Parte/8
Salimos de la fiesta y nos dirigimos a nuestra casa, la calle estaba solitaria, entramos a un callejón muy oscuro yo le repliqué a mí novio.
- ¿Ernesto porque nos venimos por aquí?
-Por aquí llegamos más pronto.
-Pero está muy oscuro, me da miedo.
-No tengas miedo conmigo no te va a pasar nada.
Se paró me abrazo y me empezó a besar como nunca lo había hecho, quizás por el efecto del alcohol, no me resistí al contrario le correspondí, poco a poco las caricias fueron subiendo de tono en ningún momento le dije que parara al contrario yo quería seguir sintiendo esa sensación hasta ese momento desconocida para mí.
Y ahí en medio de la noche, recargados en la pared del oscuro callejón me hizo suya, no voy a mentir me gusto mucho mi cuerpo estaba adormecido, sentí un pequeño dolor cuando Ernesto penetro la parte más sensible de mí cuerpo, pero al mismo tiempo no quería que parara, no sé cuánto tiempo pasó, solo sé que cuando los dos exhalamos un ruido parecido a un gruñido quedamos exhaustos, cuando nuestra respiración volvió a la normalidad me di cuenta de lo que habíamos hecho, me entró un miedo tremendo, recordaba las recomendaciones de mi madre y de Julia sus palabras taladraron mis oídos.
-Mira hija lo más valioso que tenemos las mujeres, es la virginidad, si la pierdes, ya no vales ni siete chingadas, el hombre que te lleve al altar es el único que tiene derecho a tocar tu cuerpo, pero solo hasta que estén debidamente casados, si te entregas antes del matrimonio, y el hombre no te cumple, tenlo por seguro que ningún otro te querrá como su esposa.
Le reclamé a Ernesto, por su comportamiento.
- ¿Por qué me hiciste esto?
-Calma chiquita, no pasa nada, mañana mismo voy a pedir tu mano, para casarnos inmediatamente.
-Pero yo todavía no me quiero casar.
-Ya no podemos esperar, y con esto que pasó esta noche menos.
-Lo hiciste a propósito verdad, para casarte conmigo.
- ¡No como crees! Solo paso ya te dije que nunca voy hacer nada que tú no quieras hacer.
Él tenía razón yo lo quise hacer y bien que me gusto.
-Anda vamos a tu casa, mañana hablamos con calma.
Caminamos en silencio, mi madre estaba asomada a la puerta esperando mi llegada.
-Buenas noches doña Simona, aquí le traigo a Conchita.
-Qué bueno mijo ya me tenían preocupada.
-No tenía de que preocuparse, yo cuido bien de su hija.
-Gracias mijo, pero ya vete, tu madre debe estar preocupada también.
-Buenas noches doña Simona, nos vemos mañana Conchita.
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