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Capitulo XXVII


Lo podía ver en su sonrisa, en su mirada, en la forma en la que hablaba, en sus actos, hasta era capaz de verlo por su tono de piel. El capitán ahora era más feliz; su semblante había cambiado y el color de su cabello ahora era brillante, se veía lleno de vida y era más suave al tacto. Yo no estaba exento de júbilo, pues los momentos a su lado siempre eran amenos. Ya no debía controlar mis impulsos y tampoco tenía porque buscarle una explicación a lo que sentía. Solo debía abrir mis brazos como si fuesen alas y aventarme al placer que era el tenerlo conmigo.

Los primeros días continúe durmiendo en mi hamaca con los demás tripulantes, pero a partir de la semana entrante salir de la habitación del capitán por las noches se me hacía muy trabajoso. Por lo que me quedaba a dormir a su lado. Acariciaba su cabello hasta quedarme dormido, y con mis dedos tendía a rular sus mechones. Me deleitaba además con su rostro tan pacífico y delicado esperando el momento en que al fin mis ojos se cerraban.

Ahora me alegraba el haber sido valiente, pues entonces no tendría la oportunidad de disfrutar esta nueva forma de amor que estaba descubriendo y que tanto me agradaba.

No obstante, no todo era dicha. Ya que comprendía que como dos personas adultas que somos en algún momento esa "circunstancia" se daría, y yo temía como nunca que ese momento llegara.

Hace unos días mi mente me había hecho recordar por infortunio esos comentarios burlescos por parte de Hope y Michael sobre el capitán. Aquella noche en donde se me había hecho saber que el capitán era el único de todos que no se acostaba con prostitutas, quien además nunca había tenido una amante o un interés amoroso, y que por extraño que esto pareciera, todos los rumores apuntaban a que él es eunuco. De ser esto verdad no sabría cómo manejarlo de manera correcta. Lo único que tenía en mente es que deseaba darle placer de la manera en la que pudiera y eso es lo que haría.

En la noche de hoy nos hallábamos boca arriba sobre su cama observando el techo de la misma. Conversábamos de cosas triviales. Como algunas obras que hubiésemos leído o un mismo lugar donde hubiésemos viajado. Al estar con él podría ser to mismo y eso me brindaba paz.

— Lo único que me hacía sentir con vida eran aquellas historias que leía. Me transportaban a mundos distintos muy alejados de mi triste realidad y eso era lo que más me gustaba. Mi compañía eran esos personajes ficticios que por mal o por bien llenaban ese vacío en mi existencia, pero luego la vida cruel me recordaba que ellos eran tan reales como un perro de tres cabezas. Simplemente no había compañía alguna — se expresó el capitán soltando varios suspiros en el proceso haciendo que mi corazón se apenara.

— ¿Jamás pensó en encontrar una compañera? — pregunte en voz baja.

— No. Siempre creí que no había espacio para mí en este mundo. La mayoría es tan diferente a mí.

— Todos somos diferentes, incluso yo soy diferente a usted — le recode.

— No. Usted no es igual a todos y eso es lo que lo diferencia. Jimin... — volvió su rostro a mí y yo hice lo mismo cuando me hubo llamado — usted me hace sentir con vida. La primera vez que me hablo comprendí que yo no era invisible para el mundo. Mi corazón tembló tanto en ese entonces que cuando usted abandono mi oficina aun este no podía detener su acelerado ritmo.

— ¿Cómo podría ser usted invisible siendo tan hermoso? — lo halague y vi como en sus labios se dibujó una tierna sonrisa.

— Es un poco extraño esto para mí, no estoy acostumbrado a que...

— ¿A que lo halaguen?

— Sí, solo he escuchado halagos de personas que necesitan algo de mi ¿me pregunto qué querrá usted de mí?

— Todo — me subí a su regazo a horcajadas y saboree sus labios con ahínco, permitiendo que sus manos tocaran lo que deseaban.

Entonces salí de su boca besando ese pequeño lunar debajo de su labio, y le regalé una sonrisa antes de ejecutar la idea erótica que se me hubo ocurrido.

Que él me provocara placer ya era algo de casi todos los días, por lo cual me sentía en deuda en estos momentos y ansiaba conocer como reaccionaba a mis estímulos. Por lo que sin más bajé despacio hacia su pecho y con delicadeza subí un poco su camisa, dejando luego húmedos besos por debajo de su ombligo. Lo sentí estremecerse a mi toque y sonreí subiendo más la camisa, descubriendo su pectoral y viajando el mismo con un camino de besos.

