Capítulo 3 | Caso inconcluso
La policía llegó junto con la ambulancia, y como era de esperarse vecinos salían a especular lo sucedido en la tan prestigiosa y "perfecta" residencia de los Brown. La prensa de inmediato se hizo notar y al parecer una nueva víctima se había añadido al caso, pues uno de los paramédicos se encontraba con Anabella ofreciéndole primeros auxilios debido a que se encontraba desmayada. Elliot estaba junto a ella llorando desconsoladamente.
Los policías seguían analizando la escena del crimen, y luego de intentarlo por aproximadamente una hora lograron por fin contactarse con la señora Brown para informarle lo sucedido, la cual había llegado abrazando a su hijo y agradeciendo
al cielo porque se encontraba bien.
— Señora, que bueno que ha llegado. —dijo el oficial Perry acercándose hacia ella, con una altura impresionante, apuesto y de contextura fornida, lo cual no dudó la señora Brown en levantar ambas cejas y relamerse los labios al percatarse de aquellas características.
Que estuviese casada no le impedía fijarse y aceptar el atractivo de otros hombres, además, las infidelidades de su marido no se comparaban tan siquiera con esto.
— Marilyn Brown, mucho gusto —saludó al apuesto oficial con una sonrisa llevando tras su oreja un mechón de su cabello.
El hombre sólo asintió para luego comenzar a hablar, se notaba que era entregado por completo a su trabajo.
— Aunque vamos sacando conclusiomes, necesitamos hacerle un interrogatorio a su hijo, puesto que es el único testigo que estaba presente en el crimen, —hizo una breve pausa, —Claro, si usted me lo permite, —reiteró.
— Por supuesto oficial, todo sea por descubrir quien cometió semejante atrocidad y hacerlo que pague. —dijo intentando que sus palabras fueran lo más firme posible.
El cuerpo de la víctima fue retirado de la escena del crimen con la orden de que se le realizara una autopsia, y Damien, su madre y el oficial Perry se dirigieron hacia la comisaría donde realizarían el interrogatorio.
Damien jamás había entrado a aquel lugar, le resultaba extraño, más se sentía curioso.
— Bien, pequeño... —habló el oficial Perry en espera de una respuesta de parte de los que allí se encontraban.
— Damien. —dijo Marilyn mientras movía constantemente sus dedos encima de la mesa, se le notaba nerviosa.
— Bien, ¿podrías decirme que sucedió exactamente en tu casa? —preguntó el oficial mirando fijamente al más pequeño.
Damien miró temeroso un instante a su madre, mientras Lucy no dejaba de hablar, luego observó al oficial, y comenzó a hablar.
— Estaba mirando las caricaturas en la televisión mientras que Margaret hacia sus quehaceres; me pareció que estaba en el sótano. Entonces me paré y fui a la cocina por un vaso de agua al mismo tiempo que escuché sonar el timbre de la puerta. Segundos después escuché un grito, y luego otro... —Damien comenzó a llorar mientras hablaba, y su madre no dudó en acariciar su espalda y acercarlo hacia ella para consolarlo.- Me escondí bajo la mesa, y lo único que pude ver fue a unos hombres vestidos de negro muy altos, con bolsas en sus manos, pistolas y un cuchillo, tenía mucho miedo. —rompió nuevamente en llanto, y continuó hablando.—Cuando estaba seguro de que se habían marchado, me dirigí a la sala, y ahí, en el piso, estaba su cuerpo sin vida. Había mucha sangre, lloré demasiado y entonces le llamé a la policía.
Mientras Damien hablaba su madre le consolaba y el oficial hacia sus apuntes, luego los despachó haciéndole saber que los mantendría al tanto de todo y que les llamaría cuando fuese necesario.
Por más de una semana el tema más tratado en el pueblo por los canales y emisoras locales era el homicidio en casa de los Brown.
Marilyn; la madre de Damien, estaba agotada, además de que aquellos criminales le habían robado valiosas prendas y asesinado a su sirvienta, los periodistas y la prensa invadían casi a diario su residencia; preguntando acerca del estado de su hijo y si habían encontrado a los supuestos asaltantes homicidas, más luego de haber transcurrido casi cinco meses en la investigación, a los detectives y policías les fue imposible encontrar a los criminales, ya que no habían rastros, huellas, ni armas.
Por lo que se vieron obligados a cerrar el caso hasta nuevo aviso.
Fue un aparente asalto y homicidio con arma blanca en donde se le propinó a la obsisa cincuenta y siete puñaladas en el abdomen y estómago, además de que fue degollada y al parecer murió instantáneamente. Los asaltantes también se llevaron joyas preciosas valoradas en más de treinta mil dólares.
Los policías, vecinos, la prensa y todo el pueblo se hacen la misma pregunta:
¿Quiénes habrán sido los autores de tan atroz y "perfecto" crimen?
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