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ℭ- 01


Imagínate lo siguiente:

Estás en tu aula de clase, concentrado en comer la merienda que tu madre ha decidido regalarte esa mañana por el mero hecho de que se le antojó hacerlo. Vas a por la mitad de tu merienda (da igual cuál sea), cuando, de repente, una bola de alumnos se acumula alrededor del pupitre del estudiante de enfrente.

En primera estancia, no le tomas importancia. Te da igual. Supones que estarán hablando de alguno que otro chisme de preparatoria lo suficientemente malo como para que te importe menos que el estiercol de vaca.

Los ignoras y continuas comiendo sin la mínima intención de ser parte de la bola de chismosos. O al menos así es hasta que escuchas que no es un rumor de preparatoria, sino algo mayor y mucho más interesante que un amorío juvenil: un hospital abandonado. Un hospital cuyos rumores van desde que hay actividad paranormal, hasta la idea de que es la guarida de algún criminal.

Llama tu atención. Quieres saber más.

Y por equis o ye motivos: terminas diciendo que 'sí' a una supuesta excursión que tu curso planea hacer en el hospital abandonado. Invitas a tu mejor amigo de toda la infancia, y con él vine su novio y amigo tuyo; mismo que poseé gustos lo suficientemente extraños como para que sean considerado uno de los impulsos que los llevaron a que terminen decidiendo recorrer el hospital abandonado los tres solos, luego de que la excursión haya sido cancelada a último minuto.

¿Lo imaginaste? Muy bien, porque eso fue lo que pasó exactamente con Taehyung. Quien se encontraba a las once y quince de la noche, caminando con una linterna en manos mientras era seguido de Jungkook, quien sostenía un bate, y quien era el novio de su mejor amigo, Park Jimin. Los tres andaban con cuidado, rodeados de una oscuridad que apenas podía ser interrumpida por la luz de la linterna; caminaban cerca del otro, con cuidado de no pisar o caer lastimados en el mismo terreno del Hospital Psíquiatrico de Gonjiam, en Gyeonggi-do.

—Vámonos, e-esto no da buena pinta—pidió Jimin, siendo la principal víctima del miedo y el pánico. Se aferraba al brazo izquierdo de Jungkook, enterrando sus uñas en el abrigo del castaño con la suficiente fuerza como para que el contrario empiece a caer en cuenta de su agarre. En uno de sus dedos deslumbra el anillo de pareja que compartía con Jungkook y que este mismo le había regalado.

—Oh, vamos, llevamos un dos semanas esperando esto—se quejó Jungkook—. Ya nos cancelaron los compañeros de Taehyung, ¡no podemos irnos así y ya! ¿No te da curiosidad saber qué hay aquí realmente?—preguntó el castaño, deteniendo su paso tan solo un segundo para voltear y mirar el rostro asustado de su pareja.

—¡P-Para nada!—respondió al instante Jimin. Jungkook suspiró, y Taehyung solo continuo ignorándolos.

—Por favor, ¡tenemos que ver por nosotros mismos!—exclamó Jungkook de igual manera—. ¡No seas cobarde!

Taehyung también detuvo su paso. Volteo a mirar tanto a Jimin como a Jungkook, notando que el más bajo temblaba notoriamente mientras se aferraba al brazo del castaño.

—¡N-No soy cobarde! Solo pienso en que, quizás sea muy, pero muy mala idea continuar metiéndonos en esto.

Convencer a Jimin de quedarse unos minutos, no fue una tarea precisamente fácil, les tomó al menos quince minutos y unos trucos más poder hacerlo. Sin embargo, ahí estaban: adentrándose en el Hospital Psíquiatrico de Gonjiam con el mayor cuidado y estado de alerta posible. Jimin tenía el número de la policía a la mano por si llegaban a necesitarlo, Jungkook se aferraba al bate preparado para golpear lo primero que fuese un potencial peligro, y Taehyung iluminaba todo esperando no tener que usar ni el pequeño envase de gas pimienta que se había llevado, ni la pequeña pistola eléctrica que había tomado prestado del cajón de la sala de estar.

—Tengan cuidado, hay huecos por ahí—advirtió a sus amigos, iluminando las partes indicadas.

Polvo y escombros.

Eso era lo que veían en cantidad: polvo, escombros y más escombros. Cristales rotos por el suelo, sillas tiradas y mohosas, retasos de ropa sucia y vieja, huecos enormes tanto en las paredes como en el mismo techo y suelo... Todo estaba hecho un desastre, y desprendía un olor nauseabundo que los hizo taparse la nariz ni bien entraron.

Pero ahora Taehyung sólo pensaba en recorrer todo el hospital en el menor tiempo posible, el olor era lo de menos.

—Hay que separarnos, no acabaremos nunca si vamos los tres—dijo en lo que iluminaba las escaleras que darían al segundo piso.

No hizo falta voltear para saber que Jimin no estaba de acuerdo, no siquiera un poco. Sabía que para el rubio esa sería de las peores ideas y que así solo aumentaría su miedo; pero quería recorrer todo lo posible, y si iban los tres como iban hasta ahora, tardarían un montón.

—¡N-No, claro que no!—se negó rotundamente Jimin, tal y como supusó—¿Que no has visto las películas de terror? ¡Nunca hay que separarse, siempre pasa algo malo!—chilló, intentando buscar que de alguna manera aquella idea desapareciera de su mente.

No va a pasar nada—intentó asegurar, aunque sabía que no debía por obvias razones.

Volteo a mirar a Jungkook, quien estaba totalmente callado mirando hacia uno de los pasillos de la derecha.

Suspiro.

—Toma—se acercó a Jimin sacando la pequeña pistola de uno de sus bolsillo—. Ya sabes cómo usarla, además, tienes buena puntería. Si pasa algo, solo apunta y dispara, luego sal corriendo y llama a la policía —dijo tomando las manos de Jimin para poner el objeto en estas.

Las manos del rubio temblaban igual que todo su cuerpo, y casi que podía oír cómo Jimin estaba a nada de sufrir alguna especie de paro cardíaco.

—Todo estará bien—intentó asegurar, nuevamente—. Nos vemos aquí en diez minutos—dijo sin recibir respuesta alguna de Jungkook pero sí una especie de balbuceo por parte de Jimin.

Suspiró nuevamente y se dirigió al segundo piso, teniendo cuidado en los lugares que pisaba y cualquier otro detalle en general. Igual que en el primer piso, el desastre y olor nauseabundo era casi el mismo; la única diferencia eran los insectos y ratas que andaban correteando por lugar, buscando huir de la luz cuando les tocaba.

Y en los siguiente cinco minutos fue lo mismo.

El pasillo en el que se encontraba ahora parecía no tener nada de diferente: polvo, un suelo lleno de escombros, ratas e insectos; paredes rotas, huecos en el techo, rayones en todas partes; espacios donde deberían de haber puertas pero no habían...

Parecía estar todo igual que lo demás. O al menos eso hasta que escuchó un grito provenir de alguna de las habitaciones del pasillo detrás de él

¡S-Suelt-!un grito ahogado llamó su atención a sus espaldas.

Tragó saliva y miró en dirección al pasillo de donde creyó haber escuchado aquel grito; de repente, el pasillo lucía aterrador, el sudor frío le había empezado a bajar por el rostro y el corazón había empezado una carrera consigo mismo.

Rápidamente sacó su celular y sin pensarlo mucho escribió un mensaje a Jimin diciendo que llamara a la policía. El mensaje se envió. Taehyung guardó el celular y empezó a caminar con cautela, evitando hacer el mayor ruido posible.

Se acercó a la primera habitación que vio, pero encontró nada y entonces un segundo gritó se escuchó.

¡A-ayuda!era una voz femenina, recién se percata de eso.

No se escuchaba lejos, y no sabía si eso debía calmarlo o no al estar justo a unos metros indefinidos de donde podían estar pasando aquellos gritos, gritos que no estaba teniendo otro efecto en él mas que erizarle la piel en un mal presentimiento.

El mal presentimiento había tomado voz en su cabeza, empezando a gritar una y otra vez su mente: «¡No vayas, no vayas!», cada con más fuerza, y como si fuese un disco rayado.

"Pero ¿y si está herida? ¡De seguro necesita ayuda!" Se dijo así mismo, tomándolo también como una especie de excusa tonta, para buscar una excusa tonta y así ponerse en riesgo.

«¡No vayas, no vayas!»

Sus labios estaban apretados en una línea firme y recta; estaba dudando realmente. Pero tampoco alejaba la posibilidad de ponerse en riesgo a sí mismo y a los chicos. Estaba dudando.

«¡No vayas!»

"De seguro necesita ayuda..."

Volvió a mirar en la dirección de donde provino el grito; el presentimiento seguía ahí. La oscuridad a su alrededor no desaparecía. Y él, por vaya saber Dios por qué motivos, se sentía altamente tentado a ir en la dirección de la cual aquellos gritos provenían.

Tragó saliva.

Entonces dio un paso inseguro en aquella dirección, sabiendo qué podían pasar por cada paso que daba para acercarse al lugar. Dio otro paso, y luego otro, y otro. Y así hasta encontrarse caminando de manera lenta hasta donde el creía venían los gritos.

Sus músculos estaban tensos, sus sentidos en alerta y a la espera de captar cualquier señal que indicase peligro para defenderse a sí mismo de cualquier tipo de ataque. O al menos intentarlo, nunca se sabía.

¡A-Ayuda! ¡Sálvenme!el grito se escuchó nuevamente, captando tanto su atención como haciendo que el sudor frío se deslizara con la misma velocidad con la incrementó aquel mal presentimiento que buscaba detenerlo de entrar a la habitación.

«¡No vayas!»

Detuvo sus pasos justo enfrente de una de las últimas habitaciones; igual que en las demás habitaciones que habían visto antes, esta tampoco tenía una puerta que dividiera los espacios. Asomó su cabeza tan solo un poco, lo suficiente para notar que no había nadie en la habitación. Solo percibió la sombra de la que creyó eran unas especies de máquina, y una pequeña camilla —seguramente descuidada— de donde provenían sollozos y susurrantes súplicas.

"Espera".

Dirigió la luz de la linterna hacia donde estaban las siluetas de lo que creía era únicamente una camilla vieja y sucia, y un par de máquinas dañadas.

La boca se le secó al igual que su garganta, de golpe, como si no hubiese bebido una sola gota de agua en horas; tragó saliva por inercia. Su mano... Su cuerpo había empezado a temblar casi o más como el cuerpo de Jimin lo hacía hace minutos atrás antes de que separaran. Sus ojos viajaban por toda la imagen delante de él, tomando el desafortunado detalle de grabar en su memoria todo lo que veía. Y a la vez que le costaba creer que veía.

Era una chica; estaba —además de golpeada y herida de pies a cabeza— atada a la camilla, conectada a cables y tuvos que conectaban con aquellas máquinas que segundos atrás creyó estar viejas y dañas. Pero el problema no solo era ese; parecía que, aquellos mismo tubos que estaban conectados a su magullado y débil cuerpo, le sacaban de a poco a poco la vida a la joven; de forma agónica y torturosamente lenta.

Taehyung no esperó más y cuando menos lo esperó, sus pies ya lo estaban guiando al interior de aquella habitación, junto a la camilla donde yacía aquella chica. Era una habitación cuya única fuente de luz era la que la luna le porcionaba (que era casi nada), y que lograba colarse por una de las ventanas rotas. Pero aquella luz no era suficiente, apenas lograba iluminar lo suficiente y poco menos para que él pudiera diferenciar borrosas siluetas en el interior de la estancia, sin caerse de bruces al suelo.

Pasó saliva, nervioso; miró a sus espaldas y, entonces, se acercó a la chica mientras la misma no dejaba de suplicar entre llantos:—¡A-Ayúdame! ¡Él m-me quiere m-matar! P-Por favor—la voz le temblaba—. A-ayúdame...


Miró nuevamente a sus espaldas antes de acercarse por completo a la camilla y la chica que yacía en ella. Alumbrando con su linterna toda la camilla en sí, Taehyung se percató de los pequeñas amarres que apresionaban a la chica. Parecían ser cinturones de cuero, pero con un pequeño candado que impedía que se abriera; había varios de esos regados en diferentes extremidades de la chica: en los tobillos, muñecas, adbomen...

No tenía nada con qué quitarlos. Y siendo que lo hiciera, las piedras harían demasiado ruido y no sabía cuán cerca estaba el responsable del cautiverio de la muchacha.

Alzó la mirada al dirección al rostro de la muchaha; era delgada, demasiado, quizás. Tenía el cabellos castaño, largo y sucio, enredado en grandes nudos; pero lucía unas hermosas facciones delicadas que combinaban con unos labios gruesos y pálidos que estaban resecos y sucios. Vestía un uniforme escolar roto y esmarañado, manchado de sangre seca y otras sustancias de las cuales no quería saber su procedencia.

—Dice q-que usará mi sangre para s-sus... sus negocios—la chica lloraba sin parar, temblaba de manera violenta—. ¡Que usará m-mi carne para la c-comida!—y aquellas palabras que acariciando su audición se adentraron y clavaron en su mente; hicieron que su corazón empezara a latir tan rápido como el motor de un auto de carreras, haciéndole temer que pronto pudiese salirse de su pecho como la bala de un cañón.

"¿Q-Qué?"

Creyó haber escuchado mal. Quería creer que había escuchado pero, ¿acaso realmente fue así? Claro que no.

«¡Vete! ¡Vete!»

—A-ayúdame, p-por f-favor.

—Y-yo...—tragó saliva. Dios, estaba más que asustado—. Voy a... Voy a hacerlo, pero n-necesito que hagas silencio—murmuró Taehyung , irigiendo sus manos a los amarres en las muñecas de la chica, queriendo intentar primero ahí.

Quería, al menos, intentarlo.

Dejó la linterna un lado de la camilla y se dispusó a intentar quitar el amarre para liberar a la chica, no obstante, ninguno cedía y aquello no sólo desesperaba la chica, sino que a él también. Intentó con los demás amarres, pero era lo mismo: ninguno cedía, de ninguna manera parecían querer tener la intención de hacerlo.

Eran candados. Claro que no cedían. No tenía nada para abrirlos, solo las manos y eso... eso no era más que una perdida de tiempo.

"Piensa".

Tomó la linterma y alumbró de nuevo el amarre, intentando recordar si alguna vez alguno de sus tíos o amigos le enseñó cómo romper alguno sin necesidad de algo duro.

Nada venía a su mente.

No sabía qué hacer.

La chica pareció notarlo, y sólo lloró más.

—Él es un m-mounstruo; me matará—afirmó entre lágrimas de miedo y desespero.

Su boca se abrió, buscando palabras para decirle que le iba a ayudar, que la sacaría de ahí. O que al menos, lo intentaría.

Sin embargo, nada salió de sus labios y las palabras que buscaba y nunca encontró para hablar, se quedaron atrapadas  y murieron en su garganta luego de escuchar unos pasos a sus espaldas.

Cada músculo de su cuerpo se tensó; retuvo la respiración por un momento. Lachica seguía llorando.

Soltó el aire retenido y miró a su alrededor: notó un pedazo de escombro con el cual, si aplicaba la fuerza suficiente, estaba seguro que podría romper los candados en los amarres de la chica, aunque sabía que eso podría crear bulla suficiente y más para captar la atención de quién sea que andaba por ahí.

"No la puedo dejar aquí. Simplemente no".

Tomó uno del montón de escombros que habían suelto por ahí, y volvió rápidamente a la camilla. Las manos le temblaban a un punto en el que le sudaban y era difícil no solo sostener el pedazo de escombro, si no que también era difícil mantener un punto fijo para golpear sin desviarse. Temía herir a la chica; y ni siquiera sabía si esto podría funcionar.

"Tienes que hacerlo. Concéntrate".

Tomó una bocanada de valor disfrasándola por una de aire, y habló:

—Voy a romperlos, y luego te sacaré de aquí—aunque aquello último, no sabía cómo iría a hacerlo si había alguien –posiblemente malo– acercándose hacia allá.

Alzó las manos por sobre su cabeza con el pedazo de escombro temblándole en las mismas. Pensó nuevamente lo que haría, diciéndose que debía concentrarse para no dar un mal golpe y asi herir a la chica. Pero entonces la chica habló, cambiando cualquier plan que tuviese en ese momento, y sorprendiéndole también.

—Vete, vete—murmuraba.

"¿Cómo?"

Ya no suplicaba por que le liberara; cuánto mád cerca se oían aquellos pasos, la chica parecía temer más. Y ahora rogaba por que se fuera de ahí.

No quería que lo tomaran a él también, aunque no lo conociera. Lo pilló.

Pero negó con el miedo de saber de que, si se iba, ella muy posiblemente, moriría. Negó, pensando que si se iba, él tendría el peso de una culpa interminable en sus hombros de por vida; a pesar de que él no fuese el responsable directo de la muerta de ella.

—Te va a matar, lo hará. Él... él sabe q-que estás a-aquí con a-alguien más— advirtió la chica, y Taehyung sintió una punzada en el pecho, donde el terror a que algo le pudiese haber pasado a sus amigos, empezó a comerle el alma —. T-Tienes... Tienen que i-irse—se escuchó cómo algo –quizás de metal– chocaba contra el suelo. O quizás contra una pared. No estaba seguro.

Miró a sus espaldas; los pasos se escuchaban cada vez más cerca, y estaba seguro que no faltaba mucho para que, quién sea que estuviese en camino, llegara ahí y le viera, y le hiciera quién sabe qué cosas.

Era un peligro grande. Demasiado grande.

Tenía que irse o esconderse ahora en caso de seguridad propia.

Pero...

Volteo a ver a la chica, otra vez.

No podía dejarle ahí, no sin antes quitar los candados. Tenía que sacarle de ahí; pero ya para entonces el desconocido estaría y...


Sintiendo sus propias mejillas empezar a humedecerse
a causa de las lágrimas que se le escapaban, Taehyung decidió hacer caso a la desconocida.

—Lo siento, lo siento—murmuró con la voz ahogada, no siendo capaz de controlarla—. Disculpa... Lo siento tanto. Yo...—sollozó; los pasos se escucharon más cerca. En un impulso, quizás, Taehyung acercó sus labios a la grente de la chica y dejó un beso fugaz antes de salir y esconderse detrás de algunos escombros junto a la inexistente puerta.

Aquel pequeño beso, sería la última muestra de cariño que tendría aquella muchacha y... Dios.

Los pasos se detuvieron cerca de él. Retuvosu respiración por un momento, temiendo que el sonido de ésta pudiese delatarlo, y cerró los ojos intentando concentrarse en no soltar ningún tipo de sonido o ruido que indicase que él estaba ahí.

El llanto femenino aumentó al igual que algunos gritos incoherentes; aquella persona había entrado  completamente a la habitación.

—Vete... ¡V-Vete!—el ruego de la chica hizo que Taehyung recurriera a tapar sus oídos con sus propias manos.

Una risa ronca (que Taehyung no escuchó claramente) llenó la habitación erizando la piel de la chica, haciéndola temblar aún más. Taehyung se encogió en su lugar y empezó a contar desde el uno hasta un número al azar en su mente. A su vez, se memorizaba que, apenas saliera de ahí, llamaría a la policía y diría todo...

—Aléjate... ¡N-No! ¡Suéltame!—el grito mezclado en suplica y dolor resonó por toda la habitación, rasgando sus oídos duramente.

Su estomágo estaba revuelto, y sentía la bilis subirle por la garganta de manera ácida, sin escrúpulos. Quería vomitar de tan solo recordar a la chica e imaginar lo que esta pudiese estar pasando, justo ahora, en esa misma habitación a tan solo pocos metros de él.

Sin hacer nada. Sin ayudarla.

La misma risa de antes se escuchó y un último grito por parte de la femenina quedó grabado en su cabeza, indicando que ña vida de la joven había llegado a su fin. Que ya había dado su último suspiro y que, aunque seguramente él pudo haber hecho algo para evitar eso, no lo hizo.

Nos ayudarás a crear maravillas, linda...la voz del desconocido llegó de manera un tanto inaudible a sus oídos; pero dedujo que era una voz, probablemente y quizás femenina. O simplemente aguda—. Y ve el lado bueno: harás feliz a decenas de personas cuando prueben el nuevo platillo que tengo pensado hacer contigo... ¡Les encantará!—el orgullo y emoción en aquella persona, no eran parecido a nada igual. No era esa emoción como la que sientes cuando vas al parque, o como cuando logras pasar de nivel en tu videojuego favorito. Tampoco era de ese tipo de orgullo. Era una emoción y orgullo insano, loco y... sádico los que teñían su voz.

Su teléfono vibró suavemente –y para su suerte– en su bolsillo llamando su atención un breve momento. Miró la entrada de la habitación a pocos metros suyo, y luego volteo a sus lados antes de empezar a arrastrarse lo más silencioso que podía. Unas pocas piedritas se le clavaban las piernas y brazos de manera molestosa. Pero las ignoraba, o al menos eso intentó hasta que sintió un líquido en uno de sus brazos; era espeso, tibio y olía a... a sangre.

«No ayudaste...»

Mordisqueo su labio.

Salió de la habitación lo más rápido y silencioso que pudo, arrastrándose hasta llegar al pasillo y esconderse en una habitación lejana a la que estaba. Miró la habitación a lo lejos, logrando diferenciar una sombra delgada y baja unos cortos segundos, para luego escuchar el sonido de algo caer en seco y luego ser arrastrado. Era un cuerpo, de escuchó como uno...

Sin esperar más y con la idea de hacer lo que se había dicho que haría apenas saliera de aquella habitación, Taehyung sacó su celular. Sus manos temblaba y sudaban frío, estaba asustado y al borde del llanto; desbloquearlo y buscar entre sus contactos el número de la policía no había sido tarea fácil en aquel estado. Sus dedos resbalaban por la pantalla, haciendo de todo menos lo que él quería.

No obstante, un mensaje sin leer por parte de Jimin detuvo en seco cualquier movimiento. Y las piernas le empezaron a flaquear al punto de que sentía que en cualquier momento dejarían de funcionarle, y caería al suelo captando la atención de aquel asesino.

Jadeo de manera ahogada, y recostó su cuerpo de la pared más cercana, leyendo el mensaje que su amigo había enviado antes pero que él no había leído. Y ahora se arrepentía también de no haberlo hecho.

Jimin 🐣:

> ¡TaeHyung! &#$&#
¡Ayuda! [11:59pm].

> Hay alguiwn abajo! [12:00am].

> TAE!! [12:00am].

> No encuentro a Jungkook, lo perdí de vista, Taehyung... [12:09am].

> JUNGKOOK NO ESTÁ CONMIGO. [12:10am].

> TAEHYUNG, ALGUIEN SE LLEVÓ A JUNGKOOK [12:15am]₩

Sorbió su nariz y acercó sus manos a la taza de porcelana blanca, sintiendo el calor que el café le transmitía. Dio un sorbo corto, sintiendo una breve porción de energía entrar en su cuerpo, como un pequeño río llenando un diminuto estanque seco.

Alzó la mirada de la mesa. Las voces de las personas hablando, el ruido que hacía la máquina de café al hacer éste; la campanita en uno de los mostradores sonando por cada pedido listo; las voces que venían de la televisión y los sollozos ahogados del rubio a su lado... Eran lo único que a duras  penas le hacía saber que todo aquello no era un mal sueño.

Jungkook había desaparecido.

Su mirada viajó hasta Jimin, quien ocultó su rostro entre sus brazos sobre la mesa para empezar a sollozar de manera casi inaudible nuevamente.

—Jimin...—intentó decir, pero se vio interrumpido por la voz de la reportera que se veía en la televisión.

"Song Sunhye, el caso de la joven desaparecida desde hace poco más de un mes, no ha tenido mayores avances. El detective Kim Seokjin, encargado del caso y de otros casos de jóvenes desaperecidos, asegura que ya no se trata de casos de desapariciones ejecutados por diferentes individuos. En pocas palabras, el Detective Kim de la Unidad de Investigaciones Especiales de Seúl afirma que esto se trata de una serie de crímenes hechos, en su mayoría, por un individuo o un dúo de criminales. Se les recuerda a todos los televidentes que el toque de queda empieza a las diez y media de la noche y termina a las cinco de la mañana del siguiente a patir de hoy-..."

El nudo instalado en su garganta empezaba asfixiar por momentos cuando veía las noticias, haciendo que abriera un poco la boca para buscar aire y así intentara calmar un poco las ganas de llorar de miedo e impotencia.

—Los van a encontrar, lo sé; lo harán y él volverá—susurró, en un intento de consolar no solo a su amigo, si no de converserse a sí mismo también.

Miraba la pantalla del televisor con notorio miedo y preocupación hasta que guió su mirada a Jimin y las manos de éste que tapaban su boca mientras miraba la pantalla; Taehyung notó la ausencia del anillo de pareja en ambas manos de Jimin. No había rastros del anillo.

¿Lo habría pérdido la otra noche acaso?

Jimin...

El rubio sollozó.

—Pude... pude h-haberlo cuidado m-mejor, y... y no lo hice—se culpó por décima vez en los últimos treinta minutos, limpiando sus labios con la manga de su chaqueta.

Él negó, inténtandole hacer saber que nada de aquello era su culpa; que él no tenía ningún cargo en lo que pudo haber pasado a Jungkook la otra noche. Negó intentando -y deseando- de todo corazón, que su mejor amigo se dejase de culpar de tal manera.

No era su culpa. Para nada.

Luego de pensar un poco, sus labios se separaron y de su garganta iba a salir la primera sílaba de lo que a Jimin diría; pero la voz de la reportera se volvió a escuchar desde la televisión, y volvió a captar su atención.

"No hay perfil del posible responsable o dúo criminal hasta el momento. Pero tanto familiares como encargados de los casos, piden a cualquier testigo o individuo que tenga información de los paraderos de los jóvenes desaparecidos; asista a la estación de policía más cercana. La justicia de la vida de Song Sunhye y todos aquellos chicos que siguen hasta el día de hoy sin aparecer; está en man-..."

Taehyung dejó de escuchar en el momento en que los rostros de todos los chicos y chicas aparecieron en la pantalla con sus respectivos nombres; y él reconoció el rostro de una de las chicas. Era la chica de la otra noche. Song Sunhye.

Era ella.

Sus pensamientos lo llevaron aquella noche, a recordar el rostro herido de Sunhye y el terror que en él se había pintado con gruesas y bruscas pinceleada. Recordó todo: sus heridas, la camilla, los amarres, su voz suplicante... Y su mente empezó a culparlo de no haber intentado bien cuando dijo querer ayudarla.

«¡Maldito inútil, ni isquiera hiciste el esfuerzo! ¡Cobarde!»

Tae, ¿estás bien?—preguntó alguien a su lado; una voz algo grave que logró erizarle la piel.

Relamió sus labios y miró al lado, y donde ahora estaba su novio, Min Yoongi.

—¿Y Jimin?—preguntó, ignorando por un momento la pregunta del pelinegro.

—Fue al baño—respondió, mirándole aún con preocupación y casi una mirada disculpas que no supo interpretar bien.

Se limitó a asentir.

Tae...—murmuró.

Negó, sabiendo que el mayor se refería a la pregunta que le había hecho segundos atrás, y que él había evitado.

—Yo... yo la vi—susurró a Yoongi luego de unos segundos de silencio. Jimin volvió—. Y-yo la vi, y no le ayudé—su voz salió ahogada gracias al nudo aún presemte en su garganta. Le molestaba.

—¿Q-Qué? ¿A quién viste?—la pregunta de Jimin (quien al parecer volvía del baño) llegó a sus oídos, haciendo que recordara a aquella chica y las instancias en las cuales le había visto.

Señaló la pantalla, donde seguían hablando del caso pero en un noticiero diferente. Al parecer todos los canales hablaban de lo mismo una y otra vez.

Pero no era para menos.

—Esa chica...—Yoongi se escuchó tensó, preocupado.

Miró a Jimin, quien lucía casi pensativo e ido luego de escuchar sus palabras. Desvió su mirada nuevamente a las manos del rubio buscando el anillo de pareja que tenía con Jungkook, mas no lo encontró.

No lo encontró y eso le preocupó.

A su mente llegó la idea de que Jungkook estuviese en manos del o los responsables de aquellas desapariciones, pasando por vaya Dios a saber qué tipos de cosas y en qué estado estaría. Recordó, nuevamente, el estado de Sunhye, y causó aun más pánico, miedo y desesperación —junto a otro par de emociones que lo atormentaban desde lo sucedido—, del que ya tenía.

Jungkook era su amigo, y Taehyung le tenía muchísimo cariño. No quería que le pasara nada, absolutamente nada.

Quitó sus manos de su rostro lentamente y miró las mesa, de nuevo.

—Entonces... quizás...—Jimin balbuceo, mirando a un punto al azar a sus espaldas.

—Será mejor que coman algo—interrumpió Yoongi. Sonó serio, y quizás un poco molesto; pero Taehyung no estaba seguro—; les traeré algo de comer. No tardaré—dijo antes de irse con dirección a la cocina del lugar.

Sin darles tiempo a responder, Yoongi se fue a la cocina dejándoles solos a ambos nuevamente, advirtiendo a uno de sus trabajadores que estuviera pendiente por si necesitaban algo en lo que él se iba a prepararles algo de comer.

Les cuidaba, apesar de todo.

Lo cierto era que, Min Yoongi, aquel chico de cabellos negros con el cual mantenía una relación, había logrado abrir su propio restaurante y cafetería en la capital del país. El chico se había esforzado, y aunque sus esfuerzos no dieron frutos si no hasta tres años después, fue dos años después de su apertura que el lugar empezó a ganar una fama increíble entre los ciudadanos. Nadie sabía a qué se debía exactamente, pero según los primeros clientes del lugar, se debía a un exquisito cambio en los platillos del menú; los ingredientes.

Ingredientes de los cuales ni los mismos trabajadores del lugar tenían conocimientos algunos acerca de la marca, o forma de preparación. Y quizás eso se debía a que ni Min, ni ninguno de sus dos "socios" (quienes se encargaban de recibir la mercancía, y cocinar todos aquellos pedidos) tenían ansias de que algún trabajador revelara sus recetas a la competencia. Mismas que desde sus inicios hasta el día de hoy, habían intentado mil y un veces recrear sus platillos, mo teniendo mucho éxito en el proceso, logrando obtener sólo resultados vergonzosos y pobres en cuestión de sabor.

Y es que, los platillos de "Min Suga" (nombre dado a Yoongi y a su exitoso restaurante y cafetería a pesar de el nombre de éstos era completamente diferente), eran exóticos  y nuevos, originales y con el poder suficiente y más como para que en cada bocado, quisieses más y más. Eran un delirio para el paladar.

Eran como una pequeña y exquisita obsesión.

—Tae...—le llamó Jimin—Tú... ¿Tú en serio le viste?—cuestionó el rubio, pasando una mano por su cabello y refiriéndose a lo que había dicho antes.

Taehyung no respondió, solo se quedó en silencio, recordando en fragmentos que lograban sacudir el miedo en su interior, las palabras de aquella chica de la otra noche: ":—¡A-Ayúdame! ¡Él m-me quiere m-matar!"

Aquella voz femenina y asustada, aterrada de aquella chica –cuyo miedo se reflejaba en el temblor de su voz, en su tono–, resonaba en su cabeza repitiendo una y otra vez aquellas palabras de la otra noche. Taehyung no dejaba de escucharla, no dejaba de escuchar a aquella chica suplicando por ayuda.


»Eres cómplice...«
»¡Está muerta!«
»¡Eres cómplice«

—Tae...—escuchó la voz de Jimin a lo lejos, sin embargo los pensamientos que le culpaban y tachabam de inocentes, era más fuertes que la voz de su mejor amigo—. ¿Tae...?—no respondió—. ¡Kim Taehyung!—gritó Jimin logrando captar su atención.

Desvió la mirada de dónde sea que estaba, y la dirigió a su amigo. El rostro del rubio estaba contraído en una mueca de preocupación, le miraba con los ojos rojos e hinchados y los labios un poco más rojos de lo normal debido a que momentos atrás se los estaba mordisqueando. Miró a su alrededor y notó a varios clientes del local mirando en su dirección como si fuese un bicho raro, o como si tuviese algo en la cara.

Vio la puerta que daba a la cocina abrirse, dejando ver a Yoongi, quien miraba en su dirección con miedo y tres veces más preocupación que Jimin en su mirar. Atrás de él, apareció Namjoon, uno de los socios y amigos de Yoongi. Observó las manos del moreno, y notó la bandeja con dos platos de comida; ambos tenían un pedazo de carne que lucía jugoso y apetitoso.

"Dice q-que usará m-mi sangre para s-sus... s-sus negocios"

Miró a la mesa de al lado; los clientes que comían en ella, parecían disfrutar de una delciosa hamburguesa de carne con otros ingredientes que la hacían lucir simplemente deliciosa. El olor llegó a sus fosas nasales haciéndole cerrar los ojos.

"Dice q-que usará m-mi sangre para s-sus... s-sus negocios".
"Nos ayudarás a crear maravillas, linda".

Sintió su estomágo revolverse y encogerse en un nudo ante la sola idea que interpretó de aquellas palabras. Así mismo, el sabor del café mezclado con un sabor ácido desagradable, fue apareciendo a medida que sentía algo subir por su garganta.

Sentía que iba a vomitar...

No, él iba a vomitar.

Se levantó rápidamente de su lugar, sintiendo sus piernas temblar.

Su estomágo se revolvió aun más.

Entonces corrió al baño, sintiendo ya el líquido abrirse paso por su garganta, dejando un doloroso sabor ácido en su paladar.

—¡Taehyung!

La verdad no estoy cien por ciento segura y satisfecha sobre cómo quedó finalmente esto, pero llevo, al menos, cinco o tres cambiadas y llegué al punto donde dije: "no, basta. ¿qué más? así está bien. luego, si quiero y tengo tiempo y ánimos, lo arreglaré, nuevamente. por ahora está bien; nada mal".

espero publicar la segunda —y final— parte de esto dentro de unos días. aunque también espero no tardar mucho, pero sí quedar satisfecha.

como sea.

muchas gracias por leer, y disculpes cualquier falta que pudieron haber pillado en el camino.

espero verles en la segunda parte. ♡
cuídense y tomen agua. ♡

—Hyo_Byung.

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