Capítulo 2
El ejercicio va de un triángulo rectángulo con una mediatriz. El triángulo seminscrito en una circunferencia y el ángulo recto parte de la secante, bien fácil de resolver, en mí opinión. Es hallar la medida de los otros dos ángulos interiores del triángulo y el área de la circunferencia, más la medida de la hipotenusa. La vieja ha creído que, yo no iba hacer nada; pues he visto perfectamente cuando ha mirado las bolitas de papel, en mi pupitre.
La verdad, mi libreta la tengo en blanco. Apenas pude centrarme, pero ahora sí. Me enfoco porque no la quiero encima de mí todo el semestre. En tiempo récord, hice todo el ejercicio y llené la pizarra de números, segmentos y cálculos. Científicamente probado que a los matemáticos les encanta ver muchos números, yo no soy de las que alaban, pero la primera impresión cuenta. Supongo que, más tarde que temprano, todos terminamos haciéndolo.
Triunfante de que todo me ha dado bien, pongo la tiza en el borde de la pizarra y camino hacia mi pupitre con la nariz bien en alto. Soy inteligente.
"Y creída"
Y egocéntrica.
— Muy bien, señorita Cooper. Por lo menos pone atención a clases... —repasa todos los cálculos y sigue hablándole a los demás de lo bien que he hecho mi trabajo— ¿ven como ha llegado a la conclusión? Si no hubiera sabido la altura de la hipotenusa no hubiera llegado aquí —señala el segmento de un lado base del triángulo rectángulo— para después...
Tengo un oído escuchando su explicación de lo más breve y el otro escuchando la tranquilidad y el canto de los pajaritos. Que quede claro que, en mi mente soy muy egocéntrica, pero lo que todos conocen es muy diferente. Soy muy tímida y torpe. Lo admito.
Me pongo a copiar en mi libreta el ejercicio, en tanto, el que se sienta enfrente mío, Rodrick, se gira y me habla en un tono de voz bajo.
— Bien hecho, sabelotodo —sonríe burlón.
— Aprende, Rodrick. No siempre te dejaré copiar el examen.
Recuerdo cursos anteriores y su sonrisa se borra, porque en ese mismo momento, el chico nuevo, el de los avioncitos, le tira uno por la nariz.
— ¿Qué te pasa, nerd? ¿Te gusto? —pregunta enfurecido, levantándose de la silla, caminando hacia el nuevo como fiera— siento decirte que soy hetero, así que controla para donde disparas.
— ¡No, como crees! Yo soy bi, pero de tí no me fijo por nada —le responde el otro, algo en su voz tiembla, pero continúa—. Solo veía si aparte de tener neuronas para comer, también tienes de reflejos. Al parecer no, sabelonada.
Le espeta con mucha seguridad en sí mismo. Sus ojos son de color avellana y, una vez en pie, sobrepasa la altura de Rodrick. Ahora que observo bien a los del avioncito, es bastante guapo.
— Vaya Trix, primer día y ya se pelean por tí —cotorrea Amanda, estamos en el mismo grupo desde tercero. Todos ríen leve a ese comentario y yo solo rodeo ojos, removiéndome en mi asiento; se ha vuelto incómodo.
— ¡Señores! ¿qué hacen de pie? —grita la vieja, volteándose y fulminándolos con la mirada.
— El marica que, anda haciendo aviones de papel y tirándoselo a uno en la cara —manifiesta Rodrick, mi odioso compañero de pruebas desde tercer grado también.
El otro chico se enfurece de un momento a otro y con el mismo avión que le había tirado, se lo mete en la boca a Rodrick, sin previo aviso. Este empieza a toser y tratar de sacárselo. Caen al suelo, tumbando un pupitre, el del nuevo, quién cae encima de Rodrick, sentado en su abdomen. Este último trata de quitárselo mientras el otro forsajea en qué se trague el papel.
La mayoría de los estudiantes gritan ""¡Pelea! ¡Pelea!"" y yo me siento una bolita de lana en este asiento. No me gustan las peleas.
— ¡Sepárenlos! —grita la profesora a cierta distancia del alboroto.
— Salte de encima de mí novio, ¡idiota!
Llega Sophia dándole un puñetazo por la cabeza y un empujón, tirando al suelo al de cabellos negros, el nuevo. Le da una patada por el abdomen y se viene a Rodrick. Lo ayuda a sacarse el papel de la boca y lo examina con la vista.
— ¿Estás bien? —pregunta preocupada, mientras Rodrick le asiente y con su mano en la garganta, tose.
— ¡A la dirección los tres! —ordena la vieja Klein.
Veo al nuevo, por encima del hombro de Sophia y está tirado en el suelo; agudizado de dolor en el abdomen y su cabeza.
— Ayuden a ese —sigue ordenando la Calvin Klein.
Unos van y lo ayudan a pararse. Sophia se ocupa de su novio e incluso le da agua. Él solo se queja y apenas logra hablar ronco, le duele toda la boca y la encía, según sus quejas. Andrés, otro chico nuevo y Mario, un viejo amigo, ayudaron al nuevo —cuyo nombre no me sé— a ir a la dirección. Y Sophia y Rodrick se fueron apoyando mutuamente a la enfermería primero, ignorando a la vieja. Esta ha entrado echa una fiera y le dijo a Mónica —la principal alabadora de todos los profesores— que cuidara el salón, orienta cinco ejercicios más del libro y se va a la dirección, pienso yo.
— Oye, Trixie —me llama Clara, una vieja compañera de aula, desde el jardín de niños la conozco. Prácticamente, la gran mayoría de aquí vienen conmigo desde hace años—. Estás muy popular hoy.
Me dice sonriendo con picardía y entregándome un papel. Tiene de sobrenombre:
~Para: Trixie
De: Su admirador secreto~
"Si andamos populares hoy"
Estoy por preguntarle quién se lo ha dado, cuándo se voltea y Mónica me mira en advertencia.
El día de hoy se gana un noventa y nueve por ciento más emocionante que toda mi vida entera. Lo segundo en ver, antes de abrirla, es una nota en la esquina inferior del sobre.
~Ábrelo cuando estés en casa,
sentada junto a tu ventana
y pensando quién es este chico
que se ha enamorado de tal dama~
En letrita pequeña:
~te estoy viendo. Sigue mis instrucciones, traviesa~
Miro a mis alrededores y a mí decepción, no veo algo fuera de lo normal. Todos copian los ejercicios y siguen las instrucciones de Mónica.
Bueeeeeeno... ¡que más da!
A punto de abrir el sobre, cae un papel igual que el último: en un ángulo recto sobre el centro de mí libreta y de nuevo, sin mirar de dónde vino; es como si cayera del techo. Instintivamente miro hacia el techo, pero no hay nada del otro mundo, solo la ventilación. Veo el papelito, aunque creo saber de qué va.
~no arruines la sorpresa~
Bingoooo.
Era lo que suponía. Guardo el sobre en mi bolso y copio los ejercicios. Felizmente los resuelvo con facilidad. Se me dan bien las matemáticas. La pantalla de mi celular se enciende notificando una publicación de instagram y me fijo en la hora que es, faltan cinco minutos para que el timbre suene. Finalizado todo, guardo mis cosas y espero paciente.
Me entretengo mirando a las afueras de la ventana, en un árbol, un pajarito con un nido. Pajaritos azules como el mar, el sonido de su canto se desvía a través de las ventanas, creando un ambiente agradable. La madre les da algo a sus hijos, como alimentándolos, deben ser lombrices. Luego de cierto tiempo, se va volando y los pajaritos la siguen. Vuelan libres por todo el patio bajo los rayos del sol hasta que, los pierdo de vista.
¡¡Riiiiiiiiiiiingggg!!
Se escucha el impotente timbre y todos salimos, sin más. Me toca ahora en el laboratorio de física. Aprovecho camino y me paseo por la dirección. Rodrick está con sus padres y algo le redonda su mejilla por dentro. Hay otros dos adultos mayores, supongo que son los padres del nuevo. El señor es barbudo y la mujer es rubia, muy refinada. Sophia sigue atendiendo a su novio, no veo a los padres de ella.
Ah, verdad. Es que están de viaje, quién la cuida ahora es su hermano mayor, pero este trabaja en un hotel y de seguro no puede venir. Yo creo que ella es lo suficientemente independiente como para aceptar su castigo. Es inteligente y muy calculadora, sabía a lo que se enfrentaba si se metía en más problemas y creo que por eso, la veo más relajada que una pluma.
***
En el recreo, todos nos sentamos juntos en las gradas. El grupito de chicas: Clara, Amanda, Escarlet y Carolina; mezclados con los chicos: Sebastián y Juho. Lo sé, al principio, su nombre se me hizo algo extraño, pero me recuerda a los mangas. Incorporando a los nuevos, tenemos a: Andrés, Matthew, Joe y Caleb.
Por cierto, el de los avioncitos se llama Luka y es un estudiante de intercambio de Colombia.
— Es muy hermoso por ahí. Ves, al ir a ese lugar y verlo en persona es mucho más bello que por fotos. Sientes esa magia y amor en el aire, sientes como te abraza... —caracteriza Joe mientras habla de París. Fue en estas vacaciones— es maravilloso —relaja sus hombros—, no hay palabras ni poemas para explicar tal experiencia.
— Si, el amor no tiene palabras.
Asegura Daniel, llegando y sentándose al lado de Amalia. A ambos se le iluminaron los ojos como estrellas en el cielo, no más de verse.
— Sí, sí, no me interrumpas. Tú no sabes nada —le resta importancia al comentario de Daniel y continúa presumiendo sobre su viaje a Francia.
Básicamente, todo el recreo se la ha pasado parloteando sobre sus viajes, no solo a Francia, también a Perú, Chile, Roma, Grecia, Australia y África. Toda su vida ha viajado a muchos lugares junto a sus padres. No menciona a qué se dedican, pero sea lo que sea, da mucha plata.
Ellos piensan que no, pero me percato de cuando Daniel le ha ofrecido un jugo de cajita que, tiene en la mano, solamente a Amali. Ella bebe felizmente de la cajita mientras él sonríe embobado. Luego Amali comparte de sus galletitas con él, quién también se las come muy feliz. Están metidos en su mundo, ya ni se esfuerzan en disimular, por lo que, atraen la atención de todos los presentes. Y todos me miran a mí, siempre soy la que tiene que interrumpirlos. Cuando, en realidad, desearía vivir ese tipo de historia de libros.
— Ehem... siento sacarlos de su burbuja amorosa...
Empiezo y termino. Amalia salta como fiera hacia mi mirar y no me deja terminar, protestando.
— ¿¡Qué no tienes nada bueno que hacer!? Vienes a interrumpirme —su expresión de niña tierna y dulce con Daniel, cambia a una furiosa y violenta conmigo— ¿Qué pasó con tu novela? ¿No la actualizaban hoy? Vete a leer un rato.
— Eh... —me quedo sin palabras. La loca se vuelve a Daniel y es como si hubieran pausado su amorío y le hubieran dado replay, de nuevo.
— Hey —Caleb, uno de los nuevos, atrae mi atención—, no le hagas caso. A mí sí me interesa lo que digas.
Solo logro sonreírle inocentemente. Es un chico muy guapo, de tez bronceada, cuerpo bien trabajado —esculpido por los dioses, si es posible—, y ojos azules como el océano; en los cuales me pierdo por diez escasos segundos hasta que habla y me devolve a la realidad.
— Y... ¿Te gusta leer?
— Si. Mucho —le regalo una de mis mejores sonrisas—. ¿Y a tí?
— A mí me encanta leer —sonríe, orgulloso—, es como mi lugar secreto donde me puedo relajar y olvidar de mi vida por un momento.
— Sí... a mí también me relaja leer. Caleb ¿cierto?
Vi esa interacción en una película y he querido probarla ahora.
— Caleb Reyes, mucho gusto —me extiende su mano, la cual tomo sin dudar.
— Trixie Cooper.
— Bien, señorita Cooper, ahora debo irme, quiero ver a un amigo antes de que suene el timbre. ¿Nos vemos luego?
Se para y espera una respuesta.
— Sí, claro —asiento feliz y mientras él bebe de su jugo, sonríe de lado y se va caminando.
No he notado esa cajita en sus manos, antes. Pero, da igual, me quedo viendo cómo se desparece entre la multitud escolar. Observo a mi alrededor, las parejas de novios apunto de tragarse mediante un beso, las mejores amigas metidas en su mundo de locos, los grupitos que descalifican a cualquiera por el más mínimo defecto; los chicos jugando con una pelota y algunas niñas en las gradas, animándoles a ganar a los equipos.
Yo antes solía ser la de par de mejores amigas cotilleando, pero Amali me ha cambiado por Daniel.
De la otra esquina de la escuela, está como digamos, el rincón de los otakus, dos grupos se divisan muy bien. Ambos grupos con sus integrantes sumidos en sus celulares y otros viendo anime.
— Holaaaaa, tierra llamando a Trixiiii —destaco las manos de Amali por delante de mis ojos, moviéndose para llamar mi atención. La miro y efectivamente, veinticuatro ojos me miran fijamente, algunos con un toque de picardía.
— ¿Qué pasó? —pregunto, dudosa.
— Te decía ¿qué si ya has revisado si ficocelliandrea1 actualizó "Me perdí en tí"?
— Ah, no. No he tenido tiempo, pero... ¿por qué la pregunta? Según recuerdo a tí no te gusta leer, menos historias de romance —resalto, interrogándola.
— Y sigue siendo así. No es para mí, es para Andrés —lo miro a él y luego a ella—. Te explico, Andrés está saliendo del closet y pues... —deja escapar una sonrisita— le gusta alguien y tú me has comentado tanto de la historia que pensé que ya, al él leerla, lo ayudaría a estar un poco más seguro de sí mismo, a no temer de su orientación sexual y compartir con nosotros más sobre su vida.
— Oh... claro, entiendo —lo miro, con media sonrisa— ¿quién te gusta?
— Ehem... —se sonroja y juega con los dedos de su mano, rasca su nuca y por fin habla— pues, todavía no es nada seguro. Cuando sea el momento lo sabrás.
Aquí no consigo nada. Automáticamente me giro a Amali.
— ¿Sabes algo?
— Estoy igual que tú —niega con la cabeza—. Enséñale el perfil y la novela. Tal vez al tenernos más confianza, nos cuente, favores.
— Sigo aquí, por si no se han dado cuenta —protesta Andrés de lo más tierno.
Le sonrío divertida y mientras los demás continúan hablando de otros temas, como el viaje al bosque y sus reservas, el finde que viene, yo busco en mi celular, la historia en mi biblioteca.
— Ten —le paso mi celular—, súmate a la aventura de Axel y Cristopher. Te encantará.
Le guiño el ojo y toma mi celular con mucho gusto y cuidado. Es muy delicado. Empieza a leer la introducción y luego va a al primer capítulo. No pasa mucho para que una sonrisa renazca de sus labios, profundizando su atención en la lectura. En realidad, es un chico muy guapo de ojos verdes, nariz fina, labios carnosos, tez blanca, cabellos despeinados, castaños y lacios de largo hasta las orejas. Su cuerpo está bien trabajado, señal de que entrena. Nos ha comentado que es muy bueno en fútbol, natación y surf y que se ha ganado varios trofeos en cada terreno.
¡Riiiiiiiiiiiingggg!
He aquí el timbre, de nuevo y que se note la pereza en mi voz, por favor.
Las siguientes clases no han sido tan emocionantes como las tres primeras, pero algo es algo. El bachillerato termina bien, es más, no pensé que mi primer día fuera tan emocionante y conociera a chicos tan espectaculares como Andrés y Caleb, y pues bueno, al parlanchino de Joe.
Al llegar a casa, me paso por la cocina y veo varios trastes sucios, los friego. Y cuando voy a las escaleras, veo una nota en la puerta del refrigerador.
~Cariño, hoy llego tarde. Hay dulce en la nevera y jugo por si tienes hambre. La cena está lista en el microondas, solo queda calentarla. Cualquier problema me llamas, que estoy siempre pendiente al celular. Besos y no me esperes despierta hasta tan tarde, recuerda que es noche de escuela~
Bien, mis tripas sí piden alimento. Son alrededor de las diecisiete horas y falta para la cena. Enfrente del refri contemplo varios dulces y un pastel, tomo unas fresas y crema de chocolate en un tazón y subo a mi habitación.
— Alexa, reproduce mi lista "Relax Time" —le digo a mi celular mientras preparo la tina y la comida a un ladito de ella.
— Reproduciendo la playlist "Relax time".
Contesta y rápidamente por toda la casa se escucha "Nightlight" de Annika Wells lllenium, ya que los datos de mi celular están conectados a varias bocinas del pasillo, la sala de estar y mi habitación. Eso fue un regalo que me hizo mi madre cuando cumplí los catorce años. Me gusta mucho escuchar música a todo tiempo, me relaja y pues siempre vivía fajada con el celular porque se me descargaba y no podía escuchar toda mi lista de canciones. Ahora con este nuevo equipo, no necesito del celular, solo que esté conectado y el WiFi hace el resto.
♪♩♬♪But I still need you...
To ease my load...
Hold me when the lightning strikes...
Lead me home...
When I don't know which way is right...
Love me when it's hard, I promise that I'm not
Leaving from your side
And when I fall apart, promise in the dark
You'll be my nightlight, ooh...
Oooh You will be my niightliiight ooooooh ♪♩♬♪
Empiezo a cantar y desvestirme, tirando mi ropa para todos lados. Me gusta creerme una actriz en película y protagonizar mi propia demencia. En eso, muevo mi bolso de lugar y cae al suelo la carta del admirador secreto.
Mmm... dudo que me esté viendo ahorita mismo, así que... la abriré.
Total ¿Qué me podría pasar?
*
*
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Holaaa ¿cómo están?
¿Qué tal les va el verano?
Si les va bien, pues que bueno y si no, arriba ánimos que después de la lluvia siempre escampa.
Por mí parte, espero que les esté gustando la historia tanto como a mí al escribirla.
Nos vemos la próxima :)
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