Capítulo 3
»se cae el tazón con crema de chocolate blanco, rompiéndose en mil pedazos, haciendo que las fresas reboten en el suelo y otras queden escachadas«
— Ay no... —hago un puchero mirando todo este lamentable accidente— mis fresas con crema... ¡Todo por tú culpa! —me desquito con la carta en mis manos.
Carta💌
~Supuse que la abrirías antes de tiempo, de tan curiosa eres muy predecible y eso de tí me fascina. Mas, el agua de la tina está bien rica, ¿No? Quisiera bañarme contigo, así verías cuan digno soy de tí. Me he enamorado, debo confesarlo. Desde que me pasé por tu ventana, domingo a las cuatro de la madrugada, te adueñaste de mí.
Endúlzame el día con tu mirada, mi dama perdida. Deja que tus ojos mieles vean más allá de mi máscara. Acepta ser mi compañera de vida, la otra mitad de mi alma. Yo sé que eres como yo, estás ocultando un sentimiento muy fuerte y debes dejarlo salir. Solo así seremos felices y podrás ser la luz que me guíe. Eres tú, lo presiento~
Pese de que me confiesa que está enamorado de mí, no puedo evitar sentir una horrible punzada en mi estómago. Esas primeras oraciones me han dejado la piel chinita ¿cómo puede saber que me estoy bañando? Si yo... si aquí no hay cámaras, no, no las hay. En ninguna parte, ni en las esquinas de la habitación, ni ocultas debajo del lavamanos, ni pegadas en algún filtro del techo y ni siquiera en el celular, o ¿será que puede estar hackeado? Mañana mismo voy a casa de Liam, un amigo experto en tecnologías.
Dejando la carta a un lado, salgo de la tina y desecho las fresas caídas y los pedazos del tazón roto. Siento que, algo no está bien con este tal "admirador secreto". Mi instinto me dice que no es bueno y mi consciencia también.
"Aquí estoy, sí".
Nada de esto es bueno, o puede que solo sea miedo mío.
"Cálmate, de seguro es una broma"
Una broma de muy mal gusto, Lucy. Si, así le llamé a mi consciencia, aunque se la vive jodiendo, nunca me deja sola y por eso la quiero.
»suena el celular notificando una llamada«
📲— ¿Si? —contesto temblando peor que gelatina.
📲— Mi amor, soy yo mamá. ¿Ya llegaste a casa, cariño?
📲— Oh, hola mamá —relajo mis hombros y me recuesto al borde de la tina— Sí, estoy en casa. Todo bien.
📲— Vale, cariño.
📲— Oye, mamá, ¿de qué teléfono me llamas? No tengo registrado este número.
📲— Del de Eva. El mío se descargó.
📲— Ah, okay. ¿Llegas muy tarde? —consulto mordiéndome el labio inferior. Quiero mantenerla en línea más tiempo, me siento más segura así.
📲— Sí. Justo te llamo para decirte que, puede que hoy no llegue a casa. Tengo mucho trabajo, mañana hay una reunión muy importante con unos inversionistas que le vienen muy bien a la empresa, debo tener todo bien preparado. Además, estoy notando cosas extrañas en los gastos de la empresa y tengo muchos papeles que revisar para salir de mis dudas.
📲— ¿Están robando? —frunzo el ceño.
📲— No, cariño, no te preocupes. Tengo todo bajo control. Duerme temprano. ¿Vale? Mañana me contarás cómo te fue hoy en la escuela.
📲— De acuerdo.... —le contesto desanimada.
📲— No te pongas así... te prometo que mañana no más llegues del colegio, pasaremos toda la tarde juntas. Solo tiempo de chicas. ¿Te parece? —Inquiere con un tono de voz emocionado.
📲— Vale, mami. Cuídate mucho y come que, no todo puede ser trabajo.
📲— Ya pedí comida, bonita —escucho que ríe.
📲— Te quiero mucho mamá.
No cuelgues, no cuelgues.
📲— Yo te amo más que a mi vida, princesa.
Luego de un segundo, cuelga. ¿Pasar esta noche sola? No es que sea mi primera vez, pero... tenía que ser justo hoy, hoy que quiero estar con mi madre, sentir su cálido abrazo, sentirme protegida. Ufff... siempre he deseado un admirador secreto, pero no pensé que fuera tan tensa la situación.
Una vez envuelta en la toalla, bajo las escaleras y tomo un vaso de agua. Debo relajarme, ese de la carta de seguro es un bromista que adivinó por coincidencia y listo. ¿No?
No es un peligro, es alguien literario que ni siquiera me da la cara. Tal vez no sea malo y solo sea un chico tímido.
Quizás lo conozco. Puede ser hasta uno de mis amigos queriéndome jugar otra de sus estúpidas bromas. Puede ser hasta el mismo Rodrick, pero él se fue a casa muy temprano, no hay manera de que haya sido él.
Ay no, no, no... que en mis pensamientos no predomine la idea de saber quién escribió la bendita carta.
Vete.... vete.... me susurro tres veces.
— Alexa, deja de reproducir la música.
— Vale, ¿deseas algo más?
— No, gracias.
— Hasta luego —se despide amablente y toda la casa queda en silencio.
No sé por qué ni que me llevó hacerlo, solo lo hice y cuando menos me dí cuenta, estaba parada en la ventana, mirando, mirando a la nada o tal vez sí, sí buscaba algo y es a esa persona que me ha enviado la carta.
¿Quién será....? Les parecerá tonto que piense tanto en ello, pero es que... me causa curiosidad. ¿Saldrá algo bueno de todo esto? Ay, que angustia.
¿Qué es eso? Por la acera visualizo a alguien, un hombre. No sabría decir la edad, pero se ve que es musculoso. A pesar de su abrigo largo hasta sus rodillas y su sombrero negro de borde de carabelas, cuando gira y queda frente a mí, veo que trae un abrigo de cuello, ajustado y negro igual, pero que marca perfectamente sus pectorales y su abdomen.
Solo puedo ver su boca y su barbilla. Sonríe y sube una mano al borde de su sombrero, baja este con sutileza por la punta, haciendo una corta reverencia, se da la vuelta y se marcha.
Eventualmente, intento abrir la ventana y llamarlo.
— ¡Oye! Oye, vuelve aquí. ¡Espera!
Pero, es en vano. Doy manotazos en el cristal. La salada ventana no se abre, él no me escucha y yo aquí gritando como una orate.
— ¡Te odio, ventana! —maldigo a la muy maldita.
Bien, van pasando un grupo de chicos y ellos sí escucharon mis gritos o por lo menos, vieron mis desesperados actos como si me hubieran secuestrado.
— ¡¿Qué miran?! —bufo queriéndolos matar con la mirada.
Uno se tapa la boca y eleva sus cejas en asombro. El otro toca a dos más por el codo y hace que miren acá, uno de esos —que recientemente sonrió de un modo que no me gustó— saca su celular y lo sube como si estuviera filmándome. En ese momento, me da por mirarme y ¿que creen?
La toalla se me ha caído, no sé en qué momento, pero de seguro a ellos no les importa eso.
Rápido cierro la cortina y me cubro. Ay no, no, no, no, no, no, no, no, no. ¿Por qué me pasa esto? ¿Qué mal le hice a los astros?
— ¡Ugh! ¡Te odio, te odio! —me grito.
"¿Y ahora que hice?"
No te odio a tí, odio al que me engendró. Ese desgraciado que, no es mi padre, por cierto. Padre es quién está ahí, quién cuida, quién apoya, quién vive contigo cada minuto de tu vida. Lo he leído en un libro de poemas y reflexiones. Él nunca estuvo y no tiene intenciones de estarlo. Ahora que necesito a un padre, un abrazo de él, sentir que no estoy sola, él no está. Al parecer la vida me odia tanto que no me dejó ser una de las hijas afortunadas con padres amorosos. A veces, pienso en qué si debería agradecerle por evitarme la convivencia con tal espécimen que le importa cinco lo que pase con mi madre y conmigo.
Ay, no me importa. ¿Qué me está pasando? ¿Por qué estoy tan nerviosa? No puede ser que una simple carta cause este efecto en mí, es... es extraño. Me gusta y a la vez me aterra. Sin embargo, no puedo permitirme deprimir así, no señor. Tomo mi toalla y camino al baño. El agua todavía está tibia y yo dejé de sudar frío, hace unos minutos. Me sumerjo de nuevo en las aguas con sales y...
— Ah... Esto es vida —apoyo mi cabeza lentamente en el borde de la tina y cierro mis ojos.
Juego con el agua y las burbujas, froto mi piel con la esponja exfoliante empapada de gel —de miel— de baño y el delicioso olor se impregna en mis fosas nasales. Me encanta este aroma; razón por la cuál tengo toda la parte inferior del armario del baño llena de estos geles. Mi colección favorita.
Pasan varios minutos más hasta que, las yemas de mis dedos quedan arrugadas. No quiero salir, el agua está riquísima y la espuma en toda la tina me encanta, más si me imagino que es nieve o, cuando las dejo hasta las muñecas de mis manos que, fantaseo que son brazaletes súper mágicos como Majestia. No me importa lo que piensen de mí, yo estoy feliz imaginando ser una superheroína.
La verdad, sí me importa, pero ahora solo estoy yo. Así que.
La iluminación de toda la habitación disminuye, por lo que miro a la ventana y veo como el sol se esconde lentamente. Qué lindo es el atardecer.
Espera, ¿dije atardecer? Si deben ser como las 17:20 ¿O no?
— Alexa, ¿qué hora es?
— Son las diecinueve horas con treinta y cinco minutos.
— Madre mía, ¿en qué momento pasó tanto tiempo? —suelto asombrada hablándole a la nada, a la vez que enjuago mi cuerpo, deshaciendo la espuma en mi piel y salgo de la tina. Me coloco la bata de baño y envuelvo mis cabellos mojados en una toalla.
Desciendo las escaleras directo a la cocina. Caliento un muslo de pollo frito y un poco de arroz. En un nailito, envueltas, hay unas papitas, las coloco con cuidado en el sartén caliente y se fríen en segundos. Me gustan más fritas que cocidas. Sí, ya sé, esa grasa hace mal a mí cuerpo, ¡que más da! Una vez al mes no hace daño.
Busco la laptop y me acomodo en la mesa del comedor. Todavía no he visto la película de "A Través de mi ventana" y eso que soy fan número uno de esa novela. Encima, me servirá para despejar mi mente de esas letras en tinta negra.
En tanto, mi mirar enfoca la pantalla, devoro mi comida, contenta viendo a Ares, no está tan papacito, pero Raquel si que está loquita por él.
— Vamos, amiga, acéptalo, desde el primer momento babeaste por él —le expreso con obviedad a la pantalla.
Se masturba pensando en él, por favor.
»suena el celular notificando un mensaje«
📩Amalia 21:00
Holiiii loquilla
¿Qué harás hoy en la noche?
Limpio mis manos con la servilleta y desbloqueo el celular para entrar al chat y activar grabación de audio.
📨🎙️✓ Trixie 21:01
Hola, Amali. Hoy no tengo planes
de salir y tampoco es que tenga muchas ganas ¿Por qué preguntas?
La imagen de la carta regresa a mí mente.
📩Amali 21:01
Nada, solo por curiosidad
¿que haces?
📨🎙️✓ Trixie 21:01
Pues estoy comiendo y viendo la peli de A través de mí ventana. En verdad está buena, ¿ya la viste?
📩Amali 21:01
Si y la leí también
En mí criterio, está mejor en el libro
📨🎙️✓ Trixie 21:02
Puede ser... La verdad que en el libro
me daba más emoción, pero tal vez
sea porque fue la primera vez que
sabía de ella. Al ver la película pues,
más o menos uno sabe que pasará. ¿No?
📩Amali 21:02
supongo...
Oye, ¿Qué pasa?
Te escucho medio depre
📨🎙️✓ Trixie 21:02
No, no me pasa nada. Tal vez sea porque mamá no viene hoy y en verdad tenía ganas de estar con ella esta noche.
📩Amali 21:03
Trabajo ¿Ha?
📨Trixie 21:04
√√Así es.. estoy solita :(
El mensaje queda en entregado, por lo que vuelvo a dirigir mi atención a la pantalla y termino mi cena.
»vibra el celular notificando un mensaje«
📩🎙️✓Amali 21:09
Amiga sabes que si pudiera
fuera para allá, pero no puedo...
Espera, ¡Dauniel bájate de ahí
o te caerás y te golpearás bien
feo! Como te decía, tengo que
cuidar a Dau, mis padres
salieron a una cita.
No puedo evitar sonreír a sus regaños de madona.
📨🎙️✓ Trixie 21:11
No te preocupes Amali, estaré
bien. Tampoco es como si fuera la primera vez. Cualquier cosa, tengo
a los vecinos y el teléfono cerca.
📩🎙️✓Amali 21:13
Si amiga, ten mucho cuidado
y asegura todas las puertas
que anda el asesino ese suelto y
no pienso quedarme viuda tan
joven. ¿Me oyó?
📨🎙️✓ Trixie 21:15
Descuida, amor de mi vida que, yo
todavía te molestaré un rato más
📩🎙️✓Amali 21:18
Más le vale, señorita. Jaja Será mejor
que me vaya, Dauniel está
trepado en dos sillas, intentando
coger algo de las vitrinas y se
puede caer en cualquier
momento. Hasta mañana, Trix.
📨🎙️✓ Trixie 21:20
Jaja hasta mañana, besitos de buenas noches.
📩Amali 21:21
Para tí igual <3
Apago el celular, coloco los auriculares alrededor de mí cabeza y acomodo la laptop de tal forma que pueda verla mientras lavo los trastes y organizo todo el desastre que he armado. Botellas de aceites por una esquina, cucharas de todo tipo embarradas de algo que no recuerdo haber usado... las botellas de agua, vacías y los nailitos llenos de grasa.
Una vez termino de dejar todo como antes, de la nevera tomo una botella de jugo de ciruela, compruebo que todo esté cerrado y me voy a la habitación. El celular tiene baja carga y el portátil está a nada de apagarse. Una vez en el dormitorio, ambos recargan energías.
Tumbada en la cama acabé de ver la película, y aprovechando el tiempo libre, veo otra. La última temporada de Crepúsculo, La Saga. Por vagancia y falta de conexión no la había visto tampoco. A las veintitrés horas y cinco minutos, culmino mi horario de cine y voy al baño a por el cepillo de dientes.
Termino el lavado y me dirijo a la cama, cuando noto que la ventana está abierta y el aire frío se está colando en la habitación.
— ¿Acaso te llegué abrir en algún momento?
"Debería estar más segura de mis acciones..."
Me dirijo a ella y la cierro. Las cortinas que, antes volaban como locas, ya están más calmadas. Supongo que la habré abierto para algo que ahora no recuerdo.
La cama me llama a gritos, por lo que voy y la abrazo lo más rápido posible. Abrazo a mi peluche de osito y me cubro hasta el cuello. El sueño llega pronto y, a nada de dormirme, siento que el split emite un pitido y deja de trabajar. Abro los ojos y todo está más oscuro de lo normal. Lo único que veo son las lunas rosas fluorescentes por toda la pared y la luz saliente del celular que se enciende, marcando que ya no recibe carga y que son las veintitrés horas con once minutos.
— ¿Se fue la corriente? —confundida, bajo de la cama.
Me asomo con precaución, apartando una diminuta parte de la cortina y observo con un solo ojo como todo el vecindario está iluminado. ¿Qué pasó aquí entonces? ¿Habrá sido en la cajita esa de corriente de la casa? Cuelo mis pies en mis pantuflas y termino de amarrar mi bata por mi cintura. Me gusta dormir sin ropa.
Voy al sótano de la casa e ilumino mi camino con la linterna del celular.
Así como en las películas da terror bajar al sótano, a mí me da pánico y más pensar en las telarañas y que justamente, al entrar se me envuelve una en la cara. ¡Horrible! ¡Horrible!
— Aaaah —me quejo, moviendo mis brazos descontroladamente. Cierro mis ojos.
Me la logro quitar de la cara y me quedo mirando al suelo fijamente, ilumino mi camino, otra vez, verificando y continuo hasta la cajita, para salir lo más pronto de aquí. Muero de miedo, juro que si me pasa algo más, me haré pis encima.
De la nada tropiezo con algo y me preparo para caer al suelo y sentir dolor, pero... no fue así.
Los brazos de alguien fuerte me sostienen. El aliento caliente de otra persona quema mi cuello y un perfume dulce y varonil inunda mis fosas nasales.
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