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🔪Capítulo 6 🔪

"En tus ojos veo mi reflejo, esa misma oscuridad que hay dentro de mi, esa que no dejas salir."
RM

Alec.

Desde muy pequeño he sido observador en exceso, siempre tuve la facilidad para ver y notar cosas que otros no.

Algunas veces maldición, otras bendición.

Tan solo un gesto, un movimiento un tic nervioso o el más leve cambio en el tono de voz y ya sabía cuándo una persona mentía.

Siempre se me hizo sencillo leer a las demás personas, descifrarlas y  por ende tambien el manipularlas a mi antojo. Basta con mostrarles lo que ellos quieren ver, una sonrisa falsa y ya los tienes a tus pies.

Nuca fui el hijo o chico amoroso, no sabía el significado de esa palabra, pero algo tenía claro y es que mataría por mi hermano.

Y si asesinar por defender a alguien importante en tu vida no es amor, entonces no sé qué lo sea.

Recuerdo que en navidad solía recibir muchos regalos, que siempre terminaban enterrados o en el camión de la basura.

Si con nueve años me era fácil tener el control de la mente de un adulto, hacerlo con un niño de ocho era  pan comido.

—¿Que carajos hiciste?—La voz de mamá resonó en mi habitación cuando me vio escondiendo la ropa llena de sangre en una caja bajo mi cama, quedó pensativa y entonces lo supo.—Fuiste tú. Eres la reencarnación del mismísimo demonio.—exclamó mientras llevaba sus manos al pecho y lloraba con enojo.

Ese día no me fue suficiente con Zeus, yo estaba acostumbrado a desollarlos hasta que dejarán de chillar, sus aullidos de dolor eran algo que a mí me excitaba.

—¿De que hablas madre?—Mantuve la calma, todo para que se distrajera de mis manos cubiertas de sangre animal, además ya sabía que al hacerlo eso la enfurecía mucho más.

Me divertía observando las reacciones de las demás personas ante cada situación.

—¡Zeus! Fuiste tú Alec, vi claramente cuando colocaste el veneno en su plato.— Un bostezo se escapó de mi y rodé los ojos.

—Y yo cuando el vecino, quien es casado— recalqué cada sílaba de la última frase.—Entra a tu habitación cada vez que papá sale y estoy seguro que no es precisamente a reparar un bombillo quemado.—Sonreí triunfal mostrando mis dientes, lo hice incluso cuando me abofeteó con tanta fuerza que sentí el cuello doler.

—Él amaba a Zeus, le has roto el corazón a tu hermano, eres una bestia, lárgate de mi vista antes de que me arrepienta de no haberte dado en adopción.

—Deberías agradecermelo, le rompí el corazón yo, para que no lo hiciera más adelante una zorra como tú.

Escupí mis palabras mientras salía de la habitación.

Realmente no le diría nada a papá, sabía que el estúpido vecino entraba todas las tardes a casa por la puerta trasera que conecta ambos patios.

Pero la información es poder y yo amo el poder.

A mi realmente no me importaba si le era o no infiel al inútil de mi padre, lo detestaba, quizás era un mal amante y la zorra de mi madre se cansó de eso.

Quizás por eso Adrien Leine se escondía tras esa fachada machista, quería que mi hermano y yo fuésemos iguales a él, pero eso no sucedería jamás, porque yo estaba destinado a ser grande, mi plan apenas comenzaba y ellos no tenían ni idea.


—Leine. ¿Qué haces aquí ?
—La voz del comisario quién venía en una patrulla, me saco de mis pensamientos.

—Hola sheriff, estoy esperando a una chica.—Rasque mi cabeza y no mentía.

A veces la mejor y más efectiva forma de mentir es diciendo la verdad.

Cuando la gemela malvada como le decía a Kasia, me llamó para pedirme ayuda no lo dude un segundo, ambos ganamos, ella pasando tiempo con su noviesito y yo divirtiendome un poco.

El comisario Becker nos conocía desde muy pequeños, en Redville todos se conocen o eso es lo que ellos creen.

La patrulla se detuvo frente a mí y me inspecciono de arriba abajo.—¿Un chica? Vaya, eso sí que es interesante, nunca te había conocido una novia.

Entrometido, las personas creen que por vivir en un pueblo pequeño tienen derecho a saber a detalle sobre la vida de todos los habitantes, ilusos, no tienen ni idea de con quienes comparten su entorno.

—Siempre hay una excepción.— Hablé manteniendo la falsa empatía.

—Me alegra mucho, por favor ten cuidado, se han reportado muchas desapariciones y tenemos que estar atentos ante cualquier irregularidad, si algo sucede ...—Me extendió una tarjeta que jamás pensaba usar, sin embargo la tomé—Me llamas Leine.

Asentí mientras se perdía en las frías y oscuras calles, porque si algo había que marcara el sello personal en Redville, a parte de los asesinatos y desapariciones claramente, era el frío que prevalecía los doce meses del año.

En Redville, tanto el invierno, como el infierno eran eternos.

Me causo mucha intriga la conversación que Aria mantuvo con Hael en las duchas, o lo poco que pude oír, sabía que no era posible que se equivocara de puerta, si algo me hacía enojar era que me subestimaran.

Dos cigarros más tarde y varios minutos después la vi;  su blanca piel exquisita, algo que definitivamente me  volvía loco.

Me quedé observandola desde mi auto, el cual se encontraba oculto en las sombras, comenzaron a caer pequeñas gotas de agua, esas tan pequeñas como el rocío de la mañana.

Podía acercarme y ofrecerme a llevarla a casa, podría burlarme de ella porque su chatarra de auto se averió o  quizás podría aprovechar este momento y claramente era más divertida está última opción.

Dos vagabundos drogados hasta la estratósfera pasaron cerca de mí, apestaban a necesidad, con eso me bastaba, silbé y uno de ellos giró a verme relamiéndose los labios.

—¿Qué quieres princeso?—Hablo riendo mientras mostraba su podrida dentadura que me dejaba en claro que no me equivoqué, si eran drogadictos.

Sonreí, yo siempre tenía razón.

—Ustedes necesitan algo que yo tengo.—saqué dos billetes de cien dólares los cuales mostré, ambos se miraron como si hubiesen ganado la lotería y luego fijaron sus ojos en mí.

—Yo necesito un favor de ustedes.—Señale a la pequeña pelinegra que se encontraba en la parada.

—¿Quieres que la mate no es cierto?
—preguntó el más barbudo de ambos.

—Yo no asesino mujeres y menos por esa cantidad, mejor vámonos.—Dijo el otro tratando de llevarse a su amigo que se resistió.

—No quiero que la mates.—Aclaré con mis manos en los bolsillos riendo ante tal imaginación.

Que equivocados estaban, yo jamás permitiría que otro hombre le hiciera daño a la pequeña chica.

—Esto es lo que deben hacer...

Me acerqué y les explique todo con lujos y detalles a lo que solo asentían.

Increíble ver cómo los seres humanos son capaces de hacer cualquier cosa por satisfacer sus necesidades, sin importar el daño que puedan ocasionar a otros.




Aria.

Salí de la mansión de los gemelos tarde, estaba terminando el proyecto con Kasia y olvidé por completo la hora.

Cuando me dí cuenta ya estaba muy oscuro, quizás no quería salir de la habitación de la rubia, porque escuché claramente la voz de Hael en el pasillo y luego de nuestro tenso encuentro hace días yo no quería mirarlo a los ojos.

Aquella tarde Alec casi me descubre espiando en las duchas masculinas y tuve que mentirle diciendo que me había equivocado de lugar, pareció creerme aunque su mirada decía lo contrario.

Un rayo retumbó en la calle oscura,  tenía más de diez minutos esperando, odiaba a las personas impuntuales,  eso me ponía la sangre como un volcán.

Al salir de la mansión mi estúpido automóvil me dejó varada en medio de la carretera, por lo cual le pedí ayuda a Kass, quien había dicho que vendría por mi, aunque honestamente ya había pasado mucho tiempo y cada vez comenzaba a acercarse la tormenta.

Quizás podría enviar un jodido mensaje de texto para avisar que algo sucedió.

Hola, llegaré un poco tarde, aviso para que no quedes como imbécil esperando

Hola no puedo ir, lamento dejarte plantada.

Pero no, no había ningún puto mensaje y yo me estaba congelando bajo la lluvia, sola, furiosa y en una parada de autobús.

Mi móvil vibró, lo saqué de mi chaqueta oscura y al ver la pantalla noté  que  se trataba de un número desconocido.

Vi a ambos lados antes de contestar.

—Hola.—No hubo respuesta, solo un largo silencio, hasta que se escuchó el sonido de una respiración.

—¿Quien habla?—Pregunté esta vez
—Si es una broma no es gracioso.

Más silencio y la misma respiración, sentí mi piel estremecerse, quizás era el frío o quizás el lugar a donde me estaba llevando mi mente.

Es posible que sea él.

No es posible—murmure ignorando la voz de mi cabeza.

Tuve un momento de recuerdo cuando su voz llegó a mi cabeza como dagas que se clavaban en mi pecho.

—¿Y si me pierdes el rastro?—Mi cabeza se encontraba en su pecho desnudo mientras me concentraba en el latido de si corazón.

El solía decirme que simplemente era un accesorio, pero joder, como me gustaba y que valioso accesorio.

—Siempre encontraré la manera de llegar a ti.—No había ternura en su voz, solo arrogancia, sabía que me tenía.

Era suya y no había lugar en el mundo en donde esconderme de él, aunque tampoco quería hacerlo.

—¿D eres tú?—Mi corazón se saltó un latido.—¿Eres tú cierto?.—No podía creerlo, era él, quería escuchar su voz y confirmarlo, pero no sucedió porque luego de unos segundos cortó la llamada y me dejó allí con más preguntas en mi cabeza.

Necesitaba saber que era él, me seguía aferrando a esa idea, después de todo, era el motivo principal de que hubiese elegido venir a Redville.

No me dio chance de guardar el móvil cuando un sujeto me empujó con fuerza contra el pavimento.

—¿Perdida pequeña?—Hablo uno con aspecto demacrado, que en vez de dar miedo me dio lástima.

Me levanté del suelo confundida, quizás me querían robar o violarme, el solo pensamiento me llenaba de ira.

—A está hora las chicas buenas deberían estar en casa.— Habló el segundo y ese si me dio asco, su cara de sádico observó mis piernas y examinó mi cuerpo por completo.

No pensaba dejar que me hicieran daño, algo podría hacer, tantos meses encerrada en aquel lugar me dieron la fuerza para pelear contra quien tratara de lastimarme  y esta no sería la excepción.

—Pues no soy una buena chica, soy mala y las malas como yo pateamos pelotas.— Patee con todas mis fuerzas  su entrepierna y salí corriendo.

Corrí varios pasos inútilmente, ya que el otro sujeto me tomó con fuerza del cabello inmovilizandome mientras su amigo se retorcía en el suelo.

—¡Hija de perra, me las vas a pagar!—El sujeto gritó dispuesto a abofetearme.

Levantó su mano en mi dirección pero no llego el ardor del golpe.

—Yo que tú no haría eso.—La voz calmada y conocida detuvo el acto.

Era Alec, que caminaba hacia donde nos encontrábamos, con una de sus manos en el bolsillo de sus pantalones negros y la otra sosteniendo el casi inexistente cigarrillo.

Jamás me había parecido  sexy que un hombre fumara, para mi era una costumbre estúpida y una manera tonta de gastar dinero, pero cuando el humo salió de sus labios rojos me provocó ser yo quien lo recibiera, su elegancia y arrogancia sin dudas eran algo que llamaban la atención, sobre todo cuando te dabas cuenta que era una máscara, porque conmigo y su grupo de amigos, era encantador pero con las demás personas un completo hijo de puta.

—Ahora suéltala.—Ordenó a quién aún me mantenía tomada por el cabello.

En sus ojos azules solo se veía la oscuridad, mezclada con diversión, el sabía lo que estaba haciendo y le encantaba tener el control de la situación.

—Pero eso no fue lo...—El vagabundo quería decir algo, pero el rubio no lo dejo terminar de hablar cuando lo golpeó con fuerza.

—Idiota.—murmuro rodando los ojos.

—Quiero mi pa..—Nuevamente no lo dejó hablar cuando se escucharon dos disparos.

El tiempo se detuvo un segundo.

Les había disparado a ambos sin inmutarse directamente en la cabeza y se encontraban tendidos en el pavimento cubriéndolo de su espesa y muy roja sangre.

Estaba congelada, no esperaba que hiciera algo como eso delante de mí, jamás pensé que siquiera llevará un arma encima y mucho menos que la usaría.

Para defenderte.

—Ven muñeca, salgamos de aquí rápido.—Me tomó por un brazo mientras hablaba con su dulce voz y me hizo subir prácticamente a la fuerza al auto.

Podría haberme llevado al mismísimo infierno y yo no diría o haría absolutamente nada, porque me encontraba completamente en shock ante lo que mis ojos vieron.

Las palabras de Hael retumbaron en mi mente mientras Alec conducía por la carretera  y nos alejábamos de los cuerpos sin vida.

Nunca se me hizo tan largo un viaje en auto, el silencio era abrumador, tenía miedo de decir algo porque desconocía por completo al chico a mi lado.

El miedo no era porque los hubiese asesinado frente a mí, eso ya lo había visto, tenía miedo de que tal acto me había gustado.

Sí, me sentí protegida y por un demonio que fue excitante ver cómo me defendió.

Pero también tenía temor de que ese sentimiento se convirtiera en algo más, porque sin dudas no seguiría viva para contarlo.

Me perteneces Aria, somos uno solo.

Y como siempre la voz de D llegó a mi para traerme a la cruda realidad, esa en donde yo no era más que un peón de su juego, donde yo era solo de él y el simple hecho de fijarme en otro hombre sería mi pase directo a la muerte.


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¿Wtf Alec?
¿Teorías?
¿Quién eres D?
¿SHIPPS?

Dejen su amor, es gratis y me motiva muchísimo ♥️👀
Estaba pensando en hacer un grupo de WhatsApp para compartir teorías y conocer gente nueva. ¿Se unirían?








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