Parte/9
Me fui directamente a mi cuarto, todavía quedaban algo de los efectos de alcohol en mi cuerpo, me dormí al instante, ni siquiera me puse la ropa de dormir, al siguiente día vagamente recordaba el incidente, creí que había sido solo un sueño, pero al quitarme la ropa para bañarme, note que no tenía mis pantaletas, también tenía sangre seca en mis piernas, comprendí todo, no había soñado nada, todo había sido verdad, la noche anterior había perdido mi virginidad, ahora no tenía más remedio que casarme con Ernesto, mi violador.
Aunque no había sido una violación yo accedí, y me había gustado, ¿Me gusto? Si, si me gusto y mucho. sentí mucho coraje en contra de Ernesto, yo no estaba preparada para casarme, solo tenía catorce años, las palabras de mi madre volvieron a mi mente.
-Una mujer que pierde su virginidad, no vale nada, no vale nada, nada, nada.
Pero no, yo todavía no me quería casar, iba a guardar mi secreto a nadie le iba a contar lo que había sucedido la noche anterior, esa tarde llegó Ernesto a visitarme, me preguntó.
- ¿Dime mi reina cuándo quieres que vengan mis padres a pedir tu mano?
-No, ya te dije que todavía no me quiero casar, estoy muy chica.
-Pero ¿No te importa lo que paso anoche?
-Si me importa, pero si no decimos nada, nadie se va a dar cuenta.
En la cara de Ernesto se pintó la desilusión, pero se resignó.
-Está bien como quieras, yo le quería dar la noticia a Gabriel, ahora que va a venir.
Al escuchar ese nombre, mi cara cambió menos ganas me dieron de casarme.
- ¡Va a venir Gabriel!
-Si, viene este fin de semana, bueno vamos a platicar yo te espero todo el tiempo que tú quieras, cuando estés lista para casarte me lo dices.
Pasamos la tarde alegremente, después de decirle que todavía no me quería casar, se me quito un peso de encima, el fin de semana llegó al pueblo mi amor platónico Gabriel, Dios mío que guapo era. Pero uno pone y Dios dispone.
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