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➤ 4 | ATERRORIZADO

OBSESSION

OO4. ATERRORIZADO

JEON JUNGKOOK

Observo la moto soltando un suspiro al estar en casa, pues lo menos que quiero en este momento es volver a ese infierno, pero no tengo dónde más ir.
Había estado en un parque junto a Jimin bebiendo cerveza, mientras conversábamos sobre lo miserable que no sentimos, pero la verdad es que tampoco hablé mucho, ni siquiera sabe lo que realmente vivo aunque yo sé absolutamente todo sobre él, no solamente por lo que habla, también porque se me hace demasiado fácil leerlo.

Entro escuchando la voz rasposa de mi padre que maldice viendo un partido de fútbol en la televisión, trago en seco mientras cierro la puerta a mis espaldas.
Comencé a caminar por el pasillo preguntándome si realmente quiero cenar, es decir, puedo escuchar mi estómago rugir de hambre, pero la verdad es que no quiero compartir la mesa con él y su pareja.

―Hasta que recuerdas que este es tu hogar ―escucho la voz de mi padre que me hace detener rápidamente. Volteo sobre mis talones viéndolo tomar un sorbo de vino, mientras me mira de forma desagradable.

Observo detenidamente la mesa donde hay un plato para mí, por lo que decido acercarme dejando la mochila en el suelo.

―¿Has trabajado hoy?

―Sí.

―Te pagaron, ¿cierto? ―alza una ceja―. Necesito dinero para las cuentas.

Suelto un suspiro acercándome a él, para luego sacar la billetera del bolsillo de mi pantalón oscuro y tenderle una parte del dinero que he ganado.
Este lo guardó rápidamente en el bolsillo de su pantalón, miro a Somi que tiene la vista en su plato jugando con sus manos por los nervios, o mejor dicho, temor que le causa el miserable de mi padre.
Rápidamente vuelvo a dirigirme a mi lugar para servirme la comida, escuchando como vuelve a maldecir.
Deseo más que nada ignorarlo, mientras llevo un bocado de carne asada a mi boca, dándome cuenta que quizás tengo más hambre de lo que pensaba, por lo que dejo de prestarle atención a lo que sucede a mi alrededor aunque resulte algo difícil, pero quizás es que ya estoy acostumbrado.

Comienzo a pensar en el día que he tenido, en el instituto ha ido todo más que bien, es decir, tengo muy buenas calificaciones hasta podría decirse que soy uno de los mejores de mi clase, por lo que desde que llegó Jimin junto a Taehyung, no dudan en acudir a mí para que los ayude, algo que hago de buena manera, pero la verdad es que a veces llega a frustrarme.
Llego a detestar tener que madrugar para ir, aún así es el único lugar donde me siento tranquilo, donde tengo un descanso de la persona que odio con mi vida, y donde mi mente al fin consigue estar tranquila, concentrarse en algo más que no sea malo o llegue a paralizarme.

―¡Maldita sea, imbécil! ―grita enfurecido.

Aquel grito y golpe que le da a la mesa me hace sobresaltar del miedo, mientras que a Somi también, pero provoca que el vaso que lleva en su mano caiga a la mesa rompiéndose manchando todo con el vino.

En ese momento siento como el oxígeno abandona mis pulmones, porque mi padre se levanta aún más enfurecido tomándola del cabello maldiciéndola, para luego darle una bofetada tan fuerte que cae al suelo.
Siento mi corazón latir con fuerza y hasta ese instante soy consciente de que estoy tomando con fuerza los bordes de la mesa, pero es que el miedo logra paralizarme cuando se trata de él.

Veo como la toma del cabello para que levante gritándole que limpie el desastre que ha hecho, enseñándole como su camisa blanca también se ha manchado. Ella solloza llena de miedo y a pesar del cabello en su rostro logro ver la sangre en su labio inferior.

―¡Suéltala! ―grito enfurecido levantándome.

Cuando veo como mi padre me lanza una mirada asesina soltando bruscamente a Somi, que vuelve a caer apoyando esta vez las manos, me doy cuenta de lo que acabo de hacer y el arrepentimiento no tarda en aparecer.
Él es por unos pocos centímetros más alto que yo y su cuerpo es fornido, es un hombre realmente intimidante.

―¿Qué has dicho? ―alza una ceja―. ¿Ahora vas a atreverte a enfrentarme? Claro, porque el maldito marica cree que por sus clases de boxeo y porque entrena cada día, va a poder vencerme ―ríe cínico rodeándome, lo que provoca que respire con dificultad mientras tiemblo―. ¡Mírate! Ni ejercitándote dejas de ser un maldito marica.

Volteo a verlo con los ojos cristalinos y mi respiración pesada, deseando ser capaz de enfrentarlo porque tiene toda la maldita razón. La principal razón por la que me la paso cada puto día ejercitándome es que tengo la esperanza de algún día poder ser capaz de defenderme, de dejarlo tirado en el suelo sangrando rogándome por un perdón, pero hoy me doy cuenta que sigo sin ser capaz, que tiene toda la razón.

Cuando estoy dispuesto a dar un paso hacia adelante su puño impacta contra mi rostro, tan fuerte que caigo al suelo soltando un gemido de dolor.

―¡Jamás te atrevas a volver enfrentarme! ―patea mi abdomen arrebatándome todo el aire por un instante, por lo que un jadeo escapa de mis labios. Rápidamente me cubro con mis piernas y con mis brazos mi cabeza, al sentir como vuelve a patearme―. ¡Jamás! ¿Me has escuchado?

Quiero decir algo al respecto, pero un sollozo escapa de mis labios que hace mi sangre hervir, porque no quiero demostrarme débil, no quiero que siga pensando que soy un marica como él dice, pero estoy aterrorizado.

―Maldito marica, seguro por eso sigues sin cortarte ese cabello ―escupe furioso―. Y tú, limpia todo de una vez si no quieres que vuelva a irte mal. Estoy cansado de estar rodeado de personas tan inútiles como ustedes.


Escucho la puerta cerrarse segundos después, pero sigo manteniéndome en la misma posición temblando de miedo, mientras algunos sollozos agudos escapan de mis labios, por más que muerdo mi labio inferior al punto de sentir un sabor metálico.
A veces deseo tanto que me golpee hasta que no despierte jamás, porque siento que algo dentro de mí está creciendo al haber acumulado tanta mierda, por lo que cuando sea capaz de salir no voy a poder detenerlo jamás, lo que llega a hacerme sentir miedo. Quiero acabar con esta vida miserable, pero luego recuerdo a quien ha vuelto a darle sentido a esta mierda y me siento más vivo que nunca.

―Jungkook...―solloza apoyando su mano en mi brazo―, ya te he dicho que no tienes que defenderme porque luego te irá peor a ti. Hey, todo va a estar bien.

Tomo la fuerza necesaria para sentarme y ella pasa su mano por mi pómulo que me hace gemir de dolor, al ver sus dedos noto una pequeña mancha de sangre, lo que me hace hervir la sangre porque otra vez me verán con un golpe en el instituto, por lo que debería inventar una buena excusa.

―Todo va a estar bien ―acaricia mi cabello.

―¡Deja de querer mentirnos con esa mierda! ―alzo la voz furioso provocando que se sobresalte, lo que me hace sentir culpa, pero decido ignorarlo―. ¡Nada va a estar bien! ¿No te das cuenta? ―suspiro levantándome―. ¿Acaso olvidas cuando no quería detenerse? ¡Creí que ibas a morir!

―Olvida eso...

―¡Deja se ser tan idiota!

Me enfurece que Somi esté cegada, que siga en esa maldita relación donde sólo se lleva golpes, a veces al punto en el que puede salir de casa por varias semanas hasta que logren desaparecer de su rostro, pero es que cuando lo hacen nuevos no tardan en aparecer.
Ella es realmente agradable conmigo, me gustaría decir que es como una figura materna para mí luego de haber perdido a mi madre a los siete años por un accidente automovilístico, pero la única persona que logró ser lo más cercano a esa figura materna fue Jung Haneul. Cuando la veo me recuerda a ella, tiene esos mismos ojos cafés que se iluminan al verme, su misma sonrisa, hasta su cabello, aunque ahora Haneul lo luce más corto hasta los hombros, lo que llegó a decepcionarme a pesar de que debo admitir que le queda muy bien. Es tan dulce conmigo como una vez lo fue mi madre, como también atenta y su manera de decirme Jungkookie, también me hace recordarla.

Tomo la mochila para luego dirigirme a mi habitación dando un portazo al entrar, siento que la ira quiere poseerme por completo, por lo que camino de un lado hacia el otro inhalando y exhalando.

Cuando logro calmarme me acerco al espejo de mi habitación, observando el hematoma que comienza a formarse en mi pómulo donde hay una pequeña herida. Paso los dedos por allí con delicadeza haciendo una mueca de dolor, mientras me juro que algún día será él quien quede en el suelo sollozando y temblando de miedo.

Decido buscar ropa y darme un baño, para así quizás relajarme, como también quitar aquellos pensamientos de mi cabeza que no quiero que logren dominarme, porque la mayor parte de mí me grita que no es correcto.

Al salir seco mi cabello húmedo con un toallón, sólo llevo un bóxer negro, ya que nunca duermo con ropa. Tomo la computadora y me recuesto en la cama, mientras la enciendo.
La verdad es siento curiosidad por Haneul, por lo que comienzo indagar por Internet las fotos antiguas de ella cuando era modelo.

Para mi sorpresa y suerte ―por primera vez― veo que tiene fotos en ropa interior, lo que captura por completo mi atención. Lleva un conjunto oscuro que resalta el tono porcelana de su piel, sus pechos se ven grandes y firmes, no dudo en recorrer su cuerpo con mi mirada, mordiendo mi labio inferior que duele por la pequeña herida que me hice, por lo que vuelvo a sentir el sabor metálico, pero no le doy importancia y paso mi lengua.
Su cuerpo tiene unas buenas curvas, que siempre noté cuando usaba vestidos, pero verla en ropa interior hace que se note aún más, y que recuerdos de cuando tenía trece años inunden mi mente.

Caminaba por el pasillo del piso de arriba de la casa de Jimin, había buscado mi campera en su habitación porque debía irme, pero al caminar hacia las escaleras escuché unos gemidos que llamaron mi atención, por lo que seguí el sonido.
Venían del baño donde la puerta se encontraba entreabierta, por lo que no dudé en asomarme y al ver a la señora Haneul aferrándose a un mueble, como también a la espalda del señor Kwang, que tenía su pantalón bajo, mientras la tomaba de las piernas, me quedé paralizado.
Ella tenía su cabello revuelto, sus labios entreabiertos, mientras soltaba gemidos que no lograba identificar si son buenos o es de dolor, pero al verlos de esa manera, me recuerda a que a veces suelo encontrarme a mi padre con distintas mujeres de esa forma, lo que siempre ha logrado llamar mi atención.

Los ojos cafés de ella se abren de sorpresa al verme e intenta decirle que pare porque estoy allí, pero él dice que le importa una mierda.
Siento un cosquilleo en mi estómago que baja al verla de esa manera. ¿Por qué me provoca estas sensaciones verla de esa manera manera? No podía evitar preguntarmelo, humedezca mis labios tratando de no pensar más en aquellas sensaciones de mi entrepierna, y al levantar la mirada noto que me mira sorprendida, por lo que decido correr lejos de allí, sin poder quitar de mi mente el rostro de ella y sus gemidos.

Al ver sus fotos y recordar ese momento
―del que ahora sí soy consciente de lo que sucedía―, siento como mi erección comienza a ser realmente molesta, por lo que decido liberarla del bóxer.

Observo las venas sobresalientes y la punta rosada con algo de pre semen, por lo que me sorprendo lo que logra sólo con recuerdos, decido perderme en ellos, pero esta vez me imagino a mí en lugar de Kwang, imagino que soy yo quién está penetrándola de esa manera tan dura, mientras comienzo con los movimientos sobre mi miembro, lo que me hace gruñir por el placer que siento.

¡Hola!

LA HISTORIA LLEGÓ A 1K LEÍDAS MAS PRONTO DE LO QUE PENSÉ
Gracias por el apoyo que le están dando, al parecer les está gustando tanto como a mí y eso me pone muy contenta

¿Qué les pareció el capítulo narrado por JK y su vida?

Espero que les haya gustado, la verdad es que me gustó demasiado escribir este capítulo
No se olviden de votar y comentar, amores

¡Nos leemos pronto!

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