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Capítulo XLV:

4 años antes — Relato en tercera persona:

— ¿Saben dónde puedo encontrarlo? — preguntaba el hombre de barba recortada y de muy finos rasgos llamado George, a tres hombres de dudosa higiene en un bar pirata.

— Según dicen siempre se encuentra entre las costas de Italia y Francia ¿puedo saber para que lo buscas? — le devolvió una pregunta.

— Es algo exclusivo, agradecería que no se supiese — los tres hombres rieron entonces por la inocente respuesta de George, tildándolo de carne fresca muy pronta a morir.

— De ser así te equivocaste de bar amigo, aquí todo el mundo se entera de todo — contesto uno de los hombres — y viendo tu apariencia será mejor que no encuentres al capitán — expreso fumando de su pipa.

— ¿Porque? — cuestionó.

– ¿Qué no has escuchado de él?.

— Si, sé que es el capitán más joven que ha existido y que además ningún otro pirata desea tenerlo cerca. Es perfecto para el trabajo que pienso mostrarle — el hombre que fumaba inhalo una vez más de su pipa antes de acercarse agresivo a George.

— Mira no se que es lo que pretendes, pero más te vale ser muy cuidadoso con él. Que no te engañe su corta edad, no dudará en sacar tus tripas si llegas a faltar le al respeto — le advirtió a George dejando soltar el humo del cigarro en todo su rostro hasta hacerlo toser.

— Pero si nunca habla con nadie ¿como saben eso de él? — pregunto torciendo y alejando el humo con su mano.

— Tal vez nunca hable, pero cuando lo hace solo tienen dos objetivos: asesinarte o mutilarte. Elige tus palabras con cuidado para que no te toque la segunda como a mi — dicho esto el hombre levanto su pantalón mostrándole así a George el trozo de madera que tenía por pie.

— ¿Saben algo más? — dijo tragando con fuerza.

— Todo el mundo sabe que es eunuco, pero no intentes mirarle la entrepierna o notará que intentas averiguarlo y arrancará uno de tus ojos — volvió a advertir.

— Si, mira como termine yo — dijo otro de los hombres enseñándole a George la cuenca vacía que escondía detrás de su parche, haciendo que este se retorciera del asco.

— Gracias, las bebidas las pago yo — aseguro y aventó monedas a la mesa en donde se hallaba antes de partir.

— Esta muerto — opino el hombre que nunca hablo cuando George le dio la espalda.

— Sin duda alguna — afirmó el cojo.

Así fue como George se embarcó en un viaje que hasta donde supo el príncipe Jimin, esto se trataba de "negocios".

Encontró al barco y a su tripulación cerca de las costas de Italia luego de muchos meses de buscar, y espero con tranquilidad a que uno de sus hombres tocara el muelle. Siendo de esta manera como conoció a Joel.

— Capitán, un hombre desea hablar con usted — le hizo saber Joel al capitán.

— ¿Y que te hace pensar que yo deseo hablar con él? — respondió siendo tosco mientras jugaba con el cuchillo en su mano.

— Dice que viene por parte del rey de Inglaterra y que tiene un trato muy interesante para usted — le explico.

— ¿El rey de Inglaterra? — repitió incrédulo.

— Así lo afirma capitán.

Se lo pensó por un momento y luego resoplo para dejar el cuchillo a un lado.

— Atalo de manos y déjalo pasar, pero si es otro charlatán corta su cuello en donde su asquerosa sangre no pueda manchar ni un extremo de mi navío — le ordenó.

— Si capitán — Joel salió entonces de la oficina del capitán en busca de aquel dichoso hombre enviado por el rey.

— ¿Y quien es él? — pregunto Michael al ver al hombre de tez blanca y finos rasgos quien era resguardado por Hope.

— No lo sé, Joel lo trajo — contesto el castaño.

— Tu no pareces haber vivido una mala vida — atinó a decir Michael observando a George como si este fuese una criatura extraña.

— Veras al capitán — le hizo saber Joel.

— Espléndido — expreso haciendo un ademán de caminar, pero Joel lo detuvo.

— Debemos atar tus manos, solo por seguridad — el hombre de finos rasgos se noto ofendido, pero al no poder hacer nada más estando a la merced de piratas, no protesto aceptando entonces — Hope, el capitán quiere que vengas — dijo atando las manos del hombre.

— Esta bien. Michael termina la cena y si se te quema otra vez juro que te cortare uno de tus testículos — amenazó Hope a Michael entregándole su delantal.

— Que esperanzador — se burló el de rulos.

