Capitulo XV:
Trabajaba bajo el intenso brillo de un sol mañanero. Las ampollas habitaban en mis manos pareciendo un enjambre de abejas y mi garganta ya rogaba por ser hidratada. El trabajo que nos había dejado aquella batalla con los piratas enemigos había sido muy arduo. La mayor parte de la madera de la cubierta tuvo que ser reemplazada al estar por completo o casi destrozada por el fuego o las bolas de cañón.
Habíamos trabajado por días en reconstruir el navío y en ocasiones contemplé desde lejos al capitán ofreciendo su ayuda. Desde aquel día en que los motohiwa nos atacaron no había tenido la oportunidad de hablar con él. Al llevar las comidas a sus aposentos se le veía distraído, aparentaba no querer hablarme y sentía que ignoraba mi mirada. Me preguntaba si acaso yo le había hecho algo para que cambiará su actitud para conmigo de un momento a otro.
En cuanto cortaba la madera con una sierra recordé el ultimo día en el que tuvimos una conversación. Él me hubo dado el colgante de mi familia, admitiendo que me pertenecía y que por consiguiente no era oportuno tenerlo en su posesión. Mi mente me hizo sentir la delgada cadena de oro rozando mi piel y sin previo aviso viaje hacia la memoria de lo que el capitán hubo hecho al darme el colgante. Mi mano sintió de nuevo la calidez abrigadora de las suyas y mis ojos vieron una vez más el interior de sus pupilas. Siendo brillantes, siendo apacibles y curiosas. Sus ojos como los de un niño inocente me observaron con ternura, como si quisiera comunicarse conmigo a través de ellos. Pero eso no era posible, nada de lo que interpretaba podía ser real. Había algo más, mucho más. Entre sus ojos algo habitaba escondido del exterior y eso no era ternura ni mucho menos inocencia. Él era un hombre no un niño tímido y perdido ¿no?
Tal y como había dicho Hope yo no conocía al capitán, pero lo poco que sabía de él me dejaba en desconcierto ¿Qué eran esos toques? ¿Qué eran esas miradas?
— ¿Te comió la lengua el gato? — preguntó de repente Michael quién me ayudaba cortando la madera.
—No — negué al instante.
— Siempre estás pregunte y pregunte y hoy... Nada ¿sucede algo? — seque con la manga de mi camisa el sudor en mi frente y me plantee si era oportuno hablar del capitán con Michael. Tal vez estaba por meterme en la boca del lobo, pero tantas preguntas esparcidas en mi cabeza todos los días no me dejaba dormir, ya era el momento de cometer errores.
— Si... ¿te puedo confiar algo? — de seguro y era estúpido hacerle esta pregunta a un pirata, hoy era el día del revés.
— Supongo — dijo Michael no muy convencido de su propia honestidad. Resoplé soltando el aire frustrado de mis pulmones y me dispuse a meter la pata.
— Quiero hablar sobre el capitán — termine de cortar la madera y deja ese trozo a un lado tomando otro para recortarlo a la misma medida —¿alguna vez se ha llegado a comportar extraño contigo?
— Define extraño — me pidió.
— No lo sé, como si él pudiera observarte a los ojos por mucho tiempo sin molestarle — algo dentro de mí me decía que no debía ser sincero del todo como para contarle a Michael la manera en la que el capitán tomó mi mano aquella vez.
— Eh... No ¿Qué clase de cosas hacen el capitán y tu cuando están en su oficina? — pregunto con sorna viéndose algo incrédulo a lo que le decía.
— Solo hablamos...
— ¿Pero te observa como si quisiera matarte o como si deseara robarse tu alma?
— ¡¿Que?! ¡no! Me observa como si... —no podía describir de una manera no sensible el cómo me miraba ¿Qué estaba ocurriendo? — cómo si me quisiera.
— ¡¿Estas demente?! — resoplo con sus labios y se echó a reír — el capitán solo quiere tres cosas en el mundo: la fortuna, a Yawaca y la comida. Ni yo ni nadie aquí puede ser digno del querer del capitán, además siendo él un hombre tan frío ni siquiera te puedo asegurar que siente algo — hablo el de rulos en su máxima ignorancia, porque yo sabía que él capitán si era capaz de querer, si podía sentir y si podía padecer.
