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Cap 25: celebrémonos

"No porque algo en la vida sea un poco triste significa que no puedas disfrutarlo" había dicho él, y aunque lo hizo refiriéndose a la canción del piano, lo cierto era que yo no podía dejar de extrapolar su comentario a lo que sentía por él; y es que si bien yo me sentía feliz y dispuesta a inmortalizar nuestra reciente y riesgosa cercanía, la realidad era que a medida que la sensación de dicha acrecentaba, al mismo tiempo aumentaba en mí el sentimiento de culpa, y aquello....aquello era triste y doloroso.

Me hubiese gustado decidir con simpleza que mantendría las distancias, que me alejaría y llevaría una relación estrictamente profesional con él, porque por mucho que me gustase y por mucho que lo quisiera, él tenía novia, y aquel era motivo suficiente como para dejar las cosas ahí y no seguir dándole vueltas al asunto. Pero no, haberlo intentado y haber fracaso en ello me hizo advertir que sería aún más complejo de lo que pensé.

Había surgido un conflicto interno en mí que era mental, emocional y hasta ético: no podía y tampoco pretendía evadir el hecho de que él tenía novia porque eso implicaba ignorar mis propios criterios; me sentía una egoísta cada vez que me veía buscando excusas para verle o cuando sentía las imperiosas ganas de besarle, de tocarle... porque sabía que si pasaba, quizá perjudicaría su relación; sin embargo también admitía que gran parte de la preocupación era por mí, porque vamos, incluso si ocurría algo así para ellos podía no significar nada, quizá a Timothée ni siquiera le importaría, quizá él no sentiría nada, pero para mí... para mí lo sería todo. Y aunque tenía la certeza de todo aquello, eso no impedía que se me hiciese cada vez más difícil, por no decir imposible, ignorar lo que sentía.

Por ello, pensar que el momento de término de las grabaciones iba a ser mi oportunidad para dejar de lado mis sentimientos por él era un consuelo bastante grande, quizá ficticio, pero un consuelo de todas formas, que me permitiría seguir pasando apaciblemente el tiempo con él y sin tanta culpa encima, porque claro, todo terminaría rápido cuando dejásemos de vernos.

Así estaba, estirada en mi cama, dejándome ahogar por mis pensamientos matutinos, cuando de pronto e inesperadamente se vieron interrumpidos por el sonido de la puerta de mi habitación abriéndose. Era Victoria entrando sin previo aviso y con una expresión en el rostro que solo podía significar que algo muy bueno había pasado.

— ¿Qué pasa?—pregunté expectante, levantando a medias mi cuerpo de la almohada.

Con un movimiento rápido se sentó a un extremo de la cama mientras se llevaba ambas manos a los labios, a manera de darme a entender lo ansiosa y nerviosa que estaba por lo sucedido.

—Ya, Vico. ¡Habla!—continúe en extremo curiosa.

—Ayer... ayer por la noche Louis y yo... ¡nos besamos! Y... creo que empezamos algo, algo de verdad—dijo al fin, terminando la frase con un pequeño grito de triunfo.

—Por dios, ¡ya era hora!—exclamé soltando el aire y regalándole un abrazo. — Qué feliz me hace que al fin hayan concretado, ¡mis felicitaciones!—sonreí.

—Me siento tan emocionada y nerviosa, Agnes ¿Y si no sale bien?

—Victoria, no puedes empezar algo pensando en que puede salir mal, todo lo contrario, disfruta lo que estás empezando con Louis, no te preocupes por lo mal que pueda salir. Además tienes ese gran punto a favor que es que no hay nada ni nadie oponiéndose a lo que tienen, tienen todo a su favor, así que tú tranquila—le aconsejé, tomando sus manos en señal de apoyo.

—Tienes razón—suspiró—es sólo que... nunca me había sentido tan feliz con alguien—sonrió nerviosa.

Un sentimiento de ternura me invadía, ver a mi mejor amiga así, feliz y acomplejada al mismo tiempo, no era algo que se veía todos los días, y menos por un chico. El verla constantemente segura con todo en su vida me hacía olvidar aquel lado de ella, y es que de las dos, era ella quien solía hacerme poner los pies en la tierra cuando mis problemas me sobrepasaban, pero ahora era distinto, ahora estaba presenciando su lado más vulnerable, y sentía el instinto casi maternal de protegerla y de hacerla sentir tranquila.

