Al dar unos pasos fuera de la comodidad de mi habitación, comencé a sentirme insegura, casi con un sentimiento parecido al miedo; otra nueva faceta mía salió a la luz: yo también temo mucho el que dirán, por lo que me encontraba echa todo un manojo de nervios y respiración acelerada.
Con la carta pegada a mi corazón, sentía como si llevase un arma entre mis manos, una que podía ser atroz, dependiendo de si la emoción que a la otra persona le hacía sentir era una negativa.
Creía haberme preparado mentalmente para ello: ir a su dormitorio, tocar la puerta suavemente, esperar a que me abriera, y, en cuanto lo viese, entregarle la carta, con todos mis nervios siendo cada vez más notorios, pero no me iría, porque sería obrar como una cobarde, y no lo quiero ser, porque si no el miedo siempre acabaría por atraparme y engañarme en su manipulador control mental; no voy a caer en ese tipo de cosas, al menos, no sin luchar por mi estabilidad.
Cuando estaba a punto de llegar a su habitación, una mano depositada en mi hombro me detuvo; me giré para ver quién era y me encontré con Yaoyorozu; me sorprendió, pues ya se iba haciendo tarde.

-Hola Yaomomo- saludé, aún sorprendida- ¿ocurre algo?-

-Yo debería decir lo mismo, estás muy inquieta, además de que pareces estar muy sonrojada- sus palabras fueron el detonante para ampliar mi sonrojo-

-no te p-preocupes, es-toy perfecta-mente- tartamudee levemente-

-buscas a alguien, ¿verdad? Lo menciono porque pareces ansiosa por algún motivo que desconozco, y, si puedo serte de algún tipo de ayuda, me encantaría- sonrió con dulzura, pues, a pesar de siempre parecer muy seria, en realidad es una chica muy agradable, además de por momentos adorable; ella y yo nos llevamos bastante bien, la considero una amiga, junto a algunas chicas más de la clase e incluso otras de clases distintas, como Mei Hatsume; he hecho más amigos de los que esperaba, y eso hace que, por una parte, no me sienta tan sola, aunque aún rodeada de gente tenga ese sentimiento clavado en el pecho, pero, con mis amigas...  simplemente es distinto... amores diferentes, supongo...-

-la verdad es que si, Yaomomo-, busco a Izuku, de hecho, me dirigía a su dormitorio- sonreí nerviosa; la joven ante mí se rió de forma apenas audible-

-creo que está fuera, con los entrenamientos con el profesor All Mitgh y Bakugo, ya sabes cómo son...; seguramente tardarán un rato más, yo que tú esperaría cómoda, te recomiendo que trates de agobiarte lo menos posible, que eso a uno nunca le viene bien; es evidente que vas a declararte, ¿verdad?-

Con la cara roja, asentí con la cabeza; Momo reía, como si se sintiese nostálgica.

-Yo estaba igual que tú cuando le dije a Shoto que me gustaba, creo que hasta más nerviosa de lo que te encuentras tú en estos momentos; ya verás, Ochaco, las cosas irán bien, estoy segura de ello; Midoriya es un chico muy amable, dulce y empatico; y, si por algún casual no sabe valorar todo lo que tiene enfrente de sus narices, me dedicaré yo misma a explicárselo detalladamente-.
Ambas reímos con fuerza; por dentro esperaba que esa pequeña amenaza no fuese verdad, pero, con Momo Yaoyorozu todo es posible...

En un principio Momo-san y yo no nos llevábamos muy bien, todo lo contrario a la actualidad; simplemente no encajábamos, pero, gracias al empeño de Izuku y Mina nos convertimos en grandes amigas, dejando de lado nuestras diferencias y pudiendo entendernos con total claridad.
Fue otro de los factores que me hicieron enamorarme: su perseverancia, esa que trato cada día de fortalecer con más ahínco.
Podría decirse que este amor me hace ser más fuerte y superar las barreras que en un pasado instintivamente me impuse, creyendo que jamás podría superarlas; abrazo a mi amiga, y ésta, aunque sorprendida por lo repentino de mi gesto, corresponde.
Todavía hay muchas metas que debo lograr, y la principal en este instante es declararme; y aunque tenga mis dudas y miedos, son algo muy humano.
Voy a enfrentarlo.
De frente.