-----🌊-----

— Habla — le exigió el capitán a George encontrándose de espaldas a él. Jugando aun con el cuchillo.

— Buenas noches capitán, mi nombre es George y como ya le habrán hecho saber estos amables caballeros, vengo de parte del rey y tengo un trato para usted — se atrevió a decir aun sin conocer el rostro del capitán.

— ¿Qué es lo que quiere de mi? ¿y que es lo que usted ofrece? — pregunto el capitán dudando del hombre.

— Pues vera...el rey me ha enviado aquí para ofrecerle cinco mil monedas de oro y un trato en donde juramos que nuestras tropas jamás los atacaran de nuevo si desean atracar en cualquier puerto de Londres.

— ¿Tiene el trato aquí con usted?.

— Si... — respondió.

— Hope — al llamar al castaño este mismo se dirigió a George y comenzó a buscar ese tratado en los pantalones del hombre hasta que lo hayo, haciéndole entrega entonces al capitán.

— Como podrá ver la carta tiene el sello y la firma de la casa real Thompson, todo es legítimo — decía George mientras el capitán abría la carta con el cuchillo sin observarlo aun directamente. Para este punto el hombre comenzaba a sospechar que el capitán poseía una deformidad en el rostro.

— ¿Y que quieren a cambio?

La respuesta a eso se encuentra en el bolsillo de mi saco capitán — Hope volvió sus ojos cuando tuvo una vez más que investigar a aquel hombre, y le entrego al capitán la otra carta que encontró. — ese joven que ve en el dibujo es Jimin Thompson, el hijo del rey. Por distintas circunstancias el rey no está dispuesto a otorgarle su reinado a él y desea que ustedes bueno...quiten ese estorbo del medio — expreso con tanta frialdad que hasta logro hacer temblar los vellos de la barba de Joel.

Pero el capitán no dijo nada, no pudo. Se encontraba absorto observando al joven dibujado en el pergamino. Nunca había visto a alguien tan hermoso en toda su vida. Su rostro le recordaba a los querubines que adornaban el techo de la Capilla Sixtina en el Vaticano. Se cuestionaba si tal vez la persona que lo dibujo había exagerado en sus rasgos haciéndole ver demasiado hermoso como para ser real, como para existir, como para ser un hombre...

Un hombre como él ¿porque habría de maravillarle un hombre?. Normalmente estos eran sucios y descuidados, pero él no se veía así. Su cabello estaba perfectamente cortado, su nariz poseía una forma delicada que armonizaba con sus pómulos redondos. Sus ojos rasgados tal y como los de él contenían profundidad y esos labios...afortunado fuese aquel que pudiese besarlos, porque el no lo haría, no tendría tanta suerte.

— ¿Puede hacerlo? — pregunto George al no obtener respuesta del capitán.

— Respóndame algo... — el capitán guardo el dibujo en su pantalón y se dio al fin la vuelta. Impresionando al instante a George debido a su delicado rostro. ¿Como es que un pirata podía tener el rostro así? — ¿usted es un loco o un genio? — dicho esto clavo el cuchillo en su escritorio y camino con pasos pesados a George.

— ¿Disculpe?

— Viene a mi barco a ofrecerme un trato descabellado sin al parecer ningún tipo de protección ¿qué es lo que pretende? — le pregunto acercándose demasiado.

— ¿Qué le hace pensar que estoy desprotegido capitán? Sino regreso en veinte minutos las tropas que me acompañan tienen la orden de bombardear si barco hasta dejarlo en cenizas.

— ¡Insolente! — grito Joel desenvainando su espada para acorralar el cuello del hombre.

— No Joel — lo detuvo el capitán, observando de arriba abajo a George — al parecer no es ninguna de las dos opciones anteriores. Solo es uno más del montón — avanzó hasta su escritorio sentándose luego en su silla — le avisaré a través de una caerá la decisión que he tomado. Por ahora quiero que se largue de mi barco.

— Pero capitán...

— No tomaré una decisión ahora si es lo que pretende. Es un tema muy delicado y necesito pensarlo. Ahora largo. — fue lo último dicho por el capitán antes de que Hope y Joel acompañarán al hombre a la salida.

Más tarde esa misma noche los tres hombres discutían sobre lo ocurrido, para concluir que postura debían tomar.

— Yo pienso que es un buen trato capitán. Ganaríamos una buena recompensa por un trabajo que ya hemos hecho antes y seríamos libres de atracar en Londres. A mi me parece algo justo — dio su opinión Joel.

— No lo se ¿tu que opinas Hope? — le pregunto el capitán al castaño quien no se notaba convencido.

— No estoy del todo dispuesto. Siento que algo no está bien — afirmó Hope desde una esquina con sus brazos detrás de su espalda.

— ¿Que no podría estar bien?. Capitán déjenos ese trabajo a nosotros, usted ni siquiera tendría que verse involucrado — animo Joel siendo persistente — varios capitanes ya tienen tratados con gobernadores y almirantes. Usted tendría un tratado un mismísimo rey, eso nos dejaría muy bien posicionados. Además, sino lo hacemos nosotros buscará a otros que lo hagan.

— Esta bien, lo haremos. Pero no quiero que nadie se entere de esto. Le dirán a los demás que ingresarán al castillo en busca de oro y tomarán a dos rehenes, tal y como explica en esta carta, pero nada más eso. No quiero que conozcan qué esto se trata de un convenio ¿quedo claro?

— ¡Si mi capitán! — afirmaron los dos hombres.

— Joel, avísale a Ethan que debe viajar para entregar una carta, pero no le digas que contiene. Por la mañana te la entregaré y necesito que parta en ese mismo instante. La carta será anónima y dirigida a un tal Marcos. En estos pergaminos tengo la dirección, te la haré llegar en cuanto termine la afirmación — aseguró el capitán siendo firme en cada una de sus palabras.

— Si capitán — expreso Joel antes de abandonar la oficina. Cuando entonces el capitán saco el dibujo de su bolsillo y lo contempló con melancolía.

— ¿Sucede algo capitán? — cuestionó Hope al ver la tristeza en los ojos del hombre frente a él.

— Hope en unos días discutiremos como se llevará a cabo el plan como esta escrito en estos pergaminos, pero quiero pedirte algo... — susurro.

— Esta bien capitán.

— No deseo ver al joven. Asegúrate de asesinarlo fuera del navío — la petición del capitán dejo intrigado a Hope, más sin embargo, él no le haría preguntas. Él nunca cuestionaría al capitán.

— Si mi capitán.

-----🌊-----

El tiempo transcurrió y el capitán continuaba observando el dibujo y mientras más lo veía, más culpable se sentía. Pero ¿porque? ¿Cual era la razón?, ya había asesinado a mujeres, niños, ancianos...

¿En que se diferenciaban ellos a ese joven? Ese hermoso joven que se notaba tan fresco y lleno de vida.

Contemplaba la imagen una vez más en esta terrible noche, en donde ese deslumbrante ser del dibujo perdería la vida.

Entonces comenzó a escuchar gritos cercanos y sus plegarias fueron inútiles, pues lo que ocurría allá afuera era claramente justo lo que se imaginaba.

— ¡Por favor no lo hagan, puedo serles útil! — escucho gritar al joven con un tono de voz tan tierno, que dio por seguro que se trataba solo de un muchacho.

— ¡No lo hagan! ¡Soy el hijo del rey! — grito una vez más haciendo que el capitán se levantase de su asiento con un respingo.

Avanzó desesperado hacia la puerta sintiendo como su órgano vital empujaba con furor contra su pecho.

— ¡Soy Jimin Thompsom! ¡Hijo del rey! — sujetó la perilla planteándose si esto era lo correcto. No, no era lo correcto. Tenía que dejarlo morir, él debía...

— ¡Me quedaré por ella!

Giro la perilla y salió de la oficina como alma que lleva el diablo, observando como sus hombres estaban a punto de cortar la mano del príncipe.

— ¡Alto! — vocifero con angustia y cuando el joven volvió su mirada a él creyó ver el paraíso por primera vez.

Entendió que el artista que lo hubo dibujado no había sido tan dedicado, pues el príncipe era mucho más hermoso en persona, tanto que cuando sus ojos se encontraron pudo sentir una conexión inmediata. Parpadeo varias veces al no creer lo que sus ojos veían, pero él estaba ahí...temeroso y rogando por su vida, siendo tan inocente.

Desde esa noche el capitán no pudo dejar de pensar en cómo se sentiría tocar la piel de un ser tan divino como lo era el príncipe. El cómo sería ser amado y querido por alguien tan puro y precioso, pero para su desgracia no podía hacer mucho. Él era un hombre y no una mujer, más encima era un pirata y el joven un príncipe. Solo le quedaba amarlo en secreto y lamentarse por las noches de que aquel joven no pudiese dormir a su lado. Eso pensó, hasta que recordó la leyenda del sol y la luna...

"No existen los amores imposibles".

Muchas gracias por leer 🤗en el próximo capítulo hay acción por favor esperenlo ❤️❤️

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