Capitulo XXXVIII:
Relato en tercera persona:
Jimin remo con su corazón hecho añicos hacia el puerto del pequeño pueblo buscando un lugar en donde pasar la noche, y teniendo el pensamiento en mente: que el capitán le importaba tan poco su persona que ni siquiera lo había detenido cuando decidió partir. Lo que Jimin no conocía era que el capitán no había logrado pegar un ojo desde su discusión, y que justo esa misma noche su cuerpo se había rendido al fin quedándose profundamente dormido, impidiéndole así enterarse de la partida del joven príncipe.
Siendo ya la mañana Jungkook se despertó con un respingo de la cama, esto debido a que su corazón agitado intentaba advertirle que algo no se hallaba bien, y supo que tuvo razón cuando al abrir la puerta Hope con angustia evidente corrió hacia él.
— Capitán, Jimin...él...
— ¡¿El qué?! — pregunto eufórico tomando a Hope por los hombros.
— Él se ha ido capitán — explico el castaño quien intentaba mantener la compostura.
Hope pensó que el capitán lo golpearía siendo también posible que fuera a torturarlo, pero nada de esto ocurrió. Solo observó como el capitán ingresaba de nuevo a su oficina y cerraba la puerta sin decir ni una sola palabra. Teniendo los ojos tan caídos que cualquiera pensaría que es un muerto en vida.
— ¿Que te dijo? — pregunto preocupado Michael llegando a Hope.
— Nada — respondió paralizado Hope sin comprender el comportamiento de su superior - él...
— ¡Aaah! — escuchó gritar a Jungkook y junto al grito un gran estruendo que detonaba un desastre.
Dentro de la oficina Jungkook se hallaba en frenesí envuelto en cólera y agonía. Vociferaba mientras se deshacía de todo lo que hubiese sobre su escritorio para después tumbar este mismo. Luego siguieron sus libros junto a la biblioteca quebrando en el proceso algunos jarrones de porcelana. Tomo el caballete que usaba para pintar y lo partió en pedazos usando sus rodillas. Al mismo tiempo aventó hacia las paredes los asientos con tal furia que logro hacerlos trizas.
Palmeo su bolsillo sujetando entonces la navaja que siempre cargaba encima y comenzó a rasgar los acolchonados de los sofás, haciéndose daño mientras lo hacía, pero no le importaba ver a sus manos cortadas y a su sangre manchando todo. Él solo deseaba morir debido a que la única persona a la que amo lo había abandonado. Lloro tumbándose sobre el suelo escondiendo su rostro detrás de sus manos, bañando al mismo con su propia sangre. Sintió que moría a pesar de estar respirando y viendo al cuchillo en su palma pensó en darle entonces fin a este sufrimiento.
Jimin:
Mis ojos se abrieron al fin luego de una dolorosa noche en donde no había hecho nada más que llorar. Me impacto ver a través de la ventana como el atardecer ya se asomaba en el cielo, al parecer había dormido mucho más de lo que creía.
Pero luego de un tiempo de estar escondido entre las sábanas me di cuenta de que no deseaba levantarme, no poseía las fuerzas. Ahora solo anhelaba que el tiempo a mi alrededor se detuviera y que yo descansará aquí para siempre, por toda la eternidad.
Sollocé sobre mi almohada humedeciendo está de nuevo al recordar todo lo que me había sucedido en este año en donde no estuve en casa. Mi pecho dolía y mi garganta se sentía ahogada, en cuanto a mis ojos estos rogaban porque cesará mi llanto, se encontraban sufriendo al estar por completo hinchados y sensibles ya no soportaban ni una sola lágrima más. Pero no me importaría incluso si sangraran, pues yo necesitaba despojarme de todo este dolor antes de que fracturara en definitiva a mi alma.
Con mi rostro sucio por las lágrimas mi cabello desaliñado y botas mal puestas baje a la planta con la determinación de pagar otra noche, aun no poseía el valor para continuar con mi trayecto.
— Vaya sigues aquí, pensé que te habías ido — dijo la mujer regordeta encargada del motel. Yo no respondí, solo busqué en mi bolso las monedas que ayudarían a pagar una segunda noche.
— Quiero pagar otra noche — deje el dinero exacto sobre la mesa y la mujer solo lo cogió. Su expresión me daba a pensar que poseía intriga hacia mi persona. Seguramente se estuviese preguntando que hacía un chico tan joven por estos lares y que era aquello que me había hecho terminar tan zarrapastroso. Pero ella ni siquiera podía imaginárselo, no lo hacía.
Pretendí regresar a la habitación, pero un escándalo en el pasillo consiguió aterrarme. La luz era muy tenue en este lugar apenas y si me permitía ver algo, a pesar de ello pude contemplar como dos hombres acorralaban a otro contra la pared y me escondí detrás de un muro con mi corazón bombeando con vigor.
No entendía lo que decían al estar estos hablando en portugués, pero se mostraban muy amenazantes y el pobre tipo acorralado nada más era capaz de temblar y titubear las palabras.
De su bolsillo la víctima extrajo una bolsa donde parecía haber monedas y les hizo entrega a los victimarios. Los hombres rieron, pero al abrir la bolsa la expresión de uno de ellos cambio y le proporciono un golpe a la víctima haciendo caer a este al suelo.
Entonces contemple como el mismo hombre que lo hubo golpeado lo levanto tomándolo del cuello de la camisa, y lo estrelló más tarde contra la pared; acto seguido saco una navaja y la acerco al cuello del hombre tembloroso.
Este negó continuamente con la cabeza, pero sus súplicas y llanto no fueron de ayuda. Ya que si más la vida del hombre se le fue arrebatada con un corte en su garganta.
Mi mano derecha cubrió mi boca para que de esta no saliera ningún sonido y mientras veía como el brillo de los ojos de aquel desafortunado desaparecía, los dos hombres huyeron de la escena. El suelo se bañó de sangre casi tocando mis pies por lo cual me eleve con apenas energías y use el otro pasillo para poder llegar a mi habitación.
Una vez ya en esta me aseguré de que la puerta tuviese seguro y me senté sobre la cama intentando asimilar lo que había visto. Conseguí ver los rostros de aquellos horribles hombres y esperaba que por mi bien ellos no hubiesen notado mi presencia, de ser así el mundo cruel se encargaría de borrar mi nombre de esta vida.
Más que aterrado me sentí un idiota. Al básicamente huir del barco se me hubo olvidado por completo la bestialidad humana, y que ahora era solo como una simplona presa en un mundo de depredadores.
Se podría decir que ya era audaz con la espada, y al menos conocía como usar un arma de fuego. Pero que insensato había sido yo al pensar que podría salir al mundo sin ningún tipo de protección. Con tantas armas que tenía el capitán, no fui capaz de tomar una tan siquiera...
El capitán...
¿Estaría bien? ¿Ya conocía mi partida? No podía permitir que me encontrará.
Decidido deje de lamentarme y peine mi cabello con mis manos para luego amarrarlo en una coleta. Me vestí lo más presentable que pude y cubrí mi ojo hinchado con el trozo de la tela de antes.
Tomé de esta manera lo único que poseía, aquel bolso de tela viejo y mi dinero y salí de la habitación a toda velocidad.
— Lo lamento, debo irme — avise a la dueña del motel.
– Pero muchacho ya ha pagado — contesto con recelo.
— Lo sé, pero había olvidado que tengo cosas por hacer — mentí. La mujer sostuvo su mirada en mi por unos segundos para entonces bajar la misma y entregarme el dinero que yo antes le hube dado — disculpe, pero falta la mitad — le hice saber.
— Haz estado aquí medio día, eso cuenta como parte del alquiler — respondió con su voz rasposa.
En otras circunstancias yo habría peleado ese dinero, pero sabía que en cierta parte la mujer tenía razón, yo no era un injusto. Por lo que tome mis monedas y salí del motel.
-----🌊-----
Mientras degustaba una manzana sentado en la esquina de alguna calle, tomaba el valor para entrar a uno de esos bares en donde conocía que la "justicia" no ingresaba. Mi objetivo era conseguir un arma antes de embarcarme hacia Londres.
No poseía contactos ni un nombre, nada. Solo tenía el conocimiento de cómo pedir algo ilegal. De todas las veces que acompañé a Hope a comprar armas quizás algo debí aprender.
Termine mi manzana dejando el corazón sobre la tierra y me deje llevar por el frescor de una noche agradable. Ingrese de esta manera al bar y rogué porque el hombre que atendía la barra supiese hablar mi idioma.
— Sírveme una cerveza — pedí al llegar al bar observando si aquel hombre era capaz de entenderme. El hombre esmirriado de barba frondosa coloco frente a mí un vaso gigante con cerveza de raíz y comprendí entonces que era probable que este hablara inglés — ¿hablas inglés? — le pregunté bebiendo un poco, percibiendo ese sabor amargo tan poco gustoso de este licor.
