🔪Capitulo 2🔪
**Hael**
Odio este día.
Hace diez años vivo soportando las miradas con desprecio y algunas con temor, de los habitantes de este pueblo.
Malditos ignorantes, no tienen ni puta idea de lo que dicen.
Escucho los murmullos de las personas cuando voy caminando a través de los pasillos del instituto.
Ellos creen que disimulan, pero ni para eso sirven. Eso y que cuento con un sentido del oído muy desarrollado.
De pequeño solía tener pesadillas en donde escuchaba los gritos y las súplicas de las personas que estaban ese día allí.
Luego de aquel suceso, todo cambió.
Me culpan ya que soy uno de los afortunados sobrevivientes de la masacre.
—Cariño que haces aquí sentado.—Pregunto la mujer de uniforme azul.
Yo me encontraba en una de las bancas de la cafetería, estaba cansado, el ambiente era muy raro y el silencio abrumador.
—¿Todos estan dormidos cierto?.—Pregunté observando a mis demás compañeros.
La mujer en ese momento se quedó viendo al otro sujeto con el mismo uniforme, llevaba unas esposas en los bolsillos de sus pantalones y supe en ese momento que algo iba mal; me ayudaron a caminar hasta la ambulancia, en donde colocaron una manta sobre mis hombros y me revisaron.
—¿Quieres ayudarme en una misión secreta?—Ella intentó sonar divertida, pero fracasó completamente, era un niño, pero no un idiota.
Me encogí de hombros y miré a todos lados, buscando no se qué.
—Que rico estaba el desayuno ¿cierto?.—Hablo esta vez.
—No sé, no comí.—respondí sin darle importancia y ella arrugó el ceño.
—¿Por qué cielo?.—Me di cuenta que el otro sujeto estaba escribiendo cosas en un cuaderno...
—Porque...
—A veces, das miedo cuando te quedas viendo como idiota a la nada.—Mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Alec quién se acercó a mí.
—A veces das dolor de cabeza.¿Que quieres?.—Recogí mis libros que se encontraban regados en las gradas.
Cuando quería pensar, fumar o simplemente alejarme del bullicio estudiantil, ese era el lugar indicado.
—Solo vengo a ver si estas bien, hoy es..
—Ya se que día es hoy, no tienes que recordarlo suficiente lo hace mi conciencia.—Ironicé.
—¡Que humor! —Rió sarcásticamente.—No eres el único al que atacan, a los cinco nos miran como si se tratase de fenómenos.
Habla refiriendose a Kassia, Klaus y Evan, los únicos afortunados en salir con vida de allí.
—¿Que sucedió con Evan?.—Se sienta a mi lado y saca un cigarrillo del bolsillo.
—Nada importante, el muy hijo de puta comenzó a decir estupideces y cuando iba a golpearlo una mocosa llegó a interrumpir.
—¿Te defendieron?—se burló sorprendido ante aquella revelación.—Quien lo diría, el gran Hael fue rescatado por una princesita.
—Esa cosa está a kilómetros de ser una, y de serlo mas bien sería como la princesa Fiona.—Rodé los ojos recordando a la estúpida pecosa.
Lo sé, soy un cabrón, pero nunca he sido bueno con las relaciones personales, mucho menos me agrada la idea de alguien metiendose en mis asuntos.
Odiaba a la gente entrometida, esa que intenta entrar a tu vida como buitres hambrientos en busca de información y si te descuidas, cuando obtienen lo que quieren, lo usan en tu contra.
Además tampoco era que mi vida fuese digna de salir a la luz pública, eso si sería un completo escándalo.
**Aria**
Desde el momento que llegue este pueblo supe que no era común, había algo, no se exactamente qué; pero me sentía atraída por Redville.
Siempre había sido fanática de las historias de Stephen King y sin duda este lugar parecía sacado de alguno de sus libros, no sólo por el aura oscura que había en cada rincón, sino por el extraño comportamiento de las personas.
Porque desde el momento que pise el interior del instituto, las miradas de todos cayeron sobre mí, no comprendía si eran simples mirada curiosas, o tal vez había algo más.
Elegí creer en la primera opción, aunque tal vez solo lo hacían porque me vieron defender al chico raro la pasada tarde.
