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ii. Lovely.

"Oh, I hope some day I'll make it out of here
Even if it takes all night or a hundred years
Need a place to hide, but I can't find one near
Wanna feel alive, outside I can fight my fear"

Lovely; Billie Eilish.

Nueva mañana.

Otro vaso roto.

Más maullidos traicioneros.

El bonito hombre trotando con su fiel amigo por todo el parque.

Su libro sin leer.

Ejercicios de estiramiento.

Fin.

Suspiró por enésima vez, frotando las pequeñas ojeras bajo sus ojos con cansancio y pena.

Demonios, si tan solo se dedicara a dormir las horas que debía, no se vería como un maldito zombie.
Teniendo en cuenta que su vida social era un desastre, Loki se pasaba las noches mirando series poco populares en Netflix hasta pasadas las dos de la madrugada.

A veces se conformaba con puros documentales de historia o de animales, puesto a que eran informativos y esa era la única forma en que él pensaba utilizar internet.

Eso sin contar que despertaba dos horas antes de lo que debía, solo por mirar al desconocido chorreando sensualidad frente a su edificio.

Esa rutina iba a terminar matándolo.

—Ya me voy. No toques mis plantas, no muerdas mis zapatos y no arañes el sofá. ¿He sido claro?. —La gata solo le miró con los ojos achinados, muy cómoda recostada entre los almohadones de su sofá—. Lo tomaré como un sí.

No era como si le fuese a responder o algo así, la verdad. Pero como había dicho antes; su vida social era una ruina total.

No tenía con quien hablar y eso hacía que olvidara como sonaba su propia voz a veces.

No lo consideraba algo triste, después de todo, ese era el estilo de vida que siempre había deseado llevar.

El de un viejo huraño y cascarrabias.

Solo que no era viejo y aún no llegaba a huraño y cascarrabias del todo. Pero ánimo, ya lo lograría.

Se inundó de lleno a las calles calurosas de Queens e hizo su camino diario al trabajo, pasando por el metro y tomando el bus de siempre.

Al llegar al lugar, se encontró con que su ayudante de turno había llegado antes y le esperaba en la puerta mirando el teléfono desinteresado, esperándole para poder entrar.

El muchacho, al verle, dio un respingo y una sonrisa automática surco por sus labios al verle llegar con su eterno rostro de martirizado.

—¡Señor Loki! ¡Buenos días!

Suspirando por dentro, no dejó que su buen humor y brillante sonrisa le hicieran responder. Dio un seco asentimiento hacia él y buscó las llaves del local, dedicándose exclusivamente a destrabar las puertas.

El muchacho insistía en llamarle "señor" todo el jodido rato. Y aunque al principio le había llamado "señor Laufeyson" en repetidas ocasiones, dejó de hacerlo cuando le pidió encarecidamente, que no le llamase por su apellido, porque lo odiaba con pesar.

Así fue como la palabra "señor" fue seguida de la palabra "Loki" más veces de las que le hubiese gustado.

—Que calor hace, ¿cierto?— No entendiendo que no era demasiado hablador, el muchacho continuó —. ¿No tiene calor con esa chaqueta puesta? ¡Yo puedo colgarla por usted! Verá, tía May dice que...

Oh, demonios. Cuando le contrató hace una semana, pensó que su excesiva verborrea sería buena para la interacción con los clientes. Tener a un muchacho así en el local de libros podía ser una buena idea, porque siempre iban dos tipos de personas por allí.

Las que querían comprar y mirar en silencio y los que querían debatir sobre libros, criticas y categorías.

Loki apreciaba a los primeros clientes  y para los segundos, contrató a Peter.
Porque en serio, ese niño jamás se callaba.

—Parker —le interrumpió, antes de sentir que era demasiado para él. Y pudo ser grosero, pero su rostro brillante y lleno de ilusiones le hizo replantearse las palabras una vez más—. Solo ayúdame a abrir. Despeja las vitrinas que debo arreglar algunas cosas aquí.

—¡Claro, señor Loki!

El chico era todo entusiasmo y ganas de aprender. Eso le agradaba, porque sabía que tomaba su responsabilidad en serio.

Peter era algo torpe y tímido, pero muy, muy, inteligente. Lo intuyó al entrevistarlo y lo confirmo al verle ojear un libro de física cuántica mientras ordenaba la vitrina.

Resolvía los ejercicios detrás de los diarios con extrema rapidez y conocía muchas palabras que la gente común no comprendía.

Era como un diccionario humano.

—Ya terminé, señor.

Nada asombrado por su rapidez puesto que solo tenían dos vitrinas bastante pequeñas, asintió complacido al verlas como quería.

—Ahora ve por la escalera —le pidió. El chico iba a decir algo cuando él le interrumpió —. Luego de eso quiero que quites las mantas, que barras y asegúrate de que los libros estén ordenados en la sección correcta.

El chico asintió contento y fue a hacer lo que le dijo en el orden que se lo pidió.

Y sí, Loki amaba su librería. Suya y solo suya. De nadie más.
Ponía mantas sobre los libros que no se exhibían en estanterías, para protegerlos del polvillo.

Barría todos los días antes de irse y al abrir también.

Mantenía todo ordenado y limpio, cuidando más de ese lugar que a su propia casa.

Parecía un loco del control, pero tal vez, es porque lo era. Eso era lo que llevaba a que todo funcionara como debía, así que mantenía el ritmo.

Cuando se sintió sofocado de tanto trabajo, supo que era hora de contratar a un muchacho que quisiera algo de dinero por trabajar media jornada allí.

El resto de la tarde, hasta la noche, lo pasaba solo allí dentro.

Su vida era bastante rutinaria. Una vez que las cosas en su escritorio estaban en orden, se metía de lleno en sus libros. En sus viejos favoritos y los nuevos que llegaban.

Tenía una amplia gama de conocimiento en literatura de todo tipo y se sentía muy orgulloso de ello.
El resto de su trabajo consistía en asistir a sus clientes cuando iban sin saber que leer, donde encontrar lo que buscaban o cuando querían pagar.
También recibía cargamentos, ponía precios, administraba los gastos del lugar y se aseguraba de mantener todo en el mayor orden posible.

Peter, por su parte, hacia las cosas que él no tenía ganas de hacer. Para eso le pagaba.

Y eso era todo. Ese era el ciclo al que se...

—Buenos días.

La voz tan conocida se abrió paso por los pasillos de la silenciosa librería, poniéndole inmediatamente de buen humor. Levantó la vista de inmediato y sonrió.

—Buenos días. Llega temprano hoy.

La señora Frigga era una persona encantadora. Con modales, destilando dulzura y aura maternal por donde posara los ojos.
Una de las pocas personas en la tierra que Loki podía admitir apreciar con honestidad.

Ella siempre se pasaba por allí aún si no iba a comprar nada. Y él, encantado, le abría las puertas para que se pasara el día entero allí si eso requería.

—Me sentía algo sola en casa, así que quise venir a mi lugar favorito en toda la ciudad.

—¿Otra vez sola? pensé que me había comentado que su esposo ya había vuelto— Loki rodeó su aparador hasta poder llegar a ella y saludarle con un beso en cada mejilla, como ella le había enseñado.

—Bueno, ha vuelto... pero él y mi hijo han vuelto a pelear— sonrió dulcemente por su saludo. Luego, suspiró, levantando la mirada algo entristecida –. A mi edad, las cosas son más complicadas.

Loki no conocía a ese tal Odín. Pero demonios, le detestaba. Tenía una mujer encantadora en su casa y jamás le ponía la atención suficiente.
Hacer sentir triste a una mujer como esa debía ser un crimen.

—Él se lo pierde—la alentó, guiandola por el local, hasta llegar a la pequeña y acogedora zona donde unos sillones antiguos y reciclados, daban espacio para sentarse —. Permítame.

Ser educado no era algo que requiriera de mucho esfuerzo para él. Así que sus gestos, sus movimientos y su voz se complementaban armoniosamente, dando una imagen encantadora a quien fuera que le mirara.

Ella sonrió encantada y le dejó tomar su abrigo, el cual prontamente iría a colgar.

De verdad, adoraba a esa mujer. La trataba como una reina, ya que si hubiese podido elegir alguna madre, hubiese querido que sea como ella.

—Veo que hay un muchacho nuevo por aquí.

Su comentario le hizo recordar que no estaban solos. Peter parecía concentrado mientras revisaba que cada libro estuviese en su sección correcta.

—Sí, es...— decidió que si el chico iba a trabajar ahí, debía conocerla—. ¡Peter! Ven un momento.

El muchacho dio un pequeño respingo en su lugar y casi corrió hacia donde estaba, todo servicial y atento.

Le anotaba otro punto por eso.

—Ella es la señora Frigga, viene muy seguido, así que es mejor que la conozcas. Señora, él es Peter Parker, mi nuevo ayudante.

—¡Eres tan joven y bonito! ¿Cuantos años tienes?— exclamó ella, dándole una de sus grandes sonrisas y apretando una de sus mejillas con ternura.

—Yo... diecinueve, tengo diecinueve. Gracias. Es un placer conocerla, señora.— El murmullo de Peter le hizo sentirse un poquito orgulloso de él, porque sus buenos modales dejaban bien parado a su local. Además, las mejillas sonrosadas del menor por el cumplido, le hacían ver levemente más joven de lo que era.

—Nunca me decepcionas, Loki. Es un muchacho muy encantador y educado. Ya no conozco muchachos así. Mi hijo también es educado, aunque un poco mas torpe, el otro día, por ejemplo...

Ella ya se había sentado en lo que Peter volvía a sus tareas y ya tenía en sus manos uno de los libros que estaban en las pequeñas mesas del costado.

Él la dejaba hablar. Asentía, preguntaba alguna cosa y volvía a asentir cuando ella respondía. Frigga era una mujer que pese a todo, amaba a su familia y estaba orgullosa de su hijo.

Él no preguntaba. Sabía de él y su esposo todo lo que ella le contaba y no mucho más; no estaba realmente interesado en la vida de otras personas, siempre y cuando ella estuviese bien.

—...así que me alegra que al final encontraras a un muchacho tan eficiente para ayudarte, querido.

—Sí, supongo que he tenido suerte —murmuró con una sonrisa, cuando ella terminó de hablar —. ¿Un té?

—Claro, gracias.

Su pava eléctrica estaba en el escritorio, debajo de este, donde nadie lo pudiera ver. Después de todo, Loki no podía sobrevivir sus jornadas sin sus té de diferentes sabores. Y en hebras, por supuesto.

Su día se resumió en la bonita visita y los clientes que nunca escaseaban, gracias a todos los cielos.

Para cuando regresó en la noche a su apartamento, y luego de alimentar a su gata, por alguna razón desconocida, se aventuró a salir al balcón por una brisa fresca de verano, encontrándose con algo muy curioso.

Al trotador mañanero haciendo una nueva rutina por el parque.

Se preguntó la razón por la cual ahora decidía visitar la zona de noche y sin su perro, pero tampoco era como si pudiese preguntarle. Le observó calentar, hacer lagartijas y caer rendido al césped por unos minutos, mirando fijamente al cielo.

Las farolas iluminaban el parque, pero aún así, no podía adivinar su expresión.

Así como tampoco podía saber cuál era el color de sus ojos

Se preguntó si algo le había ocurrido a su perro o si había peleado con la esposa que le inventó.
Horas después, aún queriendo saber la respuesta, se quedó dormido en el sofá, con el libro aún en la misma página.

🖤

Sí, tardo en actualizar. Pero lo hago, a que sí.

Segundo capitulo, ya apareció mi Peter bebé y Frigga, por supuesto el desarrollo de la historia no va a ser tan lento como parece porque no contará con muchos capítulos; de igual forma espero que les esté gustando.

Nos leemos el próximo lunes

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