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capítulo 3 (Malditos secretos)

Near

Cuando me dijeron que tenia un caso nunca creí encontrarme con mi ex, la chica que aun amaba descuartizada y sus pedazos esparcidos por toda la casa. Un sentimiento nuevo que no sabia identificar creció en mí, y las ganas de matar crecieron. No, no puedo dejarme hundir por esos instintos asesinos que llevo en la sangre. Al llegar a la cama encontré con rosas un mensaje:

Ahora el demonio tiene cara de ángel...

No sabia porque sentía que esas palabras eran para mi tal vez es mi lado obsesivo, tenia tanto dolor que no me quise hacer cargo del caso. Al final lo entregue. Me fui a mi casa y entre en mi cuarto, no quería ver a nadie. Pero me cagué al ver una chica que reconocí al instante. Traía una pala y una rosa en sus manos, y aunque me odie tuve que admitir que mi prima se estaba super buena.

-Kami, ¿y eso? - señale a ambas manos.

-solo quería darte un pequeño susto- tenia un brillo en su mirada algo distinto.

-te recordaba más...-intente buscar la palabra correcta.

-hermosa, mala, hija de puta.

-No, más fea-reí.

-ya... pero que ahora quisieras que te besara-hablo, caminando coquetamente hacia mí.

-si...digo no-dije algo distraído e embelesado por su andar.

-Near...Near, sino te conociera diría que quisieras meterte entre mis piernas-susurro cerca de mi oído, haciéndome perder la calma.

- Kami, mejor aléjate ¿quieres? -sentencie.

-hay primito, te noto la testarrona demasiado alta- dijo dando un apretón muy tentador en mi miembro.

-Kami, ¡ya...basta! - la tome de las manos atrayéndola a mí.

Mi gesto la tomo desprevenida pero no me detuvo, así que aproveche recostando mi cabeza en sus grandes pechos sacándolo todo. Llore y llore hasta que me canse en ningún momento se apartó de mí, solo me apretó más fuerte contra ella acariciando mi cabello. La olí y aunque su olor a coco cambio, ahora era una combinación rara lo ame. Con ella siempre fue tan fácil dejarlo salir todo. Que cuando se marchó la eche tanto de menos, que sentía que me iba a volver loco.

-Te extrañé, mi atesorada reina del hielo- mis palabras la tomaron de sorpresa, porque la sentí tensarse.

-Yo más, mi osito de azúcar- en su voz había añoranza.

-¿Qué te hicieron?

-Oh, veo que ya eres policía- cambio de tema, significa que fue duro-lastima que no estuviera aquí para verte lograrlo.

-hablando de eso, ven aquí- la tome de la mano halándola hasta la estantería-esto es para ti, la estuve guardando hasta que regresaras- tome la medalla que me dieron por lograr mi primera misión con éxito.

-te a... -se tragó lo que iba a decir-nada.

-te quiero-me acerque tomándola de la barbilla, plantándole un corto beso en sus labios.

Se que no es necesario, pero quise hacerlo.

-Tonto-se sonrojo.

-mira, que ahora tengo más experiencia que tu- susurre.

-quien dijo, me folle a tantos chicos lindos en el psiquiátrico, y también al psicólogo.

Ya esto era la guerra.

-Yo también me folle a muchas chicas-digo molesto, cruzándome de brazos.

-no jodas, mírame- hablo con una sonrisa en su rostro.

- no quiero-negué.

Intentando ocultar mi maldito secreto.

-primito, tu eres virgen-soltó estallando en una inmensa carcajada.

-claro que no-me mofe.

-Dímelo mirándome a los ojos-demando.

-Vale, me pillaste-solté finalmente.

Esa era una de las razones de las cuales estuve tan molesto cuando encontré a mi ex novia, según los vecinos estaba teniendo sexo desenfrenado con alguien. Y conmigo nunca quiso dar ese paso.

-¿quieres que te enseñe?- su pregunta me tomo por sorpresa.

-claro que no-me negué rápidamente.

Una cosa era jugar, darnos uno que otro inocente beso. A follar que era una cosa distinta. Para mi el sexo tiene que venir con amor, y no solo con placer.

-Yo tampoco lo he hecho con nadie- su confesión me tomo por sorpresa.

-Kami, creo que lo mejor es dejar este tema de lado.

Se acerco a mi estampando sus labios contra los míos, era un beso necesitado y exigente. Me quede quieto procesando lo que podía suceder, pero me dije a mi mismo que me controlaría y no haría nada. Entonces se lo seguí, pero como toda la mierda del destino la puerta se abrió sin aviso previo. Rece para que no fuera nuestras madres.

-que cojones...-la voz de confusión de Erick nos tranquilizó un poco.

-Hermani...no la dejo terminar.

Se lanzo encima de mi dando un certero y fuerte golpe en mi cara haciéndome caer al suelo, y al golpear mi cabeza contra algo duro perdí el conocimiento.

Kami

-¿que haces?

-déjate de juegos Kami, y me explicaras porque mierdas se besaban-nunca espere ver a mi hermano tan sobre protector.

-Solo era un juego.

-¡me crees imbécil!

-Erick, relajate.

-¿cómo quieres que me relaje?, Kamila Klein.

-Como si nunca hubieras jugado.

-No, nunca he hecho algo así... que asco enserio, no quiero que vuelva a ocurrir porque si no...-grito molesto.

Me está amenazando.

-¿Qué Erick? O, ¿sino que?

-se lo diré a mamá.

-no lo creo, ¿sabes por qué? -negó-Porque yo se que quien mato a la vecina fuiste tú, que eres un maldito asesino-le restregué en toda su cara- Y sabes, me debes un favor o sino prepárate para la venganza.

Con quien cojones se cree que esta hablando, tal vez a Near lo hubiera chantajeado. Pero a mi la reina de hielo, jamás... por encima de mi cuerpo hecho un tempano de hielo. Ese hijo de puta me hizo pasar los peores días de mi vida. Aun tengo pesadillas con ese sitio, que de gracias a dios que aun le llamo hermano y pase ese infierno por él.

-¡ja,ja,ja!, bien un aplauso hermanita. Me cogiste, pero no contaste que los demonios con cara de ángel siempre ganan. No creo que vaya a creerte nadie-la frialdad en su voz logro intimidarme.

-¿quieres declarar la guerra, mini Lex?-hable con cinismo.

Se cuanto odia que le digan mini Lex.

-No vuelvas a llamarme así-hablo tomándome del cuello, con una sonrisa maldita en su rostro.

-No empieces algo que lamentaras-amenace.

-No empieces algo a lo que no puedes jugar, ni ganar- advirtió. Soltándome del cuello.

-Vete al infierno.

-Ahí estamos, nosotros los Klein somos una maldición-con eso salió dejándome en la habitación.

Corrí hasta Near comprobando que se encontrara bien socorriéndolo.

Erick.

Fui al único sitio donde sabia que me iban a intentar comprender y aunque estaba enfermo, me encantaba. Toque varias veces la puerta de su habitación, y tras entrar. Estampe los labios con los de mi media hermana, la cual me correspondió con deseos.

(...)

Me la folle tan violentamente que sabía que podríamos despertar a alguien, pero no me importo. Después de descargar la ira, tome mis cosas vistiéndome y saliendo de la oscura habitación. Cerrando la puerta con seguro detrás de mí, saque una caja debajo de mi cama con mochos de cabellos y objetos de todas las chicas que he matado. Por mi mente pasaron cada uno de los asesinatos, la voz en mi cabeza cada vez es más fuerte.

<<mata, tortura, sangre... más>>

<<calla, yo soy más fuerte que tu>>

Quito mi pulóver, tomo el cuchillo debajo de la almohada. Cortando mi abdomen, castigando mi cuerpo por desobedecer una sencilla orden como es la de no imponerse. Se que pensaran que cualquiera al escuchar mis ocurrencias o estar dentro de mi mente, me tacharía de loco y es que lo estoy. Después de haber castigado mi cuerpo, me curo. Me doy un baño para luego tírame en mi cama, ya mañana será un gran día.

Jessie.

-es que no puedo más Jess.

-Escúchame Kayle, Near nunca debe saber que tiene una hermana-susurro llena de remordimiento.

-¿Por qué lo ocultas?

-es lo mejor, ni siquiera quien es-suelto sin el menor cuidado.

Cada día desde que mis pequeños nacieron oculte la existencia de mi otra hija, hasta que no pude mas y tuve que confesárselo a Kayle. Es duro y yo se bien que si Adriel estaría vivo jamás me perdonaría. 


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