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Capítulo 1

Un secreto mejor guardado que la identidad de Papá Noel


Desafié la ecuación con la mirada. Se encontraba sacándome de quicio allí tan pancha en la pantalla de mi portátil, como diciéndome: esta no te la sabes. Esta no te la sabes. Casi podía oír su voz cantarinamente estridente e insoportable y ¡ugh! No podía ser. No podía permitírmelo. Esa maldita ecuación no podía vencerme tan fácilmente.

Le lancé una mirada furibunda antes de girarme hacia atrás apoyando los brazos en el respaldo de la silla en la que me encontraba. Con una exagerada sonrisa en el rostro me aproveché de tener un hermano licenciado en matemáticas, psicología y física. Tener tanto título debía servir para algo más que para presumir ¿no?

—Wyatt... ¿Me ayudas? —. Aleteé un par de veces las pestañas consiguiendo que Lizi pusiera los ojos en blanco a la vez que soltaba una risita divertida ante mi tono. Aun así, no levantó la mirada de la novela que se encontraba leyendo.

Wyatt estaba a su lado en el sofá, también con un libro entre las manos. Por su parte, Nina se encontraba tendida de espaldas en el suelo con las piernas apoyadas en un ángulo de noventa grados en la pared. TikTok asomaba en su pantalla.

Los gemelos estaban desaparecidos desde hacía unas horas, miedo me daban, y los mellizos habían sido esclavizados por los abuelos en un intento de cansarlos para que durmieran de una puñetera vez por las noches en vez de hacer de las suyas y despertarnos a las cinco de la madrugada día si día también.

El mayor de los hermanos elevó los ojos de las páginas unos segundos después. Me examinó antes de cerrar el libro y perezosamente dirigirse hacia mí. Se apoyó en el respaldo de mi silla cuando me giré quedándome enfrentada al portátil.

Varias de hojas llenas de operaciones se encontraban desperdigadas delante mío. Las apilé para que las de la maldita ecuación quedaran encima.

—¿Seguro que quieres mi ayuda? La última vez acabaste de los nervios porque me explicaba demasiado bien —me chinchó. Lizi también soltó una risa recordando aquel episodio. La vergüenza se adueñó de mí pero no tardé en reaccionar y contraatacar.

—¡No es cierto! Lo que pasa es que te explicabas como si... Cómo si estuvieras licenciado en matemáticas ¿te suena?

» ¿O te regalaron la licenciatura por tu cara bonita? —añadí unos segundos después con ironía. Esta vez Lizi se puso de mi parte.

—A ver... —murmuró Wyatt mientras recolocaba el cuaderno para verlo bien—. ¿Esto no te toca a finales del año que viene? —. A la vez que hablaba fue corrigiendo distintos ejercicios anteriores. Ni tan mal se me había dado. Se me hinchó el pecho de orgullo. Además, asintió al ver mis intentos de resolver la operación. Se me hinchó un poquito más.

—Sí, pero estoy mirándome lo que entrará el próximo curso para sacar las máximas puntuaciones posibles...

—Pero si ya las sacas —me interrumpió sin elevar la mirada del cuaderno.

—Pues mejores. Necesito la nota.

Si Ethan y Dale hubiesen estado allí lo habrían repetido con voz ñoña. Pero no estaban. ¿Dónde narices debían haberse metido?

—Vale, vale... A ver... —. Se entretuvo explicándomelo en su alta jerga matemática (que con orgullo pillé) hasta que Nina empezó a maldecir la (omito los insultos) conexión a internet. Porque sí, papá y Heather habían decidido abandonarnos a nuestra suerte en la casa de campo de los abuelos (los padres de Heather) durante todo el verano. Todo. Con un internet nefasto, alejados a varios kilómetros de la civilización, sin contacto con el exterior y con un montón de gallinas, patos, ovejas y que sé yo más a cuidar. Lo único bueno era la piscina, pero venía acompañada de mis siete hermanos y sus peleas acuáticas a base de secuestros, pelotazos, y robo de gafas de natación. En fin, que con el caos que siempre había era poco probable que acabase allí. Apreciaba la calma, y tristemente pocos momentos a solas con ella podía conseguir.

Aunque cabe destacar que empezar a hablar de los libros que me había llevado (y que ya había releído tres veces) y de las materias del instituto solía alejarlos bastante. Era el repelente de hermanos ideal. Y sin mal olor. Podría patentar la idea. A lo mejor incluso me hacía rica. Ya vuelvo a divagar.

La cuestión era esa, nos habían abandonado en medio de la nada para irse ellos a... A... A... No teníamos ni puñetera idea. El mejor adjetivo para describirlo era: extraño. Había sido completamente inesperado y rodeado de esas respuestas que en vez de contestar generan más dudas. Y había empezado el día que papá recibió esa llamada a la que no presté atención. ¿Por qué narices no intenté escuchar de que estaba hablando? ¡A sí! ¡Porqué me lanzaron un cojín en toda la cara!

En fin, desde ese momento todo había cambiado. Él y Heather parecían estresados, conspiranoicos, yendo a misteriosas citas que rodeaban de excusas y contradicciones y con largas llamadas que se aseguraban de que no escuchásemos. Y mira que tener secretos en una casa con diez convivientes es difícil. Gente entrando en tu habitación a toda hora sin llamar a la puerta, robos de auriculares, dinero y comida (entre otras cosas, como calcetines), gente pasando por el pasillo cada dos por tres... Locura uno, privacidad menos infinito. ¿Imagináis por dónde va la cosa? Pues añadidle aún más locura.

En fin, que preservar la intimidad era malditamente imposible, pero papá y Heather se habían asegurado de mantener el secreto. Había durado más que la identidad de Papá Noel.

Wyatt estaba aún explicándome el ejercicio cuando lo interrumpí.

—¿Dónde demonios deben estar? Creo que se llevaron un par de chaquetas delgadas...

—¿Qué? —preguntó mi hermano desconcertado. Tras ocho años podía considerarlo hermano con todas y cada una de las letras. Y en mayúscula. Y si la palabra hermano hubiese llevado tilde, también con ella.

—Papá y Heather...

—¿Ya estás con eso otra vez? —preguntó Lizi desde el sofá.

—¿No lo sabéis? ¿No? —. Mostraban demasiada poca curiosidad...

—Créeme que no. Pero yo qué sé, estarán de vacaciones, necesitarían algo de calma.

«Lo que necesito yo» pensé. Que maravilloso sería estudiar sin ruido... Nada, absencia de ruido. Eso se llamaba silencio ¿no? Tan solo lo conseguía en los exámenes, y a veces ni eso: en los de francés siempre había cuchicheos de fondo.

—Si estuvieran de vacaciones presumirían. O al menos nos enviarían alguna foto de los sitios que visitaran ¿no? —intervino Nina sin levantar la vista del móvil. Solíamos olvidarnos de su presencia, pero siempre tenía la antena puesta.

—No estarán... —. Un pensamiento que no me gustó nada pasó por mi cabeza. Por más que mis hermanos fueran insoportables la mayor parte del tiempo, eran mis hermanos, no querían divorciarse ¿no? Aunque nunca habían llegado a casarse...

—¿África? ¿Estás bien?

—¿Y si necesitaban tiempo a solas porque no están bien? ¿Por qué están pensando en divorciarse? —. Empecé a estresarme. Mi vida era con ellos, con Heather. Era mi segunda madre. Sus padres mis terceros abuelos. No podía ser... Mi mente se obligó a eliminar esa opción de mi cabeza y lo consiguió hasta escasos días antes del inicio de curso, cuando vimos llegar el coche de papá. Pero solo con una nerviosa Heather dentro. 


¡Ah! ¡Primer capítulo publicado! Vosotrxs ya tenéis más información que África, pero ¿cuál creéis que es este secretito tan bien guardado? ¿Y por qué viene Heather sola? 🙈

Gracias por leer,

~ onrobu

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