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𝓗𝓪𝓵𝓯 𝓫𝓵𝓸𝓸𝓭

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𝑨𝒍𝒔𝒂 𝑮𝒓𝒂𝒄𝒆 𝑺𝒂𝒍𝒊𝒐𝒓
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Su nombre es Alsa Grace, pero su segundo nombre para ella es como si no existiera. Sailor, su primer apellido, viene por parte de su padre. Su segundo apellido, el que pertenece a su madre, es un misterio. Su padre nunca se lo confio en vida, y ella no se ha interesado mucho en descubrirlo.
Si su padre no quiso decírselo, sería por una razón lógica así que lo entendía y lo respetaba.
Aunque no sepa siquiera su nombre, Alsa tiene la esperanza de llegar a ser como su madre, una cazadora de sombras de pies a cabeza.

Según los nefilim, los cazadores de sombras son cazadores de sombras a pesar de sólo serlo por parte de un progenitor. Alsa se había criado como una nefilim más, pero sintiendo una especie de discriminación hacia el hecho de que fuera mestiza. Por ello siempre ha querido que la viesen como una más, por lo que sufrió en el pasado por tener la enfermedad de la licantropía que heredó de su padre.
Para su mala suerte (o buena, depende de cómo se vea) la licantropía no se ha desarrollado en su cuerpo, únicamente tiene secuelas de ella. Eso le hace sentir todavía más que no encaja en ninguna parte. No es totalmente nefilim, no es totalmente licántropo y tampoco es mundana. ¿Qué soy entonces? ¿Dónde encajo entonces?

A lo largo de sus 16 años de edad se ha planteado esas preguntas muchas veces, y desde niña se dejó clara una cosa: No iba a ser una persona normal.
Tenía habilidades especiales a causa de la mezcla de razas, habilidades importantes y poderosas. Podía ser más rápida e incluso más fuerte que un cazador de sombras corriente, pero su resistencia a las runas era muy limitada y lo sigue siendo. Al forzar su cuerpo a aquellas marcas divinas en secreto, se había dañado mucho la piel y ahora varias cicatrices de quemaduras se encontraban repartidas por su tronco y extremidades. Eran una especie de manchas rojizas, visibles si la observabas detalladamente.

Su vida no ha sido sencilla. Todo comenzó al quedarse huérfana a los diez años de edad. Le llevaron al instituto de Roma para no que no se quedase sola en la calle, como a muchos otros niños huérfanos subrenaturales, tanto con sangre de demonio como de ángel. O ambas, en su caso. Desde ese momento comenzaron a educarla como cazadora de sombras, y le enseñaron a pelear, los valores nefilim, la cultura y, por supuesto, las marcas.

Aún le dan pinchazos de rabia en el corazón al recordar lo que tuvo que pasar en ese lugar. Había niños y adultos que no la trataban como uno de ellos por el hecho de ser huérfana y además medio subterránea. Mucha gente tenía miedo de que se acercase y les mordiese o les arañase, como si ella fuese una especie de animal salvaje.
Eso forjó su personalidad y lo que ahora es: una joven valiente, fuerte, decidida... Pero también fría y algo egoísta.
Ella lo mira todo aquello desde el pesimismo y así lo recuerda. Pero también pasó tiempos bonitos allí, y forjó amistad con un descendiente de la familia Malatesta, la primera familia de cazadores de sombras de Italia.

Decidió que ese país no era su hogar, nada ni nadie la ataba a ese lugar y no le traía buenos recuerdos a la memoria. Se enteró al escuchar una conversación a escondidas que el Instituto de Nueva York estaba pasando por momentos complicados, y esa información se convirtió en su billete a Estados Unidos. Ella lo considera un milagro, puesto que no considera que esa acción por parte de  dirección no pertenece a la normalidad.

Consiguió que la enviasen allí para terminar su entrenamiento y su educación dentro del mundo nefilim, y allí se encuentra desde hace tres años. Le gusta más que Italia, allí la gente es distinta y puede pasar desapercibida entre la población. Su inglés por suerte es perfecto, aunque cuando se pone nerviosa se le mezclan las palabras y se traba al hablar, expresándose de una manera errónea y extraña. Cuando le pasa se sonroja al instante, algo poco común en ella.

A pesar de no haberle conocido en profundidad, su padre aún era un pilar importante en su vida. Estaba muerto, pero él seguía en su corazón y en su mente acompañándola en todo momento. Tenía muchos momentos vividos junto a él grabados en su mente y además, hay muchos comportamientos y gestos que ha heredado de la vida Doretto Sailor, como arrugar su nariz cuando está muy enfadada o la paciencia y templanza que posee en situaciones complicadas.

La verdadera Alsa es una chica contenida en su interior. No quiere dejar salir sus miedos y sus debilidades, ni su vulnerabilidad. No muchas veces se derrumba delante de alguien, porque es muy difícil para ella coger confianza. Muy difícil.
Ella prefiere centrarse en su entrenamiento y no pararse a pensar en cosas igual de importantes como sus emociones. Dice que eso es lo que le ha mantenido cuerda y es lo que le hace fuerte.
Es ambiciosa y protectora con los que quiere. A las personas importantes en su vida las considera familia, y si su familia está en peligro le da igual morir por ella. Aún así, no muchas de las personas que ella puede considerar familia lo saben con certeza. Pero si lo preguntas, te lo dirá. Es franca y normalmente va al grano.
También es una chica algo inocente en algunos aspectos. Odia sentirse tonta, pero es sencillo mentirle porque la credulidad es otra de sus características. Nunca pilla el sarcasmo o le es muy difícil de entender. A pesar de ser algo cascarrabias es risueña y soñadora, pero eso lo suele mostrar. Es muy estudiosa, se esfuerza mucho por ser mejor que el resto pero sin destacar demasiado.

Le molesta muchísimo que no le presten atención por el hecho de tener la edad que tiene, odia enormemente que en ocasiones valoren menos su opinión que la de otra persona más mayor, más alta y robusta. Alsa es de baja estatura y a veces puede parecer fina y débil, sin embargo ella nunca se describiría de esa manera.
Después de pasar un tiempo con ella te das cuenta de lo dolida que se encuentra, por no ser suficiente y por nunca sentirse satisfecha. En resumen, por ser demasiado exigente consigo misma, algo que negará.

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SayHelloToTheWitch