— Si... — contesto con desdén continuando con la limpieza de vasos.
Me senté entonces en un taburete y busqué con mi mirada un rostro que tal vez me resultase peligroso y que estuviese atento a mis movimientos. Pero al no reconocer a alguien simplemente continúe con mi misión.
— ¿Conoces a alguien que pueda proporcionarme cierto material ilícito? — pregunte por lo bajo y observe como sus ojos llegaron a mí con interés.
— ¿Deseas comprar? — se acercó bajando el tono de su voz y yo hice lo mismo.
— Así es.
— ¿Cuánto tienes.
— Lo suficiente — el hombre se quedó inerte por un momento y su mirada me siguió de arriba a abajo.
— Acompáñame — dijo. Un tanto preocupado y rezando para que esto no terminara en caos lo seguí hacia la puerta trasera del bar. Ahí había otra habitación sin ventana alguna que solo estaba siendo iluminada por candelabros. — ¿Qué estás buscando?
— Un arma... —el hombre alzó sus cejas un tanto incrédulo — de fuego.
— ¿Tienes con que pagarla niño? — se cruzó de brazos y sin pestañear espero ver mi reacción.
— Por supuesto ¿sino porque estaría perdiendo mi tiempo entonces? — creí que si ofendería, pero más sin embargo, camino detrás de su escritorio y de sus gavetas extrajo varias armas, colocándolas encima de la madera.
— ¿Cuál buscas? — pregunto. Pasee mis ojos y busque la más parecida a alguna que ya hubiese tenido en mi mano.
— Esta — señale la pistola con mango negro y el vendedor apartó todas las demás del escritorio.
— ¿Alguna vez has usado una?
— Si. — afirme.
— Bien, son dos monedas de plata — impactado abrí mi boca al escuchar el precio, pero pretendiendo mostrarme sereno simplemente saque las monedas de mi bolso.
— Deseo probarla — dije y debido a la reacción del hombre entendí que él no esperara que hiciera eso — ¿Cómo voy a comprarla si ni siquiera sé si funciona? — le cuestione, por lo que de mala gana el hombre colocó una bala y algo de pólvora en el arma.
Dejo de esta forma el arma sobre la mesa y yo sin más la tome notando su peso. Me aseguré que no tuviese puesto el seguro y apunte hacia un mueble que ahí yacía jalando el gatillo.
— ¡¿Estás loco?! — me cuestionó el hombre que por poco se halaba de los cabellos.
— No, te advertí que la probaría — el sujeto refunfuño diciendo algo para sí mismo que no logré escuchar. Guardando la pistola en mi pantalón le compre entonces unas cuantas balas junto a pólvora, y así la cargue marchándome luego del lugar.
Camine con destino hacia algún otro motel, la noche estaba comenzando a llegar y más me valía encontrar pronto un lugar en donde resguardarme.
Pero los pensamientos regresaron y me lamente dejando caer unas cuantas lágrimas. Mi ojo dolió y me hizo recordar que se encontraba herido por lo que tendría que curarlo pronto antes de que enconara. Siendo entonces como debía acercarme a una playa para tomar agua y así...no, no podía acercarme a la playa ni al mar. No podían verme. Jungkook no...
De nuevo esa pesadez en mi cuerpo me asfixiaba al punto de ni siquiera permitirme caminar, por lo que me deje caer sobre el suelo y apoye mi espalda en una pared. Me despoje luego de la tela en mi ojo y les otorgue la libertad a mis lágrimas de brotar sin ataduras. Mi corazón latió con angustia pidiéndome moribundo que le diera la oportunidad de ver a la persona que amaba antes de morir. Pero yo no podía acceder a ello.
Jungkook me había abandonado. Él pensaba que yo era débil, que era frágil y que regresaría a su lado de rodillas. Pero él me había humillado y ni siquiera le importo verme herido cuando Hope me hubo golpeado. Si tanto decía amarme y quererme se hubiese tomado al menos la molestia de cuidarme, pero no fue así. Sentía como si solamente me hubiese usado para complacer sus necesidades.
Qué bella noche la que había pasado con él en su castillo, pero Jungkook por él mismo me demostró que en muchas ocasiones las personas no son aquello que muestran.
Me coloque de pie y me decidí por ser firme para lograr mi objetivo. Regresaría a Inglaterra con mi padre y quizás en algún momento intentaría resolver mi relación con Jungkook, pero entendía que ya nada sería igual, porque él me había traicionado cuando yo nunca lo llegue a traicionar a él.
