☀ Capítulo 11 ☀
Los días posteriores a su regreso estuvieron llenos de saludos y felicitaciones atrasadas de Navidad y año nuevo, tareas y proyectos que entregar. En poco tiempo hubo regresado a su ya acostumbrada rutina diaria junto a su compañero de habitación.
Todo fue bastante bien. Hasta el momento en que el día de San Valentín fue acercándose, rápidamente los escaparates de las tiendas se llenaron de color rosa y corazones por todos lados. No había un solo lugar que no vendiera la mercancía típica del día de los enamorados. Igualmente, podían comenzar a escucharse los susurros nerviosos y cursis de sus compañeros de curso, quienes desde dos semanas antes estaban planeando en su gran declaración de amor o su tan esperada cita.
Toda esta algarabía tenía a YoonGi completamente hastiado y asquerosamente empalagado. Joder, que no entendía el afán por dedicarse únicamente el catorce de Febrero a regalar rosas, chocolates, animales de felpa y mil cursilerías más, ¡Tenían todo el año para ello! Pero vaya fuera la publicidad capitalista que se empeñaba en hacer a las personas aumentar las compras de tontería y media por cualquier excusa.
A pesar de ello, creía poder soportar ese día, después de todo solo era un día. Además de que ese día debería trabajar por lo que perfectamente podría distraerse en ello.
Por supuesto, y para variar, el destino y la suerte no estaban de su lado. Podría haberlo soportado, claro que sí. De no ser porque todo el día durante clases había tenido que aguantar y ver cómo una gran cantidad de chocolate, flores y tarjetas llegaban a la mesa de Kim SeokJin.
Si, era consciente del evidente atractivo del que su compañero era poseedor, y su molestia poco o nada tenía que ver con la diferencia abismal entre lo que él había recibido y lo que había hasta ese momento en su mesa, y ésta vez era en serio. Su principal enfado era el hecho de las mil opciones que SeokJin tenía para elegir, y un cierto temor por que respondiese alguna el próximo mes; porque una cosa era guardarse su enamoramiento, y otra muy diferente era el cómo se sentía al saber que nunca tendría el valor suficiente como para darle una simple tarjeta, y mucho menos la posibilidad de ser respondido.
Para el final de la jornada ya cargaba con cinco chocolates diferentes, tres tarjetas y un ramo de flores de algún ser desconocido, pues no tenía la más remota idea de quién lo había dejado en su mesa, este ya estaba ahí para el momento en que llegó. Parecía que era cierto que "el chico rudo y de pocas palabras" tendía a parecer atractivo, pues no esperaba recibir algo realmente, él no hablaba con muchas personas dentro de la universidad.
Una vez refugiado dentro de su habitación se tomó el tiempo de por lo menos leer las tarjetas, como esperaba, cursilerías compradas en cualquier tienda de alguna plaza, salvo una que parecía hecha a mano.
Pocos minutos más tarde SeokJin ingresó a la habitación notablemente más cargado de lo que él había llegado. Lanzó lo que cargaba sobre su cama para luego usar la del pelinegro para poder acostarse boca abajo con un resoplido.
— ¿Cupido se excedió contigo? —
Cuestionó acercándole un trozo del chocolate que a ese momento estaba comiendo a mordiscos.
— Hombre, sé que soy atractivo, pero esto es exagerado. —
Lo escuchó quejarse, su voz ahogada por la almohada que cubría su rostro, momentos antes de levantar la cabeza y abrir la boca esperando por ser alimentado. YoonGi solo pudo rodar los ojos y sambutirle el chocolate en la boca, ganándose un sonido de queja como respuesta. SeokJin se sentó con la espalda apoyada en la cabecera de la cama mientras masticaba la golosina.
— Te lo mereces por vanidoso y narcisista, por lo menos a mí no me dará diabetes. —
Abrió otro de los paquetitos de chocolate, llevándose uno a la boca mientras leía la etiqueta que marcaba su contenido, bombones de menta cubiertos de chocolate.
— ¿Le responderás a alguien siquiera? —
Cuestionó como quien no quiere la cosa, mirando el montón de regalos que habían sido lanzados a la cama del mayor, aunque realmente si tenía cierta curiosidad por ello, tal vez podría pedir tiempo extra en el trabajo un tiempo hasta que a su mayor se le pasase la etapa empalagosa inicial y así ahorrarse penurias.
— No... Después de tres años de relación quiero pasar solo un tiempo. Ya sabes, ser feliz estando solo de nuevo. —disfrazó un suspiro de alivio al tiempo que SeokJin le robaba alguna de las golosinas.— ¿Qué hay de ti? —
— No, gracias, suficiente tengo con el pegote que tengo por compañero de habitación. —
Comenzó a reír al recibir un golpe en su hombro, escuchando una queja y posteriormente la risa del castaño.
— Debo ir a trabajar, nos vemos en la noche, suerte con tu desorden. —
Se levantó de su cama moviendo su mano a modo de despedida, recibiendo un ahogado "Suerte" del castaño.
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¤OCTOBER & APRIL¤
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Esa tarde la cafetería había estado abarrotada de gente, no había podido detenerse a descansar ni un solo momento en todo el día, pues en el momento en que una mesa se vaciaba, había una más por atender. La gran mayoría eran parejitas empalagosas y otros tantos su clientela habitual que solamente iba por un café para llevar.
Una vez que el último cliente de hubiese ido del local, a eso de las nueve de la noche, tuvo que quedarse un rato más limpiando las mesas mientras el resto de empleados se ocupaban de descargar la mercancía e ingredientes de cada semana.
No fue hasta las once de la noche, que pudo regresar al campus, sintiendo todo el peso del cansancio sobre sus hombros. Afortunadamente ese día se lo pagarían doble por la gran cantidad de trabajo que se había hecho. Ahora, solo deseaba llegar a su habitación y tirarse en su cama.
Sin embargo, al abrir la puerta del dormitorio se llevó la sorpresa de que SeokJin, como de costumbre lo estaba esperando, aunque esta vez con varias latas de refresco y chucherías variadas esparcidas sobre la mesa de la sala.
— Olvídate de que te ayude a recoger este desastre. —
Murmuró con un bufido mientras dejaba su chaqueta en la entrada, su mochila fue lanzada a algún sitio dentro del armario.
— Necesito alguien que me ayude a terminar de comer todo esto, y pensé que tal vez podríamos disfrutar nuestra soltería viendo una película o algo así. —
Podía notarse la sonrisa en su voz aun cuando no lo veía mientras buscaba su ropa de dormir
— ¿Qué te hizo pensar que aceptaría algo así? —
— El hecho de que después podremos ir a la azotea a quemar los regalos que recibí y hacerle un favor a la naturaleza por no crear tanta basura. —
— Un favor a la naturaleza creando gases tóxicos que dañarán la capa de ozono. —
Con un suspiro se forzó a ocultar la sonrisa involuntaria que se había formado en sus labios antes de girarse hacia él con expresión resignada.
— Está bien, pero yo elijo la película. —
La amplia sonrisa que iluminó el rostro del castaño ante su aceptación provocó que un calor agradable se extendiese por su pecho y un hormigueo lo recorrió desde las puntas de sus dedos. Le fue necesario hacer una mueca y pellizcarse para evitar la aparición de una sonrisa igualmente amplia en su rostro.
La promesa fue cumplida sin objeción, vieron una película realmente elegida al azar devorando la comida chatarra como si fuesen un par de niños, y los regalos que ambos habían recibido terminaron siendo una excelente fogata en la azotea del edificio.
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