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Capítulo 2 | Lindo moño

Una semana después...

Elliot se encontraba feliz, pues era sábado, el día más especial de todos. Hoy de reuniría como todos los sábados con sus mejores amigos
y habían quedado que hoy el punto de encuentro sería en casa de Damien.

Se encontraba acompañándo a su madre en la biblioteca ansioso de que su turno terminara para así poder ver a sus mejores amigos.

— Mamá, mamá —tiraba de su falda ansioso.

— A la orden, pase feliz resto del día. — Anabella hablaba con una sonrisa a una clienta de algunos cincuenta años, de cabello marrón atado a un lindo moño y cuerpo robusto, mientras le pasaba un libro titulado Esquizofrenia y otros trastornos psicóticos, tomando en cuenta que esta misma señora ha estado buscando libros de este tema desde hace dos semanas, lo cual a Anabella le resultó extraño, mas nunca se atrevió a preguntarle, pues lo consideraba descortés, además aquella señora; de la que desconocía su nombre, pasaba bastante rato conversando con ella de cualquier tema cada vez que venía en busca de algún libro a Anabella le caía muy bien su divertida personalidad y además le ayudaba a distraerse de vez en cuando. La misma le respondió a Anabella con una sonrisa y se despidió para luego marcharse.

Elliot no dejaba de tirar de su falda constante y desesperadamente.

— ¡Elliot! ¿qué es lo que quieres? —miró al pequeño con el ceño fruncido.

— Es que quería preguntarte-

— Vámonos, me cuentas en el camino —interrumpió su madre mientras tomaba su bolso y las llaves del local.

Elliot tomó su mochila junto al señor Palomitas y dando saltitos se aproximó a tomar la mano de su madre para ambos salir caminando una vez Anabella cerró la biblioteca.

— ¿Qué era lo que querías preguntarme?, —preguntó esta bajando la mirada hacia el pequeño con una sonrisa.

— Pues, quería saber cual disfraz crees mejor; el de Batman o el de Superman. Los chicos y yo jugaremos a los superhéroes, pero siempre me visto de la Mujer Maravilla, Alexis dice que es un lindo disfraz, aunque a veces pienso que solo lo dice para reirse de mi. ¿Qué dices mami? —hablaba sin parar mientras Anabella trataba de encajar todo lo que el pequeño estaba diciendo.

— Cariño, puedes elegir el que quieras, siempre y cuando te sientas a gusto. Aunque no creo conveniente que te pongas el dizfras de la Mujer Maravilla. —dijo con una sonrisa.

Anabella estaba consciente de que su hijo podría tener debido a su comportamiento ciertas "atracciones" en un futuro, más poco le importaba, pues ella amaría a su tesoro más preciado; su única compañía en este país y lo que más quería en el mundo, como fuese y sobre todas las cosas.

— Yo tampoco. —respondió Elliot mientras entraba al supermercado junto a su madre, pues esta tenía que realizar algunas compras para la cena de esa noche.

Se tardó unos diez minutos, ya que habían demasiadas personas y una cola bastante larga, aunque no era de extrañarse un sábado por la mañana.

Una vez salieron del establecimiento se dirigieron nuevamente a casa de Damien, pues esta quedaba a tan solo una esquina del supermercado, de hecho podian verla desde donde estaban. Pero era evidente que algo estraño estaba sucediendo; pues la casa estaba rodeada de cinta amarilla y habían policías y patrullas por doquier.

El corazón de Anabella dio un leve salto, mientras Elliot sólo observaba hacia ella y a la casa constantemente en espera de una respuesta.

Anabella apresuró su paso mientras se dirigía hacia uno de los policías desesperada, arrastrando con ella al pequeño.

— Oficial ¿qué sucede? —preguntó con la voz entrecortada.

— Señora cálmese. Ha ocurrido un asesinato en esta casa, ¿usted es algún pariente o residente? —Anabella no podía estar más asustada, simplemente mintió asistiendo y se dirigió sin previo aviso hacia la casa ordenándole a Elliot que se quedara donde estaba y adentrándose sin consultar.

— ¡Señora! —gritó un policía intentando detenerla.

Más ella ya estaba adentro, observaba hacia todas partes de la casa esperando lo peor.

Hasta que se encontró con lo que tanto buscaba más no se imaginaba.

En la cocina, se encontraba tendido en el piso el cuerpo de una señora; degollada y bajo un enorme charco de sangre.

Anabella observó su rostro, y aquel cabello, tan impecablemente marrón, y siempre envuelto en un lindo moño.

Se llevó las manos hacia su boca conteniendo un grito ahogado, y lo último que vio fue a Damien asomándose antes de perder el conocimiento.

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