Decidí no pensar mucho en el asunto y fui a mis respectivas clases, no conocía a nadie y Joss comenzaba mañana.
Una chica de cabello casi blanco, entró al aula con suma elegancia, con pasos firmes y pausados, cuando paso a mi lado su olor era..
Hipnotizador
No lo sé, pero es de esas mujeres que pasan caminando a tu lado por la calle y de inmediato te das cuenta que huelen a poder y éxito, esas que te hacen creer que vienen con un olor característico de nacimiento y que tú hueles a estiércol.
Ni siquiera reparo en mi presencia, solo se sentó allí tras de mí con sus auriculares puestos.
Casi al final de la jornada, un dolor en la parte baja de mi vientre me hizo apretar los dientes, era como una especie de cólicos.
Pensé que simplemente se irían apaciguando y ya está, pero al contrario, cada vez se hacían más insoportables.
Apenas sonó el timbre, me levante y cogí mi morral caminando en dirección al baño, un jalón en mi brazo me hizo perder el equilibrio, era uno de los tontos a quienes derrame café.
—¿A que viniste a este pueblo?.—Preguntó directamente.
—No sabía que eras el dueño y había que esperar invitación de tu parte.—me burle y pase por su lado dándole un codazo.
En ese momento se escucharon unos murmullos a los cuales no les di importancia.
—Anda con cuidadito Carrie, no sabes con que clase de personas te puedes cruzar en el camino, estas advertida.
—¿Carrie?.—Me giré a verlo extrañada.—¿De que hablas?
—¿A quien asesinaste está vez encanto?—su tono de burla me hizo molestar cuando llevo su mano a mi hombro.
—Vete a la mierda, no sé de que me hablas.
—Ah no. ¿Y toda esa sangre?—se burló, señalando mi trasero y sentí mis mejillas arder cuando los pocos presentes comenzaron a reír.
Juro que en ese momento realmente quería que me tragara la tierra y me escupiera en waikiki .
Salgo corriendo al baño con la vergüenza incrustada en mi piel, esto no debería suceder y mucho menos el primer día de clases.
Espero que no se corra la voz porque de ser así probablemente quede marcada como la chica que se manchó de regla en el instituto.
Es un proceso natural, lo sé, pero los subnormales no están preparados para esa conversación.
Ojalá les sucediera aunque sea una vez en su vida, para que entendieran todo lo que pasamos las mujeres.
—Chica nueva ¿Estas allí?.—escucho una voz femenina y ruedo los ojos.
—Si vienes a burlarte de mi puedes irte a la mierda.—No estoy para aceptar burlas de nadie.
—Vaya, tienes carácter.—Escucho su risa pero no es de burla.—Primero Hael, luego Evan y ahora Dylan.
—No sé de qué me hablas, adiós.—Solté borde.
—Vale, solo vine a traerte algo para que te cambies, lo dejaré aquí encima del tocador.—Aquello me sorprendió, podía ser una trampa pero por algún motivo abrí lentamente la puerta.
Con mucho cuidado, saco la cabeza para ver a la dueña de aquella voz y es imposible no quedar impactada con la chica frente a mi, tez perfecta tal cual porcelana y cabello blanco como la luna, unos ojos azules casi como los míos y labios rosados.
Es la chica de mi clase, si antes me pareció que era hermosa, ahora frente a ella, estoy dudando seriamente de mi heterosexualidad.
Me sonríe y me extiende las prendas.
—Gra.. gracias.—Digo sinceramente.
—No es nada, aquí la gente suele ser un dolor en el culo, digamos que ya estoy acostumbrada.—Arruga la nariz y me cuesta creer en sus palabras.
No creo que algún chico sea capaz de meterse con ella, es hermosa.
—Kassia apresurate, llegaremos tarde.—La voz de un chico en la puerta me hace girar el rostro.
—Te veo luego nueva.—Sale del baño con suma elegancia y aprovecho para asearme.
—Sigan provocandome imbéciles, si quieren vérselas con el círculo.—Esa es la voz del mismo chico de hace unos instantes.
—No .. no...—La voz de un chico asustado me pone alerta.
—¡Largo!.—Esta vez alza la voz y un escalofrío recorre mi nuca.
Luego de esas extrañas palabras, lo último que escuche fueron pasos alejándose por el pasillo.
(..)
Mientras iba caminando por las solitarias calles del pueblo hasta mi casa, tenía la ligera sensación de que alguien me observaba, lo sé, algo tonto.
Apresure el paso y observe a todo mi alrededor, pero no había nadie, lo cual hizo que mi corazón comenzará a latir muy rápido.
Cuando iba cerca de casa me encontré con una chica rubia que estaba paseando un perro y me sonrió amablemente por lo que decidí saludar.
—Hola.
—Hola, soy Selene.
—Un gusto, soy Aria.— extendí mi mano y apreté la suya.
—¿Eres nueva por aquí cierto? No deberías estar sola por aquí a esta hora.— advirtió la pequeña rubia.
—¿Por qué?—Pregunté curiosa y note la duda en sus facciones.
—Nada importante, son órdenes del comisario, desde las últimas desapariciones todos estan un poco paranóicos.
Caminamos a casa y me explicó que hace dos noches había desaparecido una pareja en la carretera principal y por eso habían pedido a los habitantes que se resguardaran en sus casas temprano.
Lo cual me pareció sumamente extraño, pero no dije nada.
Al llegar a casa, Joss se encontraba terminando de barrer la entrada y aproveche presentarla con Selene, ya que eramos nuevas así que no estaba de más.
—Joss fue lo más vergonzoso que me ha sucedido.—con las manos en el rostro, termine de relatar lo sucedido en el instituto.—De no ser por la chica de cabello blanco, seguro me hubiese tocado venirme a casa con el culo lleno de sangre.
—¿Que chica, no me digas que tan rápido me cambiaste ?— su falsa indignación me hizo sonreír.
—Una chica de mi clase, su cabello es extraño, pero tiene demasiado estilo.
—Kassia..—Murmuró Selene tragando saliva.
—No me dijo su nombre, aunque espera un chico la llamó cuando estaba ayudándome y si era algo como eso.—recordé en ese momento.
—¿Cómo que te ayudo?— Sus ojos estaban abiertos como platos en ese momento esperando mi respuesta.
—Si, pues les dijo a los chicos que no se acercaran a mi y que me dejaran en paz o se las verían con el círculo y yo no entendí, pero los chicos si y se fueron asustados.— Alcé mis hombros y los deje caer.
—Esto no es bueno, me tengo que ir... —Selene se despidió dispuesta a irse, pero mis siguientes palabras hicieron que detuviera el paso
—¿Qué es eso del círculo una especie de pandilla o algo? —En este punto ya la curiosidad me había ganado.
—Es....—Resopló—No se que es exactamente, en realidad nadie sabe, pero te aseguro que no se trata de nada bueno.
Se alejó de la casa y Joss mantenía su vista fija en mi.
—¿Es rarita cierto? Ten cuidado, parecía realmente asustada.
—Todos lo son y no soy una estupida, sé muy bien defenderme si alguien me quiere hacer daño, no sería la primera vez.
** X **
El hombre frente a mí se quejaba y gritaba mientras que yo con un mazo clavaba la vara de hierro en sus rodillas.
—¡AHHH ! —Gritó con más fuerza.
—¿Por qué haces esto? Yo no se quien eres.— lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.
Me dieron ganas de arracarlos de sus cuencas, odiaba a las personas que suplicaban, pero el morbo por tener el control era más grande.
Reí burlonamente, siempre las mismas preguntas
A veces me aburría lo predecible que eran las personas en momentos así.
—Solo me divierto.—Me encogí de hombros.—Digamos que estabas en un mal momento y a una mala hora.
Sin compasión dí un golpe más fuerte en la vara, logrando traspasar la rodilla, sus gritos eran agonizantes y yo los disfrutaba.
—¿Estas seguro de esto?—La voz de una de las personas que se encontraban en la habitación me preguntó
Sabía que se refería mi nueva víctima, esa que no lograba sacar de mi cabeza desde el momento que llegó.
Cuando la ví, supe enseguida que su corazón sería mío y no hablaba metafóricamente, iba a serlo, eso podía asegurarlo.
—Claro que sí.— respondí sentenciandola con mis palabras a la oscuridad.
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