dudaría que tuvieras uno de no ser porque tienes un chat de grupo para tu clase y ni siquiera ese contestas. —

— Porque no quiero, ¿Cuál es el problema? —

En verdad era algo que no lograba comprender, en su lugar cualquiera estaría incluso emocionado, así fuese remotamente. Pero entre más miraba a su roommate más parecía que su amigo estuviese irritado por el hecho de que le hubiese dado su número a una chica con buenas intenciones.

Yoon, ¿Qué ocurre? ¿Qué es tan malo? No es para tanto. —

— Lo es cuando no estoy enterado previamente del asunto y ésta chica no deja de insistir acerca de tener una cita juntos. No quiero. —

— Dícelo. —

— Lo hice, pero no quiero que se repita ésto. —

— Pero, es que, YoonGi.

Tenía la impresión de que el tono alargado de la última i en su nombre le había hecho tener un ligero tic en su ojo izquierdo. O quizás solo imaginaba cosas.

— ¿Por qué no intentas tener una cita? —prosiguió a pesar de la expresión del pelinegro— Eres el único sujeto universitario que conozco que en dos semestres no ha tenido ni una sola... —

— No tengo tiempo. —cortó sus palabras abandonando su pila de libros de la biblioteca en su mesita de noche.

— Si tienes tiempo, el suficiente como para tener una cita decente con una chica un fin de semana, necesitas solo unas horas, no necesariamente tiene que ser una novia, solo una cita, o si quieres puede ser algo serio. —

La única respuesta que recibió fué un pesado silencio roto solamente por el sonido de las hojas pasando de un lado a otro. El menor parecía dispuesto a ignorarlo, había llegado al punto sin retorno donde no iba a recibir más que el impacto de una almohada si seguía presionando e insistiendo en el tema. Optó por volver su atención a su proyecto.

Pero tampoco se iba a rendir tan fácil. Estaba dispuesto a conseguirle al menos una cita a su amigo, lo único que quería era tener la oportunidad de verlo enamorado y feliz, que a él no le hubiera funcionado su última relación no significaba que no creyese más en el amor.

Y ahora que lo pensaba.

Miró a YoonGi una vez más mientras éste comenzaba con su exposición.

Él había pasado cuidándolo los últimos meses, preocupado por su estado de ánimo y salud a pesar de seguir trabajando y mantener sus notas. Ahora entendía por qué decía que no tenía tiempo para nada, tenía un amigo tan bueno que había estado velando por su existencia los últimos meses tras su ruptura, seguramente estaba preocupado por no hacerle pasar un mal rato si él salía con alguien mientras estaba dolido.

Ahora tenía sentido.

Bueno, era tiempo de trabajar en eso para darle ánimos a Min YoonGi, seguro podía encontrar a una chica adecuada que sepa disfrutar su tiempo con él.

Con esa idea en mente y una renovada sonrisa siguió con su proyecto.

Al otro lado de la habitación el pelinegro observaba aquella sonrisa sin estar muy seguro de qué significaba exactamente, pero sabiendo que había una buena oportunidad de que no fuese algo que le favoreciera.

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