Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo Ⅺ:

Golpes por allá, cortadas por acá, objetos rotos en cada esquina, el desastre total representado físicamente y yo sin saber en dónde esconderme. A raíz de la muerte del capitán Maxwell todos se volvieron de repente enemigos de todos. Michael había tenido razón en decir que nadie aquí era amigo de alguien.

El capitán apenas había visto que todo se fue al diablo soltó la cadena de Yawaca y le otorgo libertad. Al haberlo visto realizar esa acción hui lejos de una tigresa que ni siquiera me perseguía.

Corría intentando esquivar las peleas y rogaba por no meterme en ninguna de ellas. Me odiaba internamente por haber hecho lo primero que se me advirtió que no hiciera (separarme del grupo). En tanto caos había perdido de vista a Hope y al capitán, lo único familiar que podía diferenciar eran los rugidos de Yawaca. Ni siquiera podía disfrutar con tranquilidad ver a los piratas enemigos huir aterrados de ella. Que lastima.

Subí las escaleras pareciendo no encontrar nunca un lugar seguro. Yo era un pusilánime si esperaba encontrar un lugar seguro en medio de una batalla pirata.

Una espada paso por encima de mi cabeza tal vez cortando uno de mis hermosos cabellos. Estaba ahora en medio de una pelea (justo lo que deseaba no encontrar) y como pude me agache y maniobrando por el piso con mis manos y pies logre salir de en medio de esos dos hombres que luchaban a muerte.

Escuché un grito y vi impactado como una persona había sido aventando por la baranda de las escaleras contra su propia voluntad. Ese pobre diablo ya estaba más que muerto ahora.

Hice un respingo y mi corazón retumbo como si fuera a salirse de mi pecho, cuando alguien por poco me mata al clavar con cólera una filosa espada en el barandal. Mi distracción casi fue la razón de ser este mi último día. Creí estar en el medio de otra pelea, pero al observar al pirata sacar con fuerza la espada de la madera de la baranda y apuntarme a mí, deduje con agonía que este hombre pretendía luchar conmigo.

– No, amigo yo no...

– ¡Cállate y pelea! — me interrumpió. Yo di pasos hacia atrás moviendo las manos en el aire por negación, pero este hombre no iba a ceder a eso, la adrenalina lo había cegado.

Mis pies se movieron con rapidez queriendo desaparecer de la visión de ese hombre, pero cuando creí haberlo perdido otro hombre apareció frente a mí con las mismas intenciones. Palmee la funda de la espada queriendo armarme de coraje y tener de una vez por todas mi primera lucha con un pirata que si quería matare. Pero desafortunadamente la espada se atoro y quede como un idiota frente a ese hombre.

– Eres patético — dijo con desprecio ese harapiento.

– ¡Cállate o te colgare del cuello! — grite por la furia contenida que habitaba en mi desde hace un buen tiempo. Antes nadie nunca me había faltado el respeto de tal manera. Ya me tenían harto todos.

– ¡¿Qué tú que?! — gruño furioso y fue cuestión de suerte que en ese momento exacto pudiera al fin desenvainar la espada.

La tomé con fuerza y evadí su primer ataque. Todo mi cuerpo temblaba absolutamente todo, pero si algo había aprendido del capitán era no mostrar debilidad. Apreté el mango y con seguridad ataqué de vuelta al harapiento. Él por su parte agilizo sus maniobras haciéndome retroceder hacia atrás. Mis ojos se movían de aquí para allá, había muchas cosas a las que debía ponerle atención. A mis movimientos, hacia la ruta a donde me dirigía, a los demás piratas tras de mí y encima al hombre fuerte frente a mi rostro con claras intenciones de asesinarme.

Llegamos a una habitación con una pequeña barra y me subí a ella cuando no vi más espacio para caminar. El problema de estar luchando ahora es que solo conocía como evadir sus ataques, mas no como atacarlo para terminar esta batalla que ya se me hacía extenuante. Al mismo tiempo cuestionaba si sería capaz de matar a alguien, nunca lo había hecho, pero ¡¿qué diablos?!...

Caí estrepitosamente al suelo por no fijarme en mis pasos (tenía tanto que aprender). No tuve ni tiempo de acariciar a mi espalda adolorida, pues ya tenía de nuevo a ese hombre frente a mí, más encima burlándose de mi accidente ¡desgraciado!

Pasando entre sillas y mesas se me ocurrió una idea que no sabía si funcionaria, pero que debida intentar. Tome con mi mano libre una de las escuálidas sillas de madera pobre y se la avente a ese hombre con la esperanza de ganar tiempo. Esta se rompió en toda su cara haciéndole soltar un grito agudo. Aproveché la oportunidad y me escabullí de su vista, pero sin suerte alguna para mí el hombre se recuperó rápido y me encontró en el filo de las escaleras.

Desde esta altura no podía saltar por el barandal como lo hacía en el barco, terminaría con una pierna rota...

Empuñe de nuevo mi espada y dándome por vencido batalle con él, esperando encontrar otra solución para huir. Yawaca paso por mi lado y salto encima del hombre al que tanto perseguía, mordiendo y destruyendo su mano por completo. Una escena descabellada y aterradora que me hizo perder mis cabales en el acto. El peligroso hombre maniobro con su espada y logro que yo soltase la mía.

El retumbar de la espada cayendo al suelo me hizo alertar y con temor me desplome sobre el piso frio creyendo que este sería mi fin.

– Ahora reza para que vayas al cielo... — el pirata no termino de hablar porque alguien lo había atacado por la espalda y ese alguien no era nadie más ni nadie menos que el mismísimo capitán. Abrí mis ojos a la par de mis labios cuando el pesado hombre cayó casi agonizándote por haber sido cortado con una espada.

– Le dije que lo protegería — exclamo el capitán quien estaba de pie frente a mis ojos sin aparentar ningún rasguño. Seguido a esto tendió su mano libre hacia mí y yo la tome — ¡vámonos Yawaca! — llamo a la enorme bestia al mismo tiempo que lanzo un silbido a ella. Yawaca sin pensarlo mucho dejo de encajar sus filosos colmillos en aquel pobre hombre ahora muerto y corrió a nosotros con placido brío.

El capitán le coloco de nuevo la cadena que llevaba enrollada en su brazo y así partimos hacia el barco, donde esperamos al menos veinte minutos a que Hope y Joel encontraran a todos los de la tripulación. Esta había sido una de las noches más extremas de mi vida, no podía con toda la adrenalina que se apoderaba de mi cuerpo, pero al parecer para los piratas solamente había sido otra batalla más, una tan insulsa como muchas otras.

-----🌊-----

Mi rostro hacia el cielo queriendo robar un poco del brillo del sol y mis palmas y cuerpo sobre la cálida arena. Ese sonido tan característico de las olas rompiendo contra las rocas, junto a la brisa suave y el canto de algunas gaviotas; todo era tan único y por alguna razón que desconocía se me hacía muy especial.

Contemplaba como el capitán corría y tras de él una hermosa felina quien intentaba alcanzarlo. Para luego hundir sus cuerpos en el mar y juguetear con el agua fresca...cristalina.

Sonreía por tener ante mis ojos una escena tan conmovedora como lo era ver al capitán aseando a su mascota. Quitando de su pelaje, garras y colmillos los restos de pobres desafortunados. Ahora que lo pensaba mejor la escena no era tan conmovedora, no obstante, al ver al capitán siendo algo feliz me hacía sentir bien. Y sabía que era feliz cuando lo observaba sonreír con sus ojos. Al menos hacia el intento de una corta sonrisa con labios. Hope tenía razón. Yawaca era su reina y el único ser que lo podía hacer sonreír.

Luego de un corto receso disfrutando las delicadas playas de Paris, regresamos con el barco al muelle en donde antes habíamos encallado. Esta vez no habitaban muchos navíos a nuestro alrededor. La mayoría de piratas invitados al comité ya se habían retirado, algunos para velar a sus muertos y otros para quizás celebrar una victoria que no fue de nadie. En nuestro caso nos habíamos decidido por quedarnos un tiempo más en tierra firme y descansar de las labores cotidianas que ya nos mantenían más que agotados.

Tenía curiosidad en saber cómo era el celebrar en la vida de un pirata así que acompañé a Hope y a Michael a ese mismo bar en donde por poco perdí mi vida. Vaya ironía.

Estábamos ahora sentados en una mesa donde se hallaban otros piratas tanto de nuestra tripulación como de otros. Ellos tomaban de esas grandes botellas lo que parecía ser ron. Sus conversaciones junto a la música producida por violines no me dejaban oír del todo claro, excepto por algo que llego a decir Hope que si llegue a escuchar muy bien...

– ¡¿Qué?! — exclame exaltado.

– ¿Qué cual quieres para ti? ¡Yo pago! — este hombre inescrupuloso me hacia una propuesta desubicada que me tomo por sorpresa.

– ¡¿Estás loco?!

– ¡No Jimin! ¿Qué acaso no quieres estrenarte? Por qué si eres virgen ¿no es así? — mi rostro en total confusión y mis parpadeos exagerados creo que no eran suficiente para hacerle entender a este animal que se propasaba con lo que proponía.

– ¡No quiero hacer nada de eso! — declare negándome.

– Oh vamos Jimin, mira... — poso su brazo alrededor de mi hombro y se acercó más a mí para susurrar — esa que esta allá da unas cabalgadas que te dejan temblando completamente. Esa de allí hace unas mamadas que pueden producir sensibilidad en tu pene hasta por días. Y esa otra de allí al fondo es una diosa cuando de posiciones nuevas se habla. Tratará a tu pene como si fuera el mismo Dios en persona — decía él mientras señalaba a varias mujeres distintas quienes hablaban con otros piratas — aunque esa de allá puede que te convenga, sabe tratar a los vírgenes.

