Capitulo Ⅷ:
Intente ser discreto tal y como Hope me había aconsejado, pero al ver que los días iban pasando y no ocurría nada de lo que espere, me arme de valor y le conté a Michael lo sucedido con el tal Joel.
– Ese hombre es así. La verdad es que ni a Hope ni a mi nos agrada, pero al ser la mano derecha del capitán debemos entonces soportar su mal genio — expreso disgustado mientras sacaba de la red de pesca algunos atunes para ordenarlos dentro de un barril.
– ¿Debería decirle a Hope? — le pregunte por lo bajo, deseando que nadie estuviese tras las paredes escuchando, pues solo Michael y yo nos hallábamos en la cocina.
– Es mejor que te mantengas al margen. Aquí nadie es amigo de nadie, cualquiera podría venderte por unas cuantas monedas de plata u oro.
– ¿Hasta Hope? — pregunte sin querer saber la respuesta.
– Hasta Hope. Él antes de llegar aquí se dedicaba al rapto de personas, hacía mucho oro, pero no tanto como ahora con el capitán Jungkook — aseguró el pelinegro de cabellos rulados.
– Yo... entonces no se en quien pueda confiar — si ni siquiera Hope era de fiar entonces el hombre con el que hablaba tampoco lo era. Eso me decepciono. Yo era muy inocente.
– En el capitán — declaro firme — debes confiar en el capitán, así como él ha confiado en ti — no sabía si dar eso por hecho. Yo había sido amenazado por Joel y el capitán no se hubo pronunciado. Creí como un iluso que se dispondría de hacer la misma charla de aquella vez cuando fui agredido, pero nada ni remotamente similar. Joel era alguien de gran importancia para el capitán, estaba acabado.
– Volví — dijo Hope al entrar a la cocina — ¿terminaste de cortar los vegetales Jimin?
– Si así es — confirme metiendo los trozos de zanahoria y otros vegetales a un bowl.
– ¿Cómo sigue tu herida?
– Esta mejor, tal vez mañana me quiten los puntos — había pasado ya casi una semana, en donde mantuve mi herida lo más aseada que pude.
– Acompáñame entonces a alimentar a Yawaka — me pidió el castaño con una enorme sonrisa.
– ¿Qué? ¿quieres terminar el trabajo de aquel pirata que por poco lo mata? — pregunto Michael con una sonrisa traviesa.
– Oh no, por supuesto que no. Yawaca es noble, además su pelaje es muy sedoso.
– Y sus colmillos muy filosos — termino por decir Michael. Escuche como Hope chisto su lengua.
– No lo tomes en cuenta Jimin, Yawaca te aprenderá a querer — afirmo Hope mientras caminábamos fuera de la cocina.
No entendía mucho lo que pretendían ¿acaso querían que me familiarizara con esa bestia? ¡si yo solo estaba de paso! ¿no?
Baje minuciosamente las escaleras y observe a la bestia descansar sobre sus patas. Era mucho más grande de lo que recordaba.
– ¿Quieres alimentarla? — pregunto de repente con un eje de perversión en su mirada.
– No — dije sin titubear.
– Igual lo harás — se acercó a un barril y de este saco dos atunes gigantes. Lo que había dicho me sobresalto.
– ¡¿Qué?! ¡¿Por qué?! — pregunte con mis ojos bien abiertos (lo más que podía).
– Porque Yawaca debe conocer a todos los tripulantes de esta nave o si no te atacara pensando que eres un enemigo — quiso explicar más, sin embargo, yo no entendía el porqué de eso.
– ¿En qué oportunidad podría ella atacarme? — Hope avanzo con los atunes a la celda y me llamo para que yo estuviese a su lado. Accedí, pero con el temor invadiendo a mis venas.
– Cuando la sueltan.
– ¡¿La sueltan?! — ahora si todo se había ido al demonio, ya me veía muerto a patas de un gran tigre.
– Pues claro ¿o acaso piensas que la mantenemos encerrada como a un preso? Es un tigre, necesita libertad.
– ¿Y cuando ocurre eso? — pregunte nervioso por mi bienestar.
– Cuando el capitán lo ordena. Tenme aquí — me hizo sostener en las manos los atunes y con la llave que colgaba de su cintura abrió la puerta. Enseguida la tigresa se acercó a él y reposo su enorme cabeza sobre los muslos de Hope y este acaricio a su pelaje.
– Hola Yawaca, quiero presentarte a alguien, pero esta vez de verdad. Ven, entra con un solo atún.
– Me atacara si se percata que tengo su comida — me excuse pavoroso.
– Si comprende que tú también le traes alimento no te vera como a un extraño — Hope me hizo avanzar y yo entre a la jaula con el corazón en la boca. Yawaca aún seguía distraída por las atenciones que recibía de Hope, pero al notar mi presencia rugió echándose hacia atrás.
– Tranquila Yawaca. Jimin es bueno, te trajo alimento — me parecía un poco absurdo que le hablara como si ella pudiese entenderlo, pero al parecer eso la calmaba (por muy extraño que fuera) — acércale el atún.
– ¿Y si me come un dedo?
– Eso no pasara cálmate, debes mostrar confianza o ella pensara que tu intención es atacarla — tome aire y avance a pasos lentos hacia Yawaca. Mi corazón retumbaba como los tambores de los esclavos africanos. Me exalté cuando la vi aproximarse con furia. — ve atrás, un poco atrás Jimin — me ordeno Hope interponiéndose entre la tigresa y yo — no robes tanto su espacio deja que ella se acerque a ti — me quede inmóvil siguiendo sus órdenes, estirando mi brazo con el atún lo más que podía para que ella solo lo tomara. Camino con sus enormes y peludas patas hacia mi persona y con sus colmillos tomo el atún que sostenía mi mano. Corrió apartándose de nosotros y se sentó a degustar su almuerzo.
– Bien Jimin — Hope se acercó a mí y palmeo mi espalda — lo hiciste bien, la primera vez que Michael alimento a Yawaca se desmayó — declaro riendo.
– No fue fácil temí por mi vida — admití sintiendo a mi corazón calmarse poco a poco.
– Si, temer por la vida propia es algo que sufrirás cada dos por tres al estar aquí — su afirmación me había hecho sentir una punzada en el estómago — aunque todo se vuelve más seguro cuando tienes un arma a tu poder.
– ¿Puedo tener un arma? — no titubee por preguntar.
– Claro que sí, pero debes aprender a usarla — me confirmo.
– Se usar la espada — aseguré logrando sorprenderlo.
– ¡¿Y porque no lo dijiste?!
– Creí que al yo ser un prisionero no me dejarían usar un arma...¡auch! — Hope había palmeado mi cabeza provocándome dolor.
– ¡¿Cómo dices eso?! El capitán te salvo y se propuso a curarte, no eres un prisionero, eres parte de la tripulación — me regaño con sus cejas juntas y yo negué con la cabeza mientras me acariciaba el lugar en donde me había golpeado. No entendía en qué momento yo había firmado para ser un pirata.
-----🌊-----
Cuando el sol se puso tuve la posibilidad de llevarle el té al capitán luego de casi una semana sin hacerlo. Hope me afirmo que si quería conseguir una espada debía consultar al capitán y eso era justo lo que iba hacer ahora.
Toque la puerta pidiendo su permiso y él me hablo confirmando mi petición. Ingresé a su oficina e hice la rutina de siempre. En esta oportunidad él se hallaba en su escritorio y escribía en silencio sobre un pergamino.
– Capitán — lo llame viéndolo conveniente.
– Dígame Jimin — me habló con su voz calmada y usando el tono formal.
– ¿Usted... confía en mí? — me sentí un poco estúpido al preguntar algo así, pero en esta ocasión era necesario.
– Es parte de mi tripulación, por supuesto que confió en usted — la pregunta que le había hecho lo sorprendió y lo note cuando calmo su escritura y me observo directamente para responderme.
– Disculpe mi atrevimiento capitán, pero me gustaría entonces pedirle un favor — dije intentando verme lo más seguro posible. Él dejo la pluma en el tintero y me contemplo con más atención que antes.
– ¿Qué necesita Jimin? — a pesar de que él era amable, no podía negar que sentía cierta incomodidad. Luego de una semana de no verlo parecía ser un desconocido para mí.
– Espero no ser imprudente, pero quiero hacerle saber que sería de mi agrado el poseer un arma, ya que debido a la condición en la que me encuentro mi vida corre riesgo y temo por lo que pueda ocurrirme — finalice por decir queriendo no escuchar un rotundo "NO" pero, era lo más probable al yo ser nuevo aquí.
– ¿Sabe usar algún arma? — pregunto luego de pensárselo un tiempo en silencio.
– Se usar la espada — lo vi alzar una ceja, incrédulo y decidí terminar la frase — un poco...
– Bien, debió haberlo dicho antes — recostó su espalda sobre el asiento y se movió un poco hacia los lados ¿estaba acaso analizando si era cuerdo darme una espada o no? — acompáñeme — se colocó de pie y yo intente seguir sus pasos, los cuales nos dirigían a su recamara. Abrió la puerta y yo pase tras él.
– En la vida es mejor aprender a defendernos ya qué las personas pretenden perjudicarnos — camino hasta un closet y saco una pequeña llave dorada del saco que traía.
Uso esa llave para abrir la cerradura que no había visto, y al abrirse las puertas del closet vi varias pistolas de diferentes tamaños como también fusiles apilados contra la pared, siendo sostenidos por clavos y cuerdas. El capitán bajó la mirada y por instinto yo también lo hice; descubriendo entonces que en el piso se encontraban varias cajas rectangulares de cuero. El closet no era muy amplio, a los costados solo había repisas con cientos de cajas de cartón, las cuales contenían las balas de las dichosas armas.
Se sentó sobre sus talones y abrió una de las tales cajas rectangulares. Dentro de ella yacía una espada muy bien conservada, pensé entonces que las demás cajas en el suelo también poseían en sus interiores filosas armas blancas. Tomo la espada desde el mango, cerrando la caja y colocándose de pie. Dio unos pasos hacia atrás cuando cerro el closet y caminó hacia un mueble. Yo observaba todo callado y como un niño curioso.
– Sostenla — me entrego la espada que él hubo sacado del closet y tomó con sus propias manos la espada que había ido a buscar al mueble. Desenvaino la misma y la observo como si esta fuese parte de un tesoro muy valioso — quiero ver que sabe — al entender lo que se traía entre manos me sentí presionado, como en un examen en donde debía tener la nota más alta o mi padre me castigaría.
– No soy tan bueno — le advertí sujetando mejor la pesada espada que él me hubo entregado antes.
– No importa, aprenderá — dijo colocándose en posición, esperando mi ataque.
Recordando lo poco que sabía dirige mis pies a la postura correcta, sostuve el mango de la espada con fuerza y al volver mi mirada a él ejecuté el primer ataque, el cual evadió con su propia espada sin ningún problema. Me tomo desprevenido su primer ataque y como si fuese natural mi brazo se movió junto a la espada para lograr bloquearlo más, sin embargo, mis pues temieron haciéndome caminar hacia atrás. Soltó otro ataque y pude bloquearlo a tiempo, por alguna razón mi corazón se estaba acelerando (bueno no era para menos. Estaba practicando lucha de espadas con el mismísimo capitán de un navío pirata).
– No observe hacia los lados, mire a su oponente. Tiene que mirar atentamente cada acción que hace, así podrá deducir su siguiente ataque — dijo cuándo las espadas de nuevo colisionaron el aire y produjeron ese sonido tan característico de ellas — puede usar la sala en donde esta para moverse, pero jamás se muestre débil o será su perdición. Tiene que darle a entender que la razón por la que dirigió sus pasos a otro lugar, es para poder atacarlo con más libertad — lo ataque por la derecha y él bloqueo mi acción con gran resistencia.
Agilizo sus movimientos pretendiendo ver que más podía ofrecer y obstaculice sus ataques con una destreza que no sabía que tenía. Me deje llevar por la adrenalina del momento y no me percaté de que me acorralaba contra la pared y cuando lo logro, me despojo de mi espada usando la suya propia, quedando yo literalmente contra la espada y la pared.
– A pesar de que debe prestar atención a los movimientos del contrincante, también debe notar los propios o usted mismo se terminara colocando la soga en el cuello — dijo bajando la espada y guardándola en la vaina.
– ¿Cómo aprendió a usar la espada? — pregunte cuando mi corazón se calmó un tanto, y recogí la espada que él me hubo dado.
– Yo aprendí porque debía protegerme. Vivir en el mar junto a un montón de hombres que no conoces no es lo más seguro que se puede hacer, pero fue lo que me toco — su voz se escuchó un poco frágil cuando expreso lo último ¿acaso no estaba feliz con su estilo de vida?
– ¿No lo eligió? — no quería ser entrometido, pero... quizás podía darme ese lujo.
– No creo que nadie en su sano juicio elija por voluntad propia ser pirata — lo que dijo me había confundido enormemente. Siempre creí que estos hombres amaban su vida sin reglas, pero al parecer fui engañado toda mi vida y me sentí un poco mal por él al imaginarme que lo pudo haber llevado a ser ahora un pirata — ¿quiere intentarlo de nuevo? — me pregunto y yo asentí antes de hundirme en mis pensamientos.
Desenvaino su espada y practicamos durante horas, hasta que el cielo se volvió negro y lleno de estrellas. Estar con el capitán no era muy diferente a estar con Hope o Michael y eso era algo que no entendía ¿Por qué su presencia se me hacía familiar?
Besos y abrazos 🌊🌊🌊🌊
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro