Cap 18: corazón en la garganta
Acid Ghost - New York
***
El sonido de las gotas de lluvia golpeando la ventana del cuarto me despertó. La felicidad que me inundó por unos segundos cuando me di cuenta de que el día que me esperaba era lluvioso se esfumó de repente cuando recordé lo que había pasado la noche anterior ¿o lo que no había pasado? No lo sabía. De pronto me sentí terriblemente confundida, lo último que recordaba era la voz de Timothée llamándome mientras yo intentaba pasar por el tumulto de gente.
Me quise levantar, casi como creyendo que eso me haría recordar al menos algo de lo que había pasado después, pero lo único que logré fue sentir un fuerte dolor de cabeza que me hizo llevarme ambas manos a la frente. Y eso que había sido alcohol del bueno. Me levanté de la cama como pude, de todas formas necesitaba con urgencia darme una ducha.
Apenas abrí la puerta del cuarto sentí los pasos apresurados de Victoria yendo de un lugar al otro del apartamento. Me sentía tan confundida que no lograba captar lo que estaba pasando, el sueño y la resaca me hacían poner más despistada de lo que ya era.
Me acerqué a pasos lentos al cuarto de Victoria.... Y allí estaba, armando una maleta.
—Victoria, ¿Qué estás...— y entonces recordé, sintiéndome la peor amiga del mundo.—Mierda, Victoria lo siento tanto... olvidé por completo tu viaje familiar—le dije, seria y sintiendo ganas de llorar, había tenido suficiente con lo que había pasado ayer.
—No te preocupes, Agnes. Hasta a mí se me había olvidado—comentó divertida, pero en el fondo había algo en su mirada que me demostraba lo contrario.
—Hey...—me acerqué con cuidado y la abracé—lo siento, he sido una egoísta—susurré. Sentí su agarre en mi espalda y supe que eso era suficiente como para saber que estábamos bien.
— ¿No te molesta quedarte sola?—preguntó, compasiva.
— ¿Bromeas? Es lo que he estado esperando desde que llegué aquí—Jugué—No, enserio, tranquila, estaré bien.
Victoria siguió arreglando sus cosas, le ayudé a empacar lo que faltaba, serían tan solo dos semanas las que estaría fuera, haría un viaje a Verona al norte de Italia, con sus padres, todos los años lo hacía, a veces por más tiempo, a veces por menos, esta vez sería poco. Cuando lo hablamos hace unos días la chica me había comentado que no quería estar tanto tiempo ausente ya que quería llegar acá y comenzaría a buscar un trabajo, pero yo sabía que la verdadera razón era porque no quería dejarme tanto tiempo sola. Pese a eso desistí de hacerle cualquier comentario contradiciéndola, la conocía bien y no cambiaría su decisión.
Me acerqué a la ventana del salón, aún con el pijama encima, aún con las dudas en mi cabeza. Quería preguntarle a Vico lo que había pasado, pero creo que había sido suficiente con el hecho de haber olvidado su viaje, no volvería a hablarle de mí en ese rato que nos quedaba juntas.
Abrí un poco la vidriera de la terraza, quería sentir el fresco del viento y el olor de lluvia inundarme, al menos eso me haría sentir un poco más tranquila. Lamentablemente mojarme con las gotas de lluvia era imposible en ese lugar gracias al pequeño techo que protegía el suelo de la terraza, pero era suficiente con salir allí y que al menos el viento y un par de gotas quebradas me dieran en el rostro.
Cerré mis ojos en el lugar, inhalé el aire fresco y exhalé, una mano se posó en mi hombro. Era mi amiga.
— ¿Oye?—se posicionó a mi lado.
—Dime—respondí, con mis ojos clavados en el húmedo paisaje de la ciudad.
— ¿Dónde te fuiste ayer?
Le miré.
— ¿A qué te refieres?
—Sí, dijiste que ibas por un trago, pero no volviste como en veinte minutos. Te fuimos a buscar a la barra y no estabas Nos preocupamos, Agnes.
—Pero...volví, ¿verdad?
—Sí, dijiste que querías irte, te veías... mal. No quise preguntar qué había pasado, ¿fue por Timothée? Estuvo distante toda la noche contigo, lo noté, supuse que cuando se había ido te habías sentido mal y habías decidido parar, pero luego cuando no te encontramos, me preocupé.
—Lo siento, por haberlos preocupado, pero realmente no me acuerdo de cuando volví con ustedes—confesé.
—Estabas muy borracha, no me sorprende—río.
Dejé pasar unos segundos en silencio mientras ambas estábamos ahí, disfrutando de lo silencioso de la ciudad, era reconfortante sentir cómo todo se calmaba con la lluvia, de pronto el ruido de los vehículos y el transporte con su abrumador sonido se veía opacado por la sutil melodía de las gotas cayendo, formando charcos que luego eran tenuemente perturbados por el delicado caer de las hojas de los arbustos y árboles, tan diminutos en comparación con los grandes edificios neoyorquinos.
— Entonces... ¿Timothée no volvió?—me atreví a preguntar.
—No, luego de que se fue con Emily no lo vimos más.
—Entiendo—comenté pensativa.
Claro, ahora recordaba un poco más, yo había vuelto donde los chicos, desesperada por salir del lugar, sin darles ningún tipo de explicación. Era probable que ellos no hubiesen tenido la oportunidad de ver a Timothée entrar de nuevo a la discoteca, por lo cual asumieron que el chico se había ido desde hacía tiempo con su novia. Una sensación de preocupación comenzó a invadirme solo de pensar en que no sabía cómo estaba él, ni tampoco cómo había llegado a su casa, no sabía nada desde que me alejé reprochándole su actitud conmigo. Dios, me sentía tan avergonzada, de no haber bebido tanto no habría dicho ni hecho nada, habría soportado las ganas de bailar con él, me habría aguantado las ganas de querer sentirlo jodidamente cerca.
Victoria debió percatarse de la cara de espanto que se me estaba formando.
—Agnes, ¿Qué pasa?—me miró preocupada.
No podía contarle nada ahora, no me sentía preparada para hablar porque seguía confundida, y bueno, no quería preocuparla ahora que se iba de viaje en unas pocas horas más, eso sería muy egoísta. Creo que después de todo me haría bien quedarme sola, así podría pensar más tranquila.
—Nada—respondí, entrando nuevamente al salón—es sólo el sueño y la resaca.
—¿Estás segura? Estás pálida.
—Estoy segura—dije mientras la tomaba de los hombros—sólo necesito descansar.
—¿Tendrás tardes de ensayo con Timothée?—preguntó, volviendo a sus maletas.
—Se supone que debíamos tener nuestro último ensayo uno de estos días de fin de semana que vienen, ya que las grabaciones empiezan el jueves, pero ya no sé cómo irá eso—respondí, tumbándose en el sofá mientras intentaba ocultar la punzada en el estómago que me produjo escuchar esa inesperada pregunta, y es que no me había puesto a pensar en ello.
—Me ha decepcionado ese chico, no entiendo su actitud de ayer, tan fría contigo.
No respondí, no quería seguir con el tema.
—Pero ¿sabes? Yo creo que se siente confundido, quizá tenía miedo de que Emily se diera cuenta de que le gustas.
—Victoria, no. Basta, por favor. Timothée tiene novia y ese es suficiente motivo como para dejar de pensar en el supuesto gusto que siente el chico por mí. Nada pasa entre él y yo. Es imposible—hablé tan rápido que me faltó el aire.
—Agnes, que tenga novia no quiere decir que no puedan sentir cosas el uno por el otro—contestó, a la defensiva.
—Victoria, él está con una chica ¿entiendes? No soportaría sentir que me estoy metiendo allí, simplemente no—me levanté del sofá, queriendo salir de la situación.
—Por más cliché que sea, Agnes, bien sabes que las personas no controlamos lo que sentimos—habló, deteniéndose con lo que hacía, preocupada por mi actitud.
—No, pero sí lo que hacemos. —Y la cagué, pensé. —Me daré una ducha.
Contesté seca, casi corriendo a la bañera. Sentía que lloraría, que explotaría en lágrimas que no iba a poder detener. No me entendía, no entendía por qué estaba sintiéndome así, quizá ni siquiera sabía lo que sentía. Podría ser una combinación de muchos sentimientos, pero lo odiaba, odiaba que el tema me afectara tanto y que ni siquiera pudiese mantener tranquila una conversación con mi mejor amiga.
Después de un par de horas Vico ya estaba lista para partir. Intenté actuar todo lo normal que pude, no quería preocuparla, menos ahora que se iba a tomar unos días de descanso. Ella se los merecía.
—Llámame cuando puedas —hablé mientras le daba una abrazo en la puerta del vehículo.
—Lamento no estar para tu primera semana de grabación—se lamentó.
—Tú anda tranquila, no te preocupes por nada y disfruta—finalicé, ayudándola con la última maleta.
Vi cómo se alejaba por la ventanilla del carro que la llevaría a la casa de sus padres. La iba a extrañar, quizá hasta más que los años anteriores. Subí al apartamento, me tumbé en el sofá, con la mirada perdida en la vidriera empañada por la lluvia, ahora tendría tiempo para pensar e intentar estar tranquila, sabía que tenía que hacerlo, abrumarme con mis pensamientos ahora que no estaba Vico para ayudarme no me traería nada positivo.
(...)
Tres días habían pasado desde que Vico se había ido, la ansiedad que empecé a sentir ese día por no saber nada de Timothée no había hecho más que crecer de a poco, a pesar de que había hecho todo por distraerme y dejar de pensar en el caso, lo cierto era que no dejaba de preocuparme. Sabía que él estaba bien, pero la incertidumbre de no saber cómo se sentía con lo que había pasado no me dejaba descansar.
Sentir que no podía contarle a nadie lo que había pasado no me ayudaba a calmar mis nervios, había pensado en llamarlo y salir de la duda, había pensado en quizá enviarle un mensaje, algo, pero cada vez que tomaba mi celular y aparecía su nombre en la pantalla lo único que hacía era aumentar el nudo en el estómago, así que tiraba el celular y comenzaba a hacer otras cosas.
De esa manera me había decidido por comenzar a leer como por tercera vez uno de mis libros favoritos: Cumbres Borrascosas de Emily Brontë, amaba la lectura de ese libro sobre todo en épocas frías, en donde la sensación de introspección y soledad me hacía sentir casi como un personaje más de la historia, casi como un testigo de todas las vivencias del relato.
También decidí ir a visitar a mis padres, o mejor dicho, a mi madre, ellos estaban bien, o eso me dijo, al parecer habían sabido de mi hermana y eso les tenía más tranquilos. Mi padre aún no me perdonaba, pero saber que al menos estaba bien por boca de mi madre me dejaba tranquila con ellos. Sin embargo los extrañaba y me dolía el comportamiento de mi padre, pensé muchas veces en buscarlo, pero quería sentir que significaba lo suficiente para él como para que dejara de lado su orgullo y fuese él quien me buscase.
Ahora estaba pasando la tarde con Ezra viendo películas y cocinando, me relajaba estar con él, todo parecía mucho más simple. Le había preguntado por el día de la salida y no me dijo mucho más que lo que Victoria me informó, al parecer luego de asegurarse que habíamos llegado bien a casa, él y Louis se habían vuelto juntos a sus hogares. Me confesó que se había preocupado por mi estado exaltado cuando volví con ellos en el último momento de la fiesta, pero sintió que no era momento de preguntar. Intenté tranquilizarlo, pero ya lo empezaba a conocer bien, él sospechaba algo, quizá hasta supiera lo de Timothée, pero de seguro quería ser cuidadoso y no se atrevería a preguntar aún.
— ¿Estás segura que no hay nada que quieras comentarme, Agnes?—fue lo que me preguntó antes de partir.
—No, está bien, no pasa nada. ¿Vendrás el miércoles? Necesitaré tu compañía antes del día de grabaciones, podemos hacer algo divertido—propuse, haciendo pucheros.
—Pues si vamos a tener comida, claro que sí—respondió divertido—estaré aquí a la hora de almuerzo—finalizó, para luego pasar a caminar por el pasillo hasta desaparecer en la escalera.
— ¡Y bebidas también!—alcancé a gritar.
Verlo me había tranquilizado harto, me sentía acompañada, quizá hubiese estado bien contarle lo que había pasado con Timothée, pero dios, ni siquiera yo sabía lo que estaba pasando.
Mis nervios aumentaban cuando caía en cuenta de que el día de inicio de las grabaciones de Ocasos de Otoño se acercaba ¿acaso no íbamos a tener nuestro último ensayo? ¿Todo iba se iba a volver raro desde ahora? sólo había sido un baile, sólo eso ¿por qué sentía que todo estaba tan jodidamente extraño? Claro, porque se me había ocurrido reprocharle en la cara su inesperada distancia ¿acaso no era justo que se lo dijera? Dios, tendría que dejar de pensar.
Me levanté de la cama, dispuesta a prepararme la cena, había estado cocinando mucho durante aquellos días porque prepararme comida me relajaba bastante, aunque quizá pedir una pizza no estaría mal. Me acerqué a la ventana del salón para saber qué tan conveniente era ir por una caminando o si acaso era mejor pedir un delivery. Los días habían estado bellísimamente lluviosos, ya los árboles se encontraban casi por completo desprovistos de sus delicadas hojas coloridas, y éstas volaban con el viento o rodaban por las calles y sus pozas de agua. No pude evitar pegar la vista en las personas que caminaban por allí, tan apuradas, y con el semblante serio aunque relajado, quizá yendo a su trabajo, quizá a sus hogares; anhelé ser una de ellas, anhele sentirme privada de cualquier preocupación emocional como la que estaba sintiendo en aquel momento. Quizá simplemente tendría que aceptar que no vería a Timothée sino hasta el inicio de las grabaciones, eso sería en unos tres días más, no sería tanto, ojalá no se sintiera como tanto. Bufé cansada, definitivamente caminaría por la pizza.
Caminé a la habitación en busca de un abrigo, sin si quiera pensar en un paraguas, de todas formas la lluvia no era abundante, sólo unas pequeñas gotas bastarían para ponerme mejor. Desde la habitación, mientras intentaba buscar sin resultados mi único abrigo, sentí unos pequeños golpeteos en la puerta del salón, noté que apenas podía oírlos así que probablemente quien estaba detrás o estaba cansado o indeciso. Pensé que podía ser Ezra que había olvidado algo, así que caminé decidida, nadie más podía ser.
Abrí la puerta sin pensarlo mucho, pero me paré en seco cuando ya estaba hasta atrás, no podía ser.
— ¿Qué haces aquí? Victoria no está—hablé rápido, con el corazón en la garganta.
—Lo sé—respondió, con voz ronca por lo sigiloso de su habla.
yyyy hasta ahí este cap... quizás quién será jj Tanto escribir sobre lluvia me pone triste que en mi país hagan como 35 grados de calorr :(( Besos y gracias por leer y votar <3
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