Solo una persona con sentimientos fuertes podía ser capaz de pintar los paisajes tan hermosos que él pintaba, y no sólo se limitaba a pintarlos, sino que podía otorgarles un significado y además sabía cómo explicar lo que si arte le hacía sentir. Solo una persona que sabe apreciar se tomaría la molestia de curar a un desconocido como yo y ofrecerle cobijo. Solo una persona que entendida en lo que el amor respecta era capaz de arriesgar su vida por otros... Ahora lo entendía. El capitán y yo éramos más parecidos de lo que nunca creí. Todos éramos unas ovejas negras, pero sólo nosotros dos teníamos el coraje de salir al mundo sin el disfraz de oveja blanca.
El Jimin del pasado hubiese dejado caer a ese hombre al vacío, pero ¿si el capitán al ser una oveja negra no torcida su brazo al decidirse pelear oír otros porque yo lo haría? ¿por ser una oveja negra?
Culminamos nuestra labor con el barco cuando el sol se posó tras las nubes. Pensaba en como a nadie se le ocurriría creer que estábamos reconstruyendo el barco en pleno mar abierto, pero era lo que nos quedaba. El rumbo debía seguir y aunque no supiese hacia dónde, el capitán concluyó en que no era buena idea en callar en estos momentos y con el navío hecho un desastre. Pero en cualquier momento los materiales guardados se agotarían y no tendríamos de otra que tocar puerto en alguna Bahía.
Iba de camino a la cocina cuando alguien se intercepto en mi camino. Al alzar mi vista supe enseguida quien era. El hombre de barba y bigote un tanto esmirriado y con el cabello hecho añicos. Era el mismo hombre que salve de la muerte y que hasta este momento no me había cruzado con él de nuevo.
— Jimin ¿no? — pregunto como si no supiese mi nombre.
— Aja — afirme con cierto recelo. Le había salvado la vida, pero no era como si ahora fuésemos buenos amigos.
— Yo, quiero agradecer lo que hiciste por mí la pasada noche, fuiste muy valiente — ¿acaso oí bien o debía limpiar la cera de mis oídos? Me agradecía y no solo eso, sino que elogiaba mi osadía. Era el día del revés.
— Todo bien — dije aun desconcertado e incrédulo por lo que ocurría.
— Soy Martin — estiro su mano derecha en el intento de presentarse y yo la tomé sin entender del todo — eres un buen tipo, creí que eras un fanfarrón.
— Bueno deberías conocer a las personas antes de juzgarlas — hable y camine hacia la cocina cuando creí que sería todo.
— Ah Jimin — me llamo — está mal lo que te hacemos... hablare con los demás para que dejen de molestarte — afirmo y yo solo asentí sin creer en sus palabras. Las pesadas "bromas" habían cesado desde la batalla e igual ahora todos no teníamos lugar donde dormir.
Nuestras hamacas y sabanas se habían quemado completamente, así que por los momentos la mayoría dormíamos en la cocina. Sobre el suelo con algunas frazadas. Hope había prometido que apenas encalláramos compraría hamacas y sabanas para mí, pero ya no sabía que creer.
— Jimin, como soy buena persona te ordene la bandeja con la cena del capitán — me hizo saber Hope apenas entre a la cocina.
— Te lo agradezco — exprese con una sonrisa (algo que casi no hacia)
— Pero, que no se te olvide niño que me debes una, bueno una no, varias — me advirtió Hope señalándome con su dedeo. Rodee mis ojos y tome la bandeja con la comida.
No podía negar aquello. Hope había sido de gran ayuda al curar todas mis heridas de aquella batalla y también debía agradecerle el hecho de no haberle comentado nada al capitán sobre las "bromas". Hasta el momento yo no había hecho nada por él, pero no sabía cómo recompensarle. Si tan solo pudiese ir a mi castillo lo haría entonces merecedor de muchas perlas preciosas.
Entre a la oficina del capitán después de pedir su permiso y ser concedido. Lo primero que observe al entrar fue al capitán reposando su cabeza sobre el cuerpo de Yawaca y a ella acostada sobre el suelo dejándose querer por él. En esta ocasión como en muchas otras leía un libro en silencio, casi estático. Sin querer molestarlo hice el mínimo de ruido posible dejando todo en su lugar para luego salir.
— Jimin, espere un momento — me gire sobre mis talones y me sentí algo sorprendido porque me dirigiera la palabra — tengo que entregarle algo, acérquese — él se levantó y se dirigió hacia un cofre tras de su escritorio. Desde mi posición no pude ver lo que hacía, pero me mataba la curiosidad — espero que pueda perdonarme por haber olvidado este detalle. Mi cabeza no anda bien desde hace mucho.
Dicho esto, lo vi girarse hacia mí y dejo caer sobre la madera del escritorio una bolsa de tela. Cuando este cayo escuché el inconfundible sonido que producen las moneas y pensé que era una broma – su pago por ser parte de mi tripulación y servir a ella – fue lo que dijo, pero yo no creí.
— Pero yo...
—Todos aquí reciben su parte del botín Jimin. Si lo que obtenemos en conjunto no es compartido luego las masas se amotinaran y pensaran entonces en hacer un motín — me explico, pero la cuestión era que jamás se me había dicho que hubiese un pago para mí, lo que me dejo en total desconcierto — no sea tímido, solo tome lo que le pertenece.
— Yo... no sé qué decir capitán — mi boca era abierta, pero no podía formular nada sensato.
— ¿Acaso pensaba que lo iba a tener trabajando como un esclavo? Yo no soy así, soy un capitán justo y por eso me odian.
— Gracias capitán — fue lo único que pude atinar a decir.
— No debe agradecerme, es un derecho. Jimin, mañana por la noche no vaya a cenar con la tripulación, cenara conmigo — dicto para terminar de confundirme.
— Está bien capitán — hice una reverencia y tomé la bolsa de tela.
Por temor escondí la bosa en cuanto salí de la oficina del capitán, pero la curiosidad me mataba enormemente. Me escondí detrás de la escalera y abrí la bolsa viendo entonces un monto de monedas de oro brillante como el sol ¿Hope y Michael realmente conocían al capitán?
Veía mi reflejo a través del cristal roto. Arreglaba mi atuendo y peinaba con la mano mi cabello hacia los lados. Tal vez no podía hacer mucho con los recursos limitados que tenía, pero algo era capaz de hacer. Me arreglaba para ir a cenar con el capitán. No había usado la palabra "invitación" en su vocabulario, pero yo decidí tomarlo así.
-----🌊-----
Era mi primera cena con el capitán, debía ser refinado y muy bien portado. En momentos así extrañaba mi perfume, ahora no podía saber a qué diablos estaba oliendo, solo esperaba que no fuera a pescado. Termine de hacer lo que pude y me lamente al ver mi reflejo la sutura que aún había en mi cabeza. Pero no podía hacer nada, aun no era el momento de quitar los puntos.
Llegue hasta la oficina del capitán y toque a la puerta. Él confirmó y yo solo ingrese. El escritorio había sido cambiado por una mesa de roble y sobre ella platillos con vista de ser exquisitos se podían apreciar. El capitán estaba con su vista a la ventana lo que me dio un tiempo para contemplar su atuendo. Vestía con un saco de distintos tonos de azul verdoso, siento el tono más oscuro en sus hombros y espalda para luego tener el más débil cerca de sus rodillas. Usaba sus típicas botas negras y de su pantalón colgaba un reloj de bolsillo.
— Buenas noches Jimin, puede sentarse — me pidió.
Me senté entonces en la única silla que estaba próxima. Esta cena frente a mí era la misma que Hope no me había dejado probar ni traer, y no supe el porqué de ello, hasta ahora.
-Buenas noches capitán – exprese un poco tímido y dubitativo por lo que esta cena en esencia significaba. Lo vi caminar hacia la mesa para luego destapar una botella de vino y servir en mi copa como en la suya propia.
— Espero que le agrade el vino, es de Irlanda — asentí y comencé a pensar que mi timidez se notaba demasiado. Yo no era tímido ¿Qué era lo que me ocurría? — empecemos entonces. Es libre de tomar lo que quiera no se limite — me hizo saber y se sentó frente a mí.
Hace tanto que no comía hasta hartarme y las ganas de hacerlo ahora eran imperiosas, pero debía comportarme estaba frente al capitán. Me decidí entonces por el pescado bañado en salsa y el puré de zanahorias mientras tomaba algo de vino.
— Quizás se esté preguntando porque lo he invitado a cenar hoy — dijo mientras con un cuchillo la carne de res en su plato.
— Eh de hecho si, no puedo negarlo capitán — admití algo apenado.
— ¿Sabe a qué mes estamos? — pregunto algo que no me había plateado antes. Era otoño, pero ¿Qué parte de otoño?
— No, no lo sé capitán — dije tomando el vino.
— Estamos en octubre Jimin — quede estupefacto cuando afirmo el mes en el que nos encontrábamos. Sabía que debía recordar algo, pero exactamente ¿Qué?
— ¿Octubre?... — mi mente busco entre mis memorias ¿Qué había olvidado? ¡no podía ser! — yo... yo cumplo años en octubre...
— Lo es — ¡¿Qué?! — feliz cumpleaños Jimin — cuando llegué a este barco perdí la noción del tiempo. Los segundos parecían minutos, los minutos horas y las horas días. Nada estaba claro al estar en medio del mar.
— ¿Hoy es trece de octubre? — pregunte sin poder creer en la realidad que se me presentaba.
— Así es — afirmo.
— ¿Y cómo lo sabe? — pregunte.
— Porque tengo un reloj de sol, un calendario y un cronograma en la pared. Nada se me pierde.
— Disculpe, pero ¿Cómo sabe usted mi fecha de cumpleaños? — algo aquí no cuadraba y era justamente eso.
— Se la oí decir una vez a Michael — admitió ¿era es verdad? — conozco la fecha de cumpleaños de todos aquí e intento hacer algo por ellos en sus fechas especiales.
— Oh disculpé mi imprudencia, pero jamás creí eso de usted — dije con picardía.
— Intento hacerlo debido a que yo... no tengo cumpleaños.
— ¿Por qué no habría de tener un cumpleaños capitán?
— Es que yo no sé mi fecha de nacimiento — lo que había afirmado me dejo en desconcierto, así que no te mi a indagar un poco más allá.
— Disculpe mi intromisión, pero ¿Por qué no conoce el día en que nació? — su mirada bajo con lentitud a su plato y creí haber tocado una fibra sensible en él.
— Fui separado de mi madre a muy temprana edad. Ella era una esclava y fue vendida a un capataz extranjero. Yo me quede en la finca donde ella trabajaba es... todo lo que recuero. Las memorias de mi niñez son escasas.
Al terminar su corta historia solo continúo engullendo el bistec en su plato, pero mi alma se sintió helada. Comprendí entonces cuando aquella vez había dicho que lo que hubiese deseado era tener la suerte de otros.
El capitán y yo compartíamos el no haber crecido con una madre presente, siendo diferente mi caso cuando mi madre murió en mi nacimiento, por lo cual nunca tuve la agonía de sufrir su muerte. No podía imaginarme cuanto había padecido el hombre frente a mí al ser arrancado de los brazos de su progenitora siendo solo seguramente un bebé, para luego vivir la vida como un esclavo. Era desgarrador y el nudo de emociones en mi garganta lo podía confirmar. Sentí pena por él y el apetito se me fue despojado. Era deprimente pensar que el capitán no sabía el paradero de su madre o si tan siquiera estaba con vida. No conocía el día en que nació ni su edad... ¿Qué edad tenía el capitán?
— Bueno de no conocer su fecha de cumpleaños eso significa que su cumpleaños también podría ser hoy — dije con una sonrisa en el intento de alentarlo.
— Podría ser — dijo con su mirada aun al plato mientras comía, cuando se me ocurrió una idea.
— Entonces — alce mi copa con vino al aire — brindo por la espléndida velaba de esta noche, por mi cumpleaños y el suyo propio capitán, que la vida le brinde tantos años como alegrías y que al final del camino tenga algo glorioso para usted — el capitán se veía confundido, pero al ver que yo no desistía me siguió, alzando su copa con una media sonrisa en sus labios.
— Salud — dijo chocando su copa conmigo.
— Salud — le seguí.
-----🌊-----
No supe en qué momento me había sentado en el piso ni porque Yawaca estaba aquí a mi lado o porque el capitán también estaba sobre el suelo. Pero estábamos ahora así, sobre la madera fría de su oficina acariciando a la hermosa felina. Tomábamos como unos degenerados y nos importaba si nuestras voces ya eran muy sonoras.
— No entiendo como antes pude tenerle miedo, es un amor — decía de la felina a la que le acariciaba el mentón.
— Le dije que ella es una fiel compañera. En todos los años que ha estado conmigo jamás pensé lo contario — expreso el capitán tomando de su copa.
— ¿Y dónde la encontró? ¿Cómo la obtuvo? — quise saber.
— En uno de mis viajes al continente africano vi horrorizado como a lo lejos unos cazadores habían matado a toda una familia de tigres. A la madre y a sus dos cachorros. Fue algo espantoso de ver, pero no pude hacer nada. En ese entonces yo no era tan audaz como los soy ahora. Luego de que los cazadores recogieran todo y se marcharan yo pretendí irme también pero antes de hacerlo escuché el quejido de un animal. No sabía que era, pero al no ver a nadie me acerqué y vi como una pequeña tigresa estaba oculta tras unas enormes rocas. Yawaca intento defenderse, pero al notar que yo no era su enemigo dejo que yo la tocara y fue entonces cuando observe que en su pelaje había sangre, había sido herida con una bala. Corrí con ella en brazos de vuelta al barco y le pedí a Michell que la operara. Fue la única sobreviviente de su familia y hasta ahora ha agradecido mi acto con su solemne fidelidad hacia mí — me explico mientras acariciaba el pelaje anaranjado de Yawaca y ella lamia su rostro con su áspera lengua.
— Es una historia fantástica. Tanto ella como usted estaban perdido y se encontraron, así comienzan las mejores amistades — su historia había enternecido a mi corazón al punto de que unas pequeñas lagrimas se acumularon en mis ojos. Para para el momento triste pensé en tomar un poco más de vino y así lo hice.
— Sus manos... — lo escuche decir de repente.
— ¿Qué tienen mis manos? — pregunte preocupado. Pero el solo tomo ambas con las suyas, acariciando estas.
— Son muy hermosas, debe cuidarlas.
— Bueno es un poco difícil cuidarlas si todo el tiempo me corto en la cocina — dije bromeando.
— Le diré a Hope entonces que ya no lo deje picar — dijo continuando con sus caricias en mis manos. La calidez de sus dedos se sentía bien así que lo deje continuar.
— Jaja no, solo bromeo, no hace falta — exprese con timidez.
Queriendo acomodar mi posición hice un movimiento brusco y latina mi espalda quien aún sufría los golpes de la última batalla, haciéndome fruncir el ceño y quejarme por el dolor.
— ¿Se encuentra bien? — pregunto con angustia.
— Si, no es nada — dije sobando mi cuello — son solo consecuencias de la batalla.
— Déjeme ayudarlo — al decir esto se acercó a mí y se colocó a mi espalda de rodillas.
— No se preocupe estoy bien, no necesito oh... — sus manos masajearon con delicadeza mi cuello y espalda. Lo hacía con tal maestría que no pude evitar relajarme y soltar algunos suspiros — ¿Dónde aprendió a hacer esto?
— Es una historia muy larga, tal vez se la cuente luego — el capitán parecía ser perfecto en casi todo lo que hacía. Era envidiable, pero al menos ahora podía aprovecharme de su perfección.
— Ese día casi muero, de no hacer sido por Yawaca y mi audacia no la contaría, también salve a un hombre y por poco me quemo vivo. Jamás pensé vivir adrenalinas así — dije recordando ese día y pidiéndome en sus toques, sintiendo el sueño llegar a mí.
— Es valiente Jimin, debe confiar en usted.
— Gracias, lo malo ahora es la fea cicatriz que quedara en mi frente...aff que tristeza — exprese cabizbajo.
— Mi abuela tenía una solución para eso — dijo pausando sus movimientos.
— ¿Qué? — exprese al no comprender.
Contemple su rostro acercándose lentamente a mí y el corazón en mi pecho comenzó a brincar eufórico. No sabía que hacer ¿debía moverme? No lo pensé mucho y lo dejé continuar para ver que se atrevía a hacer.
Fue entonces que sentí sus suaves labios sobre mi sutura. Era frágil, era cuidadoso, era ¿tierno? Sonreí luego recordando porque su historia no me había convencido.
— Capitán — lo llame con sorna haciendo que me mirara atentamente — usted no tiene abuela ¿no es así?
— Me atrapo, no tengo abuela — dijo riendo.
Una vez más tuve la posibilidad de ver su risa, su sonrisa. Algo que seguramente nadie había podido contemplar. Era como ser la única persona en el mundo que fue capaz de conseguir un tesoro de muy alto valor del cual muchos dudaron su existencia. Y me hacía feliz, verlo sonreír me hacía feliz. En la mañana me platearía el porqué de ello, pero ahora solo quería verlo feliz. Si acariciar mis manos, hacerme masajes o besar mi rostro lo llenaba de dicha entonces lo dejaría seguir. Tal vez porque por algún motivo esto también me brindaba felicidad...
Besos y abrazos 🌊🌊🌊🌊
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro