iii. Ilomilo.
So, where did you go?
I should know, but it's cold
And I don't wanna be lonely
So tell me you'll come home
Even if it's just a lie
Ilomilo; Billie Eilish.
🖤
Desconcertado.
Una simple palabra que de todas formas ni parecía ser suficiente.
Despues de todo, Loki siempre ha sido un hombre de rutinas. Tenía todo como quería que esté y se manejaba por sus horarios ya diagramados.
Por eso mismo, cuando el trotador platónico no se apareció esa mañana, se sintió perdido.
Le dio veinte minutos de ventaja, pero no hubo ni un solo rastro de él.
Inclusive su gata se veía terriblemente desubicada, buscando algo con la mirada que no podía mantener quieta.
Oh sí. Sería un horrible día.
No terminó su té ni quiso realmente sentarse a leer su libro. Una mañana desperdiciada y frustrante.
Joder, ahí lo tienen. Ese era el problema. Su mañana se había visto arruinada por una ridícula obsesión suya por alguien que siquiera conocía.
No quería estar de mal humor, ¡Pero lo estaba! ¡Era injusto, era frustrante! ¡Era...!
Ridículo.
Muy ridículo.
Dioses santos, Loki. Madura. No lo conoces y él no te conoce a ti. ¡Siquiera sabe que existes!
Saberlo y reafirmarlo solo le ponía de peor humor que antes.
Para colmo, su gata había decidido que la porcelana no se veía bien en su mesa y decidió tirar su elegante tacita de té al piso, haciéndola pedazos.
—¿Cómo osas a tocar mi taza de té? Al demonio con los vasos ¿Pero mi taza de té? ¿En serio? ¿Justo en frente de mi croissant?
La gata solo ladeo la cabeza y fingió que no le oía.
Reteniendo toda la furia en sus pulmones, solo limpió el desastre y no la saludo al irse al trabajo.
Que por tener que limpiar eso, iba a llegar tarde.
Mientras caminaba y tiraba su enojo por los costados de la ciudad, comenzó a repasar todas las cosas que debía hacer, así como también comenzó a intentar serenarse por la tontería de esa mañana.
Jodida tontería.
Al llegar, no encontró a Peter esperando en la puerta, lo cual de alguna forma le hizo sentir mejor. Así al menos podía calmarse antes de que el chico llegara para no tirarle todo su mal humor.
Lo que menos quería era espantar al único ayudante decente que había podido conseguir en todo Queens.
No obstante, Peter no apareció los primeros quince minutos de su turno.
Tampoco en los siguientes veinte.
Apareció a los treinta y dos minutos.
Bueno, estaba bien que quería unos minutos para calmarse, pero eso había sido demasiado y solo le había puesto de peor humor.
—¡Lo siento, lo siento!— llegó apresurado, abochornado y con el rostro todo rojo de verguenza—. ¡Verá! Salí de casa y Ned me llamó apurado y me dijo... ¿qué me dijo?— el muchacho intentó regular su respiración para poder concentrarse en lo que decía, haciendo que Loki enervara una ceja—. ¡El proyecto de ciencias! No teníamos otro día ni horario para terminarlo y se entrega hoy mismo, entonces...
—Silencio, niño— interrumpió, cansado, frustrado y enojado. Peter se encogió en su lugar al ver su semblante—. Tienes un teléfono. Pudiste haber llamado y no lo hiciste, ¿cuál es tu excusa? Un trabajo es una responsabilidad, no un juego de kinder.
El niño asentía con cada palabra cargada de veneno suya, mientras parecía volverse más y más pequeño tras su escritorio.
—¡Lo sé! Se me ha... mírelo— el chico rebuscó en su mochila desesperado y le tendió su teléfono. La pantalla partida y una línea verde cruzando el medio, además de que la mitad de la misma había quedado negra—. ¡Se me cayó mientras bajaba las escaleras y no se quien lo piso al pasar, y yo...!
Iba a decir algo hiriente sobre su torpeza pero los ojos abnegados en lágrimas del muchacho no se lo permitieron.
Maldito sea.
Peter tenía diecinueve años. No era un bebé, pero a la vista de cualquiera, seguía siendo un niño. Especialmente con su apariencia de cachorro regañado.
Tenía que lidiar con la universidad (a la cual asistía en turno tarde, para colmo), con las clases extra algunos días de la semana (el chico al parecer estaba interesado en aprovechar y mantener su beca) y con un trabajo para poder comprar sus materiales.
Ese día se complicó todo, su teléfono se rompió—lo cual es demasiado para un casi adolescente— y parecía genuinamente avergonzado y decepcionado de sí mismo.
—No vayas a llorar en mi tienda o te juro que...
—Lo siento mucho—él se secó las lágrimas rápido e intentó calmarse, pero su voz aún temblaba un poco—. Tengo un día horrible y sé que esto no es culpa suya y lo siento mucho y...
Aquello logró hacerle empatizar porque, demonios, él tampoco tenía un buen día.
Ver a Peter llorando como un crío no le hacía sentir mejor y sabía que despedirlo tampoco lo haría.
Se tomó el puente de la nariz y cerró fuertemente los ojos antes de soltar todo el aire que estaba reteniendo para invocar la paciencia que no tenía.
—Solo... solo ve a hacer tu trabajo.
El muchacho detuvo su parloteo y le miró esperanzado, con los ojos apenas irritados y la nariz roja—¿No estoy despedido?
—Ve. Y ni se te ocurra llegar tarde de nuevo o te haré limpiar el baño con tu cepillo de dientes.
—¡Gracias! ¡Señor Loki, muchas gracias!
Maldito mocoso manipulador.
¿Cuando se había vuelto tan débil? Maldita desgraciada vida.
La peor parte de todo ello, es que verlo irse aún con sus lágrimas en los ojos, pero una preciosa sonrisa en los labios, le hizo sentir inmediatamente mejor consigo mismo.
Cerró los ojos e intentó ignorar ello mientras ladraba órdenes al muchacho cuando terminaba de hacer algo y le ponía a hacer tareas innecesarias. Tenía que compensar su dosis de maldad, no podía evitarlo.
Eventualmente, el turno de Peter se terminó, y aunque el muchacho le ofreció compensar la media hora que había faltado para no perder el dinero, se lo negó, asegurandole que no perdería su paga.
Quería estar solo en la tienda, respirando sus libros y dejando que la noche terminara de apaciguar su mal humor.
Y así fue.
Para cuando estaba cerrando todo y tomando el ya camino a casa comenzó a sentirse un malnacido.
¿Acaso por gritarle a Parker? No.
Por gritarle a su gata.
La pobre desgraciada no tenía la culpa de su mierda de vida amorosa, tampoco de no saber diferenciar entre una taza de porcelana y un vaso de vidrio.
Para cuando todo el camino estuvo hecho, pasó por el local veterinario antes de que cerrara y compró un poco de comida gourmet para gatos para compensarlo.
Que hombre ridículo se había vuelto, joder. Yendo a pedirle disculpas a un maldito gato por algo perfectamente justificable.
Tal vez la demencia estaba pasandole factura. Tal vez...
Antes de que pudiese sacar sus llaves de la chaqueta, una respiración terriblemente agitada muy cerca suyo le llamó la atención.
Oh, dioses.
Reconocía ese pelaje donde fuera.
Era el perro de su hombre platónico.
Se veía enloquecido, moviendo la cola y olfateando a toda persona que se le cruzaba. Algunos le ignoraban de lleno y otros le miraban unos segundos, dudoso de acercarse a él, para luego seguir con su camino.
¿Cómo lo reconocía? Bueno, con su andar, su tamaño, la mancha café en su pata trasera izquierda y su correa, estaba casi que seguro. La forma en que miraba a todos lados buscando locamente a alguien, se lo confirmaba.
Ese perro parecía ser terriblemente fiel a su dueño.
¿Qué debía hacer?
Tenía opciones variadas en esta ocasión.
Podía tomarle de la correa y pasearlo, hasta que el mismo perro encontrara su camino a casa con su olfato.
Podía llevarle a recorrer el parque y ver si su dueño no estaba por allí.
Podía llevarle a su apartamento hasta la mañana, para devolverlo a su dueño.
O podía simplemente ignorarlo e irse de allí.
Sí. Esa ultima parecia la más fácil. Fingir que no sabía a quién pertenecía y mantener su papel con gracia y dignidad.
¡Iba a hacerlo! ¡Él no era débil, era bien maldito! ¡Lo juraba!
Y así fue hasta que el perro comenzó a hacer esos sonidos de llanto y a ladrar.
Oh, no, vamos. ¡No puede ser!
Si había un dios allí arriba, se burlaba de él.
Joder y más joder.
—Hey... ¿chico?— le llamó, sintiéndose un idiota. Pero el perro volteó y le miró unos instantes, para luego mirar hacia el parque—. De acuerdo, hagamos una cosa. Yo te llevo y tú... tú búscalo.
No era como si el animal fuese a entender nada, igual que su gata.
Pero de todas formas tomó la correa con cuidado de que no quisiera morderle y comenzó a conducirle al parque.
El animal parecía bastante amigable y confiado, así que no fue difícil ganarse su confianza y llevarlo a dar una vuelta por el parque que jamás habia pisado desde que vivía allí.
Pese a que recorrieron dos veces, no tuvieron suerte. Loki pensó que tal como la noche anterior, su platónico desconocido estaría dando vueltas por el parque.
Para su desgracia, no fue así. Y ahora no solo estaba cansado, sino que tenía un perro del cual hacerse cargo porque dudaba que le dejara ir sin ponerse a lloriquear.
Mientras subía a su planta y el perro movía la cola desesperado, solo podía pensar en cómo demonios lograría que gato y perro no armaran un escándalo ahí dentro.
Acostumbrado a la paz y a la quietud, maldijo por lo alto cuando el perro se le soltó y comenzó a correr, olfatear y menear la cola de forma ridícula.
Su gata, confundida y completamente desubicada, lo miraba con los ojos verdes enormes, aún tirada donde la había dejado esa mañana.
—No me mires así. Esta es mi casa, no la tuya. Voy a traer a quien yo quiera.
Burlarse de ella al menos hacía que no se tirase del balcón con los ojos vendados. La cabeza le comenzó doler cuando el perro quería jugar con su gata y esta solo hacia sus gruñidos y le pegaba con su patita repetidamente en la cabeza.
El perro, lejos de enojarse, movía más la cola y se empeñaba con más determinación a ganarse su confianza.
Fue recién cuando les dio de comer que ambos se calmaron dos minutos, y Loki pudo tomarse su querido té de manzanilla.
Joder, que maldito día de mierda. Los días así lo único que hacían era empeorar. Tenia todas las teorías y experiencias al respecto.
Así que cansado como estaba, frustrado y casi por ponerse triste, decidió que pasaría de las series por esa noche y se tiraría a dormir.
Grata su sorpresa fue que su noche no empeoró, sino que lejos de molestarse por la intromisión, se sintió protegido cuando el enorme perro decidió dormir pegado a él en la cama y su gata se acomodó en el almohadón del costado, como cada noche.
🖤
Espero que hayan disfrutado del capitulo. Sé que es algo corto y de relleno, pero a partir de ahora se viene lo bueno 🖤 gracias a quienes le están dando una oportunidad🖤
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