☆ℂ𝕦𝕒𝕟𝕕𝕠 𝕦𝕟 𝕒𝕞𝕠𝕣 𝕖𝕤𝕥á 𝕤𝕖𝕝𝕝𝕒𝕕𝕠 𝕔𝕠𝕞𝕠 𝕖𝕤𝕥𝕒𝕞𝕡𝕒 𝕕𝕖𝕤𝕕𝕖 𝕤𝕦 𝕤𝕖𝕞𝕖𝕟𝕥𝕖𝕣𝕠, 𝕟𝕚 𝕖𝕝 𝕞𝕒𝕪𝕠𝕣 𝕕𝕖𝕤𝕒𝕤𝕥𝕣𝕖 𝕟𝕒𝕥𝕦𝕣𝕒𝕝 𝕠 𝕒𝕢𝕦𝕖𝕝 𝕙𝕖𝕔𝕙𝕠 𝕒 𝕡𝕣𝕠𝕡ó𝕤𝕚𝕥𝕠 𝕡𝕠𝕕𝕣á 𝕤𝕖𝕡𝕒𝕣𝕒𝕣 𝕝𝕠 𝕢𝕦𝕖 𝕕𝕚𝕔𝕥𝕒𝕟 𝕝𝕠𝕤 𝕖𝕟𝕥𝕣𝕖𝕥𝕖𝕛𝕖𝕤 𝕕𝕖𝕝 𝕕𝕖𝕤𝕥𝕚𝕟𝕠☆

🌌Porque al final del comienzo de todo este caos, siempre estuviste tú a mi lado, amor mío...🌌

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Desde el comienzo de todos los tiempos, donde el polvo volátil sucumbía entre las rocas y los movimientos propios de la tierra se formaban desde puntos iniciales generadores de materia, espacio y tiempo.

Desde esa cuna y de alguna manera, un juego de ADN y cromosomas asomaban entre penumbras, manteniendo un hilo conectivo, una punta del hilo vítreo que prende de extremo a extremo.

Un llamado a ser juntos como tantas otras veces...

Como lo determina su destino al comienzo de cada renacer en un inédito período.

Algo que va más allá de los inicios.

Algo más grande, que el mismo firmamento infinito.

Una fuerza poderosa capaz de arrasar con todo a su paso, como si fuera un potente huracán apresador de tus lamentos.

Renaciendo desde las cenizas como el ave fénix, como las escamas de un prominente futuro que se duplica ante sus ojos, como la nada misma del principio, para luego convertirse en un agujero negro voraz... capaz de devorarlo todo.

Incluyendo a ellos mismos.

Un inverosímil imán de sus cuerpos, mentes y almas, llamándose eternamente a coexistir. Para luego crear, poblar y reinar, liderando cada mundo que se presente a su paso...

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—¿Cariño, cómo osas siquiera pensar en ello? —susurra el pequeño rubio apoyado en los hombres del cálido morocho... Morocho profanador de sus más hermosos sueños.

—Debemos hacerlo amor mío... Ya no queda mucho tiempo. La cuenta regresiva de la vida tal cual la conocemos está dictaminada así, de esta manera, no hay mucho que meditar cuando estamos sobre el final —afirma decidido el morocho.

—¿Cómo qué no hay mucho que meditar? —ofuscado eleva la voz el pequeño rubio mientras se despega del cuerpo del morocho —. ¡Deja de repetir frases como si no se las llevara el viento! ¡Cómo si no las conociera de memoria! Cada línea, cada historia... No me endulces con vocablos que solo logran quedar estancados en mi garganta, rasguñando por salir una y otra vez aunque falle en el intento —finaliza en un efímero y compungido susurro.

—Ven aquí mi pequeño sufrido —el morocho tira de los brazos de su pequeño para aunar, nuevamente, su cuerpo junto al suyo. Y así poder recostarse ambos contra el árbol en donde esperarán su designio —. No me muestres tus pucheros, sabes que no es posible lo que solicitas aunque intentes persuadirme. No es como si pudiera transformar el tiempo en retroceso para amarte en tierra eternamente, amor mío —finaliza el morocho entre suaves roces de labios sobre sus rubios cabellos.

—Pero al menos, lo podrías intentar. Si al fin y al cabo, somos los reyes de reyes...

—Reyes de polvo y ruina querrás decir mi pequeño... Ya no queda nada por hacer, ¿es que acaso no lo entiendes? —el morocho apresa sus mofletes con un inmenso afecto mientras contiene su dolor para no quedar expuesto...

Expuesto por el dolor de verlo sufrir así, aunque nada pueda hacerse...

El suplicio de ver su mundo agonizando paulatinamente en ruinas, aunque sea conocedor de la veracidad de los hechos.

La aflicción de observar opacar y perecer, una a una las estrellas del imponente firmamento que los acuna bajo su renegrido manto.

Entonces, un pequeño y fugaz sollozo direcciona su visión y pensamiento.

Y recae, nuevamente, en el rostro de su amado.

Que brillando en lágrimas sus ojos se aferra con notable fuerza contra su cuerpo.

Y aunque sufra en carne propia, el miedo y la desazón de su pequeño, solo se dedica a calmar uno a uno sus lamentos con el toque de sus brazos.

Sus cuerpos se acunan friolentos ante el fatídico augurio de su mundo apocalíptico, mientras sus orbes se conectan por minutos eternos ante la imponente bóveda celeste como único testigo del momento.

Y en donde el pequeño rubio elabora un pseudo plan en su cabeza... Plan que detalla cómo hacer para no seguir buscándose -eternamente- entre polvo, aire y viento, cuando lo inevitable suceda...

Ese pensamiento, repentinamente, pierde fuerzas cuando toma real consciencia de las palabras que salieron desde sus labios: "Lo inevitable".

Frase que retumba incesante en su cabeza, haciéndolo darse cuenta de que pierde minutos de oro junto a su amado.

—¿Tienes frío mi amor? —consulta el morocho a su pequeño rubio deslizando sus piernas a cada lado de su cuerpo. Y en un ágil movimiento, lo toma y arrastra consigo, envolviéndolo entre sus brazos.

—Ahora estoy mejor cariño, aunque debo disculparme —dice el rubio, cabizbajo, ante su asombrado amante.

—¡Pero pequeño! ¿Qué dices?

—Me he dado cuenta, que por pensar en la manera de no separarnos, he dejado de lado mis últimos momentos contigo...

El morocho, lo atisba con sus renegridos ocelos bajo un momentáneo silencio que contrasta con el desaforado latir de su pecho. Y sin poder contenerse ni un segundo más, deja caer esas lágrimas que luchaban por deslizarse con parsimonia por su perfilada mandíbula para morir entre la perfecta sincronía de sus cuerpos.

Las miradas devotas que se ofendan entre risas genuinas de un "lo siento" y pequeños sollozos de un "te entiendo" finalizan en un abrazador momento.

Donde el menesteroso cuerpo de uno se acopla con el vehemente cuerpo del otro.

—P-pequeño... e-el que debe disculparse a-ahora, soy yo —anuncia el amante entre húmedos besos con una pizca de pasión. Sin poder contener -aparentemente- el deseo que renace al recorrer con sus dedos la trémula y nívea piel de su pequeño.

El pequeño amante lo observa con una emplazada sonrisa afectuosa sobre su faz, siendo certero en el conocimiento del inminente final de sus tiempos.

Entonces, decide entregarse en cuerpo, alma y corazón, a los brazos de su amado. Aunque los cielos se declinen a pedazos en un pequeño lapsus de tiempo.

—Cariño... Hazme tuyo —anuncia el rubio en un susurro provocativo cerca de los labios del morocho —. Te necesito adentro mío para recordarte cuándo flote entre partículas. Y hacerme de fuerzas en el calor de tus brazos para aguantar lo que depare el destino.

—Será un honor, amor mío, amarte como si fuera el último día a tu lado...

—Pero si es nuestro último día, es más, mirando al cielo con sus tonos extraños, diría que nos quedan solo un par de horas —manifiesta el pequeño rubio risueño, acomodando su cuerpo sobre el caluroso regazo de su amado.

—Mmm... Pequeño diablillo. Déjame saborear cada fragmento de tu dermis y grabar bajo mi tacto, el temblor que provoco en tu cuerpo mientras te amo centímetro a centímetro con mi asidua lengua. 

—Más acción y menos labia, que no nos queda mucho tiempo —apura un impaciente rubio que, velozmente y con ayuda de su amado, se despoja de sus telas que queman a fuego lento sobre la sensible piel de su cuerpo... Piel que espera con afán la impronta de esa lengua y de su falo.

La majestuosa fusión de sus cuerpos, conlleva a despejar sus mentes de fatídicos sucesos. Quedando solo la ofrenda, de un fiel servidor de su amo.

Y en donde los gemidos ahogados de uno, se confunden con los profundos jadeos de su amado.

Piel a piel se compenetran, en cada estocada profunda de uno y en el asir complaciente del otro.

Y si el destino se jacta de querer intervenir en esta aguerrida y erótica contienda...

¡Bienaventurados a morir en este ocaso! Si así, designa el futuro.

Afectos del destino...

Historia de un inicio y de un final, renaciendo en otro plano.

Siempre juntos, siempre amándose, a pesar del vesánico tiempo.

Un amor que prende del hado de un filamento.

Como los guías que siempre fueron destinados a existir, y a morir...

Para revivir juntos.

🌌FIN🌌

QUIÉN PUDIERA MORIR Y REVIVIR JUNTO A ESE PAR😏😍

Les comparto súper feliz, sus stikers como one-shot ganador del tercer lugar en concurso Mikrokosmos Awards 2023.

GRACIAS POR LEER, VOTAR Y COMENTAR🥰

LOS AMITO MUCHO❤