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Capitulo 1 Primer día de clases.

Primer día de clases, no eran tan malos como solían presumir algunos. Después de las vacaciones de verano era bueno volver a ver a mis locos compañeros y a mi encantadora amiga Cielo. Aunque por otro lado no me gustaba la idea de tener que volver a soportar al amargado profesor de historia, no me iba nada bien en esa materia aunque ponía mi mejor esfuerzo en hacer las cosas.

Entro al salón de clases y saludo a un par de chicos que estaban en la puerta, antes de dirigirme hacia Cielo y abrazarla mientras ella soltaba un chillido de alegría.

–¡Jesús, Azul! ¿Cómo has estado? ¿Cómo fueron tus vacaciones? Tienes que contármelo todo.-Dijo con una gran sonrisa en su rostro.
–Bien, y tú qué tal?

¿Todo? ¿Todo implica la espeluznante noche que pasé? No había hablado de eso con nadie. Aunque desde el momento en que pasó he tratado de olvidarlo pero no tuve mucho éxito en eso. La primera semana mis noches habían sido horribles, despertar a media madrugada sudada y con la respiración acelerada a causa de las pesadillas no era para nada agradable. Mis pesadillas eran sobre aquella noche, no podía olvidarme de aquél chico, sus dientes afilados, sus garras, la sangre goteando de su boca y sus peculiares ojos verdes. Estaba segura de que nunca en mi vida había visto unos ojos verdes tan hermosos y brillantes.

– ¿Azul, estás bien?

Me pregunta Cielo poniéndose en mi campo de visión y mirándome fijamente a los ojos.

– ¿Eh? –Hago a un lado mis pensamientos y la miro.- Estoy bien, ¿Por qué lo dices?
– Te estaba hablando del chico que conocí en mis vacaciones y no dijiste ni mu.
– ¿Un chico? ¿Cuál chico?

Sus ojos color almendra se entrecierran en confusión y la palma de su mano golpea mi frente.- ¿Estás tonta esta mañana?

–Lo siento...-Acomodo mi flequillo tras su golpe.- No he tenido tiempo de tomar mi café esta mañana.
– ¿Ya te estás saltando el desayuno? ¡Es el primer día, mujer!

No es que yo quisiera saltarme el desayuno, es que mi adorada cama no deja que me levante a horario para poder desayunar con tranquilidad. Así que la mayoría de las veces termino por alistarme rápido y salir corriendo hacia la parada del autobús.
En eso una mujer entra al aula y nos saluda pidiendo que por favor nos acomodemos en nuestros lugares.
El aula se dividía en tres hileras de bancos, estaba la hilera junto a la ventana, la del medio y la que estaba junto a la pared. Cielo y yo nos sentábamos en la fila junto a la ventana, ella elegía la ventana. En algunos aspectos era peor que los niños. Nos sentábamos en el tercer banco del fondo. No éramos de esos típicos estudiantes que se sientan en el fondo y se la pasan haciendo ruido, pero tampoco éramos unas nerds para querer ubicarnos en la primera fila, así que por mi estábamos bien aquí.
Tomamos asiento y saco mi cuaderno manteniendo la mirada al frente mientras la profesora se presentaba. Luciana, profesora de literatura. Genial, una de mis materias preferidas, espero sea una buena profesora. Estaba en medio de una frase cuando la puerta del aula se abre y todos miramos en esa dirección.

Trago saliva y mi corazón se acelera al ver entrar a un chico de cuerpo atlético, alto, de cabello negro y sensualmente desordenado.

– Dios Santo...-susurro entre dientes.-
– Lo sé, es sexy.-Susurra Cielo inclinándose hacia mí. Si supiera que mi expresión no fue precisamente porque ese muchacho me pareciera sexy. Joder... No puede ser él.
Lo seguí observando mientras se paró a un lado de la profesora y le entregó un papel. Ella lo leyó rápidamente y lo miró.

– Muy bien señor Le Brun, tome asiento y procure llegar a tiempo la próxima vez, por favor.

¿Qué? ¿Es alumno?

Miró a la profesora y pude notar el fantasma de una sonrisa en sus labios. Volteó completamente hacia nosotros y su mirada se plantó en mí mientras caminaba hacia el fondo de la fila. Mi cuerpo se tensa y siento un mareo arremolinarse en mi estómago, trayéndome imágenes de la espantosa noche en mis vacaciones a la mente.

– Oye en serio, ¿Estás bien?–Cielo me pica en el brazo con su bolígrafo. – Te ves como la mierda.

No le respondo, probablemente estaba pálida. Casi pude sentir el color abandonar cada centímetro de mi piel cuando sus ojos se fijaron en mí. Decidí voltearme y pude ver que estaba sentado detrás de Matías, el chico que se sienta atrás mío.
Mierda, sus ojos aún seguían clavados en mi. Hicimos contacto visual y me giré rápidamente hacia el frente hundiéndome en mi asiento.

– Debiste haber desayunado. – Cielo negó con su cabeza en desaprobación.
– Estoy bien. –Sonrío un poco para calmarla. –Aguantaré hasta el receso.

¿Aguantaré hasta el receso? ¿Qué se supone que aguantaré hasta el receso? Ni siquiera tenía apetito.

Lo bueno de los primeros días de clases era que no hacíamos nada. Solo anotar algunos apuntes de los horarios, nombres de los profesores y algunas normas de convivencia.
Lo malo, era que todos los profesores por una semana entera te pedían que te presentes. Era repetitivo y fastidioso. Y la profesora de Literatura no iba a hacer la excepción.

– Ya hablé suficiente de mí y espero que las normas de convivencia hayan quedado claras. Ahora es momento de conocerlos a ustedes, así que por favor se van a presentar diciendo su nombre, edad y para hacerlo interesante van a decirme la materia que detestan. Espero que no digan literatura. –Levantó sus cejas divertida y esperó a que el primer valiente hablara, pero nunca llegó. – ¡Por favor de a uno, no se peleen! –Dijo irónicamente. – Comencemos por el fondo. –Señaló detrás de mí.

–Mi nombre es Leonel Rodríguez, tengo dieciocho años y la materia que odio es Literatura.
Algunos reímos ante su comentario y yo me incluyo.

–Si así empezamos... Espero no tener que verlo en Diciembre señor Rodríguez. –Comentó la profesora. –Usted sigue, señor Le Brunt ¿Cierto?
–Le Brun. Destian Le Brun.

El cabello de la parte trasera de mi cuello se eriza al escuchar su voz. Profunda y varonil, seductora...

– ¿Sus padres son franceses?
–La familia de mi tatara abuelo lo fueron.
La profesora asintió. –Continúe por favor.
–He pasado el verano en Francia, en casa de mis tíos. Me disculpo si el acento se mezcla, pero es muy pegadizo. Tengo diecisiete años y la materia que detesto es Física.

Otro compañero habla rápidamente. – Soy Matías Shultz, tengo diecisiete y la materia que odio... No me puedo decidir, creo que todas.

Pude oír la diversión en su voz, todos rieron al escuchar aquello salir de su boca y la profesora negó divertida.

–Vaya, vaya. Hasta que el graciosito de la clase decidió mostrar la cara.

Hubiera reído también, si no fuera porque en mi mente daban vuelta las palabras del chico nuevo.
¿Había pasado todas sus vacaciones en Francia? El chico era un mentiroso o yo estaba totalmente equivocada. Joder, tal vez solo lo estaba confundiendo.
Mi amiga me pega un codazo en el brazo y la miro pero ella me hace señas de que mire hacia adelante y veo que la profesora me mira con una de sus cejas levantadas.
Mierda, mierda, mi turno.

–Ehh... Mi nombre es Azul Bellerose, tengo diecisiete años. La materia que detesto es Matemáticas.
–Eso es entendible. Su apellido también suena francés...
–Lo es... Aunque muchos lo confunden y suelen pronunciarlo mal.

Ella asintió y yo bajé la mirada rogando silenciosamente que no me hiciera otra pregunta. No me gustaba hablar de mi familia con cualquiera, no me gustaba hablar de mí con cualquiera.

La clase siguió presentándose, las dos horas pasaron y antes de que me diera cuenta ya estábamos en la cafetería.
Me siento en una de las mesas junto a Cielo con un plato de budín en mis manos.

– ¿Qué haces? – Le pregunto mientras como un bocado de budín.
–Estoy tratando de comunicarme con Emir, no ha venido a clases.
–Es cierto, dile que voy a nalguearlo por eso.
Ambas reímos y veo como se lo escribe en un mensaje

Emir era nuestro mejor amigo desde quinto grado, éramos el trío inseparable y era raro que no haya asistido a clases hoy.
Continué comiendo mi budín, ahora si tenía hambre y gracias al cielo no había vuelto a ver al chico nuevo.

No sabía si era el mismo chico que vi en el bosque hace unas semanas o si estaba siendo paranoica al respecto. Pero tenían cierto parecido.

La siguiente clase que tuvimos fue arte, y fue básicamente lo mismo que la clase anterior. Apuntes y presentaciones.
La mañana se pasó rápido, el timbre de salida sonó y guardé rápidamente mis cosas en la mochila. Quería llegar a mi casa cuanto antes. Cielo y yo salimos del aula enseguida.

– ¿Que harás ahora? – Me preguntó una vez afuera, las voces de todos los alumnos mezclándose en un gran bullicio.
–Ir a casa supongo, ¿Por qué?
– ¿Quieres ir a lo de Emir?
– ¿Te ha contestado?

Desvío la mirada hacia la puerta de salida y ahí estaba. La mochila colgando de su brazo derecho, la camisa del uniforme arremangada hasta los codos y su mirada seria sobre mí. Trago saliva ¿Por qué se fija tanto en mí?

–No, pero podríamos ir a ver que le sucedió.
–Creo que será mejor esperar a que conteste...–La miro a los ojos tratando de no desviar la mirada hacia ningún otro sitio. Dios, quiero irme ya. No estoy muy segura del por qué pero quiero estar entre las reconfortantes paredes de mi habitación.
–Va, entonces ¿Quieres que te lleve a tu casa?
–Claro...

¡Por favor hazlo!
Cielo tenía auto, yo no. No podía pagarme uno y mucho menos mantenerlo. No trabajo y estoy metida en el estudio, o al menos eso intento. Cielo no trabaja pero sus padres son dueños de una importante empresa y eso es una ventaja. Mi madre trabaja duro para que yo pueda estar en ese colegio y no quiero desaprovechar la oportunidad de estudio que me está dando.
Nos dirigimos al estacionamiento y me giro una vez más hacia la puerta de salida queriendo ver al chico nuevo, pero él ya no estaba. 

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Buenas, un capitulo mas tranqui que el anterior pero espero que le den una oportunidad a esta novela.
¡Acepto comentarios constructivos!

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