Capitulo XXIV:
Cargando el cuerpo helado entre sus brazos subió las escaleras a la cubierta para luego proceder al cuarto de baño. Mientras los piratas se encargaban de llenar la tina con agua tibia, él cargo al príncipe quien ahora se hallaba inconsciente y totalmente perdido en sí.
Los piratas tendieron así una sábana sobre el suelo por orden del capitán y él mismo les pidió luego que lo dejasen a solas con el joven. Estando ya solo se arrodillo en el suelo y con cuidado dejo el cuerpo desmayado sobre la sabana.
Se despejo entonces de su saco y su sombrero para más comodidad y viendo con profunda melancolía al príncipe, intentó ser prudente al quitarle la única prenda que lo vestía.
Con su mano se aseguró de que el agua estuviese a una temperatura adecuada y sujeto luego el cuerpo desnudo del príncipe para dejarlo dentro de la tina. Tomo así la esponja que había a su costado y dejo que el agua la empapara. Hizo de igual manera con la barra de jabón la cual después paso por la esponja causando espuma con ella. Acunando agua con sus manos dejo caer la misma sobre el cabello del joven para luego peinarlo hacia atrás. Baño sus brazos con espuma y se cercioro de que el príncipe se encontrase en una posición cómoda en el momento en que tallo su espalda.
Trabajaba con cuidado, con cariño, con dedicación. Como si la persona a la que bañaba fuese tan frágil que con cualquier movimiento brusco pudiese romperse. Siguió más tarde con sus piernas y todo aquello más allá de su vientre plano. Lavo su cabello con el jabón haciendo espuma en el masajeándolo con delicadeza. Se deshizo más tarde del jabón en el cuerpo y el cabello del príncipe tomando entonces luego la toalla más limpia que pudiese tener para secar el cabello de Jimin. Seco de esta misma manera el cuerpo siendo esto un poco más difícil al joven ser peso muerto. Vistió al príncipe entonces con una de sus togas y coloco por encima de este su propio saco. Sabía que el frio allá afuera era de temer.
Lo levanto y camino con él a su habitación en donde el calor se mantenía gracias a las enormes cortinas y la puerta cerrada. Dejo de esta forma el cuerpo sobre la cama y se apresuró en buscar vestimentas.
Coloco sobre el príncipe cada una de ellas. Desde ropa interior jamás usada, hasta una camisa muy bien cuidada; abrigándolo además con un gran saco color marrón.
Dejo caer hasta el pecho del príncipe cada una de las mantas que él mismo usaba para otorgarse calor, y pensó dejarlo descansar de esta manera. Pero su corazón latía y lo hacía con fuerza. Le intentaba decir millones de veces lo que debía hacer, pero más sin embargo él nunca escuchaba. Le aterraba hacerlo.
Pero esta vez se dio el lujo de dejarse guiar. Acaricio el cabello aun húmedo del príncipe y siguiendo a su corazón, se acercó a él y plantó un tierno beso sobre su frente. Un beso doloroso como también hermoso, el cual nunca seria recordado por el príncipe, pero que existió y la sonrisa tímida del capitán luego de hacerlo era testigo de este cálido momento.
-----🌊-----
Jimin:
Mi estómago rugió con furor y me sentí lo suficientemente agotado como para no poder abrir los ojos. Pero al sentir el mismo dolor siendo incesante en mis tripas, me queje y arrugue el entrecejo. Me revolví sobre lo que yo dormía e inhale y exhale varias veces hasta que mis pulmones ya no sintieron el ardor en ellos. Unas nauseas repentinas llegaron a mi molestando a mi espíritu y ya fatigado cuerpo. Eso me asusto, y por reacción natural me levante enseguida para intentar vomitar en un lugar seguro.
— Tranquilo, tranquilo — pero fui detenido por el capitán, quien me sostuvo de los hombros y me hizo sentar sobre la cama — le hará daño a su cuerpo si acciona de esa manera tan brusca — no entendía nada, pero lo poco que recordé me hizo alarmar. Por lo que enseguida mi cuerpo se echó hacia atrás ocultándose con las sábanas, sintiendo temor de la persona frente a mí — no debe preocuparse Jimin, ya se encuentra a salvo — pero ¿cómo podía estar a salvo si el hombre frente a mí fue el mismo que intento matarme?
— ¿Qué hace? — pregunte con mi voz lastimada.
— Cuido de usted Jimin — afirmo con pacifismo dejando a un lado el libro que leía.
— No estoy entendiendo — me exprese disgustado y siendo reacio a creer en sus palabras.
— Jimin sé que no hay palabras ni disculpas suficiente para excusar lo que le hice, pero espero que con el tiempo pueda llegar a perdonarme. Por ahora le puedo asegurar que su vida conmigo está a salvo — me sentía profundamente ofendido ¿Cómo era capaz de ser tan frio luego de lo que me hizo?
— ¿Descubrió que yo no asesine a Yawaca? — pregunte con su misma frialdad.
— Si. Fue Martin, pero él ya ha pagado por ello — ni si quiera podía decir que saber que el culpable ya había pagado me era beneficioso. Después de todo lo que osó a decirme y lo que... No podía hacer la vida gorda. Esto era sin duda alguna una injusticia.
— Lo lamento capitán, pero no sé cómo esto me hace sentir. Yo creí en usted y, más sin embargo usted no confió en mí. Solo me uso y trato peor que a los perros.
— Y jamás me perdonare por ello, pero no hay nada ahora que yo pueda hacer para borrar el pasado, solo puedo remediarlo — expreso con su mirada al suelo, pero yo no quería ni siquiera verle. Así que aparte mi mirada.
— ¿Le devolverá la vida a esos hombres que asesino? ¿o podrá entregarme mi dignidad que he perdido por tantas humillaciones? —pregunte resentido y al punto de la locura —. Por supuesto que no podrá. Como yo lo veo capitán y disculpe mis palabras, no es más que un sanguinario. Un ser frio que no dudo en arrancarle la vida a hombres que le eran fiel a usted, solo por suposiciones sin cabeza...
— ¿Y qué quería que hiciera Jimin? Todo apuntaba a usted. Usted era la única persona que alimentaba a Yawaca desde hace un buen tiempo. Hasta donde yo sabía nadie más poseía una llave de su recinto, y por eso lo creí — expreso levantándose de su asiento y camino por la habitación-
— ¡¿Y porque no vino a mí?! Fui juzgado sin tener tan siquiera una audiencia ¡al igual que esos hombres!, usted los torturo y asesino sabiendo que presuntamente yo la había asesinado — dije con furia, sintiéndome enojado por la magnitud de crueldad que eso significaba.
— Quería asustarlo para que usted mismo confesara por su propia voz...
— Y lo logro. Me asusto y dejo a niños sin padres... Yo lo comprendí capitán, lo escuché y estuve con usted en el luto de Yawaca. Pero usted no midió palabras conmigo y actuó como solo un sanguinario lo habría hecho y eso no es excusable — dicte firme observándolo a los ojos sin pestañear.
— Tiene razón. He sido un terrible ser y no hay forma de excusar mis actos — se giró de espalda y susurro algo que no llegue a comprender — no espero que me perdone, ni que nadie más lo haga. Tal vez he sobrepasado mis límites y no estoy acto para este puesto. Que el juicio total se cierne sobre mi si así es necesario. Por ahora lo dejare descansar. — dijo antes de cruzar la puerta y dejarme en plena soledad. Era lo mejor que podía hacer por mí. Dejarme solo sin su compañía que ahora me era más que tormentosa.
— Vamos Jimin, debes comer — decía Michael cuando junto con Hope había traído mi comida.
— Lo hare cuando ustedes se vayan — dije cubierto por la sabana hasta la cabeza. No quería verlos. Ellos también dudaron de mí.
— Jimin por favor. Enserio lo lamentamos. Si no quieres vernos nos iremos, pero al menos come. No tienes casi energías — dijo Hope al quien también quería ignorar.
— Solo déjenme solo, es lo único que pueden hacer ahora por mí — exprese aun cubierto por la sabana.
Escuché entonces como la puerta fue abierta y justo cuando pensé quitarme la sabana sentí como alguien se acercó a mí.
— El capitán se preocupa enserio por ti — oí decir a Michael en mi oído, casi como un susurro, para luego escuchar sus pasos alejarse y la puerta siendo cerrada. ¿Qué se suponía que quería decir Michael con eso?
No podía darme el lujo de pensar en lo que eso significaba. Mi mente ahora vivía en agonía al tener tantas cosas malas en las que pensar. El único hombre con el que tuve misericordia en toda mi vida vendió mi alma como si yo fuese un trozo de carne, a pesar de anteriormente haber arriesgado mi bienestar al salvar su pellejo. Y aquel otro hombre que admire y sentí cercano al verlo como una de las personas más sensatas que hubiese conocido, me demostró en cuestión de segundos que todo lo que creí de él era falso, una mentira. De ser una persona sensata y elocuente, ante mis ojos paso a ser un desquiciado y un sanguinario, con la sangre tan fría como el viento que corría en estas épocas.
Era la persona en la que más confié en este barco, aquel a quien le había contado mis asuntos personales, mis gustos y lo que amaba; y me apenaba enormemente la idea de pensar cuanto sufrí por él. El cómo lo llegue a sostener entre mis brazos permitiéndole llorar sobre mi hombro.
Me dolía recordar las veces que fui débil por él al punto de sentir amor... quizás amor de hermanos; no sentía ni siquiera ánimos para intentar explicarme a mí mismo que clase de amor sentía por él, ahora solo planeaba reponerme y tomar algo de dinero para irme de una vez por todas de esta maldita nave y de su capitán, que resultó ser todo aquello que me negué a ver.
-----🌊-----
Luego de tomar mi primera comida me dispuse a dejar los platos en la cocina, y ya no volver nunca más a los aposentos del capitán.
— Jimin ¿Cómo sigues? — me pregunto Hope apenas entre a la cocina.
— Mejor — dije de manera cortante aseando los platos con el agua de los barriles.
— Jimin ¿recuerdas algo de cuando estuviste abajo? — su pregunta me había ofendido porque ¿Qué tan cínico tenía que ser como para preguntar algo así?
— Si. Recuerdo cada malito segundo en el que sufrí frio y hambre al ser castigado por algo que yo no hice, ah y también recuerdo como de la desesperación y la falta de libertad, me vi obligado a orinarme encima. Si es lo que quisiste preguntar — dije con antipatía, lavando lo más rápido que podía para salir huyendo de ese sitio.
— ¿Alguien te dio algo de comer o de beber?
— ¿Qué no escuchaste lo que acabo de decir? No obtuve comida o bebida por casi dos días — me irrite de inmediato por no entender su cinismo, pero él me observo confundido y acto seguido me tomo del brazo.
— Ven — me dijo al halar de mi brazo.
— No quiero ir contigo — me deshice de su mano en mi brazo y de mala gana denegué su pedido.
— Jimin por favor, esto es importante — musito. Haciendo entender que lo que debía decirme era privado.
— Bien — acepté y seguí su ruta llegando hasta los camarotes.
— Estoy seguro de que el capitán no te ha dicho nada por no querer asustarte, pero cuando estuviste allá abajo alguien te enveneno — lo que había dicho no tuvo sentido para mí por lo que me negué a creer.
— ¿Cómo puede ser eso posible? Nadie me dio algo de comer o de beber.
— Un efecto secundario del veneno de las flores cuando es expulsado del sistema es la pérdida de memoria, pero esto solo dura unos días, quizás mañana puedas recordar quien te enveneno — atino a decir Hope en un susurro. Lo que ahora me plateaba me dejaba mudo y muerto de miedo ¿Cuántas cosas más me ocurrirían antes de dar fin a mi vida?
— No recuerdo un rostro, pero ese debió haber sido Martin, el muy maldito quiso hacer lo mismo conmigo que con Yawaca — sin dudad alguna, ese hombre era el único interesado en borrar cada evidencia de su crimen.
— No lo sé Jimin, solo te digo que debes andar con cuidado. Hay un infiltrado entre nosotros eso es lo más seguro, y quiere llegar a ti — afirmo Hope.
Ahora no solo me bastaba por ser odiado y acosado por la mayor parte de la tripulación, sino que alguien dentro de este si tenía claras intenciones de asesinarme, y sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que lograse su objetivo.
-----🌊-----
Con una botella en la mano y nada de sutileza a la hora de beber ahogaba mis penas; tal y como si mi cuerpo se hundiese en el mar y mis pulmones se llenarán de agua, para así entonces dar fin a mi tormento de existencia. Me ocultaba detrás de la oscuridad que como muy bien había dicho el capitán era lo único que poseía. Ni mis palacios, ni mis ropas finas, ni mis jardines ¡nada!, nada era mío, ni siquiera la libertad era parte de mi mundo.
Llore queriendo olvidar la pena que sentía debido a las palabras tan hirientes del capitán. Queriendo borrar de mi memoria su actitud fría al hacer un intento absurdo de disculpa. Pretendiendo también que mis ojos ya no tuviesen memoria de los suyos siendo tan obscuros y crueles, observándome como si yo fuese la peor persona del mundo, aquella que merecía cada una de las torturas inventadas por el hombre y que aun para él eso no fuese suficiente. Llore una vez más notando que la botella estaba casi vacía. Tome hasta la última gota de esta para luego levantarme del suelo con torpeza, tambaleando de un lado a otro apenas sintiendo mis piernas.
Llegue hasta el casco babor del barco con mi cabeza dando vueltas y mi corazón latiendo a mil por hora. Descanse entonces mi cuerpo sobre la madera y las olas del océano era lo único que mis ojos llorosos podían ver.
Mi vida, si se le podía llamar vida. No se basaba en nada más que esperar el momento de mi muerte. Mi corazón latía, pero estaba lleno de desesperanza, mi mente estaba ahogada en incertidumbre, y más allá mis sentimientos que se encontraban confusos.
No sabía si amar al hombre que había salvado mi vida, con el que compartía afines y que me hizo ver el mundo de una manera distinta, u odiar al hombre que sin pensarlo con claridad tuvo la vileza de asesinar ante mis ojos a gente inocente, para luego expulsar de su boca cada palabra tan horrible que dolieron mucho más que mil agujas clavadas en la piel.
Las heridas de las tantas humillaciones que había sufrido se hallaban frescas y siempre lo estuvieron, pues nunca hubo un momento apropiado para que estas sanaran en paz. No había lugar tan siquiera para cicatrices, en esta historita no se me daba el tiempo de sanar, ni tampoco se me daba la oportunidad de escribirla. Era una desgracia tras otra y yo era solo el monigote.
Me afirmé un poco más a la madera y pude jurar haber escuchado una voz llamarme allá en el fondo del mar. Quizás mi destino se encontraba ahí en el océano y no en esta vida tan desesperante.
Como pude use la poca fuerza que tenía y levante mis pies por encima de la madera. Creí resbalar, pero me sujeté con vigor deseando dentro de poco sentir la paz que necesitaba.
— ¡No lo haga! — oí gritar a alguien muy cerca de mí y me sobresalte casi perdiendo el poco equilibrio que poseía — no lo haga, por favor — el capitán era quien se acercaba a mí con pasos lentos y una expresión en su rostro que no supe reconocer.
— Déjeme solo. Quizás esto sea lo mejor para todos 0ù dije con mi lengua casi muerta.
— Jimin por favor medítelo. Usted es un hombre muy joven, no se haga esto — lo veía cerca, pero mi corazón lo sentía lejos.
— A nadie le importo en esta nave, les hare un favor. Le aseguro que mañana la mitad de la tripulación celebrara mi deceso.
— No diga esas cosas...usted si me importa y mucho Jimin — otra lagrima cayo por mi mejilla y me rehusé a creer en sus palabras.
— Eso no es verdad. A usted no le importo mi palabra cuando intente defenderme de sus acusaciones. Me apunto con un arma y enveneno mi buen nombre, no es más que un desquiciado — todo se veía borroso a mi visión, pero aun así era capaz de contemplar esos ojos gigantes que me observaban con tristeza.
— Jimin tiene razón en lo que dice, no negare en ningún momento que mi mente no se encuentra tan cuerda como debería estar, pero con lo poco que me queda de cordura le puedo decir que esto no es lo que debe hacer. Usted es una persona valerosa, de las pocas que conozco, posee un carácter fuerte y una determinación única. No debería dejarse opacar por nadie, mucho menos por mí. Sé que en estos momentos debe estar odiándome, pero yo me odio aún más por haber puesto su vida en riesgo cuando le prometí que lo protegería. Perdí a mi Yawaca y me volví loco al pensar que usted tenía algo que ver con su muerte. Ella ya no está, ella ya murió, pero usted puede ofrecerse a sí mismo otra oportunidad. Por favor tome mi mano Jimin, tengo miedo de perderlo a usted también — su mano estirada se posó frente a mí y aunque todo dentro de mío me dijera que debía saltar al mar. El amor grito con más fuerza.
Alce mi mano hacia la suya, pero debido al alcohol en mi sangre no era capaz de hacer algo de manera correcta, así que por ello erre en tomar su mano y resbale.
— ¡Jimin! — el capitán corrió hacia mí y con un movimiento rápido evito mi dramática caída, sujetando mi mano para halarme hacia él.
Estando ya sobre el suelo del barco, percibí su aliento frio acariciando mi rostro al estar él tan cerca de mí. Respire profundo y mi mente me traiciono cuando me hizo recordar aquel momento en donde estuvimos tan cerca que mi cuerpo se dejó guiar por sus fantasías.
— ¿Se encuentra bien? — escuche su voz lejana hacer preguntas, pero solo podía fijar la vista en su pecho en como este subía y bajaba; mis oídos se concentraron en escuchar los latidos de su corazón, siendo tan fuertes que mareaban mis sentidos.
Mi cuerpo hizo entonces lo que quiso haciéndome recortar nuestra distancia y pegar su pecho al mío. Mis brazos fueron detrás de su nuca y deje desmayar mi mentón en su hombro. De inmediato sentí a sus abrigadoras manos tomar mi espalda y apegarme más a él. Desde ahora no sabría que etiqueta darle a nuestra relación, solo sabía que lo quería a pesar de todo, y que sus palabras eran sinceras. Mañana podía responderme por qué mi corazón latía tan fuerte al estar junto a él.
Besos y abrazos 🌊🌊🌊🌊
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro