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𝟬𝟰 ─ ¡Aventuras en la capital del agua! El capitán y la invasora.

꒰ CAPÍTULO O4 ꒱ ❟ ❝ ocean eyes ❞
ACT TWO • ─ 𓇻 ─ • THE CAPITAL OF WATER


⭒⠀⠀🐚⠀⠀◌⠀⠀🌊⠀⠀⟡⠀⠀⭒ ݁ . ͏͏

• ─ ¡AVENTURAS EN LA CAPITAL DEL AGUA! EL CAPITÁN Y LA INVASORA. ─ •

Adrie creía que para Monkey D. Luffy conseguir un carpintero iba a ser quizás algo complicado, porque primero tendrían que encontrar uno y convencerlo de unirse a una banda de piratas. Era absurdo. Aun así, el capitán lo había decidido hace unas cuantas horas atrás, y a ella no le quedó de otra que guardarse su opinión. Todos tenían  claro lo primero que harían una vez llegaran a la Capital del Agua, sin mencionar, claro, las reparaciones que necesitaba el Merry.

Luffy se mostró entusiasmado por conseguir a un nuevo tripulante. Aunque la invasora se había vuelto parte de su tripulación en tan poco tiempo, él no estaba tan convencido de que se fuera a quedar. De hecho, se lo dejó claro: Adrie dijo que iba a abandonarlos al llegar a Water Seven.

Toda la tripulación del Sombrero de Paja estaba en la cubierta disfrutando de la brisa del mar y unos cuantos bocadillos que Sanji les preparó antes de llegar a la capital. Usopp les prestó un par de pinturas al reno y al capitán del barco para que dibujaran mientras él terminaba sus nuevas municiones. Luffy le había robado unas hojas a Nami, la navegante no se dio cuenta de ello porque estaba deleitándose con lo agradable que era el clima y, además, estaba aliviada de que Luffy estuviera tranquilo y no le alcanzó el tiempo para prestarle atención a pequeños detalles.

Zoro se recargaba boca arriba, mirando hacia el cielo azulado con expresión pensativa. El individuo del muelle no podía salir de su mente: lo conocía. Recordaba haberlo visto en uno de los carteles de recompensa en el East Blue. Debía admitir que sentía miedo, sobre todo porque había sentido ese absurdo poder y, sin mencionar, que fue presa de una habilidad tan extraña. Estaba preocupado, sobre todo porque desde que Adrie se coló en el Going Merry, su capitán estaba siendo descuidado. Solía ser alguien despreocupado y, hasta cierto punto, todos eran conscientes de ello, pero el pesar de Roronoa era otro. La tripulación comenzaba a conocer un aspecto del capitán que hasta el momento desconocían, y especialmente, eso al espadachín le inquietaba.

Sanji percibió de inmediato que algo perturbaba al marimo. No dijo nada, porque aquel asunto no era de su incumbencia. Se esforzó por concentrarse en vigilar al trío de traviesos. El peludo café miró de reojo al joven del sombrero trazar unas líneas con el pincel sobre la gran hoja blanca de papel. Poco a poco, aquella obra de arte fue tomando forma. Chopper se acercó a él, curioso, y frunció el entrecejo tras darse cuenta de lo que dibujaba su nakama. El chico de goma colocó ambas manos sobre los ojos del peludo. No quería que nadie viera su dibujo extraño, ya que la primera persona a la que se lo deseaba mostrar era Adrie Rackham. Sin embargo, todos sus intentos fueron inútiles, ya que una delicada mano apareció desde el suelo de la cubierta y el papel fue a parar a las manos de Nico Robin.

─ ¡Oi, Robin! ─ se quejó.

─ ¡Espera, Luffy, no te muevas! ─ gritó Usopp en tono de advertencia. ─ ¡ESPERA! ─ intentó detener por segunda vez al torpe capitán que corría por donde estaba él con sus municiones.

¡BOOM!

Zoro desenvainó su espada al escuchar el tremendo ruido. Sin embargo, no se trataba más que de unas bombas de pintura que Usopp fabricaba para futuras batallas. Las bolas salpicaron a todos en la cubierta. Por instinto, Luffy cubrió a una Adrie dormilona con su cuerpo, evitando que terminara manchada igual que el resto de sus compañeros. Al hacerlo, los tripulantes confirmaron sus sospechas.

Monkey D. Luffy se estaba enamorando de la invasora de barcos.

La primera imagen que vio al abrir sus ojos fue la cara de Luffy cerca de ella. El moreno parecía un tonto con aquella expresión burlesca llena de pintura. Alzó una ceja, parecia como si le hubiera explotado algo y para Adrie no existía otra explicación que le ayudara a entender su ridículo estado.

La invasora puso ambas manos en el pecho del azabache con toda intención de alejarlo, pero este no le permitía hacerlo. No era la primera vez que el capitán hacía algo como eso, y ya se había vuelto un verdadero fastidio para ella. Adrie giró el rostro al sentir el dedo del moreno sobre su nariz. Ahí fue cuando se dio cuenta del estado de Usopp y del reno. También fue el momento preciso en que Adrie empujó con fuerza al de ojos oscuros.

La pelirroja estaba echando humo por las orejas del coraje que llevaba dentro. Adrie no entendía lo que estaba pasando; todos, excepto ella, tenían el cuerpo manchado de pintura. La cara de Zoro estaba amarilla y la de Sanji verde. Era bastante chistoso verlos así, porque conocía lo mal que ambos se llevaban. No pudo aguantarse y soltó unas grandes carcajadas que resonaron en todo el barco, sus primeras risas reales en meses.

Luffy se llevó la mano hasta su cabeza, avergonzado porque, por primera vez, sintió pena que alguien lo viera en un estado como ese. La de los ojos azules desvió su mirada de los Mugiwaras para ver los dibujos regados por todo el lugar. Algunos ya habían ido a parar al mar, arrastrados por el viento.

─ ¡Fue una bomba de Usopp! ─ explicó el capitán inmediatamente, con las manos sudadas y nerviosas; no quería que Adrie pensara que era un tonto, aunque eso ella ya lo sabía desde que lo conoció. ─ Estábamos dibujando y luego... ─ Luffy no solía darle explicaciones de nada a nadie, pero con Adrie era diferente.

─ No me importa ─ dijo ella.

El resto no pronunció una sola palabra, solo se limitaban a observar la escena, sintiéndose apenados por su amigo. Adrie era una persona dura con él.

─ Adrie... ─ comenzó Luffy.

Ella se inclinó para alcanzar uno de los dibujos y apreciar el arte de sus compañeros. Para la mala suerte de Luffy, ella había tomado uno de los suyos. El muchacho de cabellos negros le arrebató la hoja con vergüenza y la escondió tras su espalda, muy extraño viniendo de él. Aquel dibujo la hizo sentir nostálgica y recordó lo mucho que le gustaba ver el arte de los demás.

─ Vamos, Rai, dame un poquito de atención y acompáñame a nadar ─ le suplicó la pequeña, tirada sobre la arena húmeda observando el brillante cielo. ─ ¡Estoy aburrida! ─ exclamó.

─ ¡Cierra la boca! ─ le dijo Raiden con fastidio. ─ Lo siento, Dri, pero estoy ocupado. Mejor ve a jugar tú sola.

Adrie no se sentía cómoda si su prometido no la acompañaba a nadar o a jugar por allí. Infló los cachetes, molesta, y detestaba cuando Raiden la ignoraba por estar escribiendo en ese horrible cuaderno antiguo. No tenía idea de lo que hacía y era un completo fastidio no saberlo. Se levantó con el vestido blanco lleno de arena para colocarse detrás de él sin que se diera cuenta. Apoyó su cabeza sobre sus hombros y colocó sus brazos alrededor de su cintura.

─ Mmm, Adrie, ¿qué haces? ─ cuestionó nervioso el de cabello negro.

─ ¡Dibujas muy bonito! ─ exclamó ella con sus ojos bicolores abiertos por la emoción.

Los trazos de Raiden eran bastante sucios y marcados, a pesar de eso, Adrie podía apreciar su belleza.

─ ¡No digas mentiras, que te crecerá la nariz! ─ exclamó el artista entre risas.

Adrie infló sus cachetes, avergonzada, y se apartó del niño de inmediato, dejando de sentir la calidez de la cercanía que le producía su amigo.

─ ¡Yo no digo mentiras! ─ replicó Adrie. ─ Mi mamá dice que debo reconocer el talento de los demás.

Raiden le sonrió con ternura, dejó su cuaderno de dibujo sobre la arena y se fue directo hacia su prometida para disculparse. Despeinó el castaño cabello de Adrie, avergonzando aún más a su compañera.

─ ¿Por qué dibujaste un barco? ─ cuestionó con curiosidad.

Rackham pudo apreciar cómo el niño llevó su vista hasta el cuadernillo con las mejillas igual de sonrojadas que las de ella para luego dirigirse a la orilla, donde sus pies fueron salpicados por las olas que golpeaban sin descanso la playa esa mañana.

─ Estaba diseñando nuestro barco pirata porque, cuando seamos más grandes y nos casemos, juntos navegaremos más allá del océano, lejos de Kortland, para cumplir nuestros sueños ─ le dijo con una sonrisa de oreja a oreja. ─ Y quizás hasta nuestros hijos nos acompañen.

─ ¡Eso suena genial Rai! ¿Puedo quedarme con nuestro futuro barco pirata? ─ preguntó Adrie.

─ Solo si me regalas uno de tus bordados ─ respondió él.

No quería pensar en su amigo de la infancia cada vez que estaba cerca del capitán de los Sombrero de Paja, pero era algo inevitable por lo parecido que solían ser ambos. Esos dos tenían una hermosa sonrisa y una personalidad parecida.

Luffy era el vivo recuerdo de Raiden para ella.

─ Su dibujo es hermoso, capitán. ─ halagó, sus palabras eran sinceras porque, para Adrie, aquel dibujo era lo más bonito que había visto en los últimos años. ─ ¿Puedo quedármelo?

Todos abrieron la boca tras escuchar las palabras dichas por la adivina.

─ ¡No puedes! ─ exclamó

Sanji, se llevó la palma de su mano hasta la frente. Su capitán era un estúpido. Él solito había arruinado todas sus posibilidades.

─ Es un dibujo para que sepan cómo deben buscar al carpintero ─ admitió Luffy con un poco de nervios.

─ ¿De qué hablas? ─ le preguntó a Luffy, confusa. ─ Creí que era yo la del dibujo.

Nico Robin soltó una pequeña risita cómplice. Monkey quería morirse de vergüenza; su nakama era terrible.

─ Te dibujaré algo mejor ─ le dijo sin dirigirle la mirada.

"Te dibujaré algo mejor, Adrie". La voz de su antiguo compañero de travesuras resonó en su cabeza, y aunque Luffy no le agradaba mucho, esperaba que él sí pudiera cumplir su palabra.

─ Estaré esperando ese dibujo, capitán.

Tanto Usopp como Nami no podían comprender lo que estaba ocurriendo con esos dos. Era difícil pensar que el azabache estuviera interesado en una chica, para ellos él solo estaba enfocado en las batallas y en ser rey de los piratas. Robin les sugirió a todos que se limpiaran antes de que llegaran a la capital del agua, y a Adrie le tocó limpiar la cubierta, cosa que le parecía injusta, ya que no había estado involucrada en aquel incidente con la pintura. Todos ignoraron sus quejas.

Zoro consideraba que, si iba a quedarse en el Going Merry, debía hacer algo más que dormir.

─ 𐇴 𐬹. 𓆛 ゚ 𐬹 𓇻゜𐬹 ─

Había un clima agradable. Nami miraba el mapa que le había dado la abuela Kokoro con irritación. ¿Cómo pretendía aquella anciana que se guiaran por un dibujo mal hecho? Era bastante humillante para una talentosa navegante.

Adrie asomaba su cabeza por el barandal de la parte superior del Going Merry, con ambas manos tapándose el sol. Quería poder admirar la bella isla que se divisaba a la distancia mientras sentía la brisa del aire golpear su rostro. Zoro, de mala gana, tuvo que sostenerla de la blusa porque casi se cae al mar.

La capital del agua le hacía justicia a su nombre; era un lugar fantástico. Para Rackham, esa era la primera vez que se quedaba a contemplar una isla como lo estaba haciendo en esos momentos. Water Seven tenía la apariencia de una fuente enorme con muchas puertas y grandes números.

─ ¡Una fuente enorme! ─ exclamó el chico de goma con emoción y subió el escalón rápido para poder estar con la invasora de barcos. ─ ¡Esto es genial!

─ Sí, tiene mucha razón, capitán ─ asintió Adrie de inmediato.

Monkey miró con recelo la mano de Roronoa sujetando la blusa turquesa de la castaña mientras este bostezaba en señal de aburrimiento.

─ ¿Qué haces, Zoro? ─ preguntó al espadachín de mala gana e intentó zafar su mano de la blusa azulada de la invasora.

Zoro dirigió su mirada hasta su mano, que aún sostenía la blusa de la joven, y la soltó al instante. Adrie no se sujetaba, pues confiaba en el cazador. Mal día para confiar, porque en cuanto la soltó, casi cayó al océano si no fuera por Luffy, que enredó su brazo de goma en su cintura, evitando un accidente.

─ ¡Carajo, Zoro! ─ exclamó Mugiwara en cuanto sujetó a Adrie. ─ ¿Estás bien?

─ Muchas gracias, capitán. Pero agradecería mucho si me soltara; esto es incómodo para mí ─ admitió ella.

Luffy iba a hablar, pero no pudo hacerlo porque Usopp gritó:

─ ¡Miren, ahí está la estación!

El barco había entrado al territorio de la capital del agua.

─ ¿Dónde está el puerto? ─ se preguntaba Nami.

El cazador de piratas les hizo una señal a los dos para que se unieran al resto de la tripulación.

─ ¡Hey, ustedes! ─ un anciano los llamó desde un bote. ─ Los piratas no pueden entrar por la entrada principal... ¡Entren por la parte de atrás!

─ Este lugar se ve muy interesante ─ opinó Adrie en cuanto el Merry comenzó a navegar dentro de la isla.

─ Es verdad, esta ciudad se ve fascinante ─ asintió Usopp, junto a Sanji, que se habían colocado a los costados de ella.

─ Todo está flotando sobre el agua ─ comentaba Tony Chopper cerca de donde la niña demonio se encontraba.

─ No, la ciudad fue construida sobre la tierra que está debajo del agua ─ explicó la arqueóloga al pequeño reno, y a Adrie le pareció interesante lo que su compañera decía, así que le prestó mucha atención. ─ Mira de cerca la base de los edificios ─ sugirió Robin.

Robin tenía mucha razón, porque en cuanto los ojos de los Mugiwaras fueron a dar a la base de los enormes edificios, pudieron divisar los pilares debajo del agua.

─ Entiendo ─ comentó el reno. ─ Por eso es la Capital del Agua.

─ ¡Wow! ─ exclamó la estratega. ─ ¡Robin sabe muchas cosas!

Sanji asintió ante las palabras de su nueva amiga.

─ ¡Hey, no pueden pasar con su barco por aquí! ─ gritó otro sujeto.

Nami tuvo que guiar el barco hacia el destino que les gritaba la gente.

Finalmente, cuando atracaron en un cabo, la tripulación Sombrero de Paja se preparaban para las órdenes del capitán, o al menos Adrie, pero fue la navegante la que les explicó el plan y quienes debían ser los que irían a la Water Seven para buscar al carpintero que arreglara su barco.

Zoro, quien estaba recogiendo la vela como había pedido la de los cabellos naranjas, se asustó cuando el mástil del Merry se rompió.

─ No pensé que el Going Merry estuviera tan maltratado ─ dijo.

El cazador sostuvo el mástil para que este no terminara de partirse. Estaba preocupado. Ni siquiera había tirado de la cuerda con mucha fuerza.

─ Roronoa, no te preocupes, ya lo repararán ─ intentó darles ánimos a los demás Adrie, aunque ella sabía que era imposible reparar un barco tan maltratado como ese.

Usopp y Luffy bajaron del barco a hurtadillas. Nami los tuvo que detenerlos a ambos antes de que desaparecieran del lugar.

En ese instante, Adrie se dio cuenta de que le había tocado estar en el equipo que buscaría al carpintero. Trató de negarse, pero la pelirroja le suplicó que la acompañara, alegando que no quería ser la única en tener que lidiar con esos dos. Sin embargo, la verdad era que la navegante quería averiguar si Monkey estaba enamorado de Adrie Rackham.

A Rackham le preocupaba no poder zafarse de ellos, ya que estando en la isla lo primero que haría sería buscar un nuevo transporte. Por otro lado, Usopp estaba esperando que la belleza de Water Seven fuera ideal para que su capitán por fin encontrara novia. Nami, muy a sus adentros, quería ser la que pasara tiempo a solas con Luffy, y no con Rackham.

Al final, la castaña terminó haciendo lo que los piratas decidieron. Ya se estaba involucrando más de lo planeado en los asuntos de los Mugiwaras; caminar detrás de esos tres era la prueba. No estaba en ese lugar para ser amiga; sus objetivos en el Going Merry eran otros, y detenerse en una isla para buscar un nuevo integrante para aquella banda de problemáticos comenzaba a retrasarla.

Usopp era el más feliz de todos por la reparación del barco. La muchacha de los ojos azules esperaba que el carpintero que encontraran no fuera muy duro al darles la noticia del Merry; el barco no podía navegar más, y aunque ella lo supiera, prefirió no ser quien matara las esperanzas de la tripulación que tan amable había sido con ella.

Continuaron su caminata en silencio, o al menos Adrie se mantenía de esa manera. Los dos muchachos contaban chistes de vez en cuando. Monkey D. Luffy se sentía entusiasmado por conocer la isla de orilla a orilla, y la atención que le prestaba a la recién llegada era nula. Nami comenzaba a irritarse; no quería admitir que se sentía aliviada. Su amigo no era alguien romántico; eso lo sabían todos, pero si quería conquistar el frío corazón de Adrie, debía intentarlo.

La amante de las mandarinas le hizo una señal al narizón para que alejara un poco a la estratega, pero no funcionó, porque terminó caminando con Rackham.

─ Así que, Luffy...

─ ¿Qué tiene él? ─ le cuestionó Adrie sin comprender el tono pícaro de la voz de Nami.

─ Te gusta ─ acusó la pelirroja, causando que la muchacha se pusiera roja. ─ ¡Lo sabía! Si vieras tu cara ahora ─ se burló Nami.

─ Luffy no es feo ─ admitió Adrie ─, pero a mí no me gusta. Es agradable y bastante baboso, pero no me gusta. Aunque que yo ya estoy comprometida.

Nami no pudo ocultar su felicidad; que hubiera alguien más en la vida de la adivina era algo increíble para ella. Quizás después de todo, sí podría tener una oportunidad con Monkey D. Luffy.

─ Además, no puedes enamorarte en dos días ─ soltó Adrie, fastidiada ─. ¿Y qué clase de idiota se enamora de un chico a los dos días de haberlo conocido?

Nami no comentó nada, únicamente aceleró el paso, dejando a su compañera atrás. Rackham no era tonta, sabía que a la gata ladrona le gustaba el capitán. Tampoco podía mentir, le agradaba Luffy, y entendía que en algún punto se enamoraría debido al frágil hilo rojo que colgaba de sus manos, aunque ella ya estaba pensando en cómo deshacerse de el.

─ Luffy, puedes ir con Adrie a pasear un rato mientras Usopp y yo canjeamos el dinero. ─ escuchó decir a la navegante una vez llegó hasta donde estaba el resto.

─ La reparación del Merry es importante, no hay que perder el tiempo. ─ contestó él. ─ Adrie puede esperar.

─ Como si quisiera ir a pasear sola en una isla desconocida con usted ─ comentó con indiferencia ─. No es mi tipo.

Luffy arrugó la nariz al terminar de escuchar la respuesta de la adivina.

─ ¡Fuertísimo! ─ se burló Usopp ─. Luffy, te batearon antes de intentarlo.

Los tres lo ignoraron y continuaron caminando hacia la entrada de la ciudad con incomodidad.

─ Primero cambiaremos el dinero ─ les dijo la muchacha con la camisa azul marino ─, luego iremos al artillero.

─ ¡Gracias! Me sentiré más segura cuando cambien ese oro ─ comentó la adivina. Estaba un poco nerviosa por andar caminando por allí con un costal de oro, y a su vez estaba tentada a robarlo.

─ ¿Por qué tenemos que cambiarlo? ─ cuestionó el capitán.

─ Así será mucho más fácil llevarlo ─ contestó Nami con obviedad.

─ ¿Insinúan que no lo puedo llevar yo? ─ Luffy parecía enfadado porque sus compañeros no creían que fuera capaz de cuidar algo tan valioso como el oro.

─ Correcto ─ respondió Nami ─. Tú lo perderías.

─ Seguro que sí ─ se burló Usopp.

─ ¿Eso es lo que piensan de mí? ─ preguntó Luffy.

─ Así es ─ opinó la de cabello café con seriedad ─. No eres alguien de confianza.

Efectivamente, ese había sido un duro golpe.

─ Eso me dolió, Adrie ─ admitió Luffy. Ella se acercó a él y le estiró una de sus mejillas de goma.

─ ¿Te duele? ─ preguntó Adrie.

Luffy movió la cabeza de un lado a otro como respuesta.

─ Ya viste, no te duele nada porque eres de goma. ─ tocó la punta de su nariz con el dedo índice.

El chico se puso tan rojo como su chaleco y alejó a su amiga con molestia.

─ ¡Vamos! ─ dijo Luffy.

Atravesaron la entrada de Water Seven sin saber que esa isla sería el final de la banda como la conocían. Dos Mugiwaras abandonarían la tripulación, pero solo uno regresaría.

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