-----🌊-----
Conocí gracias a una señora que apenas y hablaba inglés el camino que debía tomar para encaminarme a otro puerto en donde partían barcos hacia Inglaterra. Esperaba haber anotado todo bien en el pergamino, de igual manera pensaba preguntar en el trayecto.
Guardé el pergamino en mi bolsillo y pretendí continuar mi camino con la intención de encontrar otro motel.
Cada vez había menos personas en las calles y eso me hacía entender que debía caminar más rápido. Dentro de poco me encontraría a solas por estos oscuros lugares y tener tanto oro encima de mí no me daba buenos ánimos.
La siguiente calle estaba desierta y casi apenas iluminada por la luz de la luna, pero era el camino que ahora debía seguir o terminaría durmiendo sobre el frío suelo.
Respire hondo y trate de pensar en todo menos en el lugar tan lúgubre en el que me encontraba.
Mis manos sudaban y sentía como mis piernas se negaban a continuar, pero debía ser fuerte. Yo no era un maldito cobarde.
Entre la penumbra un hombre de apariencia sospechosa apareció frente a mí. Detuve mis pasos cuando noté que su semblante era amenazador pues no dejaba de gritar y decir cosas que no comprendía al no saber portugués. Di unos pasos hacia atrás para que este no me tocase y cuando pretendí hacerlo a un lado para seguir mi camino, alguien golpeó mi cabeza desde atrás.
Debido al golpe caí al suelo y observé como otros dos hombres lo acompañaban. Uno de ellos halo mi bolso, pero yo no le permití llevárselo, así que me levanté con intenciones de huir, pero de nuevo fui golpeado esta vez en mi mejilla. Tambalee un tanto hacia atrás e intente comprender la situación, estos hombres pretendían robarme.
Continuaban diciendo palabras al aire que yo no lograba comprender, cuando entonces uno de ellos hizo ademán de tomar mi bolso y yo en defensa propia lancé un golpe a su quijada. El sujeto se resbaló cayendo al suelo, pero el otro que lo acompañaba me tomo por los brazos y dejo que el tercer hombre mallugara mi rostro y pecho a gusto.
Grite varias veces debido al fuerte dolor que me estaban produciendo. Sentía que dentro de nada no resistiría y caería desmayado. El hombre que yo había golpeado se incorporó y dio una patada a mi abdomen haciéndome inclinar de agonía.
Caí de rodillas afincándome con mis manos y uno de los sujetos se encargó de tomar el contenido de mi bolso, esta vez no lo impedí debido al dolor no era capaz de moverme.
Cuando creí que todo había acabado recibí una patada en mi espalda, por lo que ahora si me encontraba por completo sobre el suelo siendo asfixiado por mi propia sangre. Los escuché reír y luego de eso sentí la desgracia de ser pateado consecutivas veces a lo largo de mi cuerpo. Escupí sangre y me di por vencido, era tanto el dolor que solo podía pensar en ello, en como moría lentamente.
*– Jimin — escuché cerca de mi oído, casi como un susurro — Jimin levántese — volví a escuchar cerca de mi mientras a lo lejos y como en un eco podía oír las risas de mis asesinos — vamos Jimin levántese, usted puede. — era la voz del capitán, la reconocí. Él era el único que me hablaba con respeto — Jimin levántese. Hágalos pagar por lo que le hicieron — moví mi mano y solté un jadeo casi inaudible sintiendo morir a cada célula de mi cuerpo...de mi alma — ¡levántese!* — y lo hice.
Tome la palabra de esa voz incesante que me gritaba y me coloque de pie. Saque entonces la pistola de mi pantalón y dispare al hombre frente a mi. La bala llego a darle en una pierna por lo que se desplomó al suelo comenzando a gritar. Sin dar tiempo a que pudieran hacer algo disparé otras dos veces a aquel hombre logrando dar en su pecho. Lo vi agonizar mientras los otros dos me contemplaban aterrados y corrían luego huyendo del lugar.
Salí de la escena a pasos lentos, sosteniendo mi brazo maltrecho y cojeando. Llegue de esta manera a un callejón y al analizar lo que había hecho mi estómago no lo soporto más, por lo que todo el contenido del mismo salió de mi boca hacia el suelo.
Había asesinado a una persona por primera vez en mi vida y aunque este haya sido un miserable, eso no me dejaba la mente libre de culpa. Tal vez entonces yo era tan miserable como esos hombres que me habían agredido.
Besooos y abrazos. Muchas gracias por siempre leer mis historias ☺️❤️❤️
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro