cap 11: Fade into you
Mazzy Star - Fade into you
***
Su voz sonó casi como una súplica. Volteé a verlo. Su mirada parecía decirme algo que no podría explicar, una especie de extraño anhelo que no pude adivinar.
—No, Timothée. De verdad no quiero ser una molestia, puedo arreglármelas sola —intenté sonar lo más amable que pude, de todas maneras sabía que lo hacía por mera cortesía. Comencé a coger mis últimas cosas.
—Sé que puedes —aseguró—, pero creo que a esta hora lo que buscas se te puede hacer más complicado, podrías ahorrártelo y mañana solucionar ese problema.
—No lo sé— bajé mi mirada—...enserio que no quiero ser...
—Lo que menos haces es molestar, Agnes. No quiero insistir si no te sientes cómoda con la idea, lo entendería. Sólo me gustaría que no te arriesgaras innecesariamente.
Nos miramos por unos segundos. Él intentó darme una de esas sonrisas suyas que llamaban a cualquiera a un sí infinito.
—Está bien, gracias Timothée.
Y entonces sonrió con más ganas, satisfecho ante mi respuesta.
Timothée había llevado consigo su coche, así que sin más, me ayudó a llevar mis pertenencias allí. Afortunadamente, el estacionamiento donde se encontraba aparcado quedaba a solo unos minutos de distancia del parque. Así que comenzamos a caminar hacia allá a paso calmo, y mientras lo hacíamos, un par de hojas color marrón y anaranjado comenzaron a caer desde los talludos fresnos y abedules que se erguían a nuestro alrededor en forma de un túnel espeso, un lumbral claroscuro por el que se filtraba la opacidad nocturna mezclándose con los ramajes dorados y el aire áureo de la madrugada. De pronto, ante la presencia de Timothée, aquel lugar se convirtió en un paraje de ensueño para mí, sacado de un cuento de hadas dulce, una fantasía tierna bajo la cual subyacía un deseo latente por él, por su presencia y su compañía.
Miré al castaño de manera instintiva, y me pillé con que él también lo hacía. Sentí una punzada en mi estómago cuando percibí sus ojos cerniéndose sobre los míos, y entonces nos sonreímos, fue una sonrisa sincera, cálida, que irradiaba un aire de acompañamiento en demasía acogedor, y bueno, después de todo eso era lo que estábamos haciendo, acompañándonos en esa noche que parecía ser la primera de la temporada del otoño.
Llegamos a su automóvil, era un coche sencillo y eso me gustaba. Me agradaba el hecho de que Timothée nunca quisiese alardear de quién era y de la fortuna que tenía, era un chico sencillo. Ya montados en él, apenas lo encendió para partir, comenzó a sonar Fade into You de Mazzy Star. Me causó gracia, era una de las canciones con la que había estado obsesionada esos últimos días.
—¿Te gusta?— me miró
— Me encanta... "I want to hold the hand inside you..."—comencé a tararear la canción mientras Timothée manejaba. Sé que me miraba sonriendo, al parecer le divertía verme emocionada susurrando la canción.
Luego de unos minutos después de que la canción terminara y el coche quedara en completo silencio, Timothée me miró, lo podía ver por el rabillo del ojo. Me puso nerviosa sentir su mirada en mí porque ya no podía pensar que se trataba de algo o alguien que estaba detrás de mí, ahora la única razón podía ser yo. Le miré.
—¿Qué?
—Nada—volvió a mirar al frente, concentrado en el camino.
Después de unos cuarenta minutos llegamos a su apartamento. Tenía ganas de preguntarle qué lo había llevado a alejarse tanto de donde vivía a esas horas de la noche y solo, pero ciertamente, la sensación de que quizá sonaría demasiado entrometida, me frenó.
—Bien, puedes sentirte como en tu casa— señaló apenas entramos por la puerta—, ya sabes dónde están las cosas acá. Te mostraré el cuarto donde podrás dormir.
Me ayudó a llevar mis cosas al lugar, conduciéndome hacia una pequeña pero confortable habitación que constituía una cama amplia y un pequeño velador para disponer lo necesario. Me enseñó que había un cuarto de baño ahí mismo, lo cual agradecí enormemente, habría odiado toparme con él en pijamas a mitad de la noche.
Antes de que cerrase la puerta de la habitación lo llamé.
—¿Timothée?—bajé mi mirada. Dios, tenía que dejar de hacer eso, pero me costaba mucho sostener la mirada cuando se trataba de él.
—¿Sí?
—Gracias... por todo.
Sonrió soltando un leve sonido—. De nada, Agnes. Es un honor.
Y se fue. Me quedé ahí parada sin saber qué hacer. Pensando en todo lo que había pasado hasta ese momento. Aún no podía dimensionar que me había ido de casa y que ahora estaba ahí, en el apartamento de Timothée, el primo de mi mejor amiga, a quien nunca pensé que podía llegar a conocer de esa manera.
Me dispuse a ponerme el pijama, y a abrir las sabanas para cubrirme por entera con ellas, pero algo en mí se apagó cuando me di cuenta que no olían a Timothée. Probablemente estaban casi nuevas ya que de seguro esa habitación solo la ocupaban los invitados. ¿A su novia la trataría como invitada? No, claro que no, de seguro que no. Me percaté de que saber eso generaba una ligera sensación de abismo y molestia en mí, un nudo ciego emergía brusco en mi estómago, percibiendo de pronto que si no hacía algo para dejar de cuestionarme aquello, terminaría por soltar toda la angustia de aquel día en forma de vomito. Dios, en qué estaba pensando. Al parecer a mi mente no le era suficiente con el problema de casa. Sea como fuese, a la mañana siguiente me iría a primera hora, y ya no tendría que volver a cuestionarme la incógnita de mi extraño sentir con el chico, luego sólo tendría que pensar en la relación estrictamente profesional y de trabajo que tendría con él.
Ya estaba por darme otra vuelta más en la cama cuando escuché un sutil golpe en la puerta. Me sorprendí, no podía ser nadie más que él.
—¡Qué sorpresa!— jugué una vez en el umbral de la puerta.
—Lo siento, ¿te desperté?
—Para nada, no he podido pegar el ojo de hecho.
—Tampoco yo...—me miró—. Emm ¿Te apetece hacer algo?— preguntó apoyándose en el marco de la puerta algo nervioso.
—¿Algo como qué?—cuestioné confundida pero expectante.
—No lo sé... tengo un vino— se hizo el desentendido.
No pude evitar soltar una carcajada, eso sí que sería entretenido y me serviría para calmar los nervios y quizá dormir un poco mejor.
—Es una excelente idea, Timothée —concluí al tiempo que salía de la habitación y mi mente me jugaba una mala pasaba al desterrar de mí los pensamientos que hace solo unos segundos me aquejaban. Timothée me contempló agraciado por mi rápida aceptación. No me había percatado de que estaba en pijamas hasta que lo vi a él también en uno cuando lo seguía hasta el salón.
Mientras yo permanecía en el sillón, el chico fue en busca del vino y de un par de copas. La noche estaba siendo en demasía extraña, pasar de sentirme tan desdichada y luego de unas horas tan expectante y emocionada no era algo que me pasaba siempre, un hecho desusado en realidad. Pero en aquel momento no quería pensar en eso, tampoco quería pensar en lo que me hacía sentir Timothée. A mí sentir, en aquel momento de fragilidad, le iba bien de excusa el eco de las palabras de mi amiga: probablemente no era más que una atracción pasajera, algo natural, ¿quién no se sentiría atraído por un chico como Timothée?
—¿Te gustaría algo de música?
—claro, algo tranquilo quizá.
Después de un rato estábamos ambos sentados en el sofá cada uno de nosotros con una copa en la mano y un botellón esperando en la mesa de centro. En ese instante una sensación de irrealidad se apoderó de mí, era como si algo imposible estuviese pasando, o como si algo que estuve esperado desde hace mucho tiempo al fin estaba ocurriendo.
—Entonces Agnes... —pensó— no sé casi nada de ti.
—Me gustaría decir lo mismo pero...—ambos reímos.
—Sí, y no es justo, así que podrías contarme algo, si quieres —Timothée miró al suelo, pensativo.
—Bien, ojalá poder decirte algo interesante de mí pero dudo que pueda hacerlo, Timothée. Mi relación con mis padres no es la mejor, como habrás podido notar. Tengo una hermana de la cual no sé nada hace meses, y bueno, hasta ahora lo más interesante en mi vida es mi carrera y todo lo que de allí pueda salir, por supuesto también está la música. Además tu prima es como una hermana para mí, ella hace que todo sea un poco más fácil. Creo que lo que te acabo de nombrar es toda mi vida, Timothée.
Se quedó mirándome unos segundos, luego tomó otro sorbo de su copa y continuó.
—Sí, te creo que esa es tu vida, pero yo sé que tu vida es mucho más que eso.
—¿A qué te refieres?
El chico sonrió. El alcohol me tocó rápido y no era novedad teniendo en cuenta que no había probado bocado en todo el día. Me miró, había algo en su mirada. Mierda, no, no tenía que mirarme así.
—Agnes, solo digo que debes tener muchos secretos. Me ha costado un montón leerte, saber cómo sientes o piensas.
—No soy nada especial— aseguré tomando otro gran sorbo de vino.
—Quiero conocerte—dijo serio, y con una voz tan ronca que no pude más que asumir que estaba igual de tocado por el vino que yo.
Mi corazón dio un vuelco, no sabía cómo interpretar lo que estaba diciendo o por qué. Mi cuerpo sintió la consecuencia de sus palabras en forma de nervios, y no atiné a responder mucho más que lo evidente, lo que hasta entonces había parecido una especie de mantra que me había encargado de memorizar para evitar cualquier desastre emocional.
—Lo harás. Vamos a trabajar juntos.
—Sí, pero... sí, vamos a trabajar juntos—suspiró fuerte para luego dedicarse a mirar un punto fijo.
(...)
Había pasado por lo menos una hora después de eso. Le había contado a Timothée lo que había pasado en casa, el cómo y el porqué de mi ida, le había contado sobre mi hermana y el peso emocional que había caído sobre mí luego de que ella se fue. Por su parte me había demostrado que su vida en general, pese a tener ciertos problemas como todas las familias, era bastante estable. Tenía un lazo profundo con su hermana Pauline, y con sus padres trataba de ser lo más cercano que podía, él se sentía muy agradecido con ellos por todo lo que le habían entregado, ya que sin ellos, según dice, no habría podido llegar a ser quien es.
—¿Timothée?
—¿Sí?
Casi sonrío al ver que sus ojos estaban más somnolientos que lo normal. Realmente esperaba que esas copas hicieran algún efecto somnífero en ambos, con todo el enredo en mi cabeza no había podido dormir bien en días.
—¿Qué hacías tan tarde en un lugar tan alejado de tu apartamento hoy cuando nos encontramos?—la fuerza que me había faltado antes para preguntárselo había llegado a mí, y no sentía vergüenza por estar preguntándolo.
Timothée apartó la mirada de mí, la enfocó en su copa, con ya casi nada de contenido. Soltó el aire y respondió.
—Necesitaba pensar, últimamente me he sentido muy confundido— dio el último sorbo a su trago. Pude notar cómo pequeñas gotas del contenido de su copa quedaban pegadas en sus labios. Debían saber bien en su... no, no, basta.
—¿Confundido... con qué?—pregunté volviendo a mí.
—Con lo que siento.
Cuando lo dijo se acercó lo suficiente a mí como para sentir su aliento con matices de alcohol en mi rostro. Me paralicé.
—Oh, vamos, esa no es una respuesta—susurré, sintiendo cómo ahora era mi aliento el que chocaba con el de él.
Vi cómo dejaba de lado su copa por fin vacía. Mi corazón se alivió. Se levantó inesperadamente, apagó la luz principal para dar paso a una luz más cálida, que le daba un color anaranjado a todo, luego se volvió a sentar en el sofá, pero ahora más cerca de mí. No estaba segura de si debía o no cuestionarme porqué, pero la verdad es que no quise preocuparme por nada, al parecer todo lo que había pasado en contraste con cómo me sentía en ese instante me hizo querer ya no pensar en nada más y simplemente disfrutar del momento.
El chico descansó sus manos entrelazadas en su regazo, suspiró y luego movió su cabeza para dejarla caer en el respaldo del sofá. Nuestros brazos estaban tan cerca que no podía dejar de sentir su roce en todo mi cuerpo, era una sensación agradable y realmente anhelaba tenerlo más cerca. Decidí dejar también mi copa en la mesa pequeña y descansar mi cuerpo antes de ir a dormir, mis ojos ya me estaban pidiendo a gritos que los cerrara pero quería quedarme unos minutos más, sólo unos minutos más ahí. Mi cuerpo se dirigió instintivamente hacía atrás y casi me sobresalto cuando siento el brazo de Timothée rodear mis hombros, acercándome. Lo miré pero el chico parecía profundamente dormido, con sus ojos cerrados y sus labios entreabiertos. De seguro pensó que yo era su almohada o algo así, pero la situación no me incomodó en lo absoluto, así que le correspondí, esperando que no se despertara y pensase cualquier cosa. Me apoyé en su pecho y quise cerrar mis ojos por unos segundos, de todas formas luego me levantaría y me iría a la cama, sólo serían unos segundos, nada más que unos pocos.
(...)
Comencé a abrir mis ojos de a poco, las cortinas de la habitación eran lo suficiente delgadas como para dejar entrar los tibios rayos del sol que hacían un poco menos fría la mañana. A medida que los abría más desorientada me sentía, no entendía bien cómo había llegado al cuarto... Y recordé. Oh, Dios, de seguro jamás fueron solo unos segundos los que me quedé apoyada en su pecho, de seguro me quedé dormida en él, y no sólo eso, de seguro tuvo que cargarme hasta la habitación. Sentí que la vergüenza me recorría todo el rostro. Decidí no pensar en ello, lo único que conseguiría era aumentar aún más mis nervios y no era algo que necesitara, sólo esperaba que Timothée lo haya olvidado rápidamente.
Dejé a un lado mis pensamientos respecto al él, pero instantáneamente otro me invadió, y es que aún me costaba procesar y asumir que estaba despertando en un lugar ajeno que no era mi cuarto, lejos de mis padres y lejos de la cómoda rutina en la que había estado por tanto tiempo. Parecía irreal. Pero ya de nada me servía lamentarme por cómo habían salido las cosas, ahora era necesario levantarme, buscar un lugar dónde quedarme y continuar con mi vida.
Revisé mi celular, tenía muchas llamadas perdidas de mi madre y otras de Victoria. Qué extraño haber recibido llamadas de ella tan temprano, esa chica suele despertar a medio día. La duda no iba a durar mucho tiempo porque en ese mismo instante comenzó a sonar mi celular, y en efecto era Vico.
—¿Sí?
—¡Agnes! ¿Qué diablos pasó anoche? ¿Pasaste la noche con Timothée?
—¿Qué? ¿Cómo sabes eso?—pregunté confundida—. ¿Él te llamó?
—¡Está toda la televisión mostrando fotos de ustedes juntos en un parque a muy altas horas de la noche y luego tú llegando con él a su departamento!— parecía desesperada— Agnes ¿tú y él...?
—¿Qué? ¡No, claro que no!—me levanté de la cama espantada, no sabía qué pasaba—. Es todo un jodido malentendido. Ayer me fui de casa, es una larga historia, no puedo contarte ahora, pero de alguna manera me encontré con Timothée y se ofreció a dejarme pasar la noche aquí, eso es todo—expliqué.
—¿Qué tú qué?
—Vico, por favor, luego te explico, ¿sí? No quiero hablar de ello ahora—sentí cómo mi garganta empezaba a temblar.
—Sí... discúlpame, es solo que me preocupé. Agnes... tienes que venirte a mi piso, no puedes quedarte fuera.
—Te lo agradezco pero no quiero ser una molestia para nadie—aseguré.
—¡Estás mal de la cabeza! Sabes que no eres y no serás jamás una molestia. Me encantaría tenerte acá y ahora lo necesitas.
—Vico, quiero independizarme, quiero hacer las cosas bien ahora.
—Lo entiendo y sabes que te apoyo en todo. Pero también sabes que en este momento no te conviene andar por ahí buscando lugares. Puedes venir y quedarte acá hasta que empieces a obtener más ahorros y puedas pagarte un piso tú misma, pero hacer las cosas así de apresuradas Agnes no es lo más conveniente— se preocupó.
Está bien, ella tenía razón, no podía apresurarme con todo, y por más que mi ansiedad me dijese que tenía que hacer las cosas lo más pronto posible, la única forma de hacerlas bien era tomándome un tiempo necesario para ello.
—Tienes razón—me rendí.
—Muy bien, estaré aquí toda la tarde, puedes llegar a la hora que desees, te prepararé tu habitación— la notaba emocionada, y eso me hizo sonreír. Con Victoria, así como cualquier grupo de mejores amigas, siempre habíamos soñado con vivir juntas, pero eso hasta ahora no había sido posible.
Luego de cortar la llamada me desesperé. Caí en la cuenta del motivo de su llamada y no hice más que alistarme rápidamente para salir y hablar con Timothée de la situación. Esperaba que no se enfadara conmigo y no haberle causado ningún tipo de problemas. Pese a la preocupación sabía que quizá este tipo de mal entendidos se daban de manera recurrente en la vida de las personas que se encontraban encima de la fama, así que de seguro Timothée sabría cómo resolver el problema, o eso esperaba.
Estaba por abrir la puerta de la habitación cuando escucho un golpe en la puerta que parecía ser la de la entrada del apartamento. Me pareció extraño ya que Timothée suele ser delicado con sus movimientos, y no esperaba que saliera de casa o que en su defecto estuviese volviendo sabiendo que estaba yo allí. O quizá simplemente tendría algún invitado.
Mi duda no duró mucho cuando sentí la voz de una mujer.
—¿Te acostaste con ella?—escuché desde la habitación.
Oh no, por favor no
—¿Qué? Claro que no, Emily. No puedo creer que pienses que pude hacerte algo así—su voz sonaba tranquila, pese a la preocupación evidente en su voz.
—Me perturbó lo que decían los noticieros, Timothée. ¿Qué fue lo que pasó?
—Emily, ya te he dicho. Agnes necesitaba un lugar para pasar la noche y le ofrecí quedarse aquí. Yo dormí en mi cuarto y ella en el cuarto de invitados, ¡por Dios!, Emily. Nada pasó entre Agnes y yo, nada.
—¿Todavía está aquí?
No escuché una respuesta por parte de Timothée. Eso había sido un claro asentimiento para la chica. Un nudo en la garganta se me formó instantáneamente, no podía creer que de haber pasado un rato tan agradable con él todo haya acabado en esto, en otro problema más que se sumaba a la lista. Tomé mis cosas rápidamente. Tendría que salir.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro