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cap 16: slow love?

Tender - Slow love

                                                             ***

La melodía había terminado, la luz había llegado, el corte eléctrico era parte del pasado, pero mi corazón seguía igual de exaltado que hace unos minutos atrás. La manera azorada con que palpitaba me hacía percibir su latido en todo el cuerpo, y honestamente, solo esperaba que Timothée, cuya figura seguía detrás de mí, no lo notase.

— ¿Qué te pareció?— habló. Noté que quiso parecer tranquilo y relajado, pero había algo en su voz que me decía que estaba igual de agitado y choqueado que yo.

Estuve unos pocos segundos intentando recordar a lo que se refería, hasta que rebobiné acordándome de sus últimas palabras "Imagina que estamos ensayando el libreto". Claro, qué más iba a ser.

—Creo que...—Mi voz se quebrajó, disimulé lo trémulo en un raspeo suave—. Creo que fue... intenso. — respondí al fin, mientras alejaba el taburete para voltearme hacia él y conversar a una distancia más o menos adecuada.

—Lo fue—susurró al tiempo que agachaba su mirada.

—Funciona —aseguré—, creo que es un buen comienzo. — Intenté tranquilizar mi ánimo todo lo que podía, y actuar con normalidad, después de todo, como había dicho Timothée, sólo había sido un fragmento del libreto, ¿O no?

—Sí, el libreto es de por sí muy hondo, creo que lo que acabamos de hacer es sólo un trozo de todo lo demás. Deberíamos seguir desarrollándola la próxima vez que ensayemos.

El chico entreabrió un tanto sus piernas, dejó caer en el hueco entre ellas la delicadeza de sus  manos entrelazadas. Mantenía su cabeza gacha y su semblante se mostraba alicaído, a mis ojos en ese momento, parecía como si un velo de pensamientos babélicos le estuviese cubriendo.

— ¿Te lo leíste completo?—pregunté, en parte para profundizar en lo que nos competía, en parte para alivianar un poco el ambiente.

—Sí—Me miró sonriendo, era una de esas sonrisas sutiles de él, que asomaban cada vez que parecía despertar de algún rincón desconocido de su mente. Si embargo, no dejaba de haber en el brillo de sus ojos cierto atisbo de satisfacción y entusiasmo—. Lo repasé un montón de veces.

— ¿Crees que podamos hacerlo?— cuestioné.

— ¿Estás bromeando? Claro que podremos. ¿Acaso no sentiste lo que yo ahí? Estoy seguro que esa es la clave. Y si pudimos empezar con eso ahora, no me imagino lo que lograremos en estas semanas.

—Sí, me di cuenta— solté una risa— es sólo que... las posiciones, ya sabes... a veces tenemos que estar sobre el piano, a veces simplemente nosotros dos en el taburete. Es como el comentario que me hizo Vico hace unos días... "prácticamente tienen que hacer el amor", sólo que... con algo de ropa—enfaticé con los dedos, mientras sentía el arrebol intenso en mis mejillas.

Timothée me miró con dulzura. Un pequeño escalofrío me recorrió el cuerpo cuando vi cómo sus manos tomaban las mías.

—Sí, Vico tiene razón, es casi como hacer el amor... en un piano—respondió con temple calmo en un susurro a la vez que dejaba descansar sus ojos en nuestras entrelazadas, acariciándose ligeramente—, pero ese es el libreto y es el trabajo que tenemos que hacer. De todas maneras, si no te sientes cómoda con ensayarlo podemos simplemente esperar a las grabaciones.

—No, para nada, me sentí muy cómoda ahora —me apresuré a señalar—, y creo que ensayar antes de las grabaciones es demasiado importante como para considerar no hacerlo, es la única forma de lograr lo que Margot espera, que la intensidad de las emociones traspase la pantalla. Solo... quería asegurarme de que estuviésemos de acuerdo con hacerlo ahora que ambos ya leímos con más cuidado el libreto—finalicé.

—Bueno, espero que haya quedado claro, Agnes.—El chico sonrío—.No puedo estar más de acuerdo.

Me estremecí, sentía que mis nervios volverían a brotar. Aquello era señal más que evidente de que debía internalizar mejor el hecho de que con Timothée no estábamos haciendo más que preparar nuestro trabajo juntos. Sí, claro que estaba bien sentir la actuación como algo real, esa es la idea, pero más allá de eso, debía saber cómo concebirle el espacio de ficción que le correspondía, no podía dejarme llevar de esa forma.

—Genial entonces—respondí, dándole una sonrisa.

Cuando bajé la vista y me di cuenta de que nuestras manos seguían cómodamente entrelazadas, supe que era hora de partir. Pese a eso, mi pecho saltó complacido cuando advertí que la única razón por la que el frío no llegaba a mi cuerpo era porque sus cálidas manos seguían pegadas a las mías, transmitiéndome el calor necesario.

—Creo que es hora de que me vaya—informé, sin despegar la vista de nuestras manos.

—Te llevaré—aseguró.

Me limité a asentir con un movimiento de cabeza para luego pasar a pararme del taburete. Sentí cómo nuestras manos iban desprendiéndose con cautela, como si les costase trabajo. No quise observarlas porque entonces hubiese sido demasiado evidente que no quería que aquello pasara, habría sido muy fácil captar en mis ojos el dolor de la distancia, y quizá me hubiese delatado frente a Timothée. Él no hacía más que demostrarme su cariño y apoyo.

Tampoco me opuse a su ofrecimiento de llevarme a casa, podría decir que la razón era el peligro que corría tomando un taxi sola a esas horas de la noche, pero en realidad, en lo primero que pensé cuando asentí a su oferta, fue que quería estar un poco más de tiempo con él, auque fuesen un par de segundos, aquello no importaba si se trataba de la calidez de su presencia. Ciertamente, me sentía una ridícula aceptándolo, pero qué más daba, ya no hacía falta mentirme.

Antes de salir del cuarto, cuya esencia ya sentía se estaba volviendo tan importante para mí como lo era para Timothée, me atreví a dar el último vistazo al piano y al pequeño asiento junto al taburete, sintiendo la forma en que se plasmaba en mi interior la huella de lo que hace sólo unos minutos había ocurrido allí. Quizá con el tiempo recordaría con nostalgia ese momento, aquel instante en que parecía que habíamos viajado al compás de la lluvia y al ritmo de la melodía de Debussy. 

Durante el camino con Timothée nos dedicamos a conversar un poco más sobre el libreto, desde las generalidades hasta los detalles y las dudas. A los dos se nos veía muy entusiasmados, y eso me dejaba tranquila, era agradable tener la certeza de que trabajaría con alguien que se sentía cómodo conmigo. 

Por lo demás, también nos dimos el tiempo de agendar nuestros tiempos de ensayo. Al parecer, a ambos nos acomodaban las tardes, por lo cual decidimos vernos día por medio durante esas dos semanas que nos quedaban antes de las grabaciones, y si era necesario, todas las tardes, a excepción de algunos días ya ocupados. Si bien habíamos acordado que ensayaríamos tanto las piezas del piano como las escenas también quisimos disponer de algunos días para divertirnos y pasar el rato, sabíamos que además de trabajar teníamos que generar otro tipo de lazo y confianza, hacernos en lo posible, amigos y compañeros.

— ¿Estás seguro que no te importa pasar casi todas las tardes de la semana juntos ensayando? Quizá también tengas que disponer de tiempo para otra cosa.

—En este momento lo más importante para mí es este proyecto, y créeme que tengo ganas de darle todo mi tiempo si es necesario—aseguró.

—Genial, por mi parte tampoco tengo problema, pero créeme, si no invitamos a Vico a alguno de nuestros planes ella se enfadará—advertí levantando mis manos.

Timothée río frente al volante, sin despegar la vista del frente.

—La invitaremos, a ella y a quien quieras, lo importante es pasar el tiempo, trabajar y divertirnos.

—Será divertido —aseveré entusiasta al tiempo que miraba la vidriera a fin de contemplar la calle solitaria por la que pasábamos, el cemento negruzco relucía a causa de las gotitas de lluvia que embadurnaban los suelos neoyorquinos, y la fragancia húmeda de la llovizna se colaba por un pequeño hueco en la ventana, envolviéndonos de su frescura vívida.  

 Saberme envuelta de aquel almizcle otoñal junto a Timothée, me generaba un gozo indecible,  inefable por lo etéreo de aquel cuadro.

Advertí que por unos segundos Timothée despegó la vista del frente y volvió su rostro hacia mí, entreví por el rabillo del ojo que su semblante se encontraba serio, como pensando o sobre pensando algo. Ojalá haber podido saber qué. En un impulso, estuve a punto de voltearme y preguntar, pero cuando le vi volver su rostro nuevamente al frente para concentrarse en el horizonte de nuestro camino, deseché aquella. Era extraño, pero cualquier movimiento del chico despertaba en mí el más fuerte interés, todo en él parecía ser susceptible de significar algo maravilloso.

Después de unos minutos, al fin llegamos al edifico del apartamento de Vico. Una vez allí, mi intensión era despedirme rápido del rizoso, mi pecho guardaba una presión convulsa que sentía no podría disolver si permanecía más tiempo allí. Sin embargo, se ofreció a acompañarme hasta la puerta del apartamento. Y acepté.

El pasillo que daba a la puerta del apartamento era iluminado por una luz cálida, un tinte ocre opaco que le concedía un tono claroscuro a todo el lugar. Y mierda... de nuevo aquella embriagadora oscuridad.

—Agnes —habló despacio una vez que llegamos a la puerta.

— ¿Si?

—Solo quiero que sepas que... estoy muy contento de que trabajemos juntos en esto.

Yo solo atiné a sonreír cortés, agradeciéndole en un murmullo su confesión—:yo también lo estoy, Timothée. Quizá demasiado —Me atreví a decir.

Pasaron unos segundos en completo silencio, hasta que Timothée posó una de sus manos en mi cuello, dándole pequeñas caricias con su pulgar mientras buscaba mis ojos con los suyos. Mi vista se clavó en el suelo, porque su toque y su mirada me habían hecho cohibir de manera inusitada, pero desde allí observé la forma en que sus pies daban un paso más hacia mí, quedándose su cuerpo mucho más cerca, y entonces tuve que levantar mi vista, tuve que corresponderle porque no soportaba el dolor de saberme contemplada por él y no poder hacer lo mismo.

Un tenue suspiro ahogado se escapó de entre mis labios cuando mi corazón comenzó a latir con fuerza y mis piernas comenzaron a flaquear por su cercanía. Así que con objeto de evitar cualquier desplome, opté por enfocarme solo en su mirada y en el posible significado detrás de su intensidad, decidí poner atención también a la exquisitez cálida que me generaba el roce de su mano en mi cuello, y en lo placentero que se había vuelto para mí sentir su cuerpo tan tremendamente cerca. En un momento dado, creí ver matices de desesperación en su mirada, y estaba segura que él podía notar lo mismo en la mía, pero en ese entonces, aún no podía atender con claridad a la razón. 

Mi cuerpo percibió el aire de su silueta moviéndose cuando acercó su rostro un poco más al mío a fin de depositar un beso en mi frente, y entonces me abrazó, permitiéndome el descanse de mi cabeza en su pecho mientras una de sus manos se enredaba en mi pelo revuelto y la otra se aferraba a mi espalda. Pude sentir su respiración en mi cuello y la forma en que una cuota de aire salía de entre sus labios generando que su tibieza me hiciera estremecer.

Nos quedamos unos segundos así, mientras yo me sentía diluir en sus brazos, porque me tenía, allí, completamente entregada a él, a su torso acogedor, a su aroma lluvioso y al tacto fino de sus rizos en mi cuello, podría haberme quedado así hasta el amanecer, hasta que el primer rayo de sol invernal se colase por la ventana y lograse despertarme del trance de su presencia. Pero no, tuvimos que separarnos para que él volviera a posar un beso fugaz en mi frente, uno que fue en son de despedida, porque le vi darme una última mirada de asentimiento y empezar a caminar abruptamente, ahora solo por el pasillo. 

Timothée no volteó, caminó rápido, como si tratase con esmero de escapar de algo, mientras yo me quedaba ahí, mirándole la espalda, completamente absorta y aun sintiendo en mí la huella de su tacto lejano, incapacitada para vislumbrar con claridad lo que sentí cuando me invadió el vacío al verle desaparecer por las escaleras.

Una sensación de deriva se apoderó de mi pecho cuando entré al apartamento y sentí la oscuridad inundarme de nuevo, pero ahora sin el chico al lado. Esa noche había sido en exceso agotadora en muchos sentidos, pero sin embargo, sabía que pese a todo tenía que hacer aunque fuese un mísero intento por lograr acallar mi mente, no pensar en exceso en todo lo que estaba sintiendo, sabía que aquella sería la única forma de dormir, mi salud física y mental me lo pedían a gritos.

(...)

Desperté al siguiente día con los golpes de Victoria en la puerta. Apenas pude levantarme, sentía muy cuerpo increíblemente agotado. Me dirigí a regañadientes a abrirle para luego pasar a tumbarme de nuevo en la cama, esperando que fuese ella la que se acercase.

—Wow, parece que sí fue una noche de locos, ¿no?—preguntó, sentándose en la cama.

¿Cómo responder a eso? Claro que había sido una noche de locos, pero seguramente no el tipo de noche que ella esperaba escuchar.

—Naa.—gesticulé con mi mano—. No fue nada, sólo estoy cansada.

— ¿Qué te parece si vamos a comer a algún lado y me cuentas cómo te fue? Ya es medio día.

No me dio el corazón para negarme a su voz emocionada. Lo cierto es que ni una gota de ganas tenía de levantarme, pero Victoria se merecía al menos un pequeño relato de lo que había sido la cena y quizá, si me animaba, podría también confiarle algunos de mis sentimientos, tal vez eso me traería paz.

Mucho tiempo estuvimos intentando resolver donde ir, era la primera vez en meses que íbamos a un local de comida de verdad y no a uno de chatarra. Finalmente, decidimos ir por pasta al Pasta Lovers, ahí los precios eran moderados, justo como para darnos un gusto y no gastarnos nuestro escaso dinero de universitarias a punto de graduarse.

Durante el trayecto pasamos por un pequeño puesto de revistas en la vereda de una de las calles, no le había tomado atención hasta que Victoria me detuvo. En efecto, en una de las revistas aparecíamos Timothée y yo, justo en el momento en que el chico me tenía en sus hombros mientras daba grandes pasos en el agua. Solté una carcajada, era realmente chistoso vernos en esa situación y con nuestras caras ahogadas si no por la lluvia sí por las risas.

Me vende una de esas revistas, por favor—habló Vico al señor de la tienda.

— ¿Estás loca?—cuestioné, sorprendida.

—No, solo tengo curiosidad por saber lo que dice—aseguró, tomándola junto con el cambio—además es una foto bonita.

No lo había pensado así, pero sí, ella tenía razón, era una foto bonita, quizá hasta podría guardarla.

—Bueno, de todas maneras yo te podría contar mejor que ellos lo que pasó, y hubiese sido gratis.

Vico soltó una pequeña risita, una mirada de obviedad se posó en mí.

—Por supuesto que me lo contarás mejor que ellos, Agnes, no puedes no contarme tu parte de la historia.

—Querrás decir, la única parte de la historia —corregí.

Caminamos hasta por fin llegar al local, y luego, con nuestros pedidos en mano, nos sentamos en una de las tantas mesas en la terraza del lugar, ahí, mientras yo estaba concentrada en mi comida, Victoria tenía sus ojos pegados a la revista.

—Mira, al menos algo de verdad dicen aquí—me mostró.

— ¿Cómo es que saben que seré su compañera de reparto?—cuestioné ceñuda una vez que le di una ojeada.

—Bueno, según lo que dicen, Timothée habló de ti en la entrevista que hizo en Inglaterra hace unos días—explicó, abandonando la revista.

Me había sorprendido escuchar aquello, él no me había contado nada de su entrevista en Inglaterra durante la noche pasada, pero bueno, tampoco lo culpaba, no habíamos malgastado el tiempo.

—Qué bien, ahora al menos no me emparejarán con él—comenté con indiferencia, dándole un sorbo a mi colmado vaso de jugo.

—Bueno —siguió, sin dejar de llevarse una cucharada de pasta a los labios—, ¿cómo estuvo la cena ayer?

Suspiré. Ok, empezaría por lo fácil.

—Genial, la pasé muy bien y conocí a mucha gente... ¡Oh no, casi lo olvido! Victoria, no sabes a quién me encontré en la cena, y no sólo eso, trabajará conmigo en la filmación.

La chica se limitó a mirarme interrogativa.

—¡Louis!—afirmé emocionada. Victoria comenzó a tartamudear al instante, fracasando en su intento por hablar con normalidad.

Reí para mis adentros, Louis era el único chico por el que Victoria se había acomplejado. Si bien ella ha salido con otros, ninguno llegó a generar en ella lo que Louis, y pese a que nunca salieron y siempre hicieron de amigos, Vico muchas veces me había contado lo pegada que estaba de él.

Ese dato dio pie para que durante un buen rato estuviésemos reviviendo momentos que pasamos en la universidad, la nostalgia de aquellos tiempos había vuelto a nosotras. Sin embargo no pasó mucho hasta que retomamos el tema de la cena. Le conté todo lo que había pasado desde que llegamos con Timothée al lugar hasta que estuvimos de vuelta en su apartamento, pasando por la anécdota de la lluvia, la posa y hasta la caminata a oscuras que nos vimos obligados a dar.

—Con Timothée tuvimos nuestro primer ensayo—me atreví a decir, intentado aparentar calma.

— ¿Tan pronto? ¿Pero cómo?—cuestionó ceñuda.

—Ajá, ayer. No lo sé, simplemente pasó. Yo estaba en el piano y él comenzó con su papel, ya sabes...

Victorio abrió los ojos a más no poder.

— ¿¡Cómo en el libreto!?—exclamó.

—Sí, ¿Qué más?—contesté obvia—pero nada muy intenso, sólo algo parecido a las primeras páginas.

—Agnes, ¡todo en ese libreto es muy intenso! ¡Qué emoción!

Luego de unos segundos de mirarme alucinada, comenzó —:

—Bien, ¿Qué pasó? No te ves muy emocionada. Te conozco.

—Es sólo que...—Mis nervios eran tales que tuve que mermarlos jugando con el papelillo flácido de las servilletas—. Lo sentí demasiado bien y...real ¿sabes?

— ¿Pero acaso esa no es la idea?

—Sí, es lo que he estado tratando de decirme a mí misma, que sólo es eso, estar inmersa en el papel, pero...

— ¿Pero...?

—Pero luego, me di cuenta que... me costó aceptar que tenía que alejarme... lo extrañé, lo extrañé porque me encantó sentirlo cerca—solté un suspiro—y no sé qué hacer.

— ¿Y qué esperabas? ¿No sentir nada?—cuestionó divertida—te gusta, Agnes, lo sabes.

—Lo sé, ya lo asumí, es sólo que siento que mientras más tiempo pase con él más cerca voy a querer sentirlo.

—Escucha—dijo, mirándome seria— no puedes simplemente dejarte arrebatar por lo que estás sintiendo, este es tu trabajo, es lo que amas hacer y quizá más adelante tengas que lidiar con cosas peores o hasta con algo parecido. Lo importante es que pongas todo tu esfuerzo en hacer que salga lo mejor posible, y si sientes lo que creo que estás sintiendo por mi primo, entonces aprovecha esas emociones y transmítelas en tu actuación, haz que te sirva para reavivar a un más el trabajo que tienes que hacer, que tus sentimientos no sean una barrera, haz que sean un instrumento, tu instrumento.

Escucharla me tranquilizó lo suficiente como para ponerme a pensar en positivo, la chica tenía razón, no podía dejar que mis emociones me vencieran, y menos ahora, que prácticamente se me daba la oportunidad de hacer arte con ellas.

—Espera... pero ¿a qué te refieres con "lo que creo que estás sintiendo por mi primo"?—gesticulé las comillas.

Pasó de mirarme ladina a tomar con una calma alarmante su vaso de jugo.

—Creo que te estás enamorando de él.

Me atraganté con la comida. Eso era imposible. 



Ojalá las canciones que recomiendo para los caps durasen al menos la mitad de lo que une tarda en leerlos xD

gracias por leer <3<3

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