Epilogo
Unos cuantos años después.
Erick Klein.
Sentados en la arena con los pies metidos en el agua, miro a mi lado observando la pequeña persona que está a mi lado de cabellos rebeldes, tan negro como el mío. Ojos verdes aceituna como Grace. Compruebo que está concentrado en una porción de arena que sin cuidado a amontonado. Enseguida que se da cuenta que lo observo, me mira con una sonrisa inocente de esas que te hacen sentir aliviado.
-Papá, ¿porque tío se marchó tan lejos?, tenía entendido que está casa perteneció al abuelo Lex, y a su mamá- preguntó con tanta curiosidad y tristeza.
-Ya estás en edad Eros, para saber que estar aquí lo mata cada día un poco más, lo corrompe- respondo con sinceridad, sin pretender sonar duro.
-¿qué es corromper?- sus ojos se abrieron y me miraron expectantes a la respuesta.
-Es eso que no hago hace tiempo, que sin lugar a duda es tan divertido como jugar los juegos que juegas en la pc solo que en real-admití mas que fascinado.
Sentí la sangre en las venas correrme, la adrenalina aún despierta en algún lado de mi cuerpo. Las escenas sangrientas en mis dedos, mis manos entumecidas y sintiendo la viscosidad de la sangre en ellas, entre los dedos. Mi cabeza retumba, los oídos me zumban. La cabeza me repite una y otra ves las escenas más deliciosas del pasado. Los dedos hormiguean, el pulso se me dispara, los labios se me entre abren. La garganta se me seca, mis ojos se oscurecen, siento el olor. Ahí está de nuevo volviendo a mí, pidiéndomelo a gritos.
<<Corrompe, toma,, destruye, Daña, mata>>
¿-Papá, qué te pasa?-voz inocente, mano fría-Estás ardiendo-se levanta alarmado.
<<Deseo, deseo tanto matar>>
-La...las, pas...ti...llas, co...rre-balbuceo con mi última gota de asunto control.
Lo diviso corriendo a la casa, me imagino a Grace asustada escondido en algún lugar a mi hijo por miedo que me salga de control y acabe con todo.
Y me conozco tan, pero tan bien que sé que me saldré de control así que antes de que eso ocurra debo perderme de por aquí hasta la casa de Near. Afortunadamente no está tan lejos.
(...)
Toco la puerta con desespero, me retumba, me pide a gritos. No me exige que acabe con la necesidad de hacerlo que tanto deseo. Enseguida me abre con cara de preocupación al ver mi estado, seguro parece que me estoy muriendo o algo, porque estoy sudando como si fuera un puto drogadicto cuando está con el mono.
-Erick...-sus palabras se quedan atoradas en su garganta.
Se que está viendo lo mismo que yo, la sangre que escurre entre mis dedos.
-sí, estoy teniendo una crisis, y la sangre es mía-Le muestro la muñeca que me he rasgado como si fuera un animal con garras.
-Tranquilo, tengo justo lo que necesitas- me lleva con él hasta una puerta que siempre había pasado por alto desde que vengo.
-¿Orion?-pregunto porque lo que menos quiero es que mi sobrino presencie algo- ¿Rocio?
-Escuela, trabajo- anuncia abriendo al muerta para mi.
La luz se enciende y todo en este sótano grita tortura, dolor, destrucción, miedo. Odio, si sobre todo odio. Porque es la palabra que se repite una y otra ves en la habitación. Las paredes están rasgada, con sangre la palabra: Hate. De diferentes manera escritas una más desespera, monstruo que la otra. En otra: Experimento Odio. Hay olor a humedad, sangre, y algo que no logro saber qué. Hay líneas en todos lados como si fuera que la persona qué pasó su días aquí contará uno por uno, sino me equivoco aquí tuvieron que haber creado un monstruo sediento.
-¿qué es...?- mis palabras se quedaron atoradas.
El ruido de unas cadenas retumbaron en la habitación un chico se encontraba ahí, con la apariencia de la peor de las torturas. Su rostro se llenó de pavor cuando nos vió, lagrimas recorrieron por su rostro maltratado.
-Disfruta, primo- susurró a mis espaldas.
-Near, ¿cómo?- no encontraban las palabras- Rocio...-pero nada cueréente salía de mis labios.
-Rocio no lo sabe, tranquilo. No puedo Erick, lo necesito desde la última ves. Soy lo que soy, un hijo de monstruo. Puedes hacer lo que quieras con él, ya me aburrí. Además esto será un secreto nuestro como en los viejos tiempos.-sonrío con una frialdad y despreocupación digna de un asesino.
-¿Estudiaste métodos de torturas?- sonreí con esa misma que sonreía cuando estaba contento, satisfecho.
-No digamos que aquí había un diario de un chico llamado: Edén. Él quería mucho a mamá y sino mentía en lo que escribía en su diario que es absurdo, ella también lo quería. Él y su hermano vivía aquí, y él fue el que me enseñó todo el daño que se le puede hacer a una persona. Sobre todo a un tal Larry que si lo destruyo por celos- sonrío satisfecho y yo igual.- admiro a ese hombre, lástima que cuando busque sobre él...lo asesinaron solo con 19 años, un 6 de diciembre. Lo más curioso que él no era hermano de ese tal Ray, sino que era hermano de mi papá, el menor para ser preciso. Aunque murió sin saberlo él, mi padre, mi madre. Así que era mi tío- habló con tanta admiración.
-Entonces era un asesino, era malo- sentencié.
-No, era un buen chico. Porque si torturo y mató, pero siempre fue una buena persona. No lo entenderías, lo que si te afirmo que nunca le hizo ningún tipo de daño a mamá, siempre la cuidó, incluso de ese chico Larry que estaba obsesionado con ella- se perdió en su recuerdo-Adelante te dejo solo para que te diviertas.
Salió sin decir nada más, yo me quedé pensativo unos instantes, luego tomé el diario que había encima de la mesa y leí una de las primeras líneas:
Bajo un sauce rosado cerezo, se encuentra una diosa es tan inalcanzable como bella, peligrosa. Luego me encuentro yo una sombra que la acompaña, podría morir por ella, no importa qué pero siempre si es por ella, porque no fallaré a mí promesa...nada, nadie acabará con mi vida a menos que se para que la vida de ella dure. Te amo Meg.
Dejo el diario en donde estaba, encaminado a donde está mi víctima.
-Bienvenido a mi mundo oscuro-artículo quitando la mordaza de sus labios.
Espero que les haya gustado, aquí les dejo otro detalle de la historia que nunca se supo. Ya saben quien torturo a Larry, ¿o no? Besitos, señora retorcida fuera.
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