— Sabe, la primera vez que vi su pecho descubierto casi me desmayo — hable con una voz ronca pasando su camisa por encima de su cabeza para dejarla a un lado y tener todo su pecho desnudo para mí.

— ¿Por qué le ocurriría eso? — pregunto con desconcierto entre risas coquetas.

— Nunca había visto un pecho como el suyo — observe su pectoral siendo lascivo mientras acariciaba el mismo y sentía como su piel se iba erizando. — tan bien trabajado... supe desde ese momento que algo no andaba bien conmigo, porque lo estaba deseando...

Mis labios besaron su cuello con ternura y luego abrí estos para besarlo de forma más erótica. Sus manos se posaron en mi cabello y escuche como de su boca salían leves jadeos. Me deslice más abajo y sin dejar de amasar su abdomen bese entonces su pectoral. Recorrí cada uno de los dos, hasta que sentí como esos pezones erectos necesitaban de mi atención; siendo entonces como mi boca se posiciono en uno de ellos succionándolo con pasión. Dio un brinco cuando lo toque por primera vez y un gemido se escapó de sus labios, haciendo que mi prominente erección se endureciera aún más. Recorrí la aureola con mi lengua mientras sentía los latidos de su corazón acelerándose y mentiría al decir que mi órgano vital no se encontraba de igual manera. Por ello lleve mi lengua a su segundo pezón e hice lo mismo que con el anterior, deleitándome además con esos gemidos que me demostraban lo mucho que le estaba gustando que yo lo tomaría como pertenencia.

Pretendí seguir, pero no me lo permitió al hacerme caer sobre la cama para estar ahora él encima de mí. Se posiciono entre mis piernas y halo estas para que estuviese más cerca de él. Se acercó y beso mis labios con locura, con necesidad, adentrando su lengua en mi boca desesperado por encontrar la mía, y cuando lo hizo dejo que estas jugaran en una lucha donde no había ganador, solo placer. Ese sonido de nuestros labios colisionando a la par de nuestras húmedas lenguas me tenía al borde del desquicio. Por lo que tome su trasero apegándolo aún más a mí, sin importarme el que sintiera mi erección pues de hecho ese era el punto.

Sentí como algo rozo mi entrepierna, pero antes de que pudiese reaccionar a ello, el barco tembló con gran fuerza haciéndonos alertar al instante. Arruinando todo el momento de pasión desmedida. Separamos nuestras bocas y nos preguntamos sin hablar lo que sucedía, solo nuestros ojos conversaron. El barco tembló una vez más y se escucharon gritos desde afuera, por lo que él dejo la cama colocándose de pie y buscando un abrigo que colocarse.

— Venga conmigo Jimin — me tendió la mano con su saco ya puesto y la tome, saliendo entonces de su habitación hacia cubierta.

— ¡Capitán! ¡capitán! — Hope corrió hasta nosotros trayendo consigo una pistola.

— ¿Qué sucede Hope? — pregunto el capitán.

— Son esas bestias de nuevo, al parecer quieren hundirnos — explico Hope algo que no entendí, pero que de igual manera me aterro.


— Esas malditas, diles que carguen los cañones, esos monstruos no hundirán esta nave.

— Si mi capitán ¡carguen los cañones! ¡y si no hay municiones usen lo que encuentren! — grito el castaño a la tripulación, haciendo que abrieran las compuertas para dirigirse a los pesados cañones.

— ¿Qué ocurre? ¿Quiénes son? — pregunte con el corazón en la boca.

— Jimin ¿usted sabe nadar? — se volvió a mi tomando mis hombros y observándome con una de esas miradas que me decían que algo no anda bien.

— Sí, algo.

— Bien — sujeto de nuevo mi mano con fuerza y me hizo caminar hacia la popa junto a él. Sus ojos se dirigieron con desesperación al mar intentando buscar algo entre toda la oscuridad. Cuando de pronto el barco se inclinó hacia babor y parecía ir descendiendo popo a poco — ¡desgraciadas! — grito con ira y corrimos hacia las escotillas — ¡¿los cañones ya están cargados?!

— ¡Si capitán! — afirmo Hope desde abajo.

