Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo XXV:

⚠️⚠️ADVERTENCIA:⚠️⚠️

El siguiente contenido a leer comprende de material erótico y esta relatado de manera explicita. Si eres una persona sensible con estos temas pasa al capitulo siguiente. Todos los personajes involucrados en estos acontecimientos son ficticios y no se pretende ofender a las personas de las cuales están inspirados.

Nunca me había planteado lo que era el amor. Aquella vez que el capitán me hubo preguntado si creía en el no supe tan siquiera que responderle. Yo no era fanático de las historias románticas, tampoco me hube alguna vez enamorado y mi padre nunca me había hablado del amor. Su eterna soltería me había hecho creer que llego a amar tanto a mi madre que le seria fiel hasta el fin de sus días o que, por el contrario, el amor se le había hecho tan tormentoso que jamás se le ocurriría volver a buscarlo.

Sea cual fuera la respuesta no se me había educado sobre el amor en mi vida. Más allá del amor que se podía llegar a sentir por un familiar o amigo, no había nada más para mí, pues mi casamiento era claro está, por un arreglo y no por amor. Yo no llegue a amar o a querer a la joven Amelia, pero ahora en mi mente deambulaba alguien día y noche.

Alguien que era capaz de volverme un loco al punto de no poder olvidarlo ni siquiera en mis sueños. No sabía cómo era el amor, pero estaba seguro de que así se sentía. Como si despertara solamente para verle, como si mi momento favorito del día fuera cuando estaba a su lado, como si mi estómago brincara al verlo y mi corazón revoloteara al tocarme, como si deseara que su mano nunca se apartase de la mía, como si quisiera que me besara...

— ¿Alguna vez te has enamorado? — pregunte al castaño a mi lado cuando aseábamos la cocina.

— Sí, pero resulto un desastre — admitió refregando las ollas.

— ¿Puedo preguntar qué sucedió?

— No hay mucho misterio. Ella era una prostituta y yo un pirata, que gran pareja ¿no? — bromeo con una sonrisa pícara, pero no pude evitar sentirme mal por él.

— ¿Y cómo sabes que te enamoraste? — hice la pregunta que más ansiaba hacer.

— Porque en mi mente solo existían pensamientos sobre ella, además de que era la única mujer a la que le hacia el amor y no solamente me la cogía — respondió siendo más sincero de lo que espere.

— Comprendo — dije entre risas nerviosas.

— Pensé por mucho tiempo dejar la piratería y huir con ella, pero no se encontraba convencida y era de entender el porqué de ello. Deseaba sacarla de ese mundo y que trabajáramos honradamente, pero todo se fue al diablo después de una discusión acalorada. La deje y cuando intente volver a reunirme con ella me informaron que lamentablemente había muerto de una extraña enfermedad. Siempre la recuerdo a mi amada Rose — esta era una de las pocas oportunidades en donde fui testigo del lado sensible de Hope y era en realidad tan tierno cuando hablaba con el corazón. Con su mirada a la nada y absorto en sus pensamientos, deseando quizás cambiar el pasado

— ¿Y porque preguntas? ¿estás enamorado de alguien? — pregunto y me hizo regresarme a la realidad.

— Ah ¿qué?, no — negué volviendo a mis asuntos.

— El amor te vuelve débil eso es verdad, pero Jimin... como una persona que amo te puedo decir que no debes temer amar. Ama con todas tus fuerzas y da siempre lo mejor de ti — dijo con una sonrisa de labios enjuagando la olla que acababa de enjabonar, pero me sentí confundido.

— Yo no sé lo que es el amor — comente con algo de melancolía. No me agradaba ser un inexperto en lo que fuera.

— Lo sé y es por eso que me recuerdas a alguien.

— ¿A quién? — pregunte aún más confundido que antes.

— Ya lo veras — fue lo último que dijo antes de dejar la olla llena de agua sobre el fuego y desaparecer rumbo a cubierta.

¿De qué manera se supone que conocería a esa persona?, a veces Hope hablaba de maneras tan confusas que era difícil entenderlo. Aunque no podía negar que su historia me hubo conmovido y que fue mi impulso a querer conocer más del amor.

Cuando el agua en las ollas se hubo calentado, ayude a Hope a verter el agua dentro de la tina. Dos ollas de agua caliente y dos de agua fría, así era como se bañaba siempre el capitán. He de admitir que no era la primera vez que cumplía esta labor, pero la diferencia de antes a ahora es que poseía una imprudente curiosidad. Sabía que alguien había bañado a mi cuerpo, pues desperté aseado aquella vez que fui envenenado.

Pero los días pasaron y ni Hope ni Michael me conversaron algo sobre haberme bañado. En el caso de Michael haría bromas sobre ello, y Hope no podría mantener ese suceso en secreto, aunque quisiera. Solo me quedaba el capitán. Deseaba preguntarle si él había sido quien lavo mi cuerpo, pero me apenaba en demasía pensar que él llego a tocarme y más encima verme desnudo. No sabría en donde esconder mi rostro de ser esto verdad, pero me preguntaba si había sido en esta misma tina en donde solo el capitán tenia permitido asearse.

— Ya traje la fruta — Michael había entrado al cuarto de baño con una canasta de uvas y manzanas.

— Déjala sobre la mesa y vete. No podemos estar tantos aquí — dijo Hope de mala manera.

— Ay que gruñón. Como si me fuese a bañar con el capitán — dijo refunfuñando Michael antes de salir del cuarto.

— Ya está. Toma esos dos baldes Jimin yo llevare estos — me pidió Hope y eso hice, saliendo entonces detrás de él — ah Jimin, voy a ir preparando la cena, avísale al capitán que ya está lista la tina por favor.

— Está bien — en otras ocasiones en donde había hecho lo mismo no le hube tomado tanta importancia, pero ahora mi corazón se encontraba aterrado.

Sin pensarlo mucho subí las escaleras y llame a la puerta de su oficina dejando los baldes sobre el suelo, pero entonces no escuche aprobación alguna, y volví a tocar llamándolo más fuerte.

— Capitán ya... — no termine de decir cuando ya lo tenía frente a mí al haber él mismo abierto la puerta — eh ya está listo su baño capitán — dije intentando que los nervios no me ganaran, pero era casi imposible, lo tenía frente a frente.

— Está bien, acompáñeme un momento. Sé que Hope lo extrañara en la cocina, pero yo podría informarle el motivo de su ausencia — me pidió sin esperar respuesta, pues solamente comenzó a bajar las escaleras esperando que yo lo siguiera.

Trague con fuerza y le pedí a mi corazón que se calmara, no era oportuno morir de un ataque cardiaco aquí. Así que tomé los baldes y lo seguí hasta el cuarto de baño.

— Espere un momento aquí — me pidió antes de entrar al baño, lo cual acepte deseando que no planeara nada fuera de lo ordinario. Me quede inerte frente a la puerta cerrada y mientras esperaba me planteaba qué diablos podría querer el capitán ¿Porque me haría entrar al cuarto de baño junto a él? — puede pasar Jimin — lo oí decir detrás de la puerta y mi mano tembló al girar la perilla.

Lo que vi al entrar parecía más uno de esos sueños que tenía por las noches. El capitán se hallaba dentro de la tina y sus ropas dobladas sobre uno de los barriles ¿Qué se supone que tenía ver yo aquí?

— Disculpe las molestias Jimin, tal vez esto resulte un poco raro para usted, pero me ha surgido el capricho de saber que ocurre luego en El Príncipe Lear, y quería saber si usted ¿sería tan amable de leerme mientras me baño? — mi mente viajo muy lejos de mi cuerpo y mi corazón ya estaba más que muerto por esa atrevida petición. Pero a pesar de mis nervios algo dentro de mí era claro, y esto era que yo deseaba estar a su lado y que mis deseos por verlo en paños menores eran absolutas.

— Claro que si capitán — afirme con una media sonrisa.

— El libro se encuentra en mi saco — me hizo saber.

Dejando los baldes sobre el suelo, saqué el libro de uno de sus bolsillos y me senté en una silla que estaba ya anteriormente posicionada cerca de la tina.

Siendo esto tan poco habitual para mí no podía evitar pensar que esto no era solamente una lectura de un libro, sabía que significaba más para el capitán y ansiaba descubrir cómo sería su comportamiento en una situación como esta. Así entonces con la tenue luz que nos brindaba la luna a través de una de las ventanas y los cientos de velas en los candelabros, me dispuse a traducir el libro mientras intentaba no morir de los nervios.

Al principio todo fue muy normal. El capitán lavaba su cabello y rostro con el jabón y el agua pareciendo no importarle mucho mi presencia; pero luego de echar su cabello para atrás tomo una manzana y comenzó a comerla de una manera sospechosa. Ya que podía observar por el rabillo del ojo como su mirada se encontraba plantada en mí, y sus mordiscos eran lentos y delicados, siendo esto algo premeditado por obviedad. Nuestras miradas se cruzaron varias veces y el libro casi se me cae de las manos cuando lo vi tallarse el pecho con la esponja aun contemplándome, sin perder ni un solo detalle de mi rostro.

Por unos segundos creí haber olvidado el francés, pues sus ojos penetrantes no me permitían concentrarme. Lamí mis labios e intenté continuar con la lectura, pero el capitán ahora tallaba sus brazos y no se daba el lujo de apartar la vista de mí. Sentía que mi cabeza iba a explotar y sin desearlo aquellas cosquillas se hicieron presente más allá de mi cadera. Ahora sí que estaba en una situación apretada.

— Puede dejarlo hasta ahí. Otro día podremos seguir con la lectura — aviso el capitán echándose sobre la tina. Agradecí al cielo y asentí dejando el libro sobre la silla para tomar los baldes – ah Jimin.

— ¿Si capitán? — atendí a su llamado.

— Antes de irse ¿cree poder darme una uva? Lo que sucede es que tengo las manos llenas de jabón y como comprenderá no deseo llevarme jabón a la boca — mis piernas temblaron y mi mente trato de analizar si lo que me pedía era algo normal o ya era la situación muy descabellada.

Asentí sin algo racional para decir y dejé de nuevo los baldes sobre el suelo. Me acerque entonces a la canasta y tome una de esas uvas moradas al lado de las manzanas. Si la intención del capitán era que viera hacia la tina no lo haría, pues yo también quería jugar un poco con él, así que, aunque me avergonzara, mi vista fue solo hacia su rostro, no vería hacia abajo.

Mi corazón se aceleró aún más cuando lo vi abrir la boca para que dejara en ella la fruta. Avance con lentitud tratando de no descender mi mirada y cuando llegue a su boca mi alma salió corriendo lejos de mi cuerpo.

Dejé la uva dentro de su boca sí, pero el capitán cerro sus labios antes de que mis dedos salieran de ella, lo que hizo que él succionara mis dedos con sutileza, y mientras que aquello ocurría sus ojos no se apartaron ni por un segundo de los míos. La escena era demasiado erótica como para ser solo una casualidad.

— Ah... yo... debo volver — dije antes de caer estrepitosamente al suelo luego de caminar hacia atrás y tropezar con uno de los baldes. Pero no permití que eso me ganara. Me levante en un segundo sujetando los baldes y hui de ahí como si hubiese visto un espectro.

-----🌊-----


Aunque los días pasaran no era capaz de borrar de mi memoria aquel momento de cercanía entre el capitán y yo. El cómo sus ojos no dejaban de mirarme y el cómo sus labios se sintieron en mis dedos. Eran tan suaves y percibían ser muy sensibles.

Me estaba volviendo un demente al intentar imaginarme como seria besarlos y mis sueños no ayudaban mucho al fomentar mis fantasías. Pero no todo podía ser bueno. Me despertaba a mita de la noche y tal como antes me era difícil dormir luego, lo que dejaba en mi rostro grandes ojeras y en mi cuerpo un agotamiento que se hacía notar con cada bostezo que ejecutaba al hacer cualquier actividad durante el día.

Era claro que mi mente no se hallaba en las cosas que hacía, sino más allá, a la distancia. En un lugar donde solamente el capitán y yo habitábamos, y eso era lo que temía. Tenerlo tan presente en mi mente como Hope con su amada Rose.

Pero yo no era un idiota ni mucho menos un niño inocente. Conocía muy bien lo que su mirada significaba, y sería absurdo tratar de negar que eso fue un coqueteo. Uno de los coqueteos más intensos que había tenido en mi vida se podría decir. Un cortejo tan directo y tenaz que hasta sentí envidia al no poder actuar de igual manera. Tan seguro, tan fuerte.

Por lo que me propuse de misión hacer lo mismo. Coquetear como un descarado, ir más allá de los límites y entender de una vez por todas que era aquello que el capitán quería conmigo. Lo haría ahora. En esta noche pacifica con un cielo lleno de estrellas.

Intentar ocultar mi temor de ser rechazado no tendría sentido, así como el capitán tampoco era capaz de ocultar esos delirios hacia mi persona.

Ejecute entonces lo habitual. Misma rutina, mismos pasos y mismo camino. Todo hasta llegar a la oficina del capitán y dejar su cena perfectamente acomodada entre los muebles que esta habitación disponía.

Plante el ultimo plato sobre la mesa de la esquina y con una sonrisa pícara me volví a él quien ahora se entretenía pintado.

— Qué bonita pintura capitán — le halague con una voz traviesa, la misma que usaba cuando quería pedirle algo a mi padre.

— Muchas gracias Jimin — hablo sin volverse hacia mí, por lo que siendo atrevido me acerque más a él.

— Es envidiable la destreza que posee en las manos capitán — camine a pasos lentos hasta estar a su lado, invadiendo patentemente su espacio personal.

— ¿Sabe porque pinto las nubes de este color amarillo mostaza? — pregunto ahora si volviéndose hacia mi observando mi rostro y deteniendo sus movimientos.

— No lo sé capitán.

— Porque lo normal me aburre. Lo que es clásico y tan repetitivo. Tal vez no existan nubes amarillas o arboles morados, pero mientras yo lo crea posible lo será — afirmo sin apartar su vista de mí.

— Interesante capitán. Usted siempre tiene algo extraordinario que decir ¿no? — pregunte alzando las cejas.

— Venga, pinte conmigo — me invito dejando frente a mí el pincel que usaba.

— No creo que sea oportuno que yo dañe su arte capitán — dije con una sonrisa nerviosa.

— Ya estoy cansado de pintar solo. La vida es muy aburrida cuando no tienes compañía — ¿acaso eso había sido una insinuación? — además yo le enseñare y hay tantos cuadros iguales a este en mi recamara que no debe temer de "dañarlo" — se colocó de pie entonces y con su mano hacia la banca me invito a sentarme. Acepte sin dejar de hacer esa sonrisa de labios y me acomode en la banca.

— Estoy pintando ahora sobre este punto, debe hacerlo de esta manera — me indico los movimientos tomando un poco de pintura mostaza para pintar sobre una nube — inténtelo — me entrego el pincel y trate de seguir sus movimientos anteriormente explicados.

— Debe hacerlo casi como si estuviese acariciando el lienzo, como si pintara sobre un cristal tan frágil que al mínimo toque brusco este se pudiese quebrar — decía estando inclinado a mi lado, con su rostro tan cerca del mío que me hacía querer suspirar. Entonces reí apartando el pincel del lienzo por la descabellada idea que se me acababa de ocurrir.

— Tal vez debería sentarse capitán, esa postura dañara su columna — por su rostro podía decir que él no había comprendido el porque me levante del asiento tan repentinamente y le ofrecía que se sentara. Fue entonces cuando se sentó que yo hice lo mismo sobre sus piernas — no le molesta que me siente aquí ¿no? Es más cómodo — me excuse sintiendo miedo en todo momento, no recordaba haber hecho algo tan osado antes.

— Por supuesto que no — acepto la inusitada situación y yo continúe pintando las nubes como si esto fue habitual, como si nada extraño pasara —. Ahora haga esta curva — me indico con su dedo apegándose más a mí.

Hice lo que me indico y por poco me salí de la línea cuando su mano fue a posar a mi cintura, y siendo atrevido recorto más nuestra distancia, haciendo que sintiera su aliento tibio en mi cuello. Me iba a desmayar si esto continuaba así, pero decidí concentrarme en la pintura y no en aquellos toques que rosaban mi cintura.

— Creo que me podría acostumbrar a esto — dije sin medir mis palabras.

— Lo está haciendo muy bien.

Nuestras miradas se encontraron y creí que perdería la cordura en ese momento, pero debía ser fuerte. Aun no era el momento. Así que idee alguna travesura más en mi intento de desquiciarlo hasta que fuese sincero.

Mi pincel cayo "por accidente" al suelo y me levante entonces para tomarlo, inclinándome a recogerlo y dejando que mi retaguardia quedara a plena vista del capitán.

— Disculpé — dije al acercarme con imprudencia a él haciendo que nuestros pechos chocaran al yo querer tomar un poco más de la pintura que había detrás de él. El capitán me observaba atento con esos ojos oscuros que solo me hacían pensar que su control ya se estaba desbordando — oh mire la hora. Hope me matara — mentí cruelmente, solo para levantarme de sus piernas y dejarlo envuelto en tantas preguntas. No obstante, él no decía nada y yo solo camine hacia la puerta con el pensamiento de irme, creyéndome derrotado.

— Deje de jugar con fuego niño — lo oí decir y quité mi mano de la perilla de la puerta, expresando una sonrisa ladina.

— No sé a qué se refiere capitán — me volví a él y fue cuando entonces se colocó de pie y camino hacia mí, dejándome casi acorralado contra la puerta.

— Usted sabe muy bien de lo que estoy hablando — expreso con su mano en la cintura y observándome de arriba abajo. Lo que me dio la oportunidad de hablar libre por completo.

— ¿Entonces porque usted si juega con fuego capitán? — pregunte con mis ojos más achinados que de costumbre.

— Porque yo no tengo miedo a quemarme — su mano libre se posiciono sobre la puerta al lado de mi cabeza, lo que ahora si me hizo sentir sin salida. Esto era lo que andaba buscando y ahora debía enfrentarlo.

— ¿Y quién dice que yo tengo miedo? Además, si jugo con fuego desde el inicio ¿no pensó que alguna vez su llama llegaría a tocarme?

— No creí que era de esos — se excusó acercándose más a mí.

— Yo tampoco lo sabía — su aliento tan cerca del mío al igual que sus labios, me estaba haciendo perder la conciencia.

Este era el momento oportuno, no había otro. Sus ojos viajaban a los míos y la conexión de nuestras miradas me hizo saber que esto ya ameritaba un merecido final a las incertidumbres.

Me acerque más a su rostro y al ver que no se movía, supe que esto no lo molestaba, siendo así como mis deseos fueron más fuertes que mis miedos y sin dejar de ver sus ojos avance hacia sus labios plantando un delicado beso en ellos. Él no tuvo reacción alguna y creí por un momento que había metido la pata, pero mi cuerpo me impulso de nuevo al frente volviendo a dejar entonces otro sensible beso sobre sus suaves labios. Sin obtener reacción por parte suya pensé en darle un último beso antes de marcharme, pero sin esperarlo antes de lograr tocar sus labios, él tomo mi barbilla y me estrello contra la puerta para luego atacar mi boca como un verdadero desquiciado.
Intentaba seguir el ritmo de sus besos, pero la verdad es que nunca nadie me había besado así. Con tanto deseo, con tanta necesidad.

Dejo mi barbilla para colocar sus manos alrededor de mi cintura y recortar nuestra distancia. Aprendí a seguirlo y mi boca me agradeció por ello al ahora poder disfrutar más sus labios, que me besaban como si hubiesen esperado este momento por milenios.

Abrace su cuello con mis brazos y me deje envolver por cada parte de él, sus labios y esa lengua suave y humedad que no dudaba en escudriñarse dentro de mi boca. Estaba disfrutando de este beso como no había disfrutado ningún otro. La pasión era desmedida siendo esto claro cuando leves gemidos escapaban de mi boca a la suya. Él me hacía sentir como si yo fuese ese exquisito manjar que solo muy pocos podían disgustar.

Me creí desmayar al sentir el calor apegarse a nosotros, entonces no supe cómo, pero me estaba haciendo caminar por la oficina hasta que llegamos a su escritorio y me acorralo en él, siendo así como sus manos empezaron a deshacer el nudo en mi delantal. Tanto el que tenía en mi cintura como aquel otro en mi cuello. Esto claramente sin despegar nuestras bocas ni por un segundo. Algunos lo llamarían salvajismo e indecencia, yo lo llamaría pasión.

Los nudos fueron deshechos y él aventó mi delantal lejos de nosotros, para luego con sus manos comenzar a apartar todo del escritorio haciendo que algunas cosas cayeran al suelo. Mis manos caminaron hacia sus cabellos e hicieron un desastre con él. Si pretendía hacer lo que pensaba en definitiva lo dejaría continuar; todos los miedos se habían desvanecidos cuando el tomo mi boca con tanto deseo acumulado.

Percibí como con paciencia intentaba tumbarme sobre el escritorio y siendo valiente seguí su juego. Me deje caer sobre la madera y él se subió encima de mí. Fue así como empecé a sentir caricias en mi pecho. Caricias que viajaron a mi abdomen y luego más allá de mi cintura. Llegando de manera tenaz a mi entrepierna y palpando allí. Me sobresalte un poco al no estar acostumbrado a sentir toques en esa zona por parte de manos ajenas, pero al ser estos placenteros me deje llevar.

Pero él no pensaba solo hacer unos toques sencillos, él quería más, y lo supe cuando desabotono mi pantalón e introdujo su mano dentro de este... dentro de mi ropa interior, comenzando con vaivenes suaves de arriba abajo. Me retorcí sobre el escritorio sintiendo cada toque erótico que me volvía un lunático y que me hacían soltar leves gemidos, que me avergonzaban un tanto.

Luego entonces el capitán se separó de mi boca y jamás se me hubiese ocurrido que algo que llegue a ver en mis sueños húmedos sucedería en la realidad. Pues esos deliciosos labios junto a esa lengua inquieta se posicionaron en mi glande para después viajar más allá.

Solté un gemido agudo sintiendo como mi mente estallaba en un millón de estrellas, sintiendo como el cielo parecía estar más cerca de mí, sintiendo como esos labios que llegué a anhelar ahora eran completamente míos y satisfacían mis necesidades más ocultas.

Su mano subía y bajaba en el espacio que tenía libre mientras su boca succionaba con ahínco todo mi género. Era mi primera experiencia sexual y podía decir que era mucho mejor de lo que alguna vez imagine. Pues mis gemidos saliendo a todo pulmón junto a mi cuerpo retorciéndose eran evidencia de cuanto estaba amando este momento.

Mis ojos se fueron hacia atrás cuando sentí mi liberación cercana, y aunque me avergonzara la idea de terminar tan rápido, era algo que en estos instantes no podía controlar.

— ¡Capitán, nos atacan! — la puerta fue abierta con brusquedad e imprevisto, haciéndonos exaltar a ambos. Por mi parte yo solo me distancié del capitán y caí sin cuidado detrás del escritorio, intentando subir mis pantalones.

El capitán por su lado casi se atraganta por el susto que ese repentino grito nos causó.

— Ah sí... — el capitán observaba de un lado a otro en el intento de controlar su respiración agitada y lo vi además limpiarse con los dedos la comisura de sus labios — alerta a todos Hope... ¿Quién diablos se atreve a atacar mi barco? — salió de la oficina junto a Hope cerrando la puerta tras de sí.

En este momento no sabía si reírme o maldecir a quien sea que nos atacaba, por interrumpir tan placentero momento. Lo único que si sabía es que no me arrepentía de nada y que ahora no había lugar a duda de cuanto nos gustábamos. Esto era en definitiva un nuevo inicio para ambos y no lo iba a desaprovechar por nada del mundo.

Besos y abrazos 🌊🌊🌊🌊

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro