
Sospecha
Narra Eduardo.
Me quede solo toda la noche sin poder pegar un ojo, Eugenia no me llamo ni siquiera para avisarme que se quedaba en casa de su madre. En todos estos años hice de todo para que ella me vea de otra manera, al menos que logre quererme, pero no funciono de nada todo lo que hice por ella. A pesar que logre separarlos antes del casamiento, no me pone feliz la bajeza que tuve que hacer, siempre supe del romance que había entre ellos y aunque me parecía horrible, igual la amaba, no quería renunciar a ella y tuve que hablar con el monseñor para que frenara su romance y triunfe, Eugenia se caso conmigo y trate todos los días de sacarle la tristeza que había en ella, pero siempre puso un muro entre nosotros.
Cuando me entere que ella tendría un hijo fui tan feliz, pensé que una familia cambiaria todo, pensé que Eugenia me amaría completamente como lo hago yo y nada de eso paso, toda la ternura que había en ella solamente la recibió Constanza, para ella si había amor, pero para mi nada.
A pesar que Rafael ya no estaba, aún seguía su sombra y ella no quería dejarla ir. No se que pensar ahora que se volvieron a ver en aquella fiesta. ¿Qué habrá pensado? ¿lo seguirá amando? Suspiro y golpeo la mesa de la cocina, no puedo creer que ese hombre volvió aparecer después de tanto tiempo y lo peor de todo es que vi su mirada al ver a Eugenia, todavía había amor allí, haciendo que me sienta amenazado por completo.
¿Por qué no desaparece y nos deja en paz? Desde que apareció ella está tan rara, está más alejada de mi y no lo puedo tolerar. Quiero que desaparezca y no vuelva nunca más, pero sé que volverá a molestar una y otra vez... tengo que hacer algo, no puedo dejar que ellos se vuelvan a ver. Ella no puede dejarme por ese hombre, no dejare que eso pase.
Mis pensamientos desaparecieron cuando Eugenia y Constanza volvieron a la casa. Sonrió un poco y beso los labios de Eugenia, ella me mira con seriedad y se aleja un poco.
–¿Cómo les fue con Gabriela? –Pregunto.
–Bien...–Dice Eugenia. –Mi mamá te manda saludos.
Quise mirarla, pero me hizo pensar el ceño fruncido que puso Constanza cuando ella hablo.
–¿Y vos Constanza?
Ella reacciona y me mira con seriedad.
–Bien. Nos divertimos un montón. –Sonríe un poco.
Eugenia se aleja de nosotros luego de mirar a Constanza y yo me quede pensando por un momento, ¿Qué fue eso? ¿Eugenia estuvo con ellas o estuvo en otro lugar? No quiero volverme loco, pero eso que paso fue tan sospechoso, es imposible no volverse loco después de las miradas serias que hubo entre ellas. Mi hija se da cuenta de mi sospecha y muerde su labio.
–¿Estas bien papá?
La miro y asiento lentamente.
–Si hija... estoy bien. –Suspiro.
Ella me mira con lastima y se aleja de la cocina, las dos me dejan completamente solo y apoyo mi mano en la silla para sostenerme. Yo se que algo paso y lo peor de todo es que mi hija es cómplice. Me estoy volviendo loco de tan solo pensar que ella haya vuelto con Rafael, Eugenia no puede engañarme. Esta semana tengo que irme a España y de tan solo imaginar de ellos se vuelvan a ver hace que me sienta enfermo de rabia.
Odio tanto a Rafael, no tendría que haber regresado. Todo estaba tan bien como estaba y tuvo que empeorarlo todo. Mi respiración es pesada y aprieto los dientes por la bronca que estoy conteniendo.
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