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Capitulo XXXIX:

No podía moverme, todo mi cuerpo dolía y mi estómago sufría hambre. Mi brazo izquierdo estaba entumecido y de mi cabeza roja sangre brotaba.

El frío se apoderaba poco a poco de mis articulaciones haciéndolas doler. Llovía a cantaros y no poseía la posibilidad de colocarme de pie. Solo me quede sentado en una esquina apoyando mi cuerpo de barriles esperando mi final.

Mi mente se sentía mareada lo que ni siquiera me daba espacio para llorar. Los escalofríos se habían vuelto parte de mi ser y mi labio rotó agonizaba cada vez que el gélido viento llegaba a tocarlo. Mis envías sangraban y podía sentir el sabor a hierro en mi boca solo era cuestión de tiempo para que mi espíritu se tendiera, y aunque deseara con ansias desesperas regresar al barco y volver a ver Jungkook una vez más antes de perecer, eso no podría ser. Lo sabía muy bien.

Yo moriría y él viviría creyendo que simplemente me desvanecí en el viento, que nunca más me preocupe por saber de él y que me olvide de su existencia apenas abandone el barco. Pero la verdad no podía ser más distinta, ya que no deje de pensarlo en ningún momento. Su rostro junto a su voz se había mudado a mi mente y sentía a veces escucharlo llamándome. Al menos amé y fui feliz, al menos supe lo que era ser amado. Al menos moriría sabiendo que tuve el valor para salvarme por mis propias manos.

Mi cabeza retumbó una vez más y mi visión se hizo borrosa. La respiración se volvió oscilante y ya no sentía dolor. Solo era cuestión de tiempo para desmayarme y...

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Pestañee varias veces intentando tener una imagen clara, pues mis ojos solo ardían y observaban imágenes borrosas.

La respiración pacífica regreso a mí y podía escuchar a los latidos de mi corazón, el cual bombeaba con apremio. Mis ojos estuvieron abiertos y contemple una habitación desconocida, notando que mi cuerpo mallugado se hallaba descansando sobre una cama. ¿En dónde estaba?

— ¿Q-que? — apenas dije ya qué mi garganta se encontraba adolorida, y fui sorprendido entonces por una mujer que se acercó a mi callando mis pocas palabras.

— Shh no hables. Tus cuerdas vocales están lastimadas, al parecer se infectaron y todo se empeoró cuando el frío llegó a ellas — hablo sentándose sobre la cama.

Esta mujer era algo obesa y de tez pálida, usaba un trapo que cubría una parte de su cabello y vestía ropas marrones. Parecía ser solo una pueblerina más.

— P-pero...q-que...

— Qué no hables — me advirtió de nuevo viéndome ya molesta — responderé las preguntas que seguro te estarás haciendo. Me llamo María y yo no te he traído aquí, fue mi hijo. No pudo abandonarte en la calle al ver que eras un hombre no más viejo que él. Te encuentras en mi casa jovencito y hemos intentado entre los dos curar tus heridas. Estabas hecho un desastre, Dios mío ¿qué te habrá pasado?¡No contestes! — se apresuró a decir cuando vio que abrí mi boca.

Yo la escuchaba atento y me preguntaba si esto era tan solo un sueño, o si en realidad me encontraba en el tal nombrado PARAÍSO.

— ¿Despertó madre? — un muchacho que usaba anteojos y de gran altura llego con apremio a la habitación.

— Así es e insiste en hablar — se quejó la señora que ahora conocía se llamaba María.

— Permíteme un momento con él, madre — le pidió y la mujer sin decir nada abandono la habitación — discúlpala, es algo testaruda — explico entre leves risas nerviosas. Alce mis cejas intentando se alguna manera preguntar algo y él percibió la señal — soy Gabriel, tu no me conoces y yo tampoco a ti, pero desde muy pequeño me ha gustado ayudar. Debe ser por ello que elegí la carrera de medicina...eeeh... — se notaba nervioso y yo también lo estaría al tener a un extraño en mi hogar — ¿sabes hablar inglés? ¿O solo portugués? Supuse que por tus rasgos eres extranjero — pretendí hablar cuando él entendió entonces el error — oh disculpa... — extrajo un trozo de pergamino y una pluma que unto luego en el tintero qué había sobre la mesa de noche — ten ¿sabes escribir? — me pregunto entregándome el pergamino y la pluma, y yo escribí con algo de incomodidad para luego hacerle entrega.

— "Si hablo inglés" — leyó lo que había escrito — que bueno, entonces si nos entendemos. Yo lo estuve aprendiendo con mi padre y luego de su penosa muerte yo se lo enseñó ahora a mi madre, así la distraigo un poco de su viudez...bueno me desvío — sacudió la cabeza y con sus dedos arreglo los lentes en el puente de su nariz — yo soy médico, aun no me he graduado sí, pero estoy en vías. Te vi en la esquina el día de ayer casi agonizante así que te traje aquí. No pareces ser una mala persona por lo que me era inhumano dejarte morir así...eeh ¿cómo te llamas? — use la pluma una vez más para escribir mi nombre.

— "Me Llamo Jimin" — leyó — oh ¿Y cómo te apellidas? — escribí lo que me parecía más conveniente y le hice ver una vez más — "Soy solo Jimin". Bien "solo Jimin" por ahora podemos estar bien así. Ah intenta no mover tu brazo, no está rotó pero se encuentra dislocado — me hizo saber y baje mi mirada encontrándome entonces con mi brazo izquierdo envuelto en vendas, descansando en mi regazo — ya lo regrese a su posición, pero te costará moverlo con normalidad unos cuantos días.

Acerque la pluma a él y la moví para que supiese que mi intención era escribir.

— Oh por supuesto — tomo la pluma y la unto de nuevo en tinta, entregándome esta — "¿Dónde están mis cosas?"... ¿Te refieres a tu ropa y al arma? — es cierto, había olvidado que poseía un arma. Ahora creería que yo solo era un maleante. asentí sin poder hacer algo más y espere por su respuesta — bueno tu ropa se está secando y con respecto a tu arma, te diré en donde esta luego de que me seas sincero ¿a qué te dedicas? — pregunto luego de untar la pluma para que yo pudiese escribir. Lo pensé por un momento y decidí no ser sincero.

— "Hui de mi hogar y tuve que comprar un arma para protegerme" — fue lo que escribí. No tenía el valor ni la paciencia para explicar todo a detalle. Al menos había algo de verdad en lo que escribí — mmm ¿Y qué fue lo que te ocurrió? ¿Quién te hizo esto? — en esta parte si podía ser más sincero. No ameritaba mentir. — "me golpearon para robarse mi dinero" — hizo un mohín con sus labios y lo vi quedarse inerte. Seguramente se pensaba en que era lo correcto para hacer con una persona tan desdichada como yo. — bueno Jimin, puedes quedarte, pero espero que cuando puedas hablar seas más sincero conmigo. Le diré a mi madre que te sirva el almuerzo — me brindó una sonrisa fingida antes de marcharse y yo me quede preguntándome si tanta amabilidad terminaría acostándome muy caro.

-----🌊-----

— Abre vamos — decía María al intentar que yo comiera, pero resultaba qué mi adolorido cuerpo se sentía tan exhausto que ni siquiera pretendía comer — es caldo de gallina, te hará bien — abrí entonces los labios y deje que llevara la cuchara con sopa a mi boca — a ver otra vez — tomé unas cuantas cucharadas más hasta que mi estómago ya no lo soporto.

— Madre ya está bien, necesito examinarlo — dijo Gabriel al ingresar a la habitación junto a un maletín.

Fue así como María se levantó llegando consigo el resto de la sopa, y Gabriel se sentó a mi lado abriendo su maletín.

— Quiero escuchar tu frecuencia cardíaca — me hizo saber y yo asentí acomodándome en la cama. Él colocó en mi pecho algo que parecía una trompeta de madera y de la parte trasera de la misma intento escuchar algo — mmm ha mejorado considerablemente — acto seguido dejo el aparato a un lado y sujeto mi muñeca para tomar mi pulso, revisando los segundos en su reloj de bolsillo — tu pulso se encuentra estable y las frecuencias ese tu corazón han mejorado con notoriedad, pareces estar mejor Jimin — asentía a todo lo que decía mientras lo veía perderse de vez en cuando — abre la boca un momento — hice lo que me pidió y tomando una madera retiro hacia abajo mi lengua para poder ver mejor — tu garganta ya no se ve tan irritada. A ver intenta hablar.

— H-hola... — dije con carraspera.

— ¿Te dolió hacerlo?

— No.

— Bien puedes hablar, pero no exageres. — me advirtió.

— Gracias yo...no sé cómo pagarte esto — me avergonzaba a escalas mayores que unos completos desconocidos estuviesen cuidando de mí. Pero que afortunado era yo al conocerlos.

— No debes pagarme nada Jimin, es mi labor como médico — afirmó viéndose algo tímido.

— Te aseguro que encontraré una manera para devolverles el favor — insistí. Sabía que por los momentos no poseía ni una sola moneda en mis bolsillos, pero algo ya se me ocurriría.

— No te preocupes Jimin — me hizo saber con una sonrisa de labios y no pase desapercibido su mirada plantada en mí, junto a sus mejillas que se sonrojaron al entrar en cuenta de que note como me miraba. — ¿q-que edad tienes?

— Diecinueve — respondí a secas.

— Oh yo soy mayor, tengo veintitrés — sonrió un tanto avergonzado y decidí que era hora de terminar con este momento de incomodidad. La tensión la podía sentir en el aire.

— Hablas muy bien inglés para no ser tu idioma natal — le hice saber intentando sacar conversación y además ser cortes.

— Eeh gracias si yo, trato de esforzarme con lo que me gusta — dijo rascando su nuca con su mirada al suelo.

— Disculpa este...necesito misionar ¿crees que pueda...