— Dispararan hacia babor cuando yo se los ordene ¡¿quedo claro?!

— ¡Si capitán! — afirmaron todos.

— Debemos actuar rápido o esas bestias nos ganaran — dijo el capitán cuando regresamos a su habitación y camino hasta el closet donde guardaba las armas, tomando y cargando así una escopeta — tome unas cuantas cajas de esas — me dijo señalando las cajas que contenían las balas del arma. Hice lo que me pidió sin aun comprender que nos atacaba, pues a mí vista no se hallaba ningún navío contrario a nuestros alrededores.

Salimos de su habitación y se dirigió hacia el babor el cual estaba lo suficientemente inclinado como para no permitirnos caminar de forma recta. Intente mantener el equilibrio para no caer y colocando mi confianza en el capitán no hice más preguntas.

— ¿Dónde están malditas? 0ù decía el capitán apuntando con la escopeta hacia el agua, intentando dispárale a algo que según yo era inexistente — ¡a mi señal! — me sostuve de la madera con una mano mientras con la otra sostenía las cajas, arrodillando entonces para no sufrir más con mi equilibrio muerto. Cerré los ojos con el pánico naciendo en mí, esperando que nada terminase en caos. Sentí el crujir de la madera, estando tensa y a punto de romperse, junto a ese silencio asfixiante que en vez de brindar paz, en esta ocasión brindaba agonía, y entonces sucedió — ahí estas... — pronunció el capitán antes de disparas al mar, haciendo que a mi oído llegase el sonido de un llanto totalmente desconocido por mí — ¡fuego! — el retumbar del navío junto a las bolas de cañón cayendo al agua me indicaban que una batalla había comenzado; una batalla con oponentes que nos atacaban desde las profundidades del océano.

— ¡Sigan disparando! ¡Todo a babor! — ordeno el capitán.

— ¡Todo a babor! — le siguió Joel.

Cada vez que el capitán disparaba al mar, el mismo chirrido de dolor que oí antes se podía escuchar. Mis ojos para este momento seguían sin captar nada, pero pude notar como el barco regreso lentamente a su posición habitual, a la par de mi equilibrio.

— ¡Jimin, deme balas! — la mano del capitán se dirigió a mí y cumplí sus órdenes lo más rápido que mis manos torpes me lo permitieron. Él por su parte saco un frasco con pólvora de su bolsillo y vertió una parte en el arma.

Lo que sostenía el barco hacia babor de pronto lo abandono, ya que con un movimiento brusco el navío volvió a estar recto, y me habría alegrado por ello de no ser porque luego de esto, un insoportable llanto se oyó en cada rincón, haciéndonos fruncir el ceño para luego tapar nuestros oídos, implorando que la tortura auditiva terminase. Sentí las manos del capitán encima de las mías intentando tapas mi audición al mismo tiempo que me protegía en su pecho. Me sentí bendecido por su acción, pero me fue imposible decir algo hasta que el llanto hecho chirrido hubo finalizado. Comprendí que lo que lo que fuera que nos atacaba no era humano. No había arma en el mundo que fuera capaz de producir un sonido tan sofocante, que de tan solo escucharlo por cierto periodo te orillara a quitarte la vida.

— ¿Se han ido? — pregunto Joel al capitán. Lo vi observar hacia todos lados mortificado por el completo silencio, y supe por sus ojos que esto apenas comenzaba.

— No ¡todos a cubierta! — el capitán tomó mi mano a la par de su arma y por el ajetreo perdió unas cuantas balas en el camino mientras regresábamos a su habitación.

— ¡Todos a cubierta! — grito Joel.


El capitán tomo las balas metiéndolas en sus bolsillos con apremio y con otras cuantas volvió a cargar la escopeta.

— Jimin de no ser necesario no pelee — me advirtió al entregarme la espada que ya era más que conocida por mí.

— Capitán que...

— Le pido por favor que mantenga la mente abierta y quédese detrás de mí — antes de salir de la habitación era capaz de escuchar los disparos y el barullo que hubo iniciado, pero al salir por la puerta creí que mis ojos me estaban traicionando o que quizás nunca me desperté de mi sueño.

— ¡No se acerquen a ellas! ¡no permitan que les canten! — decía Hope quien con su pistola disparaba a criaturas desconocidas por mí.

Lo poco que me permitía apreciar la luz de la luna, me hacía ver que estas eran bestias con cuerpos callosos y pieles verdes, quienes poseían una cola de pez antes de ingresar al barco, pero que cuando lograban entrar estas colas cambiaban por tentáculos los cuales les permitían avanzar en tierra. Poseían manos y rostros que podían ser descritos como humanos, pero estaban muy lejos de poder ser llamadas así.

Yo me sujetaba del saco del capitán siguiendo su caminar de un lado a otro mientras él disparaba estas bestias, quienes al momento de ser alcanzadas por una bala parecían explotar al instante dejando tras de su paso una masa acuosa verde y mal oliente.

Uno de los piratas fue alcanzado por una de estas bestias, y mis piernas me fallaron al ver como el hombre fue alzado por sus brazos, para que luego la bestia saltara con los tentáculos cayendo al mar junto al pirata.
Esto me distrajo por lo que no vi cuando una de estas se hubo acercado demasiado a nosotros, y cuando fui consciente de esto, corte su cuerpo con mi espada notando así lo frágiles que eran cuando fueron divididas en dos como un papel por un simple corte.

— ¡Cuidado! — dijo el capitán apuntándome por lo que baje mi cabeza y él le disparo al monstruo detrás de mí que no había podido ver.

— ¡Capitán, son demasiadas! — apuntó a decir Michael quien luchaba con sus dos espadas.

— ¡No les daremos el gusto de ahogarnos! — alentó el capitán cuando justo escuche otro grito y al volverme, vi como otro pirata mas era arrastrado al mar por las bestias oceánicas.

— ¡Aah! ¡no! — la pierna de Hope había sido tomada por la enorme lengua que estos monstruos poseían y ahora estaba siendo llevado contra su voluntad fuera del barco.

— ¡Hope! — grito Michael quien fue a su rescate, no logrando su objetivo al ser interceptado por dos monstruos.

— ¡Auxilio! — grito una vez más el castaño quien con sus uñas sangrantes intentaba sujetarse de la madera del barco.

— ¡Cuide mi espalda Jimin! — el capitán avanzo entre los piratas quienes luchaban con las bestias, y yo trataba de mantenerlas a raya, cortando sus brazos entre otras partes de sus pegastosas pieles.

Llegamos a Hope y el capitán usando la escopeta disparo a la bestia quien intentaba llevarse al castaño. Logrando que esta falleciera y que por lo tanto Hope fuese libre.

— Gracias capitán — fue lo último que pudo decir el castaño antes de desmayarse en el regazo del capitán.

— ¡Michael! — lo llamo el capitán — ¡Hope fue envenenado, llévalo a mi oficina!

— ¡Necesito ayuda aquí! — el de rulos se enfrentaba a cada bestia que avanzaba a él si descanso, por lo que sin pestañear corrí hacia este y corte al monstruo que por poco lo mata por la espalda. Nos vimos impactados por esto y me uní entonces a la batalla que parecía nunca tener fin.

El capitán entendió la idea y cargo en sus brazos a Hope mientras nosotros los protegíamos de todo aquello que intentase atacarlos.

— ¡Aag malditas! ¡mueran de una vez por todas! — grito Michael ofuscado, sin detener sus movimientos.

— ¿Donde esta Michell? — pregunto el capitán al regresar luego de dejar a Hope en su oficina.

— ¡Esta allá! — señale al hombre quien luchaba con varias bestias cerca de estribor.

— Quédense aquí! ¡iré por él! — ordeno el capitán.

Los llantos y chirridos que hacían estos monstruos cada vez que eran asesinados ya era insoportable al punto que me hacían sentir morir y no deseaba asesinar a ninguna más.

— Jimin — oí a alguien llamarme con una voz melodiosa, casi en un canto. De pronto los chirridos se detuvieron al igual que los gritos de algunos piratas que estaban siendo masacrados por las bestias marinas — Jimin — me llamo una vez más y mi espada se deslizó de mi mano cayendo al suelo. Mis ojos vieron a una mujer hermosa de gruesos labios rojos, cabello castaño y piel muy blanca. La cual vestía una toga y tenía sus brazos extendidos hacia mí — que horribles chirridos ¿verdad? — asentí como si fuese algo instintivo — no te preocupes, yo los calmare cariño — me fui acercando lentamente a ella mientras a mi nariz llegaba el olor de frescos jazmines. Reí de júbilo cuando sus manos suaves tomaron mi rostro y mis labios fueron a los suyos, besando esos hermosos pétalos rojos que me hacían sentir en el mismo paraíso.

— Que mierda ¿no Jimin? ¡Jimin!

— Ya nada podrá hacerte daño nunca más — dijo esa voz femenina que me acercaba a su pecho y me hacía sentir tan protegido.

— ¡Jimin! — sentí como alguien sujeto mi mano con fuerza haciendo que mi mente regresase a la realidad. Ahora si me encontraba envuelto entre la asquerosa mucosa de una bestia que no era mujer, pero que deseaba con todos sus ánimos llevarme con ella. Todo mi cuerpo de hallaba fuera del barco a punto de caer al mar, de no ser por el capitán quien sostenía mi mano yo ahora estaría más que muerto — ¡sujete mi mano!

— ¡Capitán! ¡no resisto! — la bestia halaba todo mi cuerpo con gran vigor haciéndome sentir que en cualquier momento mi brazo seria arrancado.

— ¡¿Confía en mí?! — pregunto el capitán quien me observaba a los ojos con estos siendo opacos.

— ¡Si capitán! — afirme con mi hombro al borde de ser desprendido.
-Debe soltarse! ¡así no puedo ayudarlo!

— ¡¿Que?!

— ¡Suéltese! — y fue así como mí mano se despegó de la suya y yo fui absorbido por el mar y por sus bestias.

Esta criatura que ya no era más una mujer intento cubrir todo mi cuerpo con si mucosidad, pero yo me resistía pataleando con toda la fuerza que poseía, mientras intentaba contener la respiración.

Pero entonces el capitán llego a mí y con un cuchillo se dispuso a herir a la bestia. Su lengua larga y viscosa salió de su boca intentando sujetar el cuello del capitán, pero este no se lo permitió y logró cortar al fin toda aquella mucosidad que envolvía a mi cuerpo.


Escuche de nuevo esos terribles llantos y observe como el agua se veía temblar desde dentro hacia afuera por tales chirridos tan desesperantes, al parecer estas bestias estaban más conectadas con el mar de lo que creía. Pero el capitán sin dar más oportunidad a ver lo que pudiese ocurrir, tomo mi mano y nadamos así a la superficie. Intentando huir de todo el peligro.

— ¿Se encuentra bien? — pregunto el capitán cuando flotábamos en la superficie del agua, tocando y contemplando todo mi rostro en busca de tal vez una herida.

— Estoy bien — afirme entres pequeñas risas por su desespero al ver mi rostro, brazos manos y demás.

— Oh Dios, por poco mi corazón abandona mi cuerpo cuando observe como estaba siendo llevado por esa sirena — dijo tomándome entre sus brazos haciendo que escondiera mi rostro en el hueco de su cuello.

— Fui un idiota. Me deje llevar por sus encantos — me queje de mi persona mordiendo mi labio inferior.

— No se preocupe, es normal cuando se enfrente a ellas por primera vez, lo hizo muy bien Jimin — se acercó a mí y dejo un pequeño beso sobre mis labios.

— Lo dice solo porque yo le gusto — dije en un puchero lo cual lo hizo reír un poco.

— Yo...

— ¡Capitán! ¡puede subir! — dijo Joel desde arriba del barco al dejar caer la escalera que nos ayudaría a subir.

— ¡Voy! ven vamos Jimin — el capitán me hizo subir primero por la escalera asegurándose que mi espalda se encontrara bien cuidada.

Al llegar arriba contemple como todo ahora estaba hecho un desastre y no era para menos, pues luego de esta ardua batalla lo mínimo es que fuésemos condecorados con medallas. Pero eso era soñar mucho, jamás ocurriría algo así.

— Capitán está herido — le hice saber cuándo vi esa cortada en su pecho desnudo de la cual brotaba sangre.

— Estaré bien, es una herida superficial — me afirmó tomando mi mano y brindándome una sonrisa de labios.

— ¡Capitán! — vi como el doctor Michell se acercaba a nosotros y fue entonces cuando recordé a Hope — debo hablar con usted sobre Hope — ni el frio del agua se pudo comparar al viento helado que sentí entrando en mi pecho al observar la reacción de Michell y la del capitán. Mi alma abandono mi cuerpo junto a mi mente que solo podía esperar lo peor.

Besos y abrazos🌊🌊🌊🌊

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