– ¡¿Pero con cuantas has estado?! — pregunte ya realmente asombrado por la cantidad numerosa de mujeres que afirmaba conocer en la cama.

– La pregunta aquí es "con cuales no he estado" — respondió con sorna y a este punto ya no podía tomarme nada de lo que me decía como una broma.

– ¿Qué hacen pequeños? — Michael pregunto llegando a nuestra mesa con una gran botella de ron de la cual Hope tomo antes de hablar.

– Instruyo al príncipe para que sepa con cual mujer debería acostarse.

– ¿Y cuál le aconsejaste? — volvió a preguntar Michael.

– A Adrianne.

– Oh, ella es genial — expreso Michael dejándome más confundido aún.

– ¿Tú también has hecho esto? — le cuestione con mis cejas fruncidas.

– ¡Por supuesto Jimin! ¡todos lo hacemos! — respondió Hope por él.

– Todos, excepto el capitán — afirmo Michael.

– Ah, él no podría hacerlo, aunque quisiera — se burló Hope junto a Michael haciendo evidente que algo escondían.

– ¿Qué? ¿eso por qué? — pregunte al querer saber de qué se reían.

– Ah es que... — Michael se acercó más a nosotros y susurro las palabras — el capitán no tiene eso que nos hace hombres — mi cuerpo se echó hacia atrás y los observe como si me estuvieran tomando el pelo. Porque de hecho lo hacían.

– Eso no es verdad, todos tenemos uno.

– El capitán no — confirmó Hope muy seguro de su respuesta.

– No les creo, son pamplinas... — chisté mi lengua y negué con la cabeza cuando creí que querían verme la cara de idiota.

– ¿Se lo has visto? — pregunto Michael con sus ojos bien abiertos.

– No, pero...

– Él no tiene, mira...dicen los rumores que el capitán era el criado de una adinerada Marquesa, pero que todo se vino abajo cuando él osó en acostarse con su hija más joven, fue entonces cuando de castigo se le impuso la castración — explico con un tono que reconocí como pavor en sus palabras.

– En resumidas cuentas, el capitán es eunuco — dijo Hope con calma antes de tomar de la botella.

– ¿Y cómo saben que eso es verdad? — me era difícil de creer en las palabras de un pirata.

– Todos lo saben. Nunca lo hemos visto acostarse con nadie o tener alguna pareja o amante.

– Y siempre en celebraciones así, él es el único que no baja del barco. Se queda encerrado como ahora en su oficina — agrego Michael.

– Nuestra conclusión es que por eso se oculta, por la vergüenza. No lo culpo, yo también estaría así de amargado sino pudiera tener sexo — concluyo por decir Hope. Yo estaba sentado en mi sitio intentando procesar la nueva información que se me hacía presente.

¿Era todo esto verdad? ¿o solo estaban queriendo molestarme?, quise desviar la conversación y se me ocurrió una idea en la que podría zafarme de las ocurrencias de Hope.

– ¿Cuál es el licor que más disfruta el capitán?

– Mmm suele disfrutar de un muy buen brandy — opino Hope.

– ¿Podrías decirme cual es el nombre del que toma? — pregunte amablemente.

– Sígueme — dijo Hope. Fui tras él y le hice presente que si quería pagarme algo esta noche que solo fuera esa botella de brandy. Él acepto un tanto desorientado y yo los deje en el bar para ir rumbo a "La Bestia Susurrante".

El cielo era escaso en estrellas, pero la luna se veía brillante y hermosa en aquella sabana aterciopelada. Subí por la plancha custodiada por dos hombres de nuestra tripulación, quienes solo ignoraron mi presencia. Camine entonces con confianza por la cocina y tome dos vasos de vidrio que solo se utilizaban para las comidas del capitán.

Me posicione enfrente de la puerta de la oficina que se encontraba iluminada y ocupada por lo que se podía reflejar por las ventanas, y toque dos veces esperando la confirmación del capitán. Tenía intenciones de saber más de él, de conocer el porqué de su soledad. Quería descubrir la razón de su aislamiento y además hacerle un poco de compañía que a nadie le vendría mal.

Tal vez acercarme a él me daría la oportunidad para irme del barco y volver al fin a mi hogar. Pero por supuesto que no me atrevería a preguntarle lo que hace unos minutos Hope y Michael me hicieron saber, aunque no iba a negar que esa duda en mi ahora era creciente. De ser eso verdad, tenía quizás la respuesta a todas mis preguntas sobre él y también de ser así, por algún motivo algo me empujaba a sentirme mal por él. Era de hecho la primera vez en mi vida que sentía pena por alguien.

¿Pero estaba mal acercarme al capitán por lastima? ¿o solo para saber de mi liberación? No lo sabía. La empatía no era un concepto que en mi fuese abundante.

Escuche su voz confirmando que podía ingresar y gire la perilla entrando dentro de la oficina.


Besos y abrazos 🌊🌊🌊🌊

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro