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Capítulo 11 | Sentimientos no correspondidos

Narra Damien.

¡Oye! ¿Qué harás esta noche? —era Joseph quien me había espantado. Me sobresalté a tal nivel que casi dejo caer los libros que estaba recogiendo del pupitre para entrarlos a mi mochila, pues todos se habían ido y pensé que ya no quedaba nadie en el aula.

Me gusta salir de último. Así evito que no surjan mis ganas de querer asesinar, o mandarles una cabra demente con explosivos a todos los que se quedan mirándome y murmurando a mis espaldas cuando camino por los pasillos de la escuela.

Deberías dejar de ver tantos videos de bromas terroristas en internet. Al fin y al cabo no te ríes y terminas enojado porque no los matan realmente.

«Cállate Lucy».

— Joseph, ¿cuántas veces tengo que repetirte que no me asustes? Porque sabes bien lo que eso me provoca —le miré fijamente al decir lo último, terminé de entrar los libros y me coloqué la mochila.

— Ay pero no te enojes —dijo con voz y cara coqueta para luego deslizar su mano por mi abdomen hasta meter sus dedos por debajo de mi pantalón y calzoncillos tocando así mi pubis desnudo. Lo rechacé quitando su mano de ahí.

— Tengo que irme, Elliot me está esperando —le aparté de mi camino y me dirigí hacia la puerta, pero volvió a meterse en medio.

— Solo quería decirte que daré una fiesta en mi casa esta noche... y pues hace mucho que... ya sabes —sonrió y relamió sus labios traviesamente al decir lo último.

— No tengo ganas —le quité nuevamente de enfrente y seguí mi camino.

— Anda vamos, hazlo por mi, ¿si? —insistió poniendo voz de chiquillo consentido.

— No tengo ganas —repetí sin dejar de caminar y el no dejaba de seguirme el paso, hasta que se detuvo.

— ¿Sabes qué? —gritó haciendo que también me detuviera—, solo eres un maldito idiota que está obsesionado con alguien que ni piensa en ti. No me mereces. Y jamás vas a encontrar a alguien que te ame como yo —seguí caminando y trataba de ignorarlo, pues era algo de lo que ya estaba acostumbrado. El continuaba siguiéndome. — Mucho menos ese maldito nerd del demonio —al decir eso provocó que la poca paciencia que me quedaba se agotara. Por lo que me dirigí furioso hacia el sin pensarlo dos veces. Caminé como desquiciado y agarré con ambas manos su cuello pegándolo de la pared mientras Lucy reía placenteramente deseando que hiciera lo que tantas ganas tenía de hacer.

Hazlo, no hay nadie cerca. Todo está despejado. Yo te cubro amigo. Hazlo. Hazlo.

Se retorcía como una lagartija buscando aire desesperadamente y tratando de quitar mis fuertes manos con las suyas que se veían tan débiles comparadas con las mías.

Esta sensación se sentía increíble. El poder, el saber que su existencia dependía de mi justo en este instante. Es algo inexplicable.

Hazlo. Lo necesitamos.

Seguí apretándolo cada vez con más fuerza mientras sentía que mi alma volvía de a poco a mi cuerpo con cada aliento que le robaba.

Más no era el momento, no ahora, no así.

Por lo que decidí soltarlo y de inmediato se tiró al suelo y comenzó a buscar aire desesperadamente.

Maldito cobarde.

— ¡¿Estás demente?! —gritó poniéndose de pie mientras aún seguía respirando forzado.

— Es probable —me limité a decir retomando la compostura para seguir mi camino ignorando sus gritos a mis espaldas.

Joseph era prácticamente mi desahogo; a quien me cogía de vez en cuando para distraerme. Siempre le he dejado claro que mi corazón le pertenece solo a Elliot. Pero el no lo ve así, siempre sueña con que fuéramos algo más. Y por eso decidí cortar de raíz esa "relación" este verano.

Prometí serle fiel solo a él, aunque no lo sepa.

Llegué a la salida, más no vi a Elliot por ninguna parte. Así que me senté a esperarlo. Tenía planeado llevarlo a comer a su restaurante favorito, o hacer algo juntos. Debo compensarlo por el tiempo que duramos separados.

Pasaban los minutos y aún no había señales de el. Probablemente esté en el baño o haciendo algo importante, ya que Elliot no es de dejar plantado a las personas, y menos en el primer día de escuela.


Luego de aproximadamente media hora sentado en aquel banco de la escuela, comenzaron a caer de repente miles de gotas de lluvia sobre mi, a la vez que recibía un mensaje en mi celular.

"Hola Damien, te escribo para decirte que Alexis me llevó a casa hoy, espero no te molestes. Aunque me imagino que ya estarás en casa. Nos vemos mañana en el High. Cuídate". —Elliot.

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