Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 5 | El Caballero Blanco


Una semana había transcurrido y hoy sería el día, el día que tanto habían planeado ambos.

En esta última semana el pequeño se la ha pasado "alimentándose" de ideas para deshacerse para siempre de alguien en Internet, claro, con la ayuda y la dirección de Lucy. Así como también leyendo libros con contenidos obscenos, libros de terror que incluían asesinatos, temas como "El Asesinato Perfecto" y otros no aptos para menores de edad, más aquello le atraía, de hecho, le encantaban aquellos libros, y Lucy le ordenaba que lo hiciese, así que no podría ser malo.

Se dirigía a su armario, pues quería buscar algo adecuado que ponerse para la tan especial ocasión. 

«Blanco. Blanco. Blanco.» —repetía Lucy una y otra vez haciéndole saber que color de ropa debía ponerse. Aquello de inmediato le recordó a una historia que había leído hace unos días, "El Caballero Blanco" el cual, según recordaba, asesinaba a sus víctimas quedando posteriormente su espléndida armadura blanca teñida de rojo carmesí.

Era un buen libro.

Lucy no dejaba de repetir aquella palabra a tal punto de que Damien tuvo que llevar sus manos a sus odios. Odiaba cuando ella hacia eso, aunque el ya sabía que aquel acto cesaría en cuanto el le obedeciera.  Así que tomó de su armario algo blanco rápido y sin pensarlo; una camiseta blanca, guantes blancos —obedeciendo a Lucy— y unos shorts de igual color, haciendo automáticamente que la insistencia de su amiga cesara y fuera intercambiada por su peculiar risa.

Una vez se vistió, se dirigió a la cocina y tomó un pequeño cuchillo afilado.











Margaret se encontraba planchando ropa en el sótano, cuando de repente le pareció escuchar unos sollozos seguidos de un grito, así que detuvo aquel acto para dirigirse hacia la procedencia de aquellos extraños gritos, preocupada, puesto que tenía a su cargo a un niño pequeño y nunca se sabía lo que podría pasar.

Caminaba por el pasillo mientras que aquellos sollozos se hacían cada vez más fuertes conforme se acercaba.

— ¿Damien? —preguntó temerosa mientras caminaba con una de sus manos apoyada en las paredes del pasillo.

Llegó a la sala de estar, y ahí estaba Damien, sentado en la alfombra frente al televisor dañado dándole a ella la espalda. Margaret pensó que sus gritos se debían a aquel acto, ya que en algunas ocasiones Damien se ponía muy sensible con cualquier cosa, así, que sin tan siquiera imaginarse lo que pasaría, se acercó a él y tocó su hombro.

Damien volteó hacia ella.

La cara de Damien había cambiado de un momento a otro a un rostro desquiciado, y una sonrisa malévola se dibujó en sus pequeños labios al mismo tiempo que introdujo con profundidad el cuchillo en la garganta de Margaret, y posteriormente comenzó a apuñalar su estómago y abdomen constantemente, y mientras lo hacía, la voz macabra de Lucy repetía junto con sus carcajadas, retumbando en su mente, una y otra vez:

«MÁTALA, ¡MÁTALA!» —reía Lucy constantemente mientras repetía aquellas palabras en la cabeza de Damien.

Margaret expulsaba chorros de sangre por su boca mientras que no paraba de convulsionar, vomitar su sangre y de retorcerse en el piso cual pez fuera del agua, mientras que Damien no detuvo su faena hasta que los gritos ahogados de su sirvienta se esfumaron.

Junto con su último aliento de vida.

El pequeño suspiró triunfante, y se observó; su ropa que antes lucía blanca e impecable ahora estaba por completo cubierta de sangre, al igual que su rostro, guantes y cabello.

«Igual que El Caballero Blanco.»           —pensó el pequeño con notable orgullo.

Al ver el cuerpo tendido en el piso sin vida de su molesta sirvienta, una sonrisa se dibujó en sus labios manchados de sangre.

Una sonrisa de victoria.

Lucy comenzó a hacer su trabajo, ordenándole al pequeño todo lo que debía hacer a continuación.

Damien se dirigió a su patio siguiendo las instrucciones de Lucy en donde comenzó a cavar un hueco un tanto profundo justo al lado del lugar en donde había enterrado a Sasy, la gatita que su padre le había obsequiado; maullaba demasiado y aquello era irritante para los oídos del pequeño, además, no le gustaban los gatos. Allí enterró su ropa junto con los guantes que se había puesto, prendas valiosas de su madre y el arma homicida. Una vez terminado, tapó con tierra el hueco y colocó la casa de Sasy allí —ya que era lo suficientemente grande para cubrir el hueco—. Se dirigió al baño para ducharse y limparse toda la sangre, se vistió con ropa limpia y se peinó, luego, siguiendo las instrucciones de Lucy, se dirigió al teléfono residencial para llamarle al número de emergencias.

«Llora. Llora. Llora. ¡LLORA!».
—repetía Lucy mientras el teléfono sonaba.

Y el pequeño automáticamente comenzó a hacerlo, aunque no fue realmente por obediencia a su mejor amiga, si no por el fuerte dolor de cabeza que le estaba proporcionando aquellos gritos rebotando en su mente.

— Nueve once, ¿cuál es su emergencia?- habló con voz amable una señorita desde el otro lado de la línea.

— U-unos hombres asaltaron mi casa y creo que mi nana está muerta. —explicaba Damien entre sollozos.

La señorita pidió su dirección y una vez le fue entregada, Damien comenzó a llorar desconsoladamente.

— Tengo mucho miedo. -confesó llorando.

— No se preocupe, una unidad de policía y ambulancia le fue enviada. Mantenga la calma y alejese del cuerpo. —le ordenó la chica reconociendo que hablaba con un infante.

— Muchas gracias, señorita. —agradeció Damien cortésmente para luego colgar el teléfono.

Se limpió el rostro mientras una sonrisa malévola y triunfante se dibujaba nueva vez en sus pequeños labios.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro