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Capitulo XVI:

Unos cuantos días luego de mi cumpleaños llegamos a encallar en una pequeña isla cerca de las costas de Italia. Esta se encontraba colonizada y según lo dicho por Hope todo era mucho más económico aquí. Esa era la razón por la que ahora aprovechábamos los bajos precios y comprábamos todo aquello que necesitásemos.

Este lugar estaba mucho más cuidado y organizado que aquella primera isla en donde fue el comité pirata. Esto debido a los viajeros y comerciantes que siempre encallaban en ella, llenando de fortuna y dicha la isla al concretar compras de exorbitante valor monetario.

Seguía los pasos de Michael y Hope. Ellos llevaban en sus espaldas el cargamento de todo lo que habían comprado para sí mismo. Hasta el momento yo solo había comprado mi hamaca junto a una almohada y una cobija, era todo lo que necesitaba para no continuar durmiendo sobre el frio piso de la cocina.

La única excepción a esto fue la noche de mi cumpleaños, pues recuerdo con gran jubilo como desperté al día siguiente en la oficina del capitán con Yawaca haciendo de mi almohada y una cobija cubriendo a mi trasnochado cuerpo.

Tenía mucho que agradecer al capitán. Gracias a él en ocasiones me sentía como un príncipe mimado otra vez, aunque no negaba que su cortesía ya se me hacia un tanto extraña y que mis ganas por preguntarle sobre esto a Hope eran monumentales. Pero todo seria en vano, pues lo más seguro es que su respuesta seria. "Ni yo lo se Jimin".

Llegamos a la parte del mercado en donde solo vendían licores de todas las clases y de muchos países. Reía al ver como Michael estaba empeñado en agotar todo el almacén de los vendedores.

— ¡Idiota ya cálmate! ¡o terminaras en bancarrota como Utonio! — reprendió Hope a Michael quitando de sus manos dos botellas de ron que el de rulos pretendía añadir a su venta de otras cinco botellas más.

— ¿Quién es Utonio? — pregunte al no conocer ese nombre.

— Es ese zarrapastroso que se la vive al lado de Martin y los otros buenos para nada — me explico Hope. Ahora conocía el nombre del hombre que me boto por las escaleras.

— ¡Déjame ser! Yo no te recrimino cuando gasas todas tus monedas en putas — dijo Michael tomando de nuevo las dos botellas que el castaño le había arrebatado.

— Al menos déjame comprar a mí el licor. No quiero mierdas de alcohol como la otra vez solo porque no sabes hablar el idioma — al decir esto Hope comenzó a revisar las etiquetas de las botellas.

— Oye ya se hablar italianes ... ¡auch! — expreso dolor Michael al Hope golpear su cabeza.

— Se dice italiano; americano idiota — reí cruelmente por la tontería de estos dos. Mis tardes eran más divertidas al estar los tres juntos.

— ¿Eres americano Michael? — le pregunte al de rulos.

— Sí, soy de Norteamérica — respondió sobando su cabeza en la parte en donde recibió el golpe.

— Y yo soy de alguna parte de Asia. No sé de dónde con exactitud — agrego Hope mientras seguimos con nuestro camino — ¿y tú Jimin? ¿de dónde eres?

— Soy de Inglaterra, pensé que lo sabían — respondí de manera obvia.

— ¿Estás seguro? — pregunto Michael dubitativo.

—Por supuesto que si — ya me parecía un poco ofensivo que no creyeran en mi palabra.

— No te molestes, es solo que tus rasgos no parecen muy europeos — se explicó Michael.

— Tus rasgos son más como los míos o los del capitán — dijo Hope.

— Si eso no tuviese una explicación lógica me ofendería muchísimo por ese comentario, pero ya que estamos, les contare — doble mi cuello para hacerlo tronar y escuchar ese crujido tan satisfactorio — el motivo de mis rasgos se debe a una herencia genética por parte de mi tío. Él era de Asia al igual que mi madre, solo que ella no heredo los genes tan bien como yo o mí tío — les explique, para culturizarlos.

— Bueno, supongo que eso explica mucho — termino por decir Hope.

En ese momento terminamos con las compras personales para comenzar con las obligatorias. Cambiando nuestro curso al mercado de alimentos con la intención de llenar la alacena. Mientras caminaba entre las personas me detuve a pensar en que el rumbo de este navío era más que curioso, solo navegábamos hacia la nada. Había creído que la vida de pirata era mucho más emociónate.

Ayude a Hope y a otros piratas a subir los barriles y cajas de madera con alimentos. Estos eran pesados, pero hice mi mayor esfuerzo para que no se notara que sus pesos me ganaban. Al terminar de subir todo al barco no pude ignorar las risas burlonas y murmullos que venían de un grupo de cinco tripulantes del navío. Los mismos idiotas de siempre. Entonces vi como el tal Utonio se acercaba a mi mientras yo acomodaba una de las cajas.

— Hola princesita ¿es verdad que ahora eres la puta del capitán? — lo fulmine con la mirada, pero me trague mis palabras, en el transcurso que pensaba en ¿Por qué demonios decía eso? — ¿andas mamándole la verga para que te de buenas comiditas eh? — volvió a insultar a la decencia haciendo que todos carcajearan a excepción de ese tal Martin que se veía incómodo.

Mi mente se llenó de odio, no solo por lo que decía, sino porque esto era una total falta de respeto hacia el capitán también ¿Cómo se atrevía a hablar así de él, de mí? Pero... ¿acaso alguien estaba por ahí injuriando mi buen nombre? La sangre hecha fuego subió hasta mis sienes y corrí como una bestia hacia la cocina con el fin de golpear al idiota que comenzó todo.

— ¡Te voy a matar a patadas Michael! — bufe con fuerza apenas llegue a la cocina. Él por su parte se encontraba tan tranquilo comiendo fruta ¡ese miserable!, pero antes de poder hacer nada Hope me detuvo sujetando mis brazos evitándome avanzar.

— ¡Hey basta Jimin! ¡¿Qué mierdas sucede?! — pregunto Hope alterado.

— ¡Eres un imbécil Michael! — grite una vez más. Ese miserable se merecía cada insulto que se me pudiese ocurrir.

— ¡¿Y yo que diablos te hice a ti?! — pregunto como si no supiese.

— ¡¿Cómo pude confiar en ti bastardo?! ¡¿Cómo pude ser tan idiota?! — lo insulté de nuevo siendo aún detenido por Hope.

— ¡¿Qué sucede?! ¡carajo Jimin! — grito el castaño.

— ¡¿Qué se supone que te hice?!

— ¡¿Cómo diablos saben todos lo del capitán y yo?!

— ¡¿Qué?! Wo, wo, wo ¿Cómo que entre el capitán y tu pasa algo? — ¿Qué acaso Hope no lo sabía? Quedé desconcertado cuando supe que él no era conocedor del tema y deje de intentar llegar al de rulos.

— ¡Yo no he dicho nada de eso imbécil! — afirmo Michael viéndose ofendido.

— ¡Pues no confió en ti! — admití furioso.

— ¡¿Por qué?! ¡¿por ser un pirata?!

— ¡Si! ¡justo por eso!

— ¡Es ridículo seguir tratando contigo cuando solo nos ves como a unos retrogradas! ¡Durante todo este tiempo nosotros hemos cambiado nuestra opinión sobre ti, pero tú no lo has hecho con nosotros! ¡vete a la mierda Jimin! — Michael salió de la cocina dejándome estupefacto en el lugar. Se suponía que era yo quien debía decirle esas cosas y al final fui yo quien termino regañado.

— ¡¿Ves lo que haces niño mimado?! — me reprendió Hope golpeando mi cabeza.

— ¡Él ha dicho...

— ¡Él no ha dicho nada! De ser así ya yo lo sabría idiota — solté aire de mis pulmones y me senté sobre un barril. Mi mente daba vueltas, no sabía en quien creer — ahora dime ¿Qué es eso que pasa entre el capitán y tú?

— No es nada importante... — me negué a responder.

— ¡Si lo es! ¡o no hubieses querido golpear a Michael! — chiste mi lengua negando con mi cabeza. No estaba dispuesto a hablar sobre eso de nuevo — que no se te olvide Jimin que soy la mano derecha del capitán y que es de carácter obligatorio que yo sepa estas cosas — respire queriendo tranquilizarme y sentí como poco a poco la sangre en llamas se apagaba y circulaba una vez más por todo mi cuerpo.

— Yo, no sé si deba contarlo.

— A ver dime y yo sabré si debes o no — me alentó.

— El capitán, él ... tiene actitudes un tanto peculiares y no estoy diciendo que me molesten, solo que me hacen sentir extraño, y ahora estos imbéciles andan gritando a toda voz que yo le hago ciertos favores y es mentira. A Michael es al único que le había dicho y ahora todos dicen esas mentiras sobre el capitán y yo, no comprendo — me exprese con frustración.

— Jimin, Michael no dijo nada. No es un secreto que el capitán tiene ciertas preferencias para contigo y eso hace pensar cosas...

— ¡Pero yo no le hago nada! — grite sosteniendo mi cabeza.

— Lo sé, pero la gente es mala Jimin. Harán cualquier cosa con tal de hacerte obstinar — Hope tenía razón en lo que decía, pero todo era mucho más complicado que lo que podía ver a simple vista. Me agradaba estar con el capitán y compartir con él, pero sus actitudes no eran de mi favoritismo. Y el hecho de que ahora todos pensaran cosas tan obscenas con nosotros, me colocaba en un punto en donde debía elegir entre seguir compartiendo con el capitán o ignorarlo para callar las burlas.


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En esta ocasión como en muchas otras el negro obscuro del cielo me hacía compañía. Contemplaba hacia la nada en busca de estrellas las cuales parecían haberse ocultado debido a mis pesares. Era de mi entendimiento que mi actitud no era la correcta más, sin embargo, algo dentro de mí me forzaba a no limitar mis malos comportamientos. Pensándolo un poco mejor podría decir que esto se debía a mi crianza por parte de mi padre y de mi mozo George.

Recordarlos me agobiaba el alma, porque mi rescate nunca se había llevado a cabo. Por más que observaba hacia el océano ningún navío inglés navegaba en estas aguas. La teoría que podía ver más acertada es que todos hubiesen dado por hecho mi muerte. Que Amelia en su desesperación les hizo creer a todos que los piratas me habían matado.

Entonces mi padre organizo mi velorio sin siquiera tener un cuerpo al cual enterrar. Se había ahogado en su sufrimiento y tal vez su corazón no lo haya resistido, dándole fin a su vida. Pero ¿tan siquiera Amelia hubo bajado de este barco? No lo sabía, no la había visto. Y cuando hablaba con Hope sobre mi pasado el solía cambiar la conversación. Nada era lógico o concluyente si lo veía desde mi punto de vista ¿Por qué nadie me decía nada sobre mi familia? ¿Por qué querían que fuese un pirata?

Yo solo podía lamentarme pensando en que no volvería a verlos nunca. Que sus voces ya no serían escuchadas por mis oídos y que los momentos con ellos guardados en mi mente ahora se convertirían en recuerdos. Lloraba, pero sin llanto. Mis lagrimas se las habían llevado las olas, las estrellas ausentes y la brisa que siempre golpeaba a mi rostro. Ya no había más lagrimas para llorar y era deprimente que ni así pudiese expresarme.

— Jimin — salte en mi sitio cuando oí al capitán hablar detrás de mí — oh disculpe, no era mi intención asustarlo, debí haber carraspeado mi garganta.

— Está bien capitán — asentí calmando a mi corazón acelerado. Las horribles experiencias sufridas en otras noches, me habían dejado con la secuela de temer a estar en la cubierta a tan altas horas. Lo que no entendía es por qué seguía haciéndolo.

— ¿Se encuentra bien? — pregunto acercándose a mí y apoyando sus brazos sobre la tapa de regala tal como lo hacía.

— No — fui sincero. Ya no quería mentir y cerré mis ojos esperando su pregunta.

— ¿Qué le agobia Jimin?

— Michael se enojó conmigo porque fui grosero con el — expliqué sin titubear.

— Supongo que le debe entonces unas disculpas a Michael.

— Así es, lo que sucede es que de dónde vengo las disculpas no son el pan de cada día — en mi vida más tuve que disculparme con alguien que no fuese mi padre o alguna pretendiente. Nadie estaba por encima de mí — se lo que pensara: Idiota mal agradecido no sabe ni pedir disculpas.

— No pienso eso. Pedir disculpas es complicado, no es algo que se enseña, sino que se aprende con el tiempo. Las vivencias de la vida nos dicen a quién debemos pedir disculpas y a quien no. Si se enseñara nadie lo diría de corazón, todos lo harían solo por ser una cortesía o por verlo como una regla. Si usted considera que es conveniente pedir disculpas a Michael plantéelo y luego hágalo. De ser el caso contrario no tiene que agobiarse más con eso — nunca lo había visto de ese punto y saber la perspectiva del capitán me era de mucha ayuda.

— Gracias.

— ¿Esta seguro que es solamente ese problema lo único que le tiene mal? — pregunto observándome con sus enormes ojos.

Cerré los míos respirando la brisa fresca, abrí mis parpadas para observar el mar y le hice al fil la pregunta de la que tanto ansiaba obtener la respuesta.

— ¿Cuánto tiempo ha pasado desde que subí a este navío capitán? — bajo su mirada, para volver a mí y me respondió con pesadez.

— Seis meses — dijo sin más. Sentí mi garganta seca y mi corazón choco con fuerza contra mi caja torácica. Solo oí el ruido de las olas del mar y supe que no estaba soñando, que esto era real.

Medio año había pasado ante mí y yo no supe en qué momento. Ahora lo recordaba. Mi boda con Amelia se estaba por efectuar en abril. Esa fue la fecha en el que llegue a este navío, pero todo pasaba tan rápido frente a mis ojos que no note que seis meses de mi vida se habían desperdiciado. Que eran ya seis meses en los que no sabía nada sobre mi padre o de alguien de mi vida como príncipe.

— ¿Jimin? creo que debería sentarse, no luce bien — lo oí decir y se acercó a mi para sujetar mis brazos, pero yo me negué.

— No, yo... estaré bien — mis ojos se llenaron de lágrimas y con furia hice que volvieran a su lugar. Yo no lloraría, y mucho menos a la vista del capitán.

— Jimin, no quiero ser molesto, pero enserio debería sentarse se ve muy pálido — dijo con preocupación, pero lo que había dicho admito que me hizo reír.

— No se preocupe, yo soy así de pálido, mis mejillas no tienen ningún color — dije sonriendo. Mi falta de pigmentación era algo de lo que siempre todos hablaban.

— No cuando sonríe.

— ¿Qué? — pregunte al creer no haber escuchado bien, pero antes de que el hombre a mi lado pudiese decir algo escuche el canto de un animal. Nos miramos a los ojos y luego el capitán se sostuvo e la madera buscando en la oscuridad del agua el animal al que le pertenecía el canto.

— ¡Allí! — dijo señalando al agua.

Tomé su misma postura y entonces lo vi gracias a la luz de la luna reflejada en el agua. Una bandada de ballenas se cruzaba con nuestro navío mientras soltaban cantos y alaridos los cuales se me hacían muy hermosos. Sonreí y me incliné un poco más en la madera para verlas mejor; era la primera vez que veía ballenas.

— Con cuidado Jimin — me advirtió el capitán, quien no dudo en terminar de acercarse a mi y sujetar mi cintura para que yo no cayera — están migrando, siempre lo hacen bandadas, hasta que no emigran por completo no suelen alimentarse.

— ¿Sabe de ballenas? — me volví a él notando que estábamos muy cerca, pero ignore ese detalle y continúe viendo a las ballenas que me brindaban una paz reconfortante.

— Se un poco, he leído libros de biología y he nadado con ellas.

— ¿Y no ha tenido miedo de nadar con ballenas? — pregunte con asombro.

— No, son animales pacíficos y juguetones. Nunca he tenido problemas con alguna.

Las caricias del capitán en mi cintura me hicieron recordar el porqué de mi visita a la cubierta esta noche. Debía despejar mi mente de ideas cochambrosas o terminaría igual que esos otros piratas. Pero su toque cálido en mi piel no me molestaba hasta que a mi mente llegaban ideas absurdas y las burlas de terceros.

El capitán me agradaba lo suficiente como para que su cercanía se me hiciese familiar, pero a pesar de todo me preocupada el porqué de su favoritismo hacia mí, y todo lo que este dependía. Quizás algún día tendría la valentía de preguntarle, más sin embargo su respuesta era lo que más temía. Por ahora podía vivir tranquilo con cobardía e incertidumbre.

Besos y abrazos 🌊🌊🌊🌊

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