Narra Rafael.

Cuando la vi lastimada mi corazón empezó a dolerme tan fuerte, sentía tantas ganas de matarlo a Eduardo. Ahora ella está más calmada pero no quiere hablarme de lo que paso, solamente esta en silencio. Constanza nos dejo solos en el living y abrazo con suavidad a Eugenia.

–Me tienes que decir lo que te paso, amor. –La miro. –¿Qué te hizo?

Ella suspira y cierra los ojos por un momento antes de abrirlos.

–Cuando llegue de trabajar, lo vi en la cocina. Estaba tan raro pero nunca pensé que me golpearía. –Respira hondo. –Por suerte Constanza estuvo ahí... no se si habrá escuchado todas las cosas que dijo Eduardo.

–Después pensaremos en eso. –Beso su mejilla. –Lo primero es tu seguridad.

–Estoy bien Rafael, ya paso.

–Tengo tantas ganas de matarlo. –Respiro pesadamente. –Ya le había dicho que lo haría si se atrevia a tocarte.

–No le haras nada. –Ella me mira con seriedad. –No quiero que las cosas se compliquen.

–Tiene que pagar por lo que te hizo. –Digo enojado. –No me voy a quedar en brazos cruzados.

Ella suspira y toma mi mano.

–Rafael por favor, se lo molesto que estás pero piensa en Constanza. Piensa en nosotras, tenemos que apurarnos. No quiero perder mas tiempo, me voy a divorciar de Eduardo y...

–Y voy a reconocer a Constanza como mi hija. –La interrumpo, junto mi frente con la de ella. –Entonces te quedaras conmigo.

–Te dije que me quedaría contigo.

Sonrio feliz y la abrazo con fuerza.

–Pensé que nunca llegaría este día.

Acaricio su mejilla, paso mis dedos por su moretón.

–Porque eres demasiado ansioso. –Arquea las cejas.

Nos reimos suavemente y beso sus labios.

–Gracias a dios que ustedes están a salvo. –Le doy otro beso. –Me moria si les pasaba algo.

–Ahora estamos bien mi amor. –Sonrie. –Estamos juntos.

Narra Constanza.

Entro a un cuarto y me quedo mirando las fotografías que tiene Rafael en las paredes. Es tan raro pensar que el es mi padre... nunca lo hubiera imaginado. Ellos habían sufrido tanto y ahora están juntos de nuevo.

Me siento en la cama y suspiro, no me entra en la cabeza todo lo que hizo Eduardo, me saco mi derecho de estar con mi padre, de tener una vida feliz y por su culpa mi madre fue tan infeliz tantos años. Me acuesto en la cama y reacciono al escuchar mi celular sonar. Miro la pantalla y es Andrea, seguramente debe estar preocupada, tendría que estar en su casa pero con todo lo que paso no tengo animos de hablar con nadie. Dejo que el celular siga sonando y cierro los ojos.

No me di cuenta que me había quedado dormida hasta que abro los ojos, me estiro y miro la hora que es, son las 7 de la tarde y ya empezó a oscurecer. Salgo de la habitación y camino hacia la sala a ver como están mis padres...

Cuando me acerco al marco de la puerta los veo durmiendo en paz, los brazos de Rafael envuelven la cintura de mi madre. Me siento aliviada al saber que mi mamá está bien, se que mi papá la va a cuidar.

Me alejo para no despertarlos y le mando un mensaje a Andrea para que no se preocupe. Le dije que después la llamaría y apago el celular.

Después, mi madre se acerca a mi y me abraza suavemente.

–¿Estas bien?

Asiento y sonrio, observo su mejilla hinchada por un momento.

–¿Vos estás bien?

–Me siento mejor. –Acaricia mi cabello. –No se si quieres hablar de lo que paso.

Cuando dijo eso, mi padre apareció y trago saliva.

–Ya los había visto antes... en la calle pero. –Me tomo un momento. –Nunca pensé que el seria mi padre.

Mi mamá toma mi mano y Rafael se acerca para hacer lo mismo.

–Siento que te hayas enterado así, cariño. –Me habla mi papá. –Lo que quiero que sepas es que cuando me entere que era tu padre fue la mejor alegría que tuve en mi vida. –Sonrie y sus ojos se llenan de lagrimas. –Ustedes son lo que más amo en mi vida.