— Oh si claro — me interrumpió enderezándose tan rápido como si un mosquito le hubiese pinchado una nalgada — ¿puedes estar de pie solo? — pregunto, y yo intenté moverme por primera vez desde que llegué. Se me dificultó un poco al no tener mi brazo izquierdo libre, pero pude lograrlo, sintiendo dolor en mis piernas — tus piernas están bien solo poseen hematomas, pero sanarán.

Asentí avergonzado percibiendo que me encontraba solo con ropa interior. Agradecí que al menos no me hallaba desnudo.

— ¿Tendrás algo en donde pueda hacer?

— Si, en la segunda puerta a la izquierda...la marrón — explico intentando no verme directamente.

— Gracias — camine apoyándome de la pared hasta que llegue a la puerta que se me había indicado.

Ya dentro de esta pude apreciar gracias al espejo y unas cuantas velas mi reflejo, el cual no había deseado ver desde que abandoné el navío. Mi ojo herido se hallaba mejor, era solo cuestión de tiempo para que el hematoma en este desapareciera. Pero ahora poseía otras heridas en mi rostro. Tales como mi labio roto y mi mejilla abultada de colores morados. Mi reflejo era el propio de un desdichado y nunca en mi vida me había visto en tan malas condiciones.

Junté mis labios dañándolos un poco y me di fuerzas para no llorar. No podía entender cómo era posible que el capitán después de tantas desgracias poseía la capacidad para mantenerse tan fuerte y no soltar ni una sola lágrima cuando...

El capitán...

¡Jungkook! Jungkook...

Y así fue como él regreso a mi cabeza y me hizo perder totalmente la cordura. Tal vez no lloraría por mis heridas ahora tan dolorosas y evidentes, pero si lloraría por el amor de mi vida.

Más tarde mi ropa ya se encontraba seca y gracias a la ayuda de Gabriel fui capaz de vestirme. En estos momentos él se encargaba de curar la herida suturada detrás de mi cabeza cambiando las vendas y demás.

— Jimin ¿por casualidad eres de Inglaterra? — pregunto al colocar vendas nuevas alrededor de mi cabeza.

— Si ¿Cómo lo supiste.

— Debido a tu acento — cortando la venda con una tijera.

— Comprendo ¿has estado en Inglaterra? — indague un poco.

— No, pero en la universidad he conocido a personas que son de allá. Solo he tenido la oportunidad de viajar a España debido a que mi padre era español — explico curando ahora mi labio rotó y mejilla — ¿Y hacia donde te dirigías?

— Hacia Inglaterra — afirme sin pensarlo mucho. Luego note mi torpeza cuando observe su mirada confundida.

— ¿No habías huido de tu hogar? — pregunto con una de sus cejas elevadas.

— Bueno nunca dije que mi hogar se encontrase en Inglaterra...

— ¿Entonces vives aquí en Portugal? — este hombre se encontraba haciendo muchas preguntas y no lo culpaba. Pues yo era solo un completo desconocido qué invadía su hogar.

— Así es, pero ahora planeo regresar a Inglaterra — respondí esperando que no hiciese más preguntas pues sabía que no sería de su agrado conocer qué el hombre al que curaba era un pirata.

— Comprendo...discúlpame si hago muchas preguntas, es que soy muy desconfiado. Sé que yo fui quien te tendió la mano cuando no pediste nada, pero aun así espero que entiendas que desde que mi padre murió yo soy el hombre de esta casa, y que lo más valioso para mí en este mundo es mi madre. Por lo que tú al ser un hombre como yo solo deseo que no tengas en mente abusar de ella.

— Oh no, no, no — negué rotundamente — yo no soy de esa clase de alimañas.

— Se nota — atinó a decir con una sonrisa de labios — bueno ahora te dejaré descansar Jimin. Debes estar agotado, estaré en la otra habitación por si necesitas algo — ofreció muy cortésmente.

— Muchas gracias Gabriel — agradecí con una sonrisa. Lo vi asentir antes de cerrar la puerta y dejarme a solas.

¿Descansar? Pues no podría. No cuando las memorias de Jungkook regresaban a mí, debido a que la amabilidad sin fin de lucro de Gabriel por infortunio me recordaba a la también cordialidad de Jungkook.

A esos momentos en donde él salvaba mi vida y luego me curaba sin yo entender el porqué de su acto.

De hecho, había llegado a tener una vaga esperanza al pensar que él hubo sido mi salvador, pero no fue así. Ni una señal de él y no debía culparlo, me escondí tanto que ahora era imposible hallarme.

Yo solo me había colocado una piedra en el camino y cuando tropecé no tuve a quien culpar más que a mí mismo.

Me preguntaba que era de él, solo esperaba que estuviese bien porque a pesar de que me sentí traicionado por su propia mano, me era absurdo pensar que podía dejar de amarlo. Lo amaba con tanto furor que incluso me estaba planteando regresar al navío.


Besoos y abrazos muchas gracias por leer ❤️❤️. Disculpen la demora ❤️.

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