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Capítulo 5

[Omnisciente]

Su respiración estaba muy agitada, su mano ensangrentada cubría la herida en su abdomen y su rostro se apretaba por el dolor punzante en su músculo. Sus ojos húmedos buscaban entre los muebles de la casa la llave del auto de su novio, solo cuando escuchó un grito ensordecedor fue capaz de encontrarlas y caminar hacía las escaleras para tratar de salvar a sus padres, cuando el grito de su papá lo detuvo.

— ¡Corre, YoonGi! ¡No te preocupes por nosotros, sálvate. Te amam...— el sonido de un disparó le hizo abrir los ojos y mirar escaleras arriba como el cuerpo de padre caía al suelo frente a sus ojos vidriosos.

—¡Pa-papá! — su voz se quebró, su boca abierta de la impresión y su entrecejo se junto.

Su llanto quedo acallado en su garganta cuando vio al causante de todo salir del pasillo, viéndole fijamente a los ojos. Tragó saliva y por instinto sus piernas se movieron hacía atrás, el terror corría por sus venas y la adrenalina estaba disparada al máximo.

— ¿A dónde vas, nene? — dijo, bajando las escaleras con la mirada fija en el tembloroso cuerpo frente a él.

— A-aléjate de mí, ¡aléjate de mí imbécil! — gritó, desgarrando su garganta al modular las palabras, corrió hacía la puerta de salida tratando de escapar, cuando su cuerpo fue empujado hacia atrás por el cabello. — ¡Mierda!

— No te iras de aquí, ¡No te iras! — bramó, poniéndose encima de él y sacando de su bolsillo trasero una navaja. — No puedes... no puedes volver a alejarte de mí otra vez.

YoonGi sollozaba sintiendo la navaja pasarse por su garganta, sus manos trataban de empujar el cuerpo sobre él, pero era mucho más pesado y por lo visto, fuerte.

— ¿Por qué haces esto?... — dijo, entrecortadamente. — ¡¿Qué te hice, que te hizo mi familia!?

— ¡Tú! — gritó, hundiendo el filo de la navaja sobre la piel tierna haciéndolo chillar estrepitosamente. — Tú, él... si tan solo él se hubiera alejado de ti y nunca se hubiera metido en mi camino, todo sería diferente.

— D-de que mierdas estás hablando... ¡Yo no sé ni quien eres!

— ¿No me reconoces? — su voz ácida lo hizo verle a los ojos.

El intruso irguió la espalda aún sobre él y dijo:

— ¿Sabes? No es extraño que no lo hagas, difícilmente te acuerdas de mi maldita existencia así que... ¿Qué importa ahora? De todas formas, te voy a matar.

Y se quitó la capucha de su sudadera negra y se bajó la mascarilla negra de la cara, revelándole su identidad a un YoonGi con los ojos abiertos de par en par, impactado y con el corazón detenido.

— Tú... ¡Porque! ¡Porque mierda me hiciste eso! — aprovechó que el contrario estaba distraído volviéndose a colocar las cosas y le empujó haciéndole caer hacía atrás y golpearse con el filo de las escaleras. — ¡Maldito hijo de puta, te odio, te odio!

— YoonGi...— habló, tomándose la nuca con una de sus manos, viéndole con el ceño fruncido por el dolor en la zona afectada,.

— Te vas a pudrir en la maldita cárcel, ¡vete a la mierda, enfermo! — Tomó un jarrón de la entrada principal y se lo aventó con fuerza, haciéndole gritar por el impacto con una parte de su rostro, tomó las llaves en mano y salió sintiendo la sangre mancharle la camiseta.

Estaba lloviendo, el agua lo empapo por completo pegándole la camisa al pecho y haciéndole doler más la herida por la tela ajustada.

Se montó rápidamente en el Jeep rojo de su novio, hizo el amago de prenderlo pero simplemente no arrancaba, maldijo repetidas veces ansioso, al tercer intento prendió y justo aquel hombre venía saliendo de la casa, sus miradas se cruzaron de nuevo y YoonGi volvió a sentir aquel miedo incurstase en su cuerpo, relamió sus labios y despegó la vista para volver a encender el  auto que está vez si encendió.

— Joder, joder... ¡Mierda que viene detrás de mí! — siseó, echándose de reversa para alejarse de ahí.

Condujo sin control, perdiéndose entre las calles solitarias y saltándose los semáforos en rojo que se le atravesaban por el camino. Sus llantas rechinaron cuando dobló en una curva cerrada con tal de perder al hombre que venía pisándole los talones.

Miró angustiado por el espejo retrovisor, sintiendo la ansiedad y desespero al ver las luces amarillas de la camioneta blanca y sus gemidos aumentaron. Una mano sostenía su abdomen de vez en cuando, sintiendo su cabeza comenzar a nublar se y marearse por la pérdida de sangre que estaba teniendo.

El cartel sobre su cabeza le indicó que había salido del centro de Busan y se dirigía a algún distrito que ni siquiera se detuvo a leer y dobló perdiendo el control del auto por segundos.

— Que hago, que hago. — se dijo, su voz quebrada. — ¡Mi celular, sí, eso!

Siempre dejaba su celular en el auto de su pareja, por alguna razón lo olvidaba ahí y justo hoy eso fue como un rayo de esperanza para él. Lo tomó con rapidez, tecleó rápidamente el número de Hoseok y marcó pisando el acelerador.

"Vamos, vamos, vamos." Dijo.

"La llamada no puede ser transferida, por favor verifique su señal."

— ¡Por una puta mierda! — tiró el celular al sillón contiguo, divisó una gasolinera a lo lejos.

El claxon del auto lo hizo volantear, debía perderlo, debía hacer algo para escapar de aquel hombre que ahora era un desconocido para él, un completo enfermo mental que destruyó su vida en cuestión de segundos. Divisó una gasolinera vacía a lo lejos.

"Necesito vivir, necesito hacerlo, por favor, si existe alguien ahí arriba...ayúdame."

Llegó a la gasolinera, bajándose del auto y corriendo a duras penas a los baños de mujeres, porque era el único abierto ahora mismo. Se metió cual gato asustado en el último cubículo; rompió un pedazo de tela de su camisa para hacerse un torniquete y parar el sangrado en su abdomen y limpiar el hilo de sangre que caía de su cuello.

Se sentó en la tapa y subió sus piernas para abrazarlas y esconder su rostro en ellas, sollozó ahogándose por la falta de aire. Lo había perdido todo, absolutamente todo.

Levantó la mirada topándose con el anillo de compromiso que tenía en su dedo anular, cubierto por sangre y lo apretó con sus dedos. Gritó frustrado, tirando su cabeza hacía atrás; un sonido en seco lo hizo callar, la puerta había sido abierta.

Con pánico, escuchó como algo filoso pasaba sobre el metal de las puertas de los baños, su mente quedó en blanco y no supo que hacer en ese momento, hasta que vio el espacio entre el piso y la división de los baños.

— Mmmm... ¿Dónde estarás? — dijo, sonriendo ladino al percatarse de las puertas cerradas. — ¿Dónde esta gatito? — preguntó, la ironía saliendo a flote.

— Esta... ¡Aquí! — abrió la puerta del final, frunció el ceño al no verle, continuó con la segunda, no había nada dentro.

— Estoy aquí, idiota. — Miró al pálido parado fuera del baño, cerrándole la puerta principal para encerrarlo.

Camino al tanteo en dirección al auto, subiéndose y prendiendo el motor.

— ¡Jodida carcacha! — maldijo, el jeep no quería arrancar, golpeó el volante, su mirada vago hasta dar con la entrada a los baños de mujeres, donde la puerta fue tirada por una patada y provocando un ruido abrumador que lo sobresaltó.

El cuerpo musculoso salió de ahí, su mano derecha sostenía una pistola.

Su atención cayó en el auto de nuevo, farfulló súplicas para que encendiera, levantó la mirada y notó que él ya no estaba ahí, unas luces lo descolocaron, volteó su rostro para percatarse de que la camioneta estaba encendida  y su motor rugió, el tirón repentino de su jeep fue lo que terminó por derrumbarlo y querer rendirse, pero tenía que seguir luchar por su vida.

—¡Joder!

Lloró siendo jalado por la camioneta que lo llevaba hacia atrás, busco soluciones y la única que encontró fue la más arriesgada.

Abrió la puerta y se aventó golpeándose la mejilla con el suelo y levantándose con sus manos.

— Carajo...

La camioneta se detuvo.

— No puede ser, ¡No, no!

Antes de que él bajará de la camioneta y bajo la lluvia torrencial se decidió y comenzó a correr hasta perderse en el bosque y esconderse para que él no pudiera encontrarle, su pecho dolía por el esfuerzo inmenso que estaba haciendo, a este ritmo no aguantaría más.

— ¡YoonGi, no puedes escaparte de mí! — lo escuchó, sus piernas tomaron fuerzas y se movieron con determinación dentro de los frondosos árboles del bosque oscuro. — ¡YoonGi!

— ¡Aléjate de mí!

— ¡Vuelve, YoonGi! ¡No podrás esconderte, te voy a encontrar! — las ramas golpeaban su rostro entre la oscuridad, jadeaba débil mientras oía las pisadas ajenas seguirle por detrás.

"Voy a morir."

— ¡YoonGi-yah! ¡Por favor!

"Mierda, enserio voy a morir hoy."

"No quiero morir, no así"

Salió en una carretera, su cuerpo quedó estático en medio, sus piernas temblaban y sus latidos disminuían, se giró con dirección al bosque sobre su mismo eje, mirando entre la oscuridad y ahí lo vio, entre la lluvía y la poca visión que aún tenía, las farolas viejas apenas alumbraban la calle, lo iluminaban a él y a su expresión seria.

— Déjame, déjame ya...ya no puedo. — su voz rota, sosteniéndose el abdomen con un brazo y moviendole la otra mano con cansancio— Por favor, J...

Un impactó llegó contra su cuerpo, lo último que sintió fue el golpe contra el pavimento mojado.

"¡Joder, Min Ki, que mierda hiciste!"

"¡Cállate, cállate y busca tu maldito celular! ¡ahora Jae! "

Su mente pasándole en forma de película todo lo que había vivido y el brillo en sus ojos perdiéndose a medida que los segundos pasaban...

"911 ¡Sí, sí! Necesito ayuda, necesito ayuda ahora mismo"

"Acabo de atropellar a un chico... ¡No, salía de la nada y las malditas farolas de la calle no alumbran, sí, sí, Distrito de Gagnseo."

Los gritos, las sirenas, las personas que llegaron y todas esas cosas no importaban.

Porque para él, ya todo estaba perdido.

Porque él ya había perdido todo, por culpa de un amor enfermizo.

"¡Ayúdenlo, rápido, rápido!"

"Apártese, debemos subirlo a la ambulancia"

Y porque para el espectador oculto entre los árboles, eso solo significaba algo.

Problemas, o quizás...algo más que debía solucionar.

Gracias por leer.

Nos vemos en el próximo capítulo.
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