Narra Rafael.

"Estuve meditando como comenzar con este libro, si bien seria excelente empezar desde el principio, si retrocedía el tiempo nunca hubiera creído enamorarme de la manera en que lo hice al conocerla, era un hermoso día cálido y yo era solamente un nuevo sacerdote en la ciudad, ella cambio mi vida y nunca pensé que ella se convertiría en mi oxigeno para poder vivir, mi alma gemela.

El monseñor estaba conmigo cuando comenzó todo, estaba hablándome de los fieles que venían a esa iglesia y con los problemas que me encontraría.

Apareciste allí para alterar mi vida, tus ojos azules se chocaron con los míos y sentí que mi vida se detenía, eras tan hermosa por Dios, la mujer más hermosa que vi en mi vida.

–Buen día monseñor. –Luego me mira. –Buen día padre.

El monseñor se acerca Eugenia y nos presenta formalmente, ella me sonríe, lo recuerdo como si hubiera sido ayer y me sigue pasando como aquella vez, mi corazón se derretía cada vez que ella sonreía.

–Supongo que tu madre te envió para donar su ropa.

La muchacha asiente y le da la bolsa con la ropa limpia.

–Dile muchas gracias a tu madre, hija. Siempre es muy amable.

Nos seguimos mirando y ella me dedica unas palabras.

–Espero que se sienta cómodo aquí padre. –Ella dice con calidez.

Lo único que puedo hacer es sonreír y tomo su mano.

–Muchas gracias.

Quien hubiera dicho que ella se convertiría en mi alma gemela, pero había un enorme problema, yo era un sacerdote y ella estaba en pareja con un rico de aquella ciudad. Teníamos todos los problemas, traté de resistir lo más que pude, pero aún así no nos importó, nos amamos cada segundo, se que ella lo hizo y yo también. Me enamore con locura de esa mujer. Fue lo más hermoso que tuve en mi vida, lo que ame y sigo amando a Eugenia. Agradezco al destino por haberme regalado la dicha de estar con ella.

Luego de ese encuentro, la veía todos los días, me encantaba poder verla, aunque mantenía una distancia para no volverme loco. Al tiempo me di cuenta de mis sentimientos con ella y traté de no hablarle, pero aquí empezó mi martirio, su pareja no se le despegaba y sentía como mi sangre hervía. Los celos me volvían loco cada vez que Eduardo la abrazaba o la besaba. No podía evitar estar furioso y empecé a enloquecer, mi mente solo me decía que ella era solamente una tentación y fracase. Intente hacer cualquier cosa para olvidarla y el resultado fue peor, más quería olvidarla, más me enamoraba de ella"

Narra Eugenia.

No se como mierda sentirme al leer esto, me da tanta rabia que haya escrito sobre nosotros. Al final demostró ser un mentiroso hijo de puta, no puedo creer que mi hija haya leído este libro, ¿Qué voy a hacer? Rafael nunca va a saber la verdad y no quiero que Constanza quede en medio de está mierda. Dejo el libro y observo a Eduardo, dejo su notebook y me abraza.

–¿Qué estabas leyendo? –Acaricia mi muslo.

–Una novela, pero no me está gustando. –Digo con seriedad. –Creo que voy a dejar de leerla.

Eduardo me sonríe y arqueo la ceja al leer que Rafael se ponía celoso cuando me veía con el. Mi cabeza no para de pensar en eso y una sonrisa aparece en mi cara. El se rio de mi... vamos a ver ahora quien se va a reir. Rafael no tiene idea con quien se metio.