Narra Eugenia.

Me siento mucho más tranquila después de hablar con Constanza, los tres permanecimos abrazados hasta que Rafael nos dijo que haría la cena. Me quede con mi hija y acaricio su cabello mientras la miro.

–Perdón por dejar que te enteres así, primero quería hablar con vos sobre Rafael. –Suspiro.

Ella sonríe mientras acaricia mi mano.

–No tengo nada que perdonarte mamá. Tu no sabias que estaba ahí, por suerte estuve para poder sacarte de esa casa.

Me abraza con suavidad y suspiro aliviada, tenia tanto miedo de que me llegara a odiar. Constanza se mostró tan tranquila que me sorprendió por completo. Después de hablar, nos pusimos de pie y ayudamos a Rafael a hacer la comida.

La primera noche fue demasiado tranquila, Constanza durmió en el cuarto de al lado y yo con Rafael, el me sostenía con fuerza mientras descansaba.

–No podes ir a tu trabajo, puede ser peligroso.

Rafael estuvo muy nervioso en la mañana, Constanza lo mira sorprendida al ver lo protector que era con nosotras.

–No creo que sea capaz de aparecer en mi trabajo.

–No lo sabemos amor. –Nervioso. –Es mejor que te quedes.

–Tengo cosas que hacer Rafael. –Suspiro.

–¿No lo puede hacer tu secretaria? Solo es un día, llamare a mi abogado para que podamos hablar del divorcio y mi paternidad.

Me quedo pensando por unos segundos y observo a mi hija antes de contestar.

–Esta bien pero mañana ire a trabajar.

Rafael pone los ojos en blanco y Constanza no aguanta la risa.

–Mejor me ire a la escuela. –Constanza se pone de pie.

–Yo te llevo. –Dice Rafael.

Rafael se levanta de su asiento y nuestra hija me abraza antes de despedirse. Rafael besa mis labios y sonríe.

–Cierra todo con llave. –Dice más tranquilo. –Te amo.

–Yo también te amo. –Sonrió y besa mis labios por ultima vez antes de irse.

Narra Constanza.

Acompaño a mi papá al auto y entramos rápidamente. Al principio todo el viaje estuvo en silencio hasta que llegamos al colegio.

–Si pasa algo, me llamas.

–Lo se. –Susurro. –No te preocupes papá.

El sonríe al escucharme decir eso y apoya su mano en mi hombro.

–Se que esto debe ser dificil para ti, más que tu sabes todo lo que paso. –Traga saliva.

–Si, pero se que amas a mamá. Vos no sabias que yo soy tu hija.

–Si lo hubiera sabido hubiera luchado por ustedes. Fui tan cobarde. –Suspira.

–Tuviste un error y lo arreglaste. Te tengo que agradecer que le hayas sacado la frialdad a mi madre. –Sonrio. –Ella es otra ahora, es feliz.

Narra Eugenia.

Me quede sola en la casa y suspiro lentamente. Por un momento pensé que no saldría de esa casa, que no podría estar con Rafael y por suerte todo salió bien. Ahora no se que pasara con Eduardo, pero tengo que apresurarme, ahora es capaz de hacer cualquier cosa y tengo miedo que quiere hacerle algo a Constanza o a Rafael. Respiro hondo y trato de pensar en otra cosa... el mal momento ya paso y estoy con mi familia. Al fin podemos estar juntos, después de tantos años de oscuridad al fin puedo ver la luz.

Me quedo mirando las cosas de Rafael y respiro su aroma mientras sostengo su camisa entre mis manos. Salto un poco cuando el entra a la habitación.

–No te escuche. –Le digo.

Se rie y me abraza con suavidad.

–Es tan hermoso verte en mi casa, nuestra casa. –Sonríe y besa mi frente. –Nadie nos va a separar nunca más. –Sostiene mi rostro con sus manos.

Sonreímos y apoyo mi cabeza en su pecho. Me quedo perdida entre su exquisito aroma y me relajo durante el tiempo que estuvimos abrazados.

–Nunca más. –Digo.