🔪Capítulo 11 🔪
"A mis demonios internos, tan sádicos y crueles, ellos me piden que los deje salir en forma de letras."
Aria.
—3, 2...1—Finalizó el conteo— ¡Corre o muere! —Gritó uno de los chicos para luego comenzar a reír como un desquiciado.
No me di cuenta hasta ese momento que Joss había tomado una de las pulseras, lo que significa que era una fugitiva y yo una captora, la busque con la mirada pero ya no estaba.
—Ellos no saben que están siendo perseguidos por unos dementes, no es justo Alec.—Era verdad, muchos de ellos pensaban que era un juego inocente y quizás yo sería una de ellas de no ser porque no tomé la jodida pulsera.
No dio tiempo de responder cuando tomo mi brazo y salimos corriendo a toda velocidad en dirección al bosque, fue un completo caos, al instante que sonó el silbato las mismas personas que hace unas horas estaban jugando en la piscina estaban masacrándose entre sí.
A mi lado pasó una chica que venía con un cuchillo directamente hacia mi, Alec sin pensarlo rasgo su cuello y yo me congelé en el sitio mientras la chica se desangraba y el limpiaba el filo con su pantalón.
—¿Que demonios fue eso? —pregunté nerviosa hasta que me di cuenta de la pequeña pulsera fluorescente atada en mi chaqueta.
Maldición, alguien la había colocado sin que me diera cuenta.
Alguien me quería como fugitiva.
¿Pero quién?
—A lo primero, la vida no es justa, mucho menos injusta, es...— se quedó pensativo —indiferente y es hora de que lo entiendas.
Tenía razón, antes pensaba que la vida era injusta, sobre todo al ver las noticias mundiales y como millones de personas morían de hambre, luego me fui convenciendo de que realmente es indiferente a toda la maldad que hay en el mundo.
—¿A donde los llevan? —Pregunté cuando vi que arrastraban a la chica que intento atacarme fuera del bosque.
Vi a lo lejos como Tristan tenía del cuello a un chico y lo asfixiaba con ambas manos, la mirada en su rostro era perturbadora y la sonrisa sádica que me dio al observarme heló mi sangre.
—¿Estás segura que quieres saberlo?—Alec cuestionó ayudándome a subir una cerca—Yo no voy a mentirte y puede que la verdad no siempre sea lo que esperas.
Después de todo esto, dudaba que algo lograra sorprenderme.
—Quiero saber.
Sonrió.—Te lo dije, eres muy curiosa.
—¿Que te parece gracioso? Cuestione
—Tu y yo somos iguales, solo que aún no te has dado cuenta, o no quieres hacerlo.
—Yo no soy como tú Alec, jamás lo seré.
Era verdad, no había punto de comparación, yo no disfrutaba asesinar como él.
Caminamos un poco más mientras veíamos a los demás ser perseguidos, algunos llevaban a otros a cuestas inconscientes.
Alec empujó una especie de palanca que estaba escondida entre la maleza y de repente una enorme puerta fue abierta.
—¿Que es esto?
—Entra.—Ordenó con la voz firme.
Entré y de inmediato el olor a humedad llegó a mi.
Se escuchaban algunos quejidos en la distancia.
Caminamos varios minutos en medio de la oscuridad, hasta que llegamos a una puerta que daba a unas escaleras, bajamos por ellas y yo no sabía si estar asombrada o asustada ante lo que mis ojos veían.
No tuve que analizarlo mucho, para entender que nos encontrábamos bajo la mansión Sloan.
— ¿Por qué los traen aquí?—Pregunté.
Pero fue una pregunta que quedó resuelta al ver los diferentes calabozos llenos de sangre, artefactos de tortura, y una pared repleta de fotografías explícitas con personas mutiladas, torturadas y muertas.
—Bienvenida al Círculo.
—Exclamo con fascinación.
Entonces, el circulo realmente existía y esto es lo que hacían. Asesinar y torturar personas simplemente era un juego para ellos.
—¿Por qué lo hacen?
—¿Por qué no hacerlo?
—Porque asesinar personas está mal.—Respondí sin titubear.
—¿Lo dices tú? Aria...—Chasqueó con la lengua y se acercó a mí.— La muerte es arte a los ojos de un asesino, no se trata del hecho de asesinar, se trata de posesión, de poder, de majestuosidad. Para algunos, asesinar es un acto de liberación, para otros es un acto de placer, para mí la muerte se trata de arte.
—¿Que son ustedes?
¿Son una secta?—Trate de buscar la palabras correctas.
—Secta es ... —Hizo una mueca de desagrado. —Una definición bastante dramática, solo somos personas con gustos un tanto diferentes a lo convencional.
—Asesinan por diversión—Rodé los ojos.
—Bueno, cada quien elije como divertirse, unos se drogan, otros patinan, nosotros hacemos esto Aria, no pienso justificar mis actos, me divierte ver la cara de súplica cuando estoy a punto de terminar con una vida, me encanta ver sus ojos cuando se quedan sin aliento, esto es lo que soy.— Se cruzó de brazos detallando cada una de mis reacciones.—¿Tú quien eres?
—Solo vine a este pueblo para escapar lo más lejos de mi familia, solo... No se si pueda lidiar con todo esto —Mentí.
Porque era lo que hacía, mentir, como siempre.
—Esto funcionaría mejor si uno de los dos es honesto—Hizo un gesto con la mano entre ambos al decir eso.
—Yo lo soy—Dije tratando de sonar segura de mis palabras.—Y no existe un "Esto".
—No del todo, ambos lo sabemos. Solo conozco una versión de ti, esa que quieres que todos vean.—Se levantó y me miró con esos ojos azules que a veces parecían mirar a través de mi.—Pero tengo paciencia.
Me alejé, cuando lo sentí más cerca de mí.
—¿Me tienes miedo? —preguntó.—
Jamas te haría daño. —Acarició mi labio inferior con su pulgar.
¿Miedo?
¿A él?
No precisamente, tenía miedo a arruinar mis planes, a dejarme llevar por lo que sentía en esos momentos.
Por las cosquillas que intenté ignorar en mi estómago cuando me besó en la piscina, por las mismas que ahora siento con el contacto de su dedo en mis labios.
—Sucede que quien jura cuidar tu corazón, generalmente es quien primero lo rompe.
—Soy un asesino, un manipulador, estoy jodido de la cabeza, sádico tal vez, pero no un mentiroso.—Dejó mi cuerpo presionado a la pared quedando a escasos centímetros de mi boca.
En la vida a veces tienes que tomar decisiones, que no siempre son las correctas, pero si las que te pueden salvar la vida.
Este quizás era uno de esos momentos.
Lo tomé del rostro con fuerza y lo besé, esta vez yo tomé la iniciativa y pude ver el brillo malicioso en su mirada.
Si hubiese sabido que ese beso más adelante sería el culpable de mis peores pesadillas, quizás no lo hubiese hecho.
Pero en ese momento no era así, en ese momento, besar sus labios era como subir y bajar del cielo al infierno.
Alec me tomo de las caderas y me alzó, dejándome sentada sobre la mesa en donde se encontraban algunas herramientas.
Sus mano en mi nuca y la otra en mi cintura mientras me besaba con pasión y locura, como si no pudiera tener suficiente de mi, eso no era amor, definitivamente estaba mal, pero que bien se sentía.
Enfermizo, era la palabra correcta.
Nos separamos sin aire cuando entraron tres chicos cargando a sus víctimas, unos inconscientes y otra chica resistiéndose a su captor que la traía tomada del cuero cabelludo.
Al darme cuenta de la situación en la que nos encontrábamos, me baje rápidamente de la mesa con la respiración acelerada.
—Alguien llamo la policía y vienen en camino—Zoe llegó hasta nosotros furiosa, observó a Alec y luego me examino a mi de pies a cabeza, pero no dijo nada.
—Es imposible que encuentren el círculo, no pasa nada.—Le restó importancia.
—Tienen una orden, van a revisar todo, es mejor que tú te hagas cargo, a fin de cuentas el es...
—Esta bien, entiendo el punto.—No la dejó terminar de hablar.—Vamos, solucionaré esto, te llevaré a casa y luego tú y yo tenemos algo pendiente.
—Una conversación.—Aclaré y el río cínicamente rodando los ojos.
Los chicos que antes habían entrado, llamaron la atención de Alec, por lo que quede unos pasos atrás caminando cerca de Zoe.
Se sentía realmente incómodo, más por el hecho de que ya sabía que también pertenecía al círculo.
Definitivamente hermosa, incluso con el rostro lleno de sangre como iba caminando a mi lado, trague saliva cuando la vi observarme de reojo.
Antes de salir Alec nos detuvo con la mano, la patrulla estaba cada vez más cerca, por lo cual no podían verla llena de sangre.
—Al fin solas.—Dijo con un tono que sonaba a amenaza.
—No tengo nada que hablar contigo.—Seguí mi camino hasta que me tomó del cabello con fuerza.
—¿Quien dijo que quiero hablar contigo? En caso de querer hacerlo, sería un monólogo, ya que los muertos no hablan.—Sentí el filo de la navaja en mi cuello.
—¿Que es lo que quieres? ¿Es muy difícil entender que no te quiere? —Respondí segura.— ¿Acaso no te ves? Puedes tener a quién quieras, pero elijes ir tras el que no te hace caso. Supéralo Zoe, Alec no es de tu propiedad y si quiero follarmelo o no, créeme que tú no serás un impedimento.
La bofetada que sentí hizo que mi rostro girara, lleve mi mano a la piel caliente y me enfurecí como tenía tiempo sin hacerlo.
Me fui encima de la castaña, comencé a forcejear con ella, hasta que soltó la navaja, aproveche el momento para darle muchos golpes en su rostro, pero tenía fuerza, me tomo del cabello y me dejó nuevamente bajo ella.
—Es mío, siempre lo ha sido y siempre lo será.—dejo caer su puño en mi estómago y me doblé del dolor.
Me tomó del cuello, clavando sus uñas y subí la cabeza logrando que impactará con su mandíbula.
—Maldita loca!—Grité cuando lanzo un hacha que había dejado tirada uno de los chicos en mi dirección.
La cara de loca maníaca que Zoe tenía en ese momento, podía asustar a cualquiera. Pero no a mí, yo ya había visto esa mirada muchas veces a lo largo de mi vida, sobre todo cuando me observaba en el espejo.
Me tomó por el cuello y presionó con ambas manos, yo intentaba quitarmela, cuando escuché que alguien llegó tras ella y la apartó de mi arrojándola lejos.
—¿Que estás haciendo? Ella no es como nosotros, ella jamás será parte de nosotros.— Cayó al suelo con fuerza.
—Largate de aquí antes de que me arrepienta.—Habló Hael.
Yo intenté irme, supuse que se refería a mi ya que no era un secreto lo mal que nos llevábamos, cuando comencé a caminar todo paso muy rápido.
Zoe venía tras de mí, con el cuchillo que no me di cuenta recogió del suelo tirando a matar, Hael se interpuso entre ambas y ella terminó por herirlo en el abdomen.
—Yo no... lo siento, yo no quería—Hablo ella sorprendida por lo ocurrido.
El chico sacó el cuchillo y de un solo movimiento y sin pensarlo le corto la garganta de un extremo a otro dejándola inerte y desangrándose en el piso.
Lleve las manos a mi rostro y me acerqué a él para ayudarlo.
Me había salvado la vida.
Hael Leine me había salvado la vida.
—¡Estas sangrando!
—No es nada, salgamos de aquí.
—Todas las puertas están cerradas, Alec la cerró porque la policía está afuera.—Expliqué gesticulando con las manos.
La herida se veía bastante mal, estaba saliendo demasiada sangre, pero él parecía que no sentía nada, o lo disimulaba bastante bien.
Me dejó hablando sola y comenzó a caminar hasta adentrarse en el fondo del túnel.
Estaba muy oscuro por lo que saque la linterna de mi teléfono, el cual no tenía señal.
El por su parte parecía tener visión aguda o quizás ya se conocía el camino de memoria por estar tanto tiempo aquí.
¿Que puede hacer una persona en una red de túneles escondidos de los que no se sabe absolutamente nada en el pueblo?
Pues, esa respuesta ya la tenía.
Hael tambien pertenecía al círculo y aunque acababa de asesinar a Zoe frente a mí, no mostró la misma satisfacción que Alec cuando quitaba una vida.
Es como si no le importara, como si le diera igual una vida más o una menos.
Y eso a mí parecer, lo hacía más perturbador.
La mayor parte del camino fue silencioso y yo sentía que dábamos vueltas en círculos una y otra vez.
—¿Seguro que sabes a dónde vamos?—Pregunté.
—Yo no te pedí que me siguieras.—Respondió borde.
—¿Estás bromeando cierto? Llevamos más de quince minutos caminando Hael, mejor nos devolvemos, quizás los chicos llegaron a abrir las puertas.
—Quizás te mate para que te calles de una vez la boca y me dejes en paz.—Se quejó del dolor y su cuerpo se dobló.
No entendía la razón de su odio hacia mi sin explicación, pero puedo jurar que no sentí nada de eso cuando me besó horas atrás.
Me acerqué a él para ayudarlo.
Bien. No se lo merecía, era un completo idiota, pero era el único que sabía cómo salir de este lugar, y además estaba herido.
—¡Que estoy bien dije! —Gruñó apartandome.
Caminamos varios minutos hasta que encontramos una escalera que subía hasta una alcantarilla con varios candados.
—Maldición, esta cerrada.—Comencé a desesperarme hasta que recostado sobre la pared y con una mano en la herida comenzó a sacar unas llaves de su chaqueta negra.
No dije nada y solo las tomé.
Efectivamente abrieron la cerradura y con toda mi fuerza empuje la pequeña puerta redonda que nos daría la libertad.
Cuando terminé de subir las escaleras y al fin pude ver las luces del pueblo sonreí.
Estábamos, justo al lado de la estatua principal en la plaza del pueblo.
Cualquiera pensaría que es una plaza sin gracia, únicamente ancianos dando de comer a las palomas que allí se acumulan, niños corriendo a través de sus bancas o una que otra ardilla en el pasto que al ser presa de estos niños curiosos vuelven a subir a los árboles en busca de seguridad.
Pero jamás, en la vida, pensarías que estas sobre una red de túneles en los cuales un grupo de adolescentes asesinos mantienen en cautiverio a personas para jugar con ellos a su antojo.
Para satisfacer su más sádicas perversiones.
Cuando iba a subir el último escalón, me percaté de que Hael no me estaba siguiendo, cuando baje la mirada estaba desplomado totalmente en el piso del túnel con los ojos cerrados.
Podía salir, dejarlo solo igual nadie lo encontraría.
Pensé en hacerlo hasta que sentí sus labios sobre los míos, sus manos apretando en mi cintura, sus dedos aferrándose a mí mientras su boca devoraba la mía y no pude hacerlo.
No podía dejarlo allí.
Bajé nuevamente y revisé sus signos vitales, seguía vivo.
Solamente estaba perdiendo sangre, ya que el muy terco no se dejaba ayudar.
—Que estoy b...
Apreté su herida y el se quejó del dolor sin poder terminar la frase.
—Si vuelves a decirme que estás bien yo misma voy a matarte, mantente en silencio y solo déjame hacer mi puto trabajo.—Estaba furiosa por su terquedad.
Quité mi camisa y desgarré una parte de ella para limpiar la herida y otra para hacerle presión y vendarlo.
No me importó quedar expuesta ante él, técnicamente ya me había visto en traje de baño.
Ya había metido su lengua dentro de mi.
Me acerqué a él y ayudé a sentarse con la espalda en la pared, había perdido mucha sangre y su mirada estaba perdida, más de lo habitual.
Comencé a limpiarlo y vendarlo, logré parar el sangrado y me detuve a mirar su rostro, su mano tomo un mechón de mi cabello, el cual pensé que jalaría.
Tenía rostro de ángel, de uno caído, era hermoso.
Lo sentí acercarlo a su nariz y aspirarlo, automáticamente dude de mi olor, seguramente olía a sudor o algo peor y tendría que aguantar luego sus burlas.
Besas mal.
Intenté alejarme al recordar lo sucedido y sus palabras me detuvieron.
—Vainilla...—Susurró el castaño con media sonrisa irónica, antes de cerrar los ojos.
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¡¡TA-DA!!
Hola criaturas del mal, ando feliz porque Crueles intenciones llegó a 100k de lecturas y eso significa mucho para mí, aparte le están dando mucho amor a Obsesiones Peligrosas y eso me tiene como loca.
Si, lo sé ya estoy loca, pero ustedes me entienden.
Dejen aquí sus comentarios sobre el capítulo 👉
¿Teorías?👉
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