Capítulo 9 | Gafas y sonrisas
"Si era su inocencia, no lo sé. Tal vez su sencillez; podría ser. Su inteligencia; es muy probable. Su sonrisa sería un buen punto. Su mirada que te encierra en una jaula de ternura y te hace experimentar un manojo de sentimientos encontrados, también podría ser.
Si de todo eso se trataba, no estaba seguro. ¿Cuándo comenzó?, no lo sé.
Lo único que con certeza sé,
es que de el, completamente, me enamoré."
¡Que emoción!
Lucy estaba tan emocionada de verle como yo, pues habíamos pasado todo el verano sin verlo más que por videollamadas. A Lucy le caía bastante bien Elliot.
Aunque para ser sincero, ¿quién no lo amaría?
Tanta belleza, sencillez, bondad e inteligencia en una sola persona.
Y ese es mi miedo, que se fije en alguien más mientras yo sigo aquí ocultándole mis sentimientos como un imbécil.
Al menos estás consciente —escuché decir a Lucy mientras me estacionaba frente a su casa.
Toqué la bocina unas tres veces y bajé el cristal de mi puerta.
Tal vez mi madrastra tenía un poco de razón con lo de la escuela y eso.
Pero la realidad es que tenía un único motivo para estar en esa escuela, y ese motivo tenía nombre, gafas y una hermosa sonrisa.
No se desde cuando comencé a sentir lo que siento por Elliot, tal vez desde siempre, desde el primer momento que lo vi en aquella escuela primaria comencé a sentir cosas por el.
Y realmente no creo ser homosexual. Me considero Elliotsexual, o algo parecido.
Esperé unos minutos y pude visualizar la puerta principal abrirse y parte de su rostro asomarse por esta.
— ¡Ya voy, dame un minuto! —le escuché gritar y volvió a entrar. Simplemente le hice un ademán haciéndole saber que no había problemas.
Salió nuevamente luego de unos segundos con unos libros en sus manos caminando hacia mi auto con pasos torpes.
Parecía el típico nerd, y lo era.
Abrió la puerta del copiloto y tomó asiento, subí el ventanal y el comenzó a guardar los libros que traía en sus manos en su mochila, y al agachar su cabeza para hacerlo, visualicé que tenía un pequeño moretón en su frente.
— Perdón, es que-
— ¿Qué fue eso? —pregunté interrumpiéndolo y acariciando instintivamente su frente con mi dedo pulgar.
— ¡Auch! —quité mi dedo ante su reacción—, N-no es nada —dijo llevando su mano al moretón para acariciarlo.
— ¿Qué fue eso? —volví a preguntar ignorando su orden y retirando su mano de donde estaba.
— ¡Que no es nada!, s-solo choqué con la puerta de mi habitación —respondió titubeando.
Retiré mi mano y le miré dudando ante su respuesta.
— Tienes que cuidarte. No puedes andar por ahí chocando con todas las puertas que se te cruzan en frente.
— Lo sé Damien. Y a penas nos vemos y ya te estás comportando como mi padre, ni siquiera me saludas —sus mejillas se sonrojaron y ocultó su mirada.
Era hermoso en todo el sentido de la palabra.
Y tú un idiota cobarde.
— Perdón, ¿cómo estás?,
sólo me preocupaba por mi mejor amigo —bromeé, encendí el motor y procedí a conducir hacia el High, ignorando a Lucy.
— Estoy bien —se limitó a responder.
En el camino estábamos en silencio y no podía evitar mirarle de reojo de vez en cuando.
Me gusta saber que el está ahí, a mi lado. Aunque no exactamente de la forma que me gustaría, pero es suficiente para mi.
— No sé porque siempre me tratas como si fuera un bebé —se quejó rompiendo el silencio y negándome la mirada. Aún estaba un poco rojo.
Aww, es tan lindo.
Aprovecha que están solos y viólalo, nadie se dará cuenta.
— Para mi aún lo eres —le miré dedicándole una sonrisa e ignorando nuevamente a Lucy.
Aunque no estaría tan mal la idea.
— P-pues, ya soy grande, y te agradecería si comenzaras a tratarme como tal —estaba rojo como un tomate de nuevo.
— Pues los adultos no se sonrojan como tú lo haces —le dije y sus labios temblaban, al parecer meditando lo que iba a decir.
— Pu-pues, iba a elogiar tu nuevo auto y ya no lo voy a hacer, ¡porque eres irritante!
— ¿Sabes que aún así cuenta como elogio?
Su cara iba a estallar.
— Y-y t-tú-
— Oye, ya relájate si —le interrumpí tratando de calmarle—, no quiero que explotes dentro de mi auto. A penas lo compré.
Posó su vista en el ventanal suspirando e ignorándome. Se quedó en silencio por unos minutos mientras solo se escuchaba el tono bajo de la radio y el leve sonido del motor del auto.
— ¿Por qué no eres así con los demás? —preguntó de la nada rompiendo nuevamente el silencio y mirándome con esa hermosa cara de inocencia que le caracterizaba.
— ¿A qué te refieres? —pregunté mientras entraba al estacionamiento de la secundaria. Comencé a buscar un lugar y pude ver que el estacionamiento estaba repleto de vehículos, se me estaba dificultando encontrar un espacio disponible.
— P-pues eso, casi no hablas con nadie. Más que conmigo y Alexis —esperaba atento mi respuesta.
— Ya me conoces. No me gusta mucho la convivencia —le respondí mientras cantaba victoria mental al encontrar al fin un lugar disponible—. ¿Te molesta que sea así? —le pregunté apagando el motor del automóvil una vez terminé de aparcarme, deteniendo así que el terminara de salir por la puerta.
— No, solo que...—volvió a entrar al auto la pierna que ya tenía afuera en cuanto me escuchó—, la gente te teme y dicen cosas, y tal vez lo dicen porque realmente no te conocen. Yo sé que eres muy buena persona y que no lastimarías a nadie. Pero a veces les das sus motivos.
Que iluso.
— Ya sabes cómo soy, prefiero estar contigo y con Alexis, claro, aunque más contigo —me detuve por un instante—, pero la verdad en cuanto a eso es...
Este es el momento.
Hazlo imbécil.
Maldito cobarde.
Elliot esperaba atento lo que estaba por decir. Aunque tal vez su inocencia lo le permita predecirlo.
— Es que me-
— ¡Eli! —gritó una voz chillona que ya conocía desde afuera del auto interrumpiéndome.
«Demonios» —me quejé suspirando y agarrando el puente de mi nariz con dos dedos.
— ¡Sophie! —exclamó Elliot correspondiéndole y saliendo del auto para propinarle un abrazo.
La maldita zorra tenía que ser.
— Te extrañé tanto —pude ver cómo se deshacía del abrazo y ponía su cara de dramática mirándole.
— Pero si nos vimos hace una semana...
No le basta con haberse cogido a todo el equipo de fútbol americano de la escuela, ahora también quiere al nerd.
Recuérdame recordarte que la mates.
Estaba molesto. Sentía que una vena de mi frente quería estallar por la frustración, y Lucy no ayudaba mucho que digamos.
— Damien, ¿que ibas a decirme? —preguntó Elliot asomándose con Sophie siguiéndole el paso.
La perra faldera le dicen.
— No, solo. Olvídalo —suspiré agotado.
— Bueno, nos vemos más al rato —se despidió con su hermosa sonrisa y se fue caminando con la rubia irritante siguiéndole el paso.
Luego de superar mi frustración, tomé un libro, me coloqué mis audífonos reproduciendo una música electrónica desde mi celular y me dispuse a salir del auto. Caminaba hacia un lugar apartado de la escuela mientras sentía todas las miradas clavadas en mi conforme iba caminando. Algo de lo que ya estaba acostumbrado.
La gente se apartaba de mi camino como si fuese la misma muerte en persona caminando sobre la faz de tierra.
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