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❄ Capitulo 10 ❄

YoonGi finalmente había podido librarse de sus tíos y ahora estaba en un autobús rumbo a Seúl.

Francamente se sentía ansioso, después de varios meses volvería a ver a SeokJin, podía sentir un cosquilleo nervioso viajar a través de su cuerpo desde las puntas de los dedos de sus pies hasta el último de sus negros cabellos.

Una vez llegó a la universidad miró a su alrededor. Aún no había señal de su compañero, lo cual lo tranquilizaba en cierta medida, por lo menos tendría un poco más de tiempo para mentalizarse a verlo nuevamente.

El viento soplaba fresco, colándose a través de su ropa, obligándolo a reacomodar aquella chaqueta de cuero negra que Jin le había enviado como regalo de navidad.

Cuando lo recibió aquella tarde de navidad no había podido evitar notarse emocionado, no solo porque el castaño era consciente de los gustos que tenía en cuanto a vestimenta, si no por el simple hecho de que era precisamente Kim SeokJin quien se lo había enviado. Se sentía como un absurdo cliché de película romántica, lo cual mínimamente le asqueaba si era sincero.
La felicidad que lo había invadido en ese momento lo había impulsado a ponérsela justamente ese día que volvería a verlo, siendo esta una manera discreta de demostrarle cuánto le había gustado.

Subió al ascensor del edificio C al que correspondía su habitación, atravesó el pasillo y abrió la puerta con su llave. Suspiró al momento de entrar y dejó su maleta sobre su respectiva cama. Todo seguía tal cual lo habían dejado al momento de irse, SeokJin no había llegado, su espacio aún estaba vacío a excepción de su librero en el que permanecían los títulos que había decidido dejar.

Se tomó su tiempo para colocar sus cosas en su sitio, sus pocos libros sobre el estante, su ropa dentro del armario, sus objetos de aseo personal en el baño y su mochila sobre la cama como era su costumbre.

Decidido a esperar a su mayor antes que ir y socializar al vestíbulo del edificio, hizo la mochila a un lado para recostarse sobre la cama y procrastinar viendo sus redes sociales en busca de algo que lo entretuviera mientras su compañero hacía su arribo a la habitación.

Fue diez minutos después, cuando ya comenzaba a aburrirse de su teléfono, que escuchó la puerta siendo abierta. Levantó la vista y ahí estaba él, con su cabello ligeramente más largo, y usando aquella sudadera rosada que le había enviado por navidad. Tuvo que esforzarse para no sonreír como un estúpido al tan solo verlo dirigir sus preciosos ojos avellana hacia él y dedicarle una sonrisa.

Hola, YoonGi-chi.

Su voz resonó hasta lo más profundo de su ser, alterando sus terminaciones nerviosas con suma facilidad.

Aún a pesar de su reticencia a convivir con su familia, el hecho de haber tenido una conversación con su tía le había ayudado a aceptar –por fin en voz alta- que estaba enamorado, por más que quisiese fingir que no era así. Sin embargo, no se lo diría a SeokJin, prefería quedarse en la zona del amigo a confesarse y perder lo poco que tenía.

Era perfectamente consciente de que no había posibilidad de que Jin aceptase o correspondiese sus sentimientos, y aún si tuviese la valentía de decírselo no estaba seguro, para empezar, de que tomase a bien el hecho de su sexualidad, no tenía ni la más remota idea de la manera de pensar del castaño respecto a ese tema, y no pensaba averiguarlo por abrir la boca.

Pasó saliva y formó una sonrisa apenas perceptible.

Hola, SeokJin, ¿Qué tal tus vacaciones?

Definitivamente no podía decírselo, si debía enterarse se enteraría en su momento, pero no sería de su propia boca.

Lo vio formar una mueca mientras dejaba sus maletas sobre la cama que le correspondía.

Un fastidio, mi madre no dejaba de hablar del tema de mi nueva soltería, insiste en emparejarme con la hija de alguna de sus amigas... —un suspiro escapó de sus labios al momento en que el castaño se acercaba a él y se tiraba de espaldas a su lado, una acción ya bastante normal para ellos. — Me obligaron a ir a una cena de año nuevo en la empresa de mi padre... JiSoo estaba ahí con el chico que te conté.

Una sonrisa amarga deformó las facciones del castaño, obligándolo a dejar su teléfono de lado y prestarle completa atención. Era claro que aún le afectaba el tema de aquella chica a la que había comenzado a guardar un cierto desagrado, por no decir odio.

¿Te dijo algo? —lo vio negar antes de contestar un "No" un poco seco.

Solo se la pasó presumiendo lo feliz que era con él. Es un mimado niño rico hijo de papi, por supuesto es lo suficientemente estúpido como para cumplir todos sus caprichos.

Que gracioso, es lo mismo que pensé de ti cuando te vi.

Su sonrisa fue más notable y evidente al momento que escuchó al castaño reír gracias a su comentario, había extrañado aquél sonido irritante que producía la boca de SeokJin al reír, porque no importaba qué tan enamorado estuviera, su risa seguiría siendo de esa manera.

—  Idiota... Te demostré lo contrario.

¿Quién dice que he cambiado de parecer?

Solo pudo reír al ver la dramática expresión de ofensa en el rostro del mayor.

Se pasó aquella tarde ayudando a SeokJin a poner sus cosas en orden y se aseguró de evitar que tuviese un solo momento para pensar en lo que lo asediaba al distraerlo de todas las formas que le fueron posibles. No podía negar que había extrañado al mayor más de lo que le gustaría aceptar.

Y es que su necio corazón se negaba a dejar de latir con esa fuerza por la sola mención de su nombre.

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