—Lo sé, y te garantizo que a medida que pasen los días te sentirás cada vez más feliz a su lado—aseguré.

—Es lindo el amor ¿sabes?—comentó, acostándose a mi lado.

—Mmm sí, depende—dudé.

— ¿Cómo van las cosas con mi primo?—preguntó, volteándose a mirarme.

— ¿Por qué sacas a Timothée a flote cuando hablamos de amor?—cuestioné risueña.

—No lo sé—respondió mientras comenzaba a jugar con las sábanas— .Creí que después de todo este tiempo ya habías aceptado que estás enamorada de él.

No pude evitar soltar una carcajada. Ya era segunda vez que me lo decía y con el mismo tono de despreocupación y simpleza que me hacía sentir que: o bien lo decía de broma o bien no le tomaba el peso al asunto en el caso de que hablara en serio.

— ¿De qué te ríes?—reprochó—. Lo digo en serio.

—Desvarías de sobremanera, Victoria. ¿Cómo vas a hablar en serio? Lo dices en ese tono de despreocupación como si no entendieras lo complicado que sería si fuese cierto—comenté, aún con el tono risueño en mi habla.

—Me preocuparía si sintiera que Timothée no siente lo mismo, pero sé que no es así, me lo terminó de confirmar ese collar que te dio. Además tú y tu manía de hacer las cosas más complejas de lo ya son hace que no des oportunidad a que pase nada.

—Pero ¿qué dices?—hablé sorprendida. — Tu primo tiene novia, Vico, sin mencionar que pertenecemos a mundos completamente distintos, pero ya hablamos de esto. ¿Podríamos por favor levantarnos y hacer algo por nuestras vidas?—cuestioné, irguiéndome al fin.

La escuché refunfuñar frustrada mientras se levantaba imitándome. Quería a esa chica con todo mi corazón pero a ratos sentía que no la entendía. ¿Cómo es eso de que Timothée está enamorado de mí? Sabía que ella le conocía bien pero eso no era suficiente. A mí me gustaba y le quería, pero eso era todo, no estaba enamorada de él... y mucho menos él de mí.; tampoco estaba exagerando cuando veía su relación como un obstáculo... ¿o sí? Ay, no, claro que no.

—Por cierto—habló Vico— ¿Pudiste ir a la universidad a preguntar si ya habían examinado nuestro proyecto de tesis?

—Oh, sí, había olvidado comentarte. Resulta que hubo un retraso con las revisiones y no saben cuánto tiempo más tardarán en darnos el resultado, pero no te preocupes, la directora lo revisó y me aseguró que tendríamos el título—sonreí.

—Claro, el problema es que necesito un trabajo y necesito el jodido papel rápido. Cuando los tengamos en nuestras manos ¿celebraremos a lo grande?—me miró esperanzada.

—No sé si a lo grande, pero de que celebraremos, claro que sí—aseguré caminando a la ducha.

La verdad era que no me había detenido a pensar demasiado en lo afortunada que había sido al obtener un papel antes de siquiera tener mi título en mano, pero sabía que después de aquella última semana de grabación necesitaría, al igual que Vico, con urgencia conseguir un trabajo, uno flexible porque estaba consciente de las implicancias de que el largometraje saliese al aire: entrevistas, viajes, reuniones, etc Y si bien hasta el momento las cosas iban más que bien, necesitaba independizarme un poco más, requería de un apartamento propio; quizá me estaba adelantando a lo que pasaría pero ahora que mi amiga había empezado una nueva relación era probable que necesitase su espacio, y bueno, aquello era un claro indicio de que ya era hora de empezar a buscar el mío propio.

(...)

Aquella última semana de grabación pasaba rápido y ya apenas quedaban unos cuantos días para acabar. Era singular pero también entendible que sintiera formarse dentro de mí un nudo nostálgico, el cual me hacía extrañar y anhelar cada minuto que pasaba todos aquellos buenos e incluso no tan buenos momentos vividos en aquel bello lugar convertido en estudio. Y aunque sabía que el trabajo con el equipo no iba a terminar con las grabaciones, había generado un apego excepcional con el lugar, que además de mi espacio de trabajo también había sido tanto artífice como compañero de muchos de mis sentimientos y emociones.

Ahora estaba allí, sentada en las escaleras de madera que daban justo a la entrada principal de la casona, con un tabaco en las manos para apaciguar el aire helado y contemplando la ausencia del sol a la vez que el lugar inundado de un aire solitario.

—Hola mamá—hablé en el celular.

—Agnes, hija mía ¿cómo estás?— se oía nerviosa.

—Bien, estoy bien. ¿Pasó algo?—respondí con un deje de impaciencia.

—No, nada malo. Es tu padre, quiere que vengas a cenar un día de estos.

— ¿Y no podía ser el quien me llamase?—comenté, algo molesta.

—Hija, sabes lo orgulloso que es. No tienes idea de lo nervioso que estaba cuando me dijo que te invitara a cenar con nosotros. Está arrepentido y estoy segura que quiere pedirte disculpas.

— ¿No fuiste tú quien lo convenció, verdad?—cuestioné, insegura de lo que me decía.

—Te prometo que no. Ha sido por iniciativa propia.

Solté un suspiro, pensar en el tema "padre" me acongojaba más que cualquier cosa en aquel tiempo, porque era mi familia y él no había hecho más que mantenerse en un silencio que se me hacía eterno, porque cada vez que les llamaba o les iba a ver, siempre había sido mi madre quien había respondido o quien me había recibido.

—Las grabaciones terminarán en dos días, luego de eso iré a verles—finalicé.

—Gracias, Agnes, tu padre estará contento. Te quiero hija, suerte en tu día.

—Les quiero, mamá. Un abrazo—Y corté.

Apagué el tabaco dispuesta a levantarme para unirme a la última reunión que tendríamos en aquel lugar con Margot.

Al llegar, sentí el bullicio de todos los miembros del equipo ya posicionados en círculo cada uno en un asiento. Busqué instintivamente a Timothée con la mirada porque sí, aquel día le había extrañado más de lo normal, y es que al ser uno de los últimos días de grabación el ajetreo era tal que no nos permitió más que hacer lo que debíamos, dificultándonos conversar o incluso tontear como era nuestra costumbre.

Me encontré con sus pupilas mirándome y sonrió al instante, como dándome la bienvenida a la entrada de sus ojos, lo sentí como una sutil mirada seductora, sutil porque pudo haber sido una mirada normal para cualquiera, pero la sensación era distinta, aquel espacio entre sus ojos y los míos guardaba una emoción oculta, únicamente palpable por nosotros dos.

O eso creía, porque a los segundos de apartar la mirada de él y mientras me sentaba en el único asiento disponible que quedaba, noté el pícaro semblante de Margot mirándome. Tuve que bajar la vista para esconder mi sonrojo.

—Bueno, ya que estamos todos aquí, quería comenzar señalando que estoy muy feliz por el trabajo hecho hasta ahora. Me vi gratamente sorprendida con lo bien que está saliendo todo, y quiero felicitarles porque cada uno de ustedes ha contribuido a ello.

Un torrente de aplausos invadió el salón, haciéndome soltar una risa de entusiasmo, era agradable ver a todos felices con el resultado.

—Pero en especial—continuó—deberíamos agradecer a Agnes y a Timothée, cuyo trabajo ha sido impecable y nos ha permitido avanzar sin ningún problema. Enserio, chicos, han sido capaces de ser más que dos personajes en este proyecto, han dejado nacer las emociones como si fuesen las suyas propias y estoy segura de que eso se notará en la pantalla—nos sonrió, satisfecha

Por nuestra parte solo asentimos agradeciendo sus palabras con el rostro arrebolado por los cumplidos.

—Y ahora, la sorpresa que les tenía:... tendremos nuestra primera premiere en Francia, así que en un par de meses estaremos allá—soltó, ahogando un pequeño quejido de felicidad.

Mierda, ¿¡Francia!? Iría a Francia para el estreno de Ocasos de Otoño. No podía creerlo, jamás imaginé que podría viajar tan pronto a un lugar como aquel y mucho menos al estreno de un filme, un filme donde yo era una de las protagonistas. Dios era demasiado. Pero claro, cómo no iba a imaginarlo, Francia era el país de Margot, de seguro le guardaba un hondo cariño y para ella significaba un profundo honor que su largometraje tuviese su primer estreno allá.

Después de casi una hora sentada allí me vi en la necesidad de ir a beber agua, la emoción estaba siendo demasiada y requería de algo de hidratación.

Con el vaso en una de mis manos y con la otra apoyada en el mueble del antiguo y vetusto lavadero de la cocina, me disponía a beber sin contar con que mi serenidad se vería alterada por lo que me pareció en el momento fueron unos dedos enterrándose en mi cintura, hecho que ocasionó que instintivamente me retorciera haciendo que el bromista se diera en la espalda con uno de los muebles de atrás. Era Timothée con su tradicional manera de espantarme.

— ¡Timothée, por dios, terminarás botándome al suelo!—le critiqué, volteándome para quedar de frente.

—Lo siento, Agnes—dijo partiéndose de la risa, y continuó hablando algo que no advertí porque mi vista se pegó a la puerta ahora abierta del mueble que había sido golpeado. El chico se percató y se giró para mirar.

—Timothée, son un montón de diversos licores, y mira nada más, hay Fireball, muchos Fireball—susurré, sorprendida.

— ¿Para qué serán?—dijo de la misma manera, tanteando todo el contenido.

—No lo sé, pero...

No alcancé a terminar porque Margot apareció sorpresivamente por la puerta de la cocina.

—Chicos, les estaba buscando—sonrió— ¡Oh! Así que descubrieron el contenido de ese enigmático mueble—comentó, percatándose de la situación.

—Sí, pero no creas que estuvimos espiando fue sin querer—se apresuró a decir Timothée, preocupado.

Margot soltó una risotada.

—No tienes que explicarme nada, querido, solo son un par de tragos destinados para la cena que tendremos el día final de grabación. Si gustan pueden sacar el que quieran—ofreció.

— ¿Enserio?—hablé sorprendida y dispuesta a sacar uno.

—No hay necesidad, pero gracias Margot—se me adelantó Timothée. Le miré inquisitiva, y al instante me devolvió una mirada de confusión.

—Bueno, si cambian de opinión el mueble está a su disposición—dijo entrecerrando levemente los ojos. Dios, sentía que ella lo sabía todo solo con mirarnos. Qué vergüenza. —Bien, yo sólo venía a informarles que di por finalizada la reunión y que pueden irse cuando gusten—sonrió para luego pasar a despedirse de ambos. Qué adorable mujer.

— ¿Qué pasa?—murmuró Timothée apenas la cineasta había cerrado la puerta a sus espaldas.

— ¿Cómo que qué pasa? Es que tú no tienes la misma mente traviesa que yo, Timothée —aseguré, cruzándome de brazos y apoyando mi espalda en el lavadero.

—Mmm yo no estaría tan seguro de eso—sonrió juguetón—. Pero ya dime ¿Qué tienes en mente?

—Mañana, después de terminar, quedémonos a celebrar con un Fireball que las grabaciones terminarán al día siguiente—propuse, anhelante.

— ¿Sabes que hay una lluvia torrencial anunciada para la noche de mañana?—respondió con una carcajada.

— ¿Y eso es un problema? Tenemos un calefactor y hasta comida a nuestra disposición acá—le miré, juguetona.

¡Dios, qué estaba haciendo! Me odiaba, definitivamente. No me podía creer que aun considerando todos mis embrollos, me permitiera proponer insensateces.

Me miró serio unos segundos, no había en sus ojos ningún dejo de duda, solo parecían estar pensando en algo imposible de descifrar para mí. Comenzó a acercarse y enredó una de sus manos en mi alborotado pelo, acariciándolo y con ello acorralándome en un movimiento inconsciente. Aquello propició que mi nariz alcanzase a oler su cautivador aroma, así que le miré con ojos tímidos y entonces vi que me miraba con dulzura.

—Está bien...—susurró sin dejar de mirarme. — Quedémonos a celebrar....a celebrarnos—finalizó, con una sonrisa suave y apartándose lentamente de mí para luego pasar a indicarme que era hora de irnos.

Aquella noche dormí dejándome invadir por una felicidad absurda que ya casi sentía me la otorgaba exclusivamente él; pero con las ansias encima y rogándole a mis emociones tener la voluntad suficiente como para al día siguiente no cometer ningún disparate. Pero ok, ¿desde cuándo tenía tanto miedo de pasar un buen rato con Timothée? Definitivamente estaba paranoica, si pensaba razonablemente qué más daba, al otro día todo terminaría y eso sería todo, era absurdo ponerme a pensar con tanta necedad y alarma, sólo sería una simple noche de celebración. 


Hasta aquí el cap de hoy c: ojalá lo disfruten tanto como disfruto yo escribir. 

El buen recibimiento que veo en sus comentarios, lecturas y/o votos me motiva demasiaaado a seguir escribiendo los caps, así que mucho amor y corazoncitos para ustedes  <33